EL INFORME CHILCOT: CÓMO TONY BLAIR VENDIÓ LA GUERRA
Carne Ross
The New York Times
11 de julio de 2016
El miércoles salió a la luz la publicación, años después de lo esperado, el
informe oficial sobre la participación británica en la guerra en Irak del 2003.
La investigación, liderada por el exfuncionario John Chilcot, revisó miles de
documentos y entrevistó a más de 100 testigos, y el informe final tiene más de
dos millones de palabras.
Sus descubrimientos son claros. El Gobierno británico, liderado por el Primer
Ministro Tony Blair, exageró el caso a favor de la guerra y decidió tomar
acción militar cuando aún no había agotado las alternativas.
Para muchos, esto llega como una confirmación de lo que ya creían. Quienes dijeron
que Blair y su gobierno fueron “mal informados” por inteligencia defectuosa
sobre armas de destrucción masiva antes de la guerra, se han quedado sin
argumento: el informe Chilcot dice que el Sr. Blair presentó el caso de
inteligencia con certidumbre que los datos no justifican. En cuanto a la
ocupación, los 13 años de caos y violencia que los iraquíes han tolerado desde
la invasión demuestran más allá de la duda la incompetencia e irresponsabilidad
de quienes la planearon y organizaron.
Investigaciones públicas británicas como esta tienen un motivo oculto, el cual es asegurarle a
la población que el Gobierno puede comprender y corregir sus errores. En el
Parlamento, el primer ministro David Cameron dijo con gravedad que el informe
sería estudiado y sus recomendaciones serían seguidas. Después de uno o dos
días de indignación, el ciclo de noticias seguirá adelante.
El informe Chilcot en sí no implica responsabilidad. Es improbable que sigan
procesamientos criminales, y afuera de las cortes, hay escasez de opciones para
hacer que los culpables tomen responsabilidad. Tantas personas han muerto en el
conflicto, al menos 250 mil personas desde la invasión.
Los ministros y oficiales que ayudaron a Blair a perpetrar esta catástrofe también
tienen que tener algo de culpa. Valientes después del evento, muchos
testificaron ante Chilcot que sabían que la guerra era un error, sin embargo la
apoyaron. Pero sin ellos, no habría sucedido. La “amenaza” de armas de
destrucción masiva fue repetida por muchos diplomáticos y oficiales incluso
cuando estaban bien conscientes de que la escasa inteligencia que teníamos no
podía corroborar la declaración.
La guerra activó violencia sectaria despiadada, exactamente como escuché que lo
advirtieron oficiales británicos explícitamente en varias ocasiones en charlas
británico-americanas a las que asistí antes de la invasión.
Hay más efectos devastadores de la invasión del 2003 que el informe Chilcot se
abstiene de mencionar. Un matón llamado Abu Musab al-Zarqawi, una figura
marginal en al-Qaida, fue elevado en la jerarquía yihadista cuando el
secretario de Estado Colin Powell, en su notorio discurso pre-guerra ante el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, falsamente lo nombró como un
terrorista aliado de Saddam Hussein. Como resultado, Zargawi ganó estatus como
el enemigo declarado de América, una autoridad que explotó para convertirse en
líder extremista de la insurgencia sunita en Irak.
Rompiendo con al-Qaida, fundó el grupo que se convirtió en el Estado Islámico, el cual
hoy ocupa Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, y una gran cantidad de
territorio a través de Irak y Siria, y solo esta semana asesinó a más de 200
civiles en bombardeos suicidas en Bagdad. El Estado Islámico ha inspirado masacres
desde California hasta París y Estambul.
El belicismo es un proceso más sutil de lo que usted creería. Yo vi de cerca cómo
las personas decentes colaboran en vender una guerra innecesaria. Creen que el
gobierno tiene que ratificar su compromiso de ofrecer seguridad al pueblo
ejerciendo el monopolio de fuerza del Estado.
El informe Chilcot revela mucho acerca del Gobierno y sus fracasos pero en gran
parte ignora el asunto más grande. Los enormes sufrimientos y pérdidas del
pueblo iraquí escasamente son mencionados; no hay un intento por contar los
muertos.
Tampoco hay recomendación para la reparación al pueblo iraquí, y ni hablar de pedir
disculpas. Para mi, éste debería ser el principal significado de un informe
como este.
Fuente: http://m.elcolombiano.com/el-informe-chilcot-como-tony-blair-vendio-la-guerra-IN4539903
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