En Guantánamo algunos pudieran ser liberados
Extractos del Editorial
The New York Times
2 de agosto, 2015
Oficiales de seguridad nacional de Estados Unidos concluyeron hace más de cinco años que
Tariq Ba Odah, prisionero en Bahía de Guantánamo, Cuba, debería ser liberado
porque no representa un riesgo de importancia. Ba Odah, ciudadano yemení que ha
estado en huelga de hambre desde febrero de 2007 y es sometido a alimentación
forzosa, está demacrado. Temiendo que pudiera morir de inanición en el futuro
cercano, sus abogados entablaron una petición hace poco para desafiar su detención.
Insensatamente, el Departamento de Justicia ha dicho que lo combatirá, ha expresado el abogado
de Ba Odah.
El plan de la administración Obama de cerrar la prisión en Bahía de Guantánamo ha
estado maniatado por legisladores republicanos y por el presente secretario y
exsecretarios de Defensa, quienes han sido lentos para autorizar con su firma
liberaciones individuales, como lo requiere la ley.
Mientras subalternos de Obama luchan con estos atolladeros políticos y burocráticos,
caso como el de Ba Odah y algunos otros reos le presentan opciones al
presidente. Él pudiera darle instrucciones al Departamento de Justicia para que
no obstruya el camino a presos de bajo riesgo que están buscando activamente su
liberación mediante peticiones de hábeas corpus. Los jueces pudieran aprobar la
liberación sin tener que fallar sobre los méritos de cada caso o sobre la
autoridad del gobierno para detenciones.
Eso pudiera expeditar la liberación de varios de los 52 hombres que han sido
autorizados para liberación. Esto acercaría al país un paso más a corregir una
farsa legal que empezó hace más de 13 años, cuando llegaron los primeros
prisioneros a la prisión que George W. Bush creó para el propósito particular
de evadir ataduras constitucionales de Estados Unidos y limitantes morales. De
los 116 prisioneros restantes en Guantánamo, aproximadamente 10 tienen
peticiones activas de hábeas corpus.
Ba Odah, quien nunca fue acusado formalmente de un crimen, empezó a negarse a
comer hace más de ocho años. Desde esos días, personal militar lo ha alimentado
por la fuerza, insertándole una fórmula líquida por las fosas nasales. Expertos
médicos que han estudiado su caso dicen que Ba Odah, cuyo peso bajó a 33,5
kilogramos previamente en el año, respecto de 70 kg en 2007, “está severamente
desnutrido y en peligro de daño catastrófico, tanto física como
neurológicamente, e incluso la muerte”.
Si llegara a morir estando bajo custodia, Ba Odah se convertiría en el primer reo
en Bahía de Guantánamo que muere por desnutrición. Eso sería un vergonzoso
resultado que Obama puede impedir con facilidad.
Sería prudente hacer uso de peticiones hábeas para liberar a un puñado de presos en
el futuro cercano. Sin embargo, una reducción considerable de la población en
Guantánamo requerirá que el secretario de la Defensa estadounidense, Ash Carter,
empiece a autorizar transferencias. Su predecesor, Chuck Hagel, fue obligado a
renunciar en buena medida debido a que funcionarios de la Casa Blanca sintieron
que estaba siendo demasiado lento para autorizar la liberación de detenidos.
Sin embargo, Carter, quien ha estado en el puesto desde febrero, aún tiene que
autorizar nuevas transferencias propuestas. Bajo la ley actual, se le exige que
afirme ante el Congreso que Estados Unidos ha emprendido medidas apropiadas
para mitigar los riesgos que representa la liberación de cualquier reo de Guantánamo.
Existe una necesidad práctica para que Carter deje de demorarse: varios miembros del
Congreso están intentando imponer restricciones incluso más estrictas sobre la
liberación de presos que las existentes actualmente. Los legisladores están en
proceso de reconciliar las versiones anuales de la cámara baja y el Senado de
la Ley de Autorización de la Defensa Nacional. La versión del Senado conserva
las restricciones actuales, que prohíben la transferencia de prisioneros a
suelo estadounidense. La iniciativa de la cámara baja incluye cláusulas que
volverían prácticamente imposible liberar a nuevos reos a cualquier destino.
La indefensible extralimitación de los legisladores con respecto a la política
para detenidos fue descrita aptamente por el magistrado John Paul de la Suprema
Corte, ya retirado, durante un discurso que pronunció en mayo. “Estas onerosas
cláusulas han obstaculizado la capacidad del presidente para cerrar Guantánamo,
no tienen sentido alguno y tampoco precedente alguno en nuestra historia”, dijo
Stevens. “Las acciones del Congreso son incluso más irracionales que la
detención de estadounidenses japoneses durante la II Guerra Mundial”.
Fuente: eluniverso.com
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