El debate sobre la tortura en los EE.UU.
Bill Fletcher Jr.
Telesur
15 de enero de 2015
| Foto: Archivo
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Para el público de Estados Unidos, el
reconocer la inutilidad de la tortura es poner en tela de juicio su propio
silencio durante la década de 2000.
El debate sobre la tortura en los EE.UU., tras la publicación del informe
del Comité de Inteligencia del Senado sobre la Tortura, ha sido un ejercicio
de, tanto, el "excepcionalísimo norteamericano", como el horror del
siglo 21. Si se deja de lado los esfuerzos iniciales para desacreditar la
exactitud del informe, lo que se hace más evidente e igualmente inquietante ha
sido la disposición de grandes segmentos de la población a aceptar la realidad
de la tortura y de promoverlo como un medio adecuado para la lucha contra el terrorismo.
El informe es un examen exhaustivo del uso de la tortura en la llamada
guerra contra el terrorismo. Su conclusión, como ahora sabemos, es que, dejando
de lado la cuestión de la moralidad, la tortura es ineficaz y que muy poco de
uso se obtuvo en última instancia. Esto puede ser contrario a la evaluación de
la tortura de la persona común y corriente cuando piensa acerca de lo que
estaría dispuesto a confesar si le ponen bajo tal interrogatorio, pero los
resultados son bastante sorprendentes.
Para ser claros, algunas veces la tortura puede producir resultados. Los
Franceses la utilizaron como parte de su enfoque para romper el levantamiento
en Argel en 1957 (hecho famoso en la película La batalla de Argel), pero es
habitualmente insuficiente para romper un movimiento. También es frecuentemente
poco fiable, ya que la víctima de la tortura puede llegar a proporcionar la
información falsa, simplemente con el fin de detener la tortura.
El enfoque de Estados Unidos a la tortura, sin embargo, siempre ha sido
bastante hipócrita, que es una de las razones por la que no debemos estar totalmente
sorprendidos por la reacción del público al Informe. En primer lugar, gran
parte del público, a pesar de la evidencia, quiere creer que algo positivo
salió de la tortura. Esto sin duda puede ayudar a aliviar sus conciencias. Me
recuerda a un antiguo alumno mío que presentó su tesis final sobre la invasión
estadounidense de Irak. Su conclusión fue que la invasión estaba justificada
debido a la búsqueda de armas de destrucción masiva. Lo que hizo que esto sea
particularmente extraño, fue que nos pasamos todo el semestre en la exploración
de lo que realmente ocurrió en Irak - incluyendo la ausencia de armas de
destrucción masiva – aun así, en su trabajo, él afirmó su existencia. Cuando le
pregunté al estudiante acerca de esto y cómo su trabajo se relacionaba con los
hechos reales, su respuesta no tiene precio. Él dijo: "Tenía que haber
armas de destrucción masiva!" En otras palabras, si dejaba de lado el mito
que rodea a la invasión a Irak, todo para él implosionaría. Yo diría que lo
mismo es cierto para vastos sectores de la opinión pública estadounidense.
Reconocer la inutilidad de la tortura es poner en tela de juicio su propio
silencio durante la década de 2000.
Un segundo punto a tener en cuenta es que los EE.UU. siempre han
participado en la tortura, a pesar de la impresión que se quiere transmitir.
Los autores de torturas debían ser siempre otros poderes y muy malévolos, por
ejemplo, la Alemania Nazi, el Japón imperial, y la Unión Soviética. El público
estadounidense fue sometido a películas, novelas, etc., que detallaban en forma
gráfica la barbarie de los que emplean la tortura, por lo general en contra de
valientes luchadores por la libertad.
Sin embargo, en la historia de EE.UU. poco se ha dicho del hecho de que la
técnica del submarino - sólo para usar un ejemplo - se introdujo en el contexto
de la guerra genocida de los EE.UU. contra el pueblo Filipino en el siglo 20.
Durante la guerra de Vietnam, para usar otro ejemplo, la revelación de que los
Estados Unidos apoyaron y practicaron la tortura contra los miembros del Frente
de Liberación Nacional a través del programa "Operación Fénix", tomó
a muchas personas por sorpresa en los EE.UU. Sin embargo, este programa no sólo
dio lugar a la muerte de miles, pero también era totalmente ineficaz en el
descarrilamiento, y mucho menos destrucción del Frente de Liberación Nacional.
Los ejemplos del uso de la tortura por parte de los EE.UU. no se limitan a
unas pocas veces. Sin embargo, lo que es significativo en el actual debate
acerca del informe del Senado es que hay una voluntad de abrazar abiertamente
la tortura. En lugar de condenar la tortura como método de interrogatorio
público, se está enviando el mensaje de que sí, era una tortura, y sí, estaba
bien realizarla. ¿Por qué? Debido a que estamos supuestamente operando en un
período extraordinario y la tortura supuestamente nos trajo resultados positivos.
La aceptación de la tortura no sólo es problemático debido a las
suposiciones falsas en cuanto a la calidad de la información recopilada, sino
por lo que dice acerca de cómo la política del miedo estadounidense ha
penetrado profundamente a su sociedad. Es el miedo a lo desconocido combinado
con una gran cantidad de melodrama cinematográfico, que lleva a muchas personas
a la conclusión de que la tortura es eficaz y necesaria.
Mientras que la tortura es moralmente reprobable, la voluntad de aceptarla
y justificarla conduce a preguntas importantes y bastante inquietantes. ¿Bajo
qué condiciones se justifica la tortura? En concreto, ¿puede y debe ser utilizado
cada vez que un policía o agencia militar afirma que existe una gran urgencia
en la obtención de información? ¿La torturar debe limitarse a la lucha contra
el terrorismo? Y, ya que estamos en ello, ¿qué es terrorismo?
Estas preguntas no son hechas con sarcasmo. Vamos a tomar la última
pregunta, es decir, ¿qué es el terrorismo? En 2001, a raíz de los ataques
terroristas del 11 de septiembre en los EE.UU., el entonces Procurador General
del Estado de Carolina del Sur, comparó a cinco trabajadores portuarios que
habían sido acusados de conspiración por amotinarse (debido a que protestaban
porque querían terminar con su sindicato de trabajadores) con los terroristas
de Al Qaeda. Esto hubiera significado que lo Charleston 5 - como eran conocidos
los acusados - ¿se convirtieran en sujetos de tortura? ¿Cuándo un eufemismo se
convierte, en cambio, en una alegación con todas las consecuencias necesarias?
La disposición a aceptar la tortura como una forma legítima de
interrogación significa la apertura de la caja de Pandora. Una vez que se
permita ese nivel de la barbarie selectiva, es muy difícil, si no imposible,
cesar tales actividades. El uso de la barbarie selectiva inherente a la tortura
siempre puede encontrar justificación en el nombre de la urgencia y el peligro.
Después de todo, existen peligros en todas partes y ¿quién puede decir si un
poco más de submarino, humillación sexual, temperaturas extremas, etc., no
impedirá otro ataque terrorista? ¿Verdad?
Excepto por un par de cosas. En primer lugar, ¿qué pasa si la persona es en
realidad inocente o, de lo contrario, no sabe nada? En segundo lugar, ¿hay
alguna vez un momento o una circunstancia en la que, después de nuestro uso de
la barbarie selectiva, se pueda sugerir a cualquier nación u organización, que
debe prohibir su uso? Después de todo, todos se enfrentan a demasiados
peligros... ¿no?
**Bill Fletcher, Jr. es el anfitrión de The African Global en Telesur-Inglés. Es un
escritor por la justicia racial, la mano de obra y activista por la justicia
global. Síguelo en Twitter, Facebook y en www.billfletcherjr.com
Fuente: http://www.telesurtv.net/opinion/El-debate-sobre-la-tortura-en-los-EE.UU.-20150115-0021.html
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