Diez años de Guantánamo: el prisionero y el
fiscal
Publicado el 13 de enero de 2012 Amy Goodman
Hace diez años, a nadie se le hubiera ocurrido relacionar a Omar Deghayes con
Morris Davis. Aunque nunca se conocieron, comparten ahora una profunda conexión:
están unidos por el tiempo que pasaron en la tristemente célebre prisión militar
estadounidense de la Bahía de Guantánamo, en Cuba. Deghayes estuvo preso en ese
lugar. El Coronel de la Fuerza Aérea Morris Davis fue fiscal en jefe de las
comisiones militares de Guantánamo desde el año 2005 hasta el 2007.
Deghayes fue arrestado en Pakistán y entregado al Ejército de Estados Unidos.
Me dijo: “Pagaban por cada persona entregada a los estadounidenses y, entonces,
algunos del gobierno paquistaní aprovecharon para obtener dinero de Estados
Unidos vendiendo árabes que vivían en Paquistán desde hacía un tiempo. Nos
encadenaron, nos cubrieron la cabeza y luego fuimos enviados a Bagram, [en
Afghanistan]. Allí nos torturaron y después nos llevaron desde Bagram hacia
Guantánamo.”
En Guantánamo, Deghayes, uno de los casi 800 hombres enviados allí desde
enero de 2002, recibió el tratamiento estándar: “Las personas son objeto de todo
tipo de humillaciones y maltratos. La gente está encerrada en régimen de
aislamiento. Algunos sufren tales maltratos que, según escuchamos, muchos han
muerto. Hay gente que perdió las manos, los ojos, las extremidades. Algunas
personas fueron sometidas a privación del sueño. No se les permitía dormir.
Estaban en celdas con las luces encendidas las 24 horas, día y noche, y tuvieron
que vivir en esas condiciones durante seis años. Donde yo estaba éramos
sometidos a golpizas todos los días, al miedo a diario y a todo tipo de maltrato
sin haber sido condenados por ningún delito, que es lo más inaceptable. Y hay
gente que permanece allí y no fue acusada de nada.”
Mientras Omar Deghayes y sus compañeros de reclusión sufrían en sus celdas,
el gobierno de Bush erigía un polémico marco legal para juzgar a los prisioneros
de Guantánamo, que catalogaba a los detenidos allí como “combatientes enemigos”
y alegaba que no estaban amparados por la Constitución de Estados Unidos ni por
la Convención de Ginebra, o sea, que no poseían ningún tipo de derechos.
Guantánamo se convirtió en un agujero negro legal.
Cuando le pregunté al Coronel Davis si creía que se practicaba la tortura en
Guantánamo, me dijo: “No creo que exista duda alguna. Podría afirmar que hubo
tortura. Susan Crawford, protegida de Dick Cheney, dijo que hubo tortura. John
McCain dijo que el submarino era tortura, y admitimos que aplicábamos el
submarino. Al menos cinco jueces de tribunales federales y militares dijeron que
se torturaba a los detenidos.”
Encadenados, enjaulados con overoles anaranjados, sujetos a duros
interrogatorios y humillaciones, con su religión musulmana denigrada, los
prisioneros de Guantánamo comenzaron a dar batalla, por medio de la antigua y
respetable tradición de no cooperación pacífica. Iniciaron una huelga de hambre.
En respuesta, Deghayes y los otros huelguistas recibieron un castigo ejemplar.
Deghayes recuerda: “Tras golpearme en una celda, me arrastraron afuera y, una
vez allí, uno de los guardias, mientras el otro estaba de pie, observando lo que
sucedía, [intentó] arrancarme los ojos. Por eso tengo problemas en uno de mis
ojos, el ojo derecho. Perdí la visión en ambos ojos y luego, lentamente, recobré
la vista en uno de ellos, pero el otro empeoró completamente. Hicieron lo mismo
en la celda contigua, y en la siguiente y en la siguiente. Nos usaron de ejemplo
para atemorizarnos a todos para que no reclamáramos ni nos resistiéramos a
ninguna política.”
Ahora, Deghayes puede ver con un solo ojo. Su ojo derecho permanece cerrado.
Tras haber sido liberado de Guantánamo, fue enviado a Inglaterra y ahora demanda
al gobierno británico por haber colaborado con su reclusión y tortura.
El Coronel Morris Davis, indignado con el proceder de los tribunales
militares, renunció a su puesto en 2007 y en 2008 se retiró del ejército. Fue a
trabajar al Servicio de Investigación del Congreso y fue despedido en 2009 tras
escribir un artículo de opinión publicado en el periódico The Wall Street
Journal en el que criticaba al gobierno de Obama por adoptar los tribunales
militares.
Deghayes destaca que los cientos de hombres que abandonaron Guantánamo
durante los últimos diez años fueron liberados debido a la presión que ejercen
sobre los gobiernos las campañas de los grupos de base. Es por ello que esta
semana se llevaron a cabo más de 350 manifestaciones con motivo del décimo
aniversario de la prisión de la Bahía de Guantánamo. 171 hombres continúan
detenidos en Guantánamo. Más de la mitad de ellos fueron absueltos y se dispuso
su liberación, pero de todas maneras aún se siguen pudriendo en prisión.
Para peor, en lo que el Coronel Davis califica como un “completo acto de
cobardía,” el Presidente Barak Obama sancionó la Ley de Autorización de Defensa
Nacional, a pesar de que en un principio había amenazado con vetarla. Esta ley
otorga al gobierno de Estados Unidos la facultad de detener a cualquier persona
por tiempo indeterminado aunque no se le imputen cargos. Davis explica que “no
es un drástico alejamiento de lo que ha sido la política durante los últimos
años, solo que ahora se convirtió en ley.”
Uno podría imaginarse un movimiento “Occupy Guantánamo”, pero sería una
redundancia: Estados Unidos ocupa Guantánamo desde 1903. Y dado que Estados
Unidos impone un aplastante embargo a Cuba desde hace más de medio siglo,
supuestamente porque no le gustan las políticas cubanas, uno podría pensar que
Estados Unidos mostraría una conducta modelo en su pequeña rebanada de
territorio cubano. Pero hace justamente lo contrario. Y es por eso que los
movimientos de base son tan importantes. Aunque la campaña para la elección
presidencial estadounidense se pone cada vez más candente, pueden estar seguros
de que el Partido Republicano y el Demócrata están plenamente de acuerdo en lo
que respecta a Guantánamo.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto
en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español,
spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés
y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos",
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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