El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que
viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también
la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense.
Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar
los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática
encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.
Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar
Un corto del discurso Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución
Lea el corto en español aquí y el discurso completo en español aquí.
Centro de Detención, Weslaco, Texas, 11 de junio de 2019. Foto: Oficina del
Inspector General, Dpto. de Seguridad Interna
El 21 de agosto, el régimen de Trump y Pence anunció dos medidas crueles
contra los inmigrantes. Una es una nueva regla que permitiría al gobierno (en
caso de que no la revoquen los tribunales) encarcelar indefinidamente a
padres y madres indocumentados y sus hijos y también retener a sus hijos en
condiciones aún más terribles que en la actualidad. La otra medida fue el
anuncio de Trump de que “contempla con muchísima seriedad” la eliminación de la
“ciudadanía por nacimiento”, lo cual, si él lo lograra, implicaría que los bebés
que nacieran en Estados Unidos de madres que no sean ciudadanas no serían
ciudadanos; efectivamente serían consideradas “ilegales” y por lo tanto al
nacer, estarían sometidos a la detención y la deportación.
En conjunto, el propósito de estas medidas es llevar la demonización y
persecución de cientos de miles, incluso millones, de inmigrantes a nuevos
abismos de inhumanidad.
Crueldad institucionalizada
En las décadas de los años 1980 y 1990, grandes cantidades de
centroamericanos emprendieron la peligrosa travesía de casi 5.000 kilómetros
desde sus países de origen a Estados Unidos. Huían de un infierno de matanzas
genocidas en su contra infligidas por guerras auspiciadas y respaldadas por
Estados Unidos. (Para conocer más sobre esto, lea la serie Crimen Yanqui en
revcom.us sobre Guatemala,
Honduras,
Nicaragua
y El
Salvador.)
La mayoría de los que no fueron arrestados en la frontera o detenidos en
redadas de la Migra —la policía migratoria— fueron apiñados en los tugurios de
Los Ángeles y otras ciudades. Muchos fueron explotados en trabajos de mierda de
baja paga. Los arrestados fueron metidos en “centros de detención”, mejor dicho,
campos de concentración. El New York Times describió las condiciones en
un centro en el sur de California que suscitó una larga batalla en los
tribunales para obtener tratamiento digno para los niños inmigrantes detenidos:
“Una barricada de alambre de concertina rodeaba a un viejo motel… donde los
inmigrantes fueron encerrados en cuartos apiñados, niños y adultos todos
revueltos durante semanas… no les ofrecieron [a los niños] educación, recreo,
médicos ni visitas con parientes”.
Ahora el edicto del régimen de Trump y Pence revocaría los resultados de esa
batalla en los tribunales —el Acuerdo Flores— que por 22 años ha establecido un
marco jurídico para el tratamiento de niños inmigrantes bajo detención, y que
supuestamente proveía un estándar mínimo de derechos jurídicos y tratamiento
digno para los niños (ver recuadro).
A pesar de esas supuestas protecciones y directrices, los niños y otros
inmigrantes han sido detenidos en condiciones sucias, apiñadas, insalubres y sin
supervisión. De rutina separan a los niños de sus madres y padres. Según el
noticiero CBS News, este año, al menos siete niños han muerto dentro o
inmediatamente después de salir de la detención y campos de concentración de la
Patrulla Fronteriza y el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas).
En una entrevista con la revista The Atlantic, la profesora de
derecho de la Universidad de Columbia Elora Mukherjee describió las condiciones
que encontró este año en el campo de concentración de Clint, Texas. Dijo que lo
que presenció fue “…espantoso. En mis 12 años de representar a niños inmigrantes
detenidos, jamás he visto tal degradación e inhumanidad. Los niños estaban
sucios, asustados y con hambre.
“La inmensa mayoría de los niños a los que yo entrevisté no habían tenido la
oportunidad de ducharse o bañarse desde que cruzaron la frontera [días y semanas
antes]. Vestían la misma ropa que tenían puesta cuando cruzaron la frontera. La
ropa estaba empapada de fluidos corporales, entre ellos orines y leche materna
en el caso de las madres adolescentes que amamantaban.
“Casi todos los niños con los que hablé me dijeron que tenían hambre porque
no les habían dado suficiente comida. En Clint, sirven la comida racionada en
bandejas. Todos reciben bandejas idénticas, sin importar la edad, sea de un año
o 17 años, o sin importar ser una madre adolescente que amamantaba que requiere
más calorías. Todos los días les sirven la misma comida, y ninguno de los niños
recibe fruta, vegetales o leche”.
Pero para los fascistas desalmados que controlan las riendas del poder hoy en
Estados Unidos, todo eso no es suficiente. Trump tiene por objeto revocar el
Acuerdo Flores, lo cual le permitiría al gobierno detener a las familias
indefinidamente y/o deportarlas rápidamente. Le daría una luz verde al gobierno
para construir campos de concentración por todo Estados Unidos, con poca o
ninguna reglamentación de las instalaciones.
Según el jefe de Departamento de Seguridad Interna (DHS), Kevin McAleenan,
tan sólo en lo que va del año han llegado a Estados Unidos 475.000 familias
inmigrantes, en su mayoría en cruces de la frontera con México. La anulación
del Acuerdo Flores, junto con otras medidas impuestas por el DHS, tales como por
ejemplo “expulsiones aceleradas”, indican que el gobierno tiene toda la
intención de llevar a cabo horripilantes crímenes contra la humanidad a una
escala verdaderamente masiva.
No se puede permitir eso
Las medidas y amenazas que se anunciaron esta semana todavía no han entrado
en vigor. Después de que el DHS presentó oficialmente las nuevas reglas el 23 de
agosto, están programadas para entrar en vigor a 60 días de esa fecha.
Indudablemente habrá contrademandas. Para cambiar la ley sobre la ciudadanía por
nacimiento, se requeriría una enmienda a la Constitución federal. Pero la
realidad es que, por horripilante que sea la amenaza de Trump de privarles de
ciudadanía a los niños que nacen con madres inmigrantes, la “lógica de la
lógica” que impulsa a este régimen supremacista blanco podría llevar a estos
fascistas a extender estas medidas propuestas a otros sectores no blancos de la
población (recuerden el comentario reciente que Trump lanzó contra algunas
congresistas de color que son ciudadanas, de que “se regresen a sus
países”).
Los ataques que vomitan Trump y sus golpeadores fascistas son parte de una
escalada extremadamente siniestra y peligrosa. Ya han tenido un efecto
escalofriante sobre millones de inmigrantes en Estados Unidos. Envalentonan y
alientan a los supremacistas blancos y a las fuerzas neonazis por toda la
sociedad con su virulento y asesino odio por los inmigrantes. Estas maniobras
destripan toda apariencia de legalidad y compasión y en su lugar imponen la
represión cada vez más abierta y el cruel desdén. Siguen fortificando una
frontera que ya está militarizada a un grado surrealista.
El 21 de agosto, Trump dijo que todos estos ataques contra los inmigrantes se
están “juntando como un hermoso rompecabezas”. Los fascistas en el poder nos
están diciendo cuáles son sus intenciones. La pregunta es, ¿qué hará la gente,
es decir los miles de personas y con el paso del tiempo, los millones de
personas?
Desde ya hay que derrotar estos atropellos, y hay que enfrentársele
con una oposición masiva y sostenida.
El Acuerdo Flores
El Acuerdo Flores lleva el nombre de Jenny Flores, una joven salvadoreña de
15 años que fue tratada brutalmente cuando estuvo detenida en Pasadena,
California, en los años 1980. En 1985, un abogado presentó una demanda en su
nombre y en nombre de “todos los menores de edad detenidos por el Servicio de
Inmigración y Naturalización” (hoy Servicio de Ciudadanía e Inmigración de
Estados Unidos) en su región occidental. La demanda dice que las políticas sobre
la manera en que el gobierno detiene y pone en libertad a los menores de edad
van en contra de la Constitución, al igual que las condiciones abismales en las
que los menores de edad fueron mantenidos.
Después de 12 años de acciones y casos en los tribunales, en 1997 por fin se
resolvió el Acuerdo Flores, el cual estableció un límite de tiempo en que se
podía detener a los menores de edad en los centros de detención, y decretó que
se detuviera a los niños en condiciones “seguras y sanitarias”, que se les
proporcionara una adecuada cantidad de alimentos, agua y tratamiento médico y
que se les reunificara “expeditamente” con parientes, y otras condiciones.
Tanto las administraciones republicanas como demócratas han tratado de
socavar el Acuerdo Flores y eludir su aplicación. Eso estuvo especialmente
pronunciado en los años de Obama. En 2014, la cantidad de centroamericanos que
intentaban entrar a Estados Unidos empezó a aumentar dramáticamente. La
administración de Obama trató de reducir la cantidad de familias que solicitaran
asilo mintiéndolas en detención, para luego procesarlas y deportarlas lo más
pronto posible. Esta desalmada medida contribuyó a que a Obama llegara a
conocerse como el “deportador en jefe”.
En 2015, la jueza federal Dolly Gee extendió el Acuerdo Flores para incluir
no solo a los niños sino a sus madres y padres también, porque los centros de
detención en que estaban retenidos no cumplían con los estándares adecuados.
Ordenó que la administración de Obama pusiera en libertad a los niños y sus
madres y padres. Además, ordenó que todos los niños en detención fueran puestos
en libertad en cosa de 20 días.
En mayo de 2018, como parte de la política de “tolerancia cero” del régimen
de Trump y Pence de encerrar y procesar a todos los que cruzan la frontera sin
documentos, entre ellos los que solicitan asilo, el gobierno empezó a arrebatar
los hijos a sus madres y padres, algunos de estos niños que tenían menos de 5
años de edad. Cuanto estallaron protestas por todo Estados Unidos, Trump dijo
que iba a dejar de separar las familias en la frontera. Pero casi en el mismo
pronunciamiento, del otro lado de la boca dijo que su administración iba a
ordenar que fueran encarceladas las familias sin separación, casi las mismas
medidas que Gee había prohibido bajo Obama.
Pero Trump aún se sentía restringido por Flores. En septiembre de 2018, su
régimen publicó un plan de 200 cuartillas que esboza las reglas que pondrían fin
a Flores por completo. Se convirtió en fundamento de las medidas que se están
inscribiendo oficialmente en el Registro Federal. Como Jennifer Podkul, la
directora de política de Kids in Need of Defense (Niños con necesidad de una
defensa, KIND por sus siglas en inglés), le dijo a la revista The New
Yorker, este es “un ataque frontal contra los niños en custodia”.
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