El acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán: Un gran paso para las
potencias reaccionarias... nada bueno para la humanidad
Larry Everest | 29 de julio de 2015 | Periódico
Revolución | revcom.us
Obama afirma que el acuerdo nuclear con Irán tiene que ver con la paz. De
ninguna manera. Para ambos lados, lo que motiva el acuerdo son las necesidades y
las percibidas oportunidades de una opresiva superpotencia mundial (Estados
Unidos) y una opresiva potencia regional (Irán). Estados Unidos espera alistar a
Irán como una fuerza estabilizadora en una región donde el imperio
estadounidense se enfrenta a amenazas graves (como el Estado Islámico, o EIIL)
en un momento en que se enfrentan a crecientes retos de rivales alrededor del
mundo como Rusia y China. Para los gobernantes de la República Islámica de Irán,
se trata de obtener el reconocimiento de Estados Unidos, estabilizar su régimen
ante el descontento interno, y expandir su papel como un opresor regional.
No hay nada en este acuerdo, de ninguno de los dos lados, ni en los
argumentos de los que se oponen belicosamente al acuerdo en Estados Unidos o
Irán, que esté en los intereses de la gran mayoría de la
humanidad. |
El martes, 14 de julio, Estados Unidos y otras potencias mundiales
finalizaron un acuerdo nuclear cabal con la República Islámica de Irán (la
RII).
Es un suceso importante. El acuerdo fue elaborado a lo largo de muchos meses
de negociaciones a menudo fuertemente contenciosos. El centro del acuerdo es el
programa nuclear de Irán, pero también representa una medida estratégica —y un
riesgo— por parte de Estados Unidos e Irán para abordar los crecientes retos que
se plantean ante cada uno en muchos frentes en una región y mundo que cambian
rápidamente. (Las otras potencias mundiales que fueron partes en las
negociaciones —China, Rusia, Alemania, Francia y Gran Bretaña— tienen sus
propias razones particulares para apoyar el acuerdo.) Las consecuencias del
acuerdo están lejos de quedar claras, incluyendo cómo las otras potencias y
fuerzas políticas van a reaccionar, pero es probable que tenga consecuencias de
largo alcance, y posiblemente impredecibles, en la región del Medio Oriente y el
mundo.
La esencia del acuerdo es la siguiente:
- Según se informa, Irán implementará grandes recortes y cambios en su
programa nuclear, los que incluyen la promesa de dejar de enriquecer uranio de
más de una pureza de 3.97 por ciento, reducir su arsenal actual de uranio
ligeramente enriquecido de 98 por ciento, reducir sus centrifugadoras para
enriquecer uranio en dos terceras partes, y reestructurar los reactores clave.
Irán también se somete a ser monitoreado constantemente y a inspecciones
intrusivas de sus instalaciones nucleares y posiblemente otras instalaciones de
investigación y militares en los próximos años (¡inspecciones que ninguna figura
política estadounidense jamás aceptaría si se aplicara al programa nuclear de
Estados Unidos!)
- A cambio, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China se
han comprometido a levantar las sanciones económicas y financieras relacionadas
con tecnologías nucleares impuestas por la ONU, Estados Unidos y la Unión
Europea sobre Irán cuando cumpla con estos términos. (Obama dice que se podrían
reimponer “de inmediato” las sanciones si Estados Unidos y sus aliados
decidieran que Irán ha violado el acuerdo.) Estados Unidos y otras potencias
mundiales han, por primera vez, aceptado formalmente el derecho de Irán a un
programa de enriquecimiento nuclear no militar (para la generación de energía,
la producción de medicamentos, etc.), y el acuerdo da a la RII un cierto
reconocimiento de su legitimidad por parte de Estados Unidos, algo que Estados
Unidos se lo ha negado por décadas, y abre la posibilidad de nuevas relaciones
con el imperialismo estadounidense y otros actores globales en el
futuro.
Refutar las mentiras engañosas de Obama
Cuando se anunció el acuerdo, el presidente Obama afirmó que impedirá que
Irán “obtenga un arma nuclear”, que “ha detenido la proliferación de armas
nucleares en esta región”, y que en gran medida ha disminuido “la posibilidad de
otra guerra en el Medio Oriente”. Dijo que esto era posible “porque Estados
Unidos negoció desde una posición de fuerza y principios”, y que esto demostró
que “la diplomacia estadounidense puede lograr el cambio real y significativo,
el cambio que hace que nuestro país y el mundo estén a salvo y más seguros”.
Para empezar, hablemos sin rodeos y refutemos las mentiras engañosas de Obama
con algunas verdades básicas, y de ahí ahondemos aún más:
- Este acuerdo no se trata de poner fin al peligro de las armas nucleares o el
conflicto nuclear, y no va a hacerlo. Irán no tiene armas nucleares. Pero sí las
tienen los imperialistas estadounidenses —miles de ellas— y su aliado íntimo
Israel tiene cientos. ¿Es que cualquier de los dos va a desmantelar siquiera una
arma nuclear? No. ¿Van a someterse a inspecciones intrusivas? No. De hecho, a
diferencia de Irán, Israel se ha negado a firmar el Tratado de No Proliferación
Nuclear o aceptar ninguna inspección o control internacional. Tanto Estados
Unidos como Israel han afirmado repetidamente su derecho a utilizar la fuerza
militar en cualquier lugar que consideran oportuno. De hecho, después de que se
anunciara el acuerdo, Obama amenazó concretamente con utilizar la fuerza militar
contra Irán en el caso de que Estados Unidos decidiera que Irán no ha cumplido
con el acuerdo.
- Es posible que este acuerdo haya evitado una confrontación militar entre
Estados Unidos e Irán, al menos por ahora, pero Estados Unidos todavía está
librando o apoyando guerras —inclusive en Siria, Irak, Yemen, Afganistán,
Palestina y Somalia— y otras formas de violencia responsables de la muerte y
sufrimiento en una escala enorme en el Medio Oriente y Asia Central. Y Estados
Unidos tiene previsto intensificar el apoyo militar a Israel y Arabia Saudita
—regímenes belicistas y reaccionarios— tras el acuerdo nuclear.
- Lo más importante, este acuerdo no demuestra que “la diplomacia
estadounidense puede lograr el cambio real y significativo” o que puede hacer
que las masas populares estén “a salvo y más seguros”. No hay nada bueno para la
humanidad en ningún elemento de este acuerdo. Es un acuerdo entre reaccionarias
potencias imperialistas mundiales, por un lado, y una reaccionaria potencia
regional, por el otro, todos tratando de mantener el orden político-económico
actual que se encuentra enfrentado por toda clase de reto, un orden que subyace
la miseria, violencia y guerras catastróficas que hoy abruman a millones de
personas desde el norte de África a través del Medio Oriente hasta Asia Central:
el capitalismo global, así como el fundamentalismo islámico reaccionario que se
encarna en la teocracia islámica de Irán.
- Obama se jacta de que este acuerdo se logró porque Estados Unidos negociaba
“desde una posición de fuerza y principios”. La “fuerza” a que Obama se
refiere es el dominio global económico y militar del imperialismo
estadounidense, lo que le permitió a esta y otras grandes potencias
reaccionarias estrangular la economía de Irán con sanciones y repetidas amenazas
de ataques. Los “principios” aquí no son más que el de “no hay razón como la del
bastón”. Las sanciones económicas contra Irán impuestas por Estados Unidos, la
ONU y la Unión Europea nunca tenían simplemente el objetivo de detener el
programa nuclear de Irán; tenían el objetivo de crear sufrimiento y descontento
entre el pueblo iraní con el fin de debilitar al régimen iraní y establecer el
marco para las negociaciones, las que facciones de la clase dominante iraní
también han promovido en aras de sus propios intereses. Estas sanciones
paralizaron la economía de Irán, lo que provocó un desempleo masivo y cortó
importaciones vitalmente necesarias, incluyendo alimentos y medicinas. Han
perjudicado gravemente a muchos millones de iraníes y han causado la muerte de
cientos, quizás miles, de personas. Perjudicar deliberadamente a una población
civil constituye el castigo colectivo y es un crimen de lesa humanidad. Así es
la “diplomacia” imperialista.
- Estados Unidos también entró en negociaciones porque se enfrenta a nuevos
retos —debilidades— profundos, los que incluyen rivales globales más audaces,
profundas divisiones entre los gobernantes estadounidenses, un Medio Oriente en
el caos, y el fracaso de sus esfuerzos de décadas para aislar y derrocar a la
RII. Y la llamada “guerra contra el terrorismo” estadounidense (en realidad una
guerra por el imperio) para remodelar violentamente toda la región ha generado
toda clase de problemas nuevos para el imperialismo estadounidense. Aunque es
una potencia regional mucho más débil y pequeño, la RII llegó a la mesa con su
propio mazo de “cartas” (su coherencia interna relativa, su poder regional y sus
vínculos globales) así como sus propios problemas, entre ellos una economía
dañada por sanciones, las campañas encubiertas y amenazas militares de Estados
Unidos, Israel y Arabia Saudita, y una profunda desafección interna por su
opresivo gobierno teocrático.
¿Qué es lo que quieren lograr los dos lados?
Este acuerdo nuclear es importante para Estados Unidos en su propio derecho.
Nadie sostiene que Irán tiene ningunas armas nucleares. Los Estados Unidos y sus
aliados afirman que Irán ha estado persiguiendo armas nucleares, pero esto nunca
ha sido demostrado de forma concluyente. Lo que sí constituye una profunda
amenaza al orden regional dominado por Estados Unidos, incluyendo en el sentido
militar, es la resistencia de parte de Irán a las demandas de Estados Unidos de
que detenga su programa de enriquecimiento y la posibilidad de que Irán
desarrolle la capacidad para realmente construir un arma nuclear. Así que este
acuerdo limita en gran medida la capacidad de Irán para desarrollar su programa
nuclear, ni hablar de construir una bomba (si es que alguna vez tratara de
hacerlo); impone recortes drásticos en los programas de Irán durante al menos 10
años y un sistema de inspecciones de 25 años o más, uno de los más intrusivos
jamás concebidos.
Pero aún más importante, el equipo de Obama ve este acuerdo nuclear como el
comienzo de un intento de incorporar a Irán en “la comunidad de naciones”, como
dijo Obama — en otras palabras, más integrado en el orden mundial y el orden
regional dominados por Estados Unidos. Si se lograra esto, y este condicionante
es fuerte, Irán podría convertirse de uno de los mayores problemas a largo plazo
del imperialismo estadounidense en un país de importancia mundial que ayude más
que perjudique los intereses y planes de Estados Unidos.
Después de décadas de demonización y aislamiento diplomático y político, en
efecto están reconociendo a Irán como un estado legítimo, y su derecho básico a
enriquecer uranio; y con el levantamiento de las sanciones podría tener acceso a
más de $ 100 mil millones de sus propios activos congelados y un mayor acceso a
los mercados económicos y financieros mundiales. Como resultado, los iraníes han
afirmado que el acuerdo es una victoria y una validación de su posición.
Pero el acuerdo también da a Estados Unidos y sus aliados importante fuerza
en su intento de atraer a Irán a su órbita. En primer lugar, establece un
aparato para obtener inteligencia sobre la infraestructura y capacidades
militares de Irán, lo que en sí es un arma contra Irán (ya que podría dar a
Estados Unidos importantes ventajas militares en el caso de una guerra). Las
inspecciones intrusivas, y humillantes, pueden socavar las credenciales de
legitimidad del régimen iraní como un bastión de la resistencia al imperialismo
estadounidense.
La revista Foreign Policy informe, “Obama sostenía la visión de que
un acuerdo reduciría el poder de Teherán no sólo al quitarle la opción nuclear,
sino que también al socavar sus credenciales como líder de las fuerzas
anti-occidentales. Al amortiguar la enemistad con Teherán, Estados Unidos
también podría alterar su postura militar en el Golfo Pérsico, la que ha sido
motivada en parte por la amenaza de Teherán desde 1979.” (15 de julio de
2015)
Los objetivos principales de Obama son: incorporar a Irán en la órbita de
Estados Unidos, e impedir que los rivales China y Rusia establezcan más enlaces
con Irán (China ha sido uno de los principales inversores en el sector
energético de Irán); alistar a Irán como una fuerza de estabilización regional
en un momento cuando la fragmentación es una de las mayores preocupaciones
regionales de Estados Unidos; depender de las potencias regionales, en lugar de
tropas terrestres estadounidenses, para derrotar a las amenazas más urgentes
(como el EIIL); y lo más importante, proveer una mayor flexibilidad a Estados
Unidos para lidiar con retos aún mayores a nivel mundial. (Por ejemplo, el
general Joseph F. Dunford, Jr., nominado por Obama para ser el próximo
presidente de los Jefes del Estado Mayor Conjunto, testificó ante el Congreso
recientemente que “la conducta agresiva [de Rusia] y su arsenal nuclear lo hacen
la mayor amenaza a la seguridad nacional que enfrenta Estados Unidos”. New
York Times, 9 de julio de 2015)
“Este logro no es definitivo. Es frágil, ya que las fuerzas en su
contra son formidables”.
Respecto a todo esto, es mucho más fácil decirlo que hacerlo, y las
consecuencias de este acuerdo quedan lejos de ser ciertas. El grupo de política
imperialista, International Crisis Group, escribe que el “logro” del acuerdo
nuclear “no es definitivo. Es frágil, ya que las fuerzas en su contra son
formidables”. (14 de julio de 2015)
Primero, los que se oponen al acuerdo en Estados Unidos, Israel y Arabia
Saudita argumentan que la legitimidad y recursos que la República Islámica gana
del acuerdo podrían resultar en un reto aún mayor al orden tradicional de la
región. Al sostener esto, estos opositores reconocen la verdad no mencionada de
que restringir el programa nuclear de Irán nunca era el objetivo principal — ese
objetivo ha sido la hegemonía regional de parte de Estados Unidos y la
estabilidad de sus aliados clave como Israel y Arabia Saudita, e Irán representa
un serio amenaza a ese objetivo. Los que se oponen al acuerdo advierten que
cualquier intento de reformar el orden regional, o de envalentonar a Irán, en un
momento de gran trastorno, podría resultar catastrófico.
Obama responde que simplemente tratar de mantener el statu quo regional del
respaldo sin límites de Estados Unidos para los pilares tradicionales de la
dominación estadounidense —Israel, Arabia Saudita y Egipto— y la hostilidad
incesante hacia Irán (con la posibilidad de una guerra), ya no es sostenible
dado el fracaso de las intervenciones masivas de Estados Unidos que intentaron
estabilizar a Irak y Afganistán, los continuos trastornos en la región, la
creciente fuerza del EIIL y otros yihadistas sunitas, y lo más importante, la
necesidad de Estados Unidos de hacer frente a sus rivales mundiales, en
particular Rusia y China. Mientras tanto, Irán ha demostrado ser un régimen
relativamente estable y coherente (y Obama ha expresado abiertamente sus
preocupaciones por la estabilidad a largo plazo de países como Arabia Saudita y
Egipto), e Irán comparte con Estados Unidos intereses en común en la región, los
que incluyen aplastar al EILL y el yihadismo sunita, estabilizar a Irak, y
resolver la guerra civil en Siria.
Al mismo tiempo, toda la situación que condujo a este acuerdo es muy
inestable y hay y habrá intensas presiones y tensiones que podrían deshacer el
acuerdo. La RII tiene sus propias necesidades y ambiciones, y el levantar las
sanciones puede darle más espacio para estabilizar su gobierno, maniobrar a
nivel internacional, y ejercer influencia en la región. (Rusia ya habla de poder
reanudar tratos con Irán para la tecnología nuclear y equipo militar.)
El acuerdo lleva peligros para la RII también. La República Islámica es una
teocracia reaccionaria que llegó al poder alegando que era anti-estadounidense y
anti-imperialista, y que el Islam ofreció una “tercera vía”, ni capitalista ni
comunista. Tales afirmaciones fueron palabrería demagógica. La revolución
islamista de Irán se ha demostrado incapaz de romper con el sistema capitalista,
incluyendo la dependencia de Irán de la producción y venta de petróleo. El
programa y visión de su revolución islámica nunca llegaron más allá de tomar
control de un Irán semifeudal y dominado por el imperialismo, renegociar los
términos con Estados Unidos y otras potencias, e imponer una forma de gobierno y
normas sociales religiosos — lo que exigió, entre otras cosas, una
reestructuración de las relaciones políticas / culturales con el Occidente, así
como políticas regionales que chocaron con los intereses de Estados Unidos.
Ahora que la disposición de la RII para tratar y colaborar con los imperialistas
estadounidenses (los que una vez les habían llamado “el Gran Satán”) está bien
manifiesta y ha llegado a un nivel completamente nuevo, han surgido divisiones
concretas entre los gobernantes de Irán sobre las implicaciones del acuerdo
nuclear para la posición de Irán y para el gobierno islámico. Algunos temen que
minará la legitimidad del régimen y las normas con que cohesiona a la sociedad.
Otros, entre ellos el presidente Rouhani, creen que la única manera en que la
República Islámica puede sobrevivir es romper su aislamiento diplomático y
económico, inclusive en relación con Estados Unidos
Mientras tanto, el gobierno de Obama intenta mantener a raya a sus aliados
mientras mantiene la presión sobre Irán mediante un aumento en la ayuda militar
a Israel y Arabia Saudita y la amenaza de castigar a Irán por patrocinar “el
terrorismo” en la región (es decir, apoyar a las fuerzas como Hezbolá en Líbano
con quienes Estados Unidos e Israel están en conflicto). Mientras tanto, según
informes Israel y sus partidarios estadounidenses emprenderán una campaña sin
cuartel en contra del acuerdo en Estados Unidos, y Arabia Saudita intensifica su
campaña regional contra Irán, a menudo librada por intermediarios (los que
incluyen fuerzas yihadistas sunitas que podrían en última instancia convertirse
en enemigos de los saudíes). Este es otro ejemplo de cómo todas “las soluciones”
a estos problemas que las potencias opresivas adoptan a su vez crean nueva
miseria y horrores para el pueblo, y desatan nuevas contradicciones por esas
mismas potencias.
En Estados Unidos, los republicanos han condenado el trato con toda clase de
extrema palabrería beligerante, con la promesa de audiencias en el Congreso y,
posiblemente, intentos de votar para que se anule el acuerdo. La virulencia de
estas objeciones de parte de fuerzas de la clase dominante refleja los
desacuerdos sobre la política exterior, pero también compenetra con conflictos
fundamentales de larga data entre los gobernantes sobre una amplia gama de
asuntos. (Para un análisis incisivo de los conflictos dentro de la clase
dominante de Estados Unidos en este periodo y cómo actuar en ese escenario para
trabajar para una revolución liberadora concreta, vea La
guerra civil que se perfila y la repolarización para la revolución en la época
actual de Bob Avakian.)
Las tensiones entre Estados Unidos e Irán, entre Estados Unidos y las otras
potencias mundiales partes en las negociaciones, la agitación continua en la
región, y las acciones de los opositores al acuerdo nuclear, lo hacen muy
arriesgado para ambos lados — y esto se refleja en las tensiones concretas
dentro de cada clase dominante. Estas tensiones a su vez aumentan el potencial
de desestabilización y en general indican la realidad de que este acuerdo no va
a señalar la estabilización a largo plazo del Medio Oriente o del mundo.
Todo esto pone de relieve el hecho de que los que presiden este mundo de
horrores —en Estados Unidos, Irán y otras capitales— no son todopoderosos.
Enfrentan contradicciones insolubles y no tienen soluciones fundamentales a los
horrores que han creado. La revolución comunista es la única manera de salir de
esta locura, y es urgente hacer la revolución lo más pronto posible y luchar por
la revolución en todas partes mediante la difusión en todo el mundo de la nueva
síntesis del comunismo de Bob Avakian, encapsulada en El comunismo: El comienzo de
una nueva etapa — Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados
Unidos (disponible en siete idiomas) y en revcom.us, para presentar
otro polo liberador para la humanidad. Existen partidos comunistas de vanguardia
tanto en Estados Unidos como en Irán que trabajan para una revolución concreta:
el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos y el Partido Comunista de
Irán (Marxista-Leninista-Maoísta).
Hacer la revolución es un reto serio y difícil, pero es posible y es la única
manera REAL de romper con las “alternativas” presentadas por los gobernantes de
Estados Unidos o la República Islámica de Irán.
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