"Tortura legalizada" en Nueva York
William Fisher entrevista a la profesora JEANNE THEOHARIS IPS 16 de
abril de 2010
Jeanne Theoharis. Crédito: Cortesía de Jeanne
Theoharis.
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NUEVA YORK, 16 abr (IPS) - En los últimos tres años, el estadounidense
Syed Fahad Hashmi ha estado recluido en un centro federal de detención de Nueva
York, acusado de brindar "apoyo material" a la red radical islámica Al
Qaeda.
La evidencia que usó el gobierno en su contra fue una maleta llena de trajes
impermeables abandonada por un visitante en su apartamento de Londres. Las
autoridades señalaron que esos trajes iban a ser entregados a miembros de Al
Qaeda, y además acusaron a Hashmi de permitir que su huésped usara su teléfono
celular.
Hashmi se encuentra ahora bajo vigilancia las 24 horas, siendo filmado y
grabado en audio incluso cuando va al baño. Siempre come en su pequeña celda y
no se le permite hablar con otros prisioneros. Es musulmán, pero no está
autorizado a participar de rezos grupales.
Recibe periódicos de un mes de antigüedad y con secciones recortadas por las
autoridades. Tiene prohibido cualquier contacto con la prensa. Una hora por
semana, un familiar puede "visitarlo" y verlo sólo a través de una espesa
ventana.
A veces el gobierno le prohíbe incluso las visitas familiares como castigo.
En 2008, perdió sus visitas por tres meses, y no ha tenido más desde diciembre
pasado. En ocasiones, a sus parientes no le permiten verlo porque el traductor
del Buró Federal de Inteligencia (FBI) no se encuentra en la prisión.
El juicio a Hashmi está previsto para el 28 de abril, y el principal testigo
es el hombre que dejó la maleta en su apartamento londinense, quien ya ha sido
sentenciado a prisión pero con su testimonio podrá reducir la condena.
IPS dialogó con Jeanne Theoharis, del Brooklyn College, profesora de Hashmi
en 2002 y conocedora del caso.
IPS: ¿Cómo recuerda a Hashmi como estudiante?
JEANNE THEOHARIS: Fue estudiante mío en 2002. Tomó un seminario de ciencia
política. Ese año, el curso que di era sobre políticas raciales, enfocado en los
derechos civiles desde los años 60 hasta el presente. Le encantaba hablar y
discutir con otros estudiantes, y parecía muy convencido del poder del debate
para cambiar la forma de pensar de las personas.
Es un pequeño curso en el que a los estudiantes se les exige realizar una
investigación. La hizo sobre el trato dado a los musulmanes en Estados Unidos
después del 11 de septiembre de 2001. Irónicamente, o quizás no, hizo una
descripción de las violaciones a las libertades civiles que sufrían grupos
islámicos de distintas posturas políticas.
Ahora, la investigación que hizo conmigo la está viviendo él en (la isla
neoyorquina de) Manhattan, y son sus derechos los que están siendo violados.
IPS: La siguiente vez que lo vio, después de la graduación, estaba bajo
custodia y hubo una audiencia en un tribunal. ¿Cómo lo vio entonces?
JT: En el curso de los últimos años que lo vi en esas audiencias, su salud
mental parece haber decaído. Ahora parece estar considerablemente menos
concentrado y más nervioso. Solía prestar atención a todo lo que ocurría en el
tribunal, hablar constantemente con su abogado, y en los breves momentos que
entraba y salía de la corte hacía contacto visual con las personas y les
mostraba una sonrisa.
Ahora parece mucho más retraído, a veces simplemente mantiene su cabeza baja
todo el tiempo. Esto sin duda corresponde con las investigaciones sobre los
efectos del confinamiento solitario, que documenta este tipo de degradación en
la salud mental de las personas.
IPS: ¿Logró su abogado presentar una defensa sólida contra la imposición
de las "medidas administrativas especiales" (SAM, por sus siglas en inglés), que
permiten el confinamiento solitario de un detenido y la privación de algunos de
sus derechos?
JT: Sí, su defensa cuestionó esas medidas en múltiples ocasiones, e incluso
presentó evidencia médica especializada sobre el daño que provocaba en una
persona el confinamiento solitario prolongado.
Pero a la jueza pareció no importarle y falló contra cada moción de la
defensa que cuestionaba las SAM. Incluso se negó a realizarle modestos cambios.
Estaba convencida de que las medidas eran "administrativas y no punitivas", y
por tanto constitucionales.
Los jueces, y en particular esta jueza, Loretta Preska, parecen dispuestos a
permitir que el gobierno imponga ampliamente esas medidas inhumanas.
Las SAM son tortura legalizada. Los niveles de aislamiento y privación
sensorial son deshumanizantes. Van contra los estándares internacionales, y se
ha demostrado en investigaciones médicas que tienen un impacto severo en la
salud y en la estabilidad mental de las personas. También afectan severamente la
capacidad de una persona para participar de forma efectiva en su propia
defensa.
IPS: ¿Piensa que Hashmi recibirá un juicio justo?
JT: No, su derecho a un juicio justo ya ha quedado severamente comprometido
por las SAM, y también por el uso de evidencia "clasificada" legalizada a través
de la Ley de Procedimientos con Información Clasificada. A Hashmi no se le ha
permitido revisar toda la evidencia en su contra. Esperamos recuperar la
justicia en este caso. Pero tres años de confinamiento solitario y aislamiento
severo han hecho imposible un juicio justo.
Hemos comenzado un debate público en este país sobre la tortura, pero no
hemos encarado el aspecto crucial de que es cometida aquí mismo en el sistema
federal. Y, en el caso de Hashmi, aquí mismo en la ciudad de Nueva York.
La opinión pública se preocupó por el uso de la tortura en la búsqueda de
información de inteligencia, pero hemos pasado por alto que se emplea también
para obtener sentencias, así como para que los abogados del gobierno demuestren
éxito en los esfuerzos federales "contra el terrorismo".
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