Siria y el gas sarín
Robert Fisk La Jornada 29 de abril de 2013
¿Hay forma de escapar del teatro de las armas químicas? Primero, la
inteligencia militar israelí dice que las fuerzas de Bashar Assad han
usado/probablemente han usado/pudieran haber usado/podrían usar armas químicas.
Luego Chuck Hagel, secretario estadounidense de Defensa, se aparece en Israel
para prometer aún más poder de fuego para el excesivamente armado ejército de
Israel –sin mencionar en absoluto las más de 200 cabezas nucleares israelíes– y
luego se imbuye de toda la inteligencia israelí sobre el uso probable/posible de
armas químicas por Siria.
Y luego el buenazo de Chuck regresa a Washington para decir al mundo que esto
es asunto serio. Necesitamos todos los hechos. La Casa Blanca dice al Congreso
que las agencias de inteligencia estadounidenses, probablemente las mismas de la
inteligencia israelí porque por regla general dicen disparates en tándem, tienen
grados variantes de confianza en esa evaluación. Pero la senadora Dianne
Feinstein, presidenta del comité de inteligencia del Senado –la misma que
defendió las acciones de Israel en 1996, cuando masacró a 105 civiles, la
mayoría niños, en Qana, Líbano–, anuncia que está claro que en Siria se han
cruzado líneas rojas y deben tomarse medidas para prevenir su uso en mayor
escala. Y a continuación sale a relucir el más antiguo de los lugares comunes
vigentes en la Casa Blanca, hasta ahora usado exclusivamente con respecto al
probable/posible desarrollo de armas nucleares iraníes: Todas las opciones están
sobre la mesa.
En cualquier sociedad normal se encenderían las luces rojas, en especial en
las salas de noticias del mundo. Pero no: nosotros los escribas recordamos al
mundo que Obama dijo que el uso de armas químicas en Siria sería un cambio en el
juego –al menos los estadounidenses admiten que es un juego– y nuestros informes
confirman que en realidad nadie ha confirmado.
Se usaron armas químicas. En dos estudios canadienses de televisión se me
acercan productores mostrando ese mismo encabezado. Yo les digo al aire que haré
pedazos la evidencia y de pronto la nota es retirada de los dos programas. No
porque no quieran usarla –lo harán más tarde–, sino porque no quieren que nadie
dé a entender que son pamplinas.
CNN no tiene esas inhibiciones. Cuando a su reportero en Ammán le preguntan
por el uso de armas químicas, responde: “No tanto como el mundo quisiera saber…
la sique del régimen de Assad…” Pero, ¿alguien lo ha intentado? ¿O simplemente
ha hecho una pregunta obvia que un agente de inteligencia sirio me planteó la
semana pasada: si Siria puede causar un daño infinitamente más grave con sus
bombarderos MiG (cosa que sí hace), para qué querría usar armas químicas? Y ya
que tanto el régimen como sus enemigos se han acusado mutuamente de usarlas,
¿por qué Chuck no tiene tanto miedo de los rebeldes como de la dictadura de
Assad?
Todo vuelve al más infantil de todos los lugares comunes: que Estados Unidos
e Israel temen que las armas químicascaigan en manos peligrosas. Tienen miedo,
en otras palabras, de que esas armas vayan a dar al arsenal de esos mismos
rebeldes, en especial islámicos, a los que Washington, Londres, París, Qatar y
Arabia Saudita dan respaldo. Y si esas son las manos peligrosas, es de suponerse
que las armas del arsenal de Assad están en buenas manos. Así ocurrió con las
armas químicas de Saddam Hussein… hasta que se le ocurrió usarlas contra los
kurdos.
Ahora sabemos que ha habido tres incidentes específicos en los que
supuestamente se ha usado gas sarín en Siria: en Alepo, cuando ambos bandos se
acusaron (de hecho los videos provenían de la televisión estatal siria); en
Homs, al parecer en muy pequeña escala, y en las afueras de Damasco. Y, si bien
la Casa Blanca parece haberlo pasado por alto, tres niños refugiados sirios
fueron llevados a un hospital en la ciudad de Trípoli, en el norte de Líbano,
con quemaduras profundas y dolorosas.
Pero hay algunos problemas. Los proyectiles de fósforo pueden infligir
quemaduras profundas, y tal vez causar defectos de nacimiento. Pero los
estadounidenses no sugieren que el ejército sirio haya usado fósforo (que de
hecho es un químico); después de todo, soldados estadounidenses usaron esa misma
arma en la ciudad iraquí de Faluya, donde de hecho hay ahora una explosión de
defectos congénitos.
Supongo que nuestro odio al régimen de Assad se vería mejor reflejado por el
horror a los informes de torturas cometidas por la policía secreta siria contra
los detenidos. Pero también en eso hay un problema: hace apenas 10 años, Estados
Unidos sometía hombres inocentes, incluso un ciudadano de Canadá, a Damasco para
ser interrogado o torturado por esos mismos policías secretos. Y si mencionamos
las armas químicas de Saddam, hay otro inconveniente: los componentes de esas
viles armas fueron producidos por una fábrica de Nueva Jersey y enviados a
Bagdad por Estados Unidos.
Desde luego, no es esa la nota en nuestras salas de prensa. Entremos a un
estudio de televisión y todos están leyendo periódicos. Entremos en la redacción
de un periódico y todos están viendo la televisión. Es ósmosis. Y los
encabezados son todos los mismos: Siria usa armas químicas.
Así funciona el teatro.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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