Afganistán
Una guerra inflada
Juan Gelman Página/12 20 de septiembre de 2010
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en
inglés) dio a conocer la semana pasada su octavo examen estratégico global (www.iiss.org, 10/12-9-10).
El IISS está asentado en Londres y es el think-tank sobre cuestiones
militares y de seguridad más importante del mundo. Lo integran experimentados
especialistas en defensa, militares retirados y otros de alto rango y sus
estudios abarcan el planeta entero.
Los informes del organismo suelen ser grises y aun aburridos, su lenguaje es
prudente y hasta cauteloso, pero el de este año cambió bruscamente al referirse
a Afganistán: calificó esa guerra de “largo y alargado desastre”. Señala que las
potencias de Occidente “exageran” la amenaza que entrañan Al Qaida y el talibán.
“Se ha inflado” el número de tropas estadounidenses en Afganistán –agrega– y no
guarda proporción alguna con la misión de “desmantelar y derrotar a Al Qaida”,
que Obama les confió. El estudio del IISS fue supervisado por Nigel Inskster, ex
vicedirector del servicio de inteligencia británico o MI-6. Es interesante que
además subraye que el peligro de Al Qaida es mínimo en todas partes, incluso en
Somalia y Yemen, países en los que EE.UU. interviene, so capa de su seguridad, a
ritmo cada vez mayor.
El director de la CIA, Leon Panetta, había ya informado que “el número
estimado de terroristas de Al Qaida en Afganistán es de 50 a 100, tal vez menos”
(www.huffingtonpost.com, 29-6-10).
Aseveró que se concentran en zonas limítrofes de Pakistán y así justificó los
constantes ataques que aviones no tripulados infligen a los civiles
paquistaníes, niños y mujeres incluidos. Si esas cifras son correctas, un puñado
de terroristas mantiene en jaque a casi 150.000 efectivos, 98.000
estadounidenses y el resto de los aliados de la OTAN. No es creíble.
Panetta no tuvo empacho en afirmar que EE.UU. progresa en Afganistán, “aunque
es más duro y más lento de lo que se esperaba”. Así es: en los veintidós meses
de gobierno de Obama cayeron más militares norteamericanos que en los ocho años
de W. Bush. El general David Petraeus, comandante en jefe de las tropas
ocupantes de Irak y Afganistán, no se muestra tan optimista como antes.
Obama anunció la retirada de Afganistán para agosto de 2011, pero el general
tiene otra perspectiva: declaró en Bagdad que el proceso es a veces parecido a
“ver cómo crece el pasto o se seca la pintura” (//abcnews.go.com, 14-9-10). Fue más lejos: estuvo
de acuerdo con la periodista que lo entrevistaba en que “el éxito contra la
insurgencia” podía llevar nueve o diez años más. Bastante antes el pasto crece y
se seca la pintura. No es Al Qaida entonces, es el talibán.
Petraeus asumió oficialmente el mando de las tropas en Afganistán el 4 de
julio y cambió algunos aspectos de las tácticas de su antecesor, el general
Stanley A. McChrystal. Declaró que los bombardeos aéreos “matan afganos” y
duplicó el número de allanamientos de domicilios particulares. Ahora no mueren
menos: un alto porcentaje de los 1031 asesinados por las Fuerzas de Operaciones
Especiales (SOF, por sus siglas en inglés) en 3000 allanamientos e identificados
como “insurgentes” eran vecinos que habían salido a la calle armados al escuchar
el ruido de los procedimientos. Su intención no era atacar a los del SOF, sino
defender a su familia ante un posible agresor, pero fueron ejecutados (Inter
Press Service, 15-9-10).
El general Petraeus se jacta del elevado número de mandos insurgentes
superiores y medios que las SOF han eliminado, herido y apresado, sólo que hasta
altos mandos del ejército dudan de que todos sean talibán: el mayor general
Douglas Stone, que supervisó las políticas de detención a comienzos de 2009,
concluyó que no lo eran los dos tercios de los presos que EE.UU. retenía como
tales en Afganistán (www.guardian.co.uk,
14-10-09). Otra inflación.
Los allanamientos nocturnos enojan a los afganos: trescientos civiles tomaron
las calles de Wardak –un ejemplo– como respuesta al asesinato de tres hermanos
que dormían en sus camas (www.worldcantwait.net,
12-8-10). El mando de la OTAN dijo que las víctimas eran sospechosos de
pertenecer a la insurgencia. Hay sospechas que matan.
Los artefactos explosivos improvisados que los talibán plantan al borde de
las rutas que recorren los vehículos ocupantes (IED por sus siglas en inglés)
son responsables de la mayoría de las bajas estadounidenses, y el Pentágono ha
creado una división especial para contrarrestar esa arma mortífera, la
Organización para derrotar a los IED (Jieddo, por sus siglas en inglés). Sus
estadísticas más recientes revelan dos cosas: la insurgencia ha aumentado “de
manera alarmante” la colocación de esos dispositivos y la población civil
denuncia cada vez menos dónde.
Algunas cifras proporcionadas por la Jieddo: en marzo de este año detonaron
434 IED causando la muerte de 23 efectivos de las tropas invasoras y 252
heridos; en abril, 475 provocaron 17 bajas y 230 heridos; en mayo, la explosión
de 554 mató a 34 e hirió a 333 (//homeland securitynewswire.com, 29-7-10). Por otra
parte, la proporción de IED que los vecinos notifican a las fuerzas ocupantes
descendió del 4,5 por ciento de los “incidentes” en los primeros meses de 2009
al 2,1 por ciento en julio de este año. La exasperación de los ocupados crece
más velozmente que el pasto.
Una pregunta: si los hombres de Al Qaida son un puñado frente al poderío
militar más moderno y letal del mundo, ¿por qué la Casa Blanca insiste en la
guerra y aumenta las tropas que envía a Afganistán? ¿Se trata de crear las
mejores condiciones para atacar a Irán? ¿O de seguir alimentando las ganancias
del complejo militar-industrial? ¿O las dos cosas?
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-153389-2010-09-19.html
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