El fenómeno del demopublicanismo
Juan Gelman
Página12 22 de mayo de 2009
Los marchatrases de Obama sorprenden a demócratas y a republicanos. El grupo
progresista de los primeros no sabe a qué atenerse y los últimos lo aplauden. La
política de Bush, que en su campaña electoral el nuevo mandatario se comprometió
a cambiar, vive y colea todavía. Se dirá que es un hecho frecuente: los
políticos prometen lo que no cumplirán cuando acceden al gobierno. Sólo que, en
este caso, la elección de BO levantó oleajes de esperanza en EE.UU. y en el
mundo entero, harto de guerra. El oleaje parece haberse acostado tranquilamente
en alguna playa.
Obama prometió, insistente, retirar las tropas estadounidenses de Irak en 16
meses. Fue una promesa de humo: quedarán allí 50.000 efectivos de manera
permanente (AP, 26-2-09). Su compromiso de gobernar con transparencia hoy es
palabra desvanecida: anuló la decisión del Pentágono de dar a conocer 2006
fotografías que registran las torturas a que fueron sometidos los prisioneros en
la cárcel iraquí de Abu Ghraib (The New York Times, 24-4-09). Repitió la censura
que el presidente republicano Nixon impuso en 1968 a las fotos de la matanza de
500 ancianos, mujeres y niños que las tropas norteamericanas llevaron a cabo en
My Lai, Vietnam. Otra demostración de “transparencia”: los abogados del
Departamento de Justicia invocaron el “secreto de Estado” para bloquear una
demanda contra el espionaje ilegal de teléfonos y otros medios de comunicación
impuesto por la Ley Patriótica de Bush. John McCain y otros líderes republicanos
elogian estas decisiones y dicen que BO “ha madurado”, que “ahora sí” se ha
convertido en un verdadero gobernante.
La decisión de cerrar Guantánamo conoce su agonía: Obama firmó en enero una
orden ejecutiva que suspendió el funcionamiento de los tribunales militares en
esa cárcel, teatro de torturas y detenciones ilegales. Hace días resolvió que
los tribunales se mantengan, con algunos cambios cosméticos (AP, 15-5-09). El
voto de la mayoría de sus conmilitones demócratas, sumado al de todos los
republicanos menos uno, anuló en el Congreso una partida de 50 millones de
dólares destinada a cubrir los gastos que cerrar Guantánamo demanda. No hay
plata, no hay cierre.
Hay cuestiones que rara vez aparecen en los medios. Una es el accionar en
Guantánamo de las Fuerzas de Reacción Inmediata (IRF, por sus siglas en inglés).
La cadena NBC, amparándose en la ley de libertad de información, solicitó y
obtuvo centenares de páginas de informes sobre la represión de las IRF. Cada uno
de sus equipos está formado por cinco policías militares que, según una
investigación abierta por el juez español Baltasar Garzón, golpean los
testículos de los prisioneros, los detienen tres semanas en completa oscuridad
sin comer ni dormir, les inyectan una enfermedad de la vesícula de los perros y,
desde luego, los someten al submarino (www.drivingcalgary.com, 29-4-09). En
Guantánamo nada ha cambiado y, al parecer, nada cambiará.
Otro hecho casi inadvertido es que Obama nombró al general Stanley McChrystal
comandante en jefe de las tropas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán.
Pese a su apellido, el general estuvo a cargo de las operaciones especiales
conjuntas del Pentágono (JSO, por sus siglas en inglés), es decir, encubiertas,
desde el 2003 al 2008. Sus equipos de tareas organizan escuadrones de la muerte
que se dedican a asesinar a líderes locales en el extranjero, aterrorizar a
movimientos sociales que molestan a los gobiernos de países clientes de EE.UU. y
a torturar a presos políticos y sospechosos de subversión. La Casa Blanca arguye
que el nombramiento de McChrystal era necesario por la “complejidad” de la
situación afgana. Dicho de otra manera: los talibán están ganando terreno y la
nueva estrategia del general consistirá en aplicar los métodos de las JSO (www.alternet.org, 18-5-09). El general fue un
niño mimado de Rumsfeld y Cheney. Ahora lo están mimando de nuevo.
Los demócratas tienen una mayoría de 79 bancas en la Cámara de Representantes
y 59 bancas de 100 en el Senado. El presidente Obama es demócrata. Aun así, no
se cumple el deseo de muchos que lo votaron para terminar con el estado de
guerra incesante que Washington practica. El veterano representante demócrata
por Missouri, William Lacy Clay, declaró en una sesión de la Cámara que en miles
de personas de su distrito, pertenecientes a diferentes sectores económicos y
raciales, incluida la ciudad de Saint Louis y suburbios, “impera un extendido
sentimiento contra la guerra” (www.mcclatchydc.com, 16-5-09). Difícil que se
concrete.
Es verdad que Obama intentó convencer al premier israelí Benjamin Netanyahu
que apoye el establecimiento del Estado palestino y que se abstenga de atacar a
Irán por su cuenta. En vano. No es menos cierto que el ministro de Relaciones
Exteriores, Avigdor Lieberman, señaló que EE.UU. aceptaría cualquier posición
que Israel adopte. Hasta ahora, siempre ha sido así: el lobby norteamericano
pro-israelí es muy poderoso.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-125305-2009-05-21.html
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