Una decadente, deshonesta década: marcando 10
años de guerra
8 de octubre de 2001 Chris
Floyd
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 17 de octubre de
2011
Simon
Jenkins dispara un poderosa salva de desprecio y cólera para señalar el
décimo aniversario del lodazal imperial en Afganistán. A través de las glorias y
triunfos de esta magnífica aventura, Jenkins nota que ahora las agencias
internacionales están pidiendo asistencia de emergencia para combatir la amenaza
inminente de inanición masiva en la tierra liberada. Esto es lo que 10 años,
miles de muertes y trillones de dólares en “construcción nacional” han
producido: una sociedad fragmentada, violenta y en bancarrota al borde de una
hambruna homicida.
Vale la pena leer el artículo completo, pero aquí hay algunos segmentos
importantes:
Diez años de ocupación occidental en Afganistán levó a la UN a pedir
clemencia porque la mitad de las provincias con sequía enfrenta la inanición en
invierno. El Programa Mundial de Alimentos pide que se den 92 libras mensuales
de manera urgente. Esto es increíble. Afganistán es el mayor beneficiario de
asistencia, alrededor de 20 billones de dólares en la década pasada, más cien
veces más en programas militares. Es tanto el dinero que pasa por sus puertas
que se cree que 3 millones de dólares por día salen ilegalmente del aeropuerto
de Kabul para comprar propiedades en Dubai.
La primera década del siglo XXI ha sido marcada por dos fallas épicas
cometidas por los poderes occidentales que recientemente aclamaron victoria en
la guerra fría, fallas tanto de intelecto como de liderazgo. Una es la habilidad
de utilizar recursos ilimitados del gobierno moderno para rescatar a la economía
occidental de una recesión prolongada. La otra es utilizar el ataque que sufrió
Norteamérica por un criminal islámico enloquecido como excusa para una guerra en
represalia abarcando una amplia franja del mundo musulmán. El largo castigo para
Afganistán por proteger a Osama Bin Laden ha sido un acto de retribución
bíblico. La demanda de que eso también adopta los hábitos históricos y la
democracia, el capitalismo y la igualdad de género fue arrogancia imperial.
La ocupación de Afganistán ha sido un catalogo de caprichos sin tregua.
Norteamérica está gastando sumas exorbitantes en una guerra que no está ganando.
Estudios del Congreso muestran que ninguna ayuda alcanza a la economía local,
mucho permanece con los contratistas de EE.UU. o va a seguridad o es robado. La
democracia local ha fallado, señores de la guerra enemistados con señores del
narcotráfico hacen resurgir vendettas tribales. El entrenamiento de la policía y
el ejercito afganos se ha convertido en una broma …………………………..
Lo que es extraño, como Bárbara Tuchman escribió, no es la locura política en
sí, sino su inmunidad a la corrección incluso cuando se sabe que es un capricho.
Así como durante Vietnam, algunas guerras pasan la etapa donde políticos y
generales se atreven a dar un paso atrás y mirar. Orgullo, ansia de gloria,
aversión por la derrota, por sobre todo, la institucionalización de la guerra en
el territorio circundante conduce a la estrategia. Kabul está ocupada por
cientos de miles de soldados, diplomáticos, contratistas y oficiales de
organizaciones no gubernamentales. Afganistán se ha convertido en un caldo de
industria/miliar, mezclado con asistencia.
La ironía de este gran capricho es que sus mayores beneficiarios tienden a
ser aquellos que perdieron la Guerra Fría, Rusia y China. Mientras los líderes
occidentales luchan para rescatar ejércitos y economías asediadas por burocracia
de su propia autoría, dejaron a sus antiguos enemigos riendo jubilosos. La
democracia ha arrebatado la derrota de los brazos de la victoria sin un mínimo
de razón.
Este artículo apareció primero publicado en el blog Empire Burlesque
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