¿Está EEUU usando el sistema carcelario colombiano como un sitio clandestino?
Dan Kovalik, Abogado de derechos humanos y sociales,
profesor de Derecho internacional
El
Huffington Post
07 de abril de 2016 Actualizado: 08 de abril de 2016
"Estoy metido en una situación kafkiana", explicó Kaleil Isaza Tuzman cuando me llamó
desde su prisión en Bogotá, Colombia. "Estuve en la cárcel 'La Picota' por
meses, y ahora me tienen en el llamado 'Bunker' en la planta baja de las
oficinas de La Fiscalía". Cuenta que desde principios de septiembre de
2015 ha estado recluido en una prisión en Colombia por una orden de detención
por parte de Estados Unidos con acusaciones de fraude relacionado con la
contabilidad de una compañía de software que él lideró hasta comienzos de 2012,
llamada KIT Digital. A pesar de que Kaleil ha pedido a través de sus abogados
que se le extradite a Estados Unidos -donde nació y donde quiere defenderse en
un tribunal-, debido al bizantino proceso de extradición permanece recluido
indefinidamente sufriendo unas de las más severas condiciones de
encarcelamiento del mundo. Si le hubieran detenido en Estados Unidos
seguramente habría salido libre inmediatamente bajo fianza y bajo su propio
reconocimiento, mientras transcurría su juicio.
Sin embargo, Kaleil está en Colombia sin la posibilidad de pedir habeas corpus, fianza, una
audiencia, presentación de pruebas, testimonio en su defensa, un pronto juicio,
o ninguno de los demás derechos del debido proceso legal, protecciones que
tendría en Estados Unidos y que, debe decirse, son su derecho de acuerdo con la
Constitución de Estados Unidos, aunque él esté presente en un país extranjero.
En cambio, Kaleil está sujeto a un arcano proceso administrativo acordado por
Estados Unidos y Colombia (no existe un tratado de extradición, sólo una
práctica común o "convención") que puede llevarle un año o más, quizá
mucho más. El 16 de marzo, la Corte Suprema de Colombia, encargada de revisar
los casos de extradición, aprobó la extradición de Kaleil, pero todavía
requiere la aprobación de la rama ejecutiva, la cual puede tomar varios meses más.
Surgen preocupantes preguntas, acerca de por qué un residente de Nueva York y
emprendedor, quien regularmente anunciaba en las redes sociales dónde estaba y
qué planes de viaje tenía, fuera arrestado mientras viajaba por negocios a
Colombia (donde está construyendo un hotel de cinco estrellas en el eje turístico
de la ciudad amurallada de Cartagena), unos pocos días antes de regresar a
Estados Unidos para celebrar el año nuevo judío (Rosh Hashaná) con su familia.
Sin duda, su reclusión en Colombia, un hecho extraordinario que bajo la
convención de extradición entre Estados Unidos y Colombia está supuestamente
reservado para peligrosos fugitivos; resulta aún más inexplicable teniendo en
cuenta que hay terceros que dicen que Kaleil conocía personalmente a Preet
Bharara, el fiscal de Manhattan, quien presentó los cargos contra él en la
reunión de exalumnos de Harvard apenas tres meses antes de su arresto en
Colombia. Este es el mismo fiscal que precipitó la captura de Kaleil el 7 de septiembre de 2015
por medio de una nota verbal (es decir, una llamada telefónica) a la oficina del
Fiscal General de la Nación Colombiana.
Con mucha razón, varios expertos legales especulan que teniendo un caso débil
contra Kaleil, las autoridades de los EEUU querían arrestarlo en Colombia,
sabiendo que el proceso de extradición se demoraría y sería tortuoso. Esto
daría a la Fiscalía de Manhattan la máxima ventaja sobre Kaleil para
posiblemente extraerle una confesión a pesar de sus declaraciones de inocencia.
Mientras tanto, ellos también podrían obtener un acuerdo de colaboración con Robyn
Smyth, el gerente de finanzas de Kit Digital, también acusado como Kaleil. El
señor Smyth fue arrestado en su hogar en Australia al día siguiente del arresto
de Kaleil; su extradición fue sospechosamente rápida y le llevaron a Manhattan
unas pocas semanas después de su arresto.
Se suele hablar poco de este truco (usar la extradición para subvertir el proceso
legal y dar a los fiscales una ventaja en la construcción de casos legales y
extraer acuerdos de colaboración o confesiones), pero las autoridades
estadounidenses la utilizan con frecuencia en connivencia con las autoridades
colombianas. Agencias como la Administración para el Control de Drogas (DEA) y
las fiscalías de ambos países lo entienden perfectamente en el contexto de los
casos de extradición entre Colombia y Estados Unidos. El caso de Kaleil ilumina
con más claridad esta práctica, puesto que parece ser el primero en la historia
de la extradición entre los dos países en que se pide la extradición de un
ciudadano de Estados Unidos por cargos no relacionados con narcotráfico,
violencia, ni fuga bajo fianza.
Básicamente, Estados Unidos puede estar tratando de evadir a propósito los estándares del
debido proceso manteniendo a individuos (entre ellos, ciudadanos
norteamericanos) arrestados en el extranjero, donde pueden salirse con la suya
teniendo a los acusados sujetos a condiciones más severas que lograrían en su
propio terreno y así tener ventaja en la negociación de acuerdos y
conciliaciones, sin las protecciones judiciales apropiadas.
Ciertamente otros han llegado a esta misma conclusión. Así lo explica un reciente artículo del The Miami Herald, que menciona, entre otros, el caso de Kaleil:
"Cuando Colombia reanudó la extradición en 1997, el sistema fue diseñado para los
poderosos capos de la droga, comandantes guerrilleros y líderes paramilitares
buscados por Estados Unidos. Los detenidos tendían a ser extremadamente
peligrosos y bien conectados, por lo que necesitaban estar aislados.
Pero abogados e investigadores dicen que el sistema de extradición parece estar construido
sobre la presunción de la culpabilidad. En medio de estas difíciles
condiciones, los agentes del FBI y de la DEA a menudo presionan a los detenidos
para obtener información...
"Si no es inocente y no tiene rutas que identificar o cómplices que nombrar, no tiene
nada"... "Y probablemente tampoco tiene un abogado con la capacidad y
conocimiento para sacarlo libre".
Además de que se les niegue el básico debido proceso del cual uno disfrutaría en
Estados Unidos, individuos como Kaleil tienen que sufrir las condiciones de las
prisiones colombianas, mucho más crueles que en Estados Unidos, y que a menudo
violan las normas internacionales de derechos humanos y pueden hasta
calificarse como tortura. Prisiones colombianas tales como la tristemente
célebre "La Picota" (donde Kaleil fue recluido durante meses) han
sido condenadas a nivel internacional por su suciedad, falta de agua, ausencia de cuidados médicos, profundo
hacinamiento, así como por extorsión, violación y asalto.
Como escribía un comentarista en un artículo apropiadamente titulado Prisiones Colombianas: La Ante-Sala del Infierno:
"En las prisiones colombianas las palabras 'derechos humanos' parecen no tener
significado. El prisionero deja atrás su dignidad y probablemente también su
salud, cuando cruza la frontera entre su vida previa y su sentencia futura tras
las rejas de una de las prisiones del país.
Tanto los prisioneros como las Naciones Unidas han expuesto las condiciones bajo las que
viven: hacinamiento, contagio de infecciones, falta de acceso a tratamiento
médico, violencia y acceso limitado al agua, entre otros abusos. Es un maltrato
que a veces termina en muerte o suicidio para algunos de ellos".
Este mismo artículo explica que "las cárceles colombianas están entre las más
hacinadas y violentas en América Latina y alojan guerrilleros izquierdistas al
lado de sus enemigos, los paramilitares de ultra-derecha". Por su parte,
el mismo Kaleil ha estado recluido en Colombia con presuntos asesinos
(incluyendo a su compañero de celda en La Picota, un presunto asesino buscado
por múltiples países), narcoterroristas, narcotraficantes y otros violentos
criminales. Esto pese al hecho de que Kaleil es un acusado no violento y sin
ningún historial delictivo previo.
Por si esto no fuera suficiente, hace poco se desveló que se encontraron más de cien
cuerpos descuartizados y desmembrados en cárceles colombianas de Bogotá y sus
alrededores. Como lo reportó el reconocido periódico The Toronto Sun el mes
pasado, "se arrojaron partes de cuerpos de prisioneros,
visitantes y otras personas al sistema de alcantarillado".
Pero Kaleil no está solo languideciendo en una prisión colombiana mientras espera la
extradición a Estados Unidos. Él es uno de los otros 150 "extraditables" recluidos sólo en La Picota, y cuyo caso colectivo de
derechos humanos ha sido aceptado por la Comisión Inter-Americana de Derechos
Humanos (CIDH) con sede en Washington, DC.
Kaleil se declara inocente de los cargos, pero si al final se le declara culpable de
los delitos de que se le acusa, será irrelevante. El inhumano tratamiento que
se les da, así también como la completa negativa que se les da a un proceso
legal justo (lo cual puede acabar en confesiones falsas por desesperación) es
inexcusable y no puede ser permitido. Un comentarista, que invirtió en la
empresa de Kaleil y a quien no le fue muy bien describe bien este caso: "Yo creí en Kaleil e invertí también en KIT Digital y cuando oí acerca de
los cargos me enojé un poco. Ahora, sin embargo, estoy absolutamente furioso al
ver cómo lo están tratando. Deben traerlo a los Estados Unidos y acusarlo
formalmente; es una violación de los derechos humanos tenerlo recluido en una
violenta prisión en Colombia mientras espera su día en una corte. Esto no es lo
que nosotros somos y el Departamento de Justicia norteamericano, que se supone
defensor de las leyes y nuestros principios, debe estar avergonzado".
Mientras tanto, mi entrevista telefónica con Kaleil fue interrumpida de forma grosera cuando
"se le acabó el tiempo" y le quitaron el teléfono y colgaron,
supuestamente los guardias de la prisión. "Puede que estén escuchando lo
que te estoy diciendo, y no están muy contentos con lo que digo. Trataré de
llamarte de nuevo...", me dijo Kaleil justo en el momento en que terminó
la conexión telefónica. Eso fue hace unas semanas, y no he oído más de él...
Para firmar una petición urgiendo que a Kaleil se le trate humanamente y se le dé el
debido proceso que merece, vaya a: change.org/tratojustodekaleil.
Este post fue
publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post'
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