Desbordaron las historias y la indignación... Acciones nacionales para
detener la embestida contra el derecho al aborto, un informe desde la Ciudad de
Nueva York
Sunsara Taylor | 8 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
La polémica comenzó antes de que siquiera termináramos las preparaciones. Al
ponernos el pantalón ensangrentado que representaba a las innumerables mujeres
muertas por la falta de acceso a un aborto legal, y mientras sacamos nuestras
pancartas de un brillante color anaranjado que decían “¡Aborto a solicitud y sin
pedir disculpas!”, un hombre negro de mayor edad empezó a gritar que éramos unos
“asesinos”. Momentos después, estábamos metidos en un debate ante a una
creciente multitud y las personas se ponían del lado o de nosotros o del hombre
negro. El hombre condenaba a las mujeres por tener sexo aunque no querían tener
bebés, y yo explicaba la ciencia detrás del hecho de que el feto no es un bebé,
el aborto no es homicidio y las mujeres no son incubadoras. Al hombre le di
vuelta a la tortilla pues dejé en claro que el verdadero crimen es
obligar a las mujeres a tener hijos contra su voluntad, que ésa es una
forma de esclavización.
Estábamos en la plaza Union Square de la Ciudad de Nueva York el 1o de julio,
como parte de las protestas nacionales que ocurrían también en Seattle, San
Francisco, Los Ángeles, Houston, Cleveland, Maui (Hawai’i), y Washington DC. Se
había elegido esta fecha porque era el día en que tres leyes fascistas contra el
aborto iban a entrar en vigor: una que habría cerrado otras 10 clínicas de
aborto en Texas (aparte de las más de 20 ya cerradas hace poco), una que habría
cerrado dos de las seis clínicas en Tennessee, y otra que habría criminalizado
en Kansas el procedimiento más común para el aborto después de las 12 semanas de
embarazo. Resultó que los jueces bloquearon temporalmente las tres leyes, pero
aún así era esencial llevar a cabo estas protestas porque el estado de
emergencia en torno al derecho de la mujer al aborto sigue siendo extremo e
intensificado.
Mientras el debate se acaloraba, una joven pareja del Sur de Asia decidió
cargar las fotos de las mujeres que habían muerto por no tener acceso al aborto
sanitario y legal. Un joven hombre negro se unió a nosotros, poniéndose el
pantalón ensangrentado y aceptando un montón de volantes, los cuales repartía a
las personas que se detuvieron. Una joven pareja blanca hizo eso también.
La pancarta dice “¡Aborto a solicitud y sin pedir disculpas!” Foto: Especial
para revcom.us |
Poco después, dos jóvenes, que eran las maestras de ceremonias, abrieron el
mitin. En el suelo estaban las grandísimas fotos de las mujeres muertas por
abortos ilegales, y también pancartas y carteles que decían: “Aborto a solicitud
y sin pedir disculpas”. Se instruyó a las y los voluntarios a ponerse un
pantalón ensangrentado y alinearse hombro con hombro con una foto más pequeña de
esas mujeres. Las maestras de ceremonias leyeron las historias de las mujeres
que figuraban en las fotos y detallaron la emergencia que confronta el derecho
al aborto: en seis estados solo queda una clínica de aborto; 330 proyectos de
ley fueron presentados este año que restringirían más el aborto; más de 50 de
esos proyectos de ley fueron aprobados; ocho médicos que practican el aborto y
trabajadores de clínicas han sido asesinados; decenas y decenas de clínicas
fueron obligadas a cerrar. Explicaron que la lucha en torno al aborto nunca se
ha tratado de los bebés, sino de controlar a la mujer. Negarles el aborto y el
control de la natalidad reduce a la mujer a una reproductora, destruye la vida y
los sueños de la mujer y convierte lo que debería ser una cosa hermosa, el tener
un hijo cuando una mujer desea eso en verdad, en una pesadilla
deshumanizante.
La multitud se había crecido. La cantidad de personas que se presentaron para
ponerse el pantalón ensangrentado y unirse a la protesta, que era una
instalación de arte en vivo, también creció. ¿Quiénes eran las personas que se
unieron a nosotros?
Uno era un hombre joven de la República Dominicana que acababa de pasear por
el parque cuando se detuvo para examinar la exposición. Me contó la historia de
una amiga muy querida en su país que había descubierto un bulto en el pie a
comienzos de su primer embarazo. La República Dominicana está fuertemente
opuesta al aborto, así que los médicos se negaron a tomar los rayos X necesarios
o hacer otros análisis para saber la causa, aduciendo un posible peligro para el
feto. Cuando después del parto ella logró por fin hacer que le hicieran los
análisis, los médicos descubrieron que tenía un cáncer muy avanzado. El cáncer
estaba demasiado avanzado y ella murió, dejando a una familia y sus amistades
acongojadas, y a un niño sin madre. Los ojos del amigo empezaron a llenarse de
lágrimas mientras hablaba. Sin vacilación, él se puso el pantalón ensangrentado
y fue a representar a todas las mujeres que murieron así como su amiga.
Una pareja blanca de mayor edad también pasó y se detuvo. La mujer dijo que
se acordaba de los tiempos en que el aborto era ilegal y preguntó cómo
inscribirse. Unos diez minutos más tarde, observé que ella y también su
esposo estaban en la línea con los afiches y él había decidido ponerse el
pantalón ensangrentado.
Estaban presentes varias personas LGBT que se habían enterado de esta
protesta en la Marcha Marimacha y Desfile de Orgullo celebrados el fin de
semana, para los cuales Fin al Patriarcado había organizado un contingente
bullicioso. Una lesbiana latina usaba una camisa hecha en casa que decía: “Me
hice dos abortos y Dios estaba conforme con eso”. Se puso el pantalón
ensangrentado y más tarde, al contar las historias, ella se presentó para
compartir la suya. Dijo: “Es hora de salir de todos los clósets”,
clarificando que ni siquiera se había dado cuenta hasta hace poco de que estaba
en el clóset respecto a sus abortos y la vergüenza que se les echa a las
mujeres.
Unos diez días atrás una joven puertorriqueña conoció a Fin al Patriarcado
cuando íbamos a los vecindarios para hablar de Contra el patriarcado por asalto
(un verano de protestas relámpagos, dramáticos actos de teatro callejero, y
movilización a las personas para luchar contra el patriarcado en todas sus
formas). Ella ya está saliendo con nosotros: fue a escuchar mi
discurso la semana pasada [en inglés], se unió a nosotros para llegar a los
residentes de Harlem, y pasó horas el día anterior ayudando a pintar los casi
100 pantalones ensangrentados. Ella sorprendió a todos, incluida a ella misma,
cuando pasó al micrófono para decirle al mundo que se había hecho un aborto a
los 12 años y no se arrepiente de nada. Acababa de graduarse de la secundaria y
nunca hubiera podido hacer eso con un bebé. Ella estaba temblando al terminar,
pero los presentes le aplaudieron mucho.
Una mujer blanca estaba visitando del estado de Virginia y se enteró de esta
protesta en la Marcha Marimacha. Durmió en su carro para poder asistir a esta
protesta y estaba bien contenta de que lo había hecho. Después de la protesta
hablamos de estrategias para llevar esta lucha a su área. Le entusiasmaron en
particular los planes para un gran día de estudiantes contra el patriarcado en
el otoño y pensaba que podía hacer que algunas de sus “amistades jípies”
participaran.
Un hombre joven blanco que es gay pasó horas sosteniendo en silencio la
pancarta principal. Cuando llegó el momento de micrófono abierto, él compartió
la historia de una amiga cuyo novio abusivo la presionó para tener un bebé
cuando al principio ella quiso hacerse un aborto. El novio dejó de abusarla
durante el embarazo, pero empezó de nuevo casi inmediatamente después de que el
bebé naciera. Ahora, con un bebé, ella estaba doblemente atrapada. Deprimida,
aterrorizada y pensando que no hubo una salida, su amiga se suicidó.
Un joven negro de los multifamiliares de Harlem, que sale con el Club
Revolución, sintió incómodo al principio con ponerse el pantalón ensangrentado
y, en vez de hacerlo, se quedó al margen repartiendo volantes. Él hablaba con un
grupo de hombres jóvenes negros cuando se dio cuenta de cuántas personas usaban
el pantalón y decidió, al final, hacerlo también. Una vez que lo hizo y sin que
nadie se les pidiera, uno de los hombres jóvenes negros con quienes había
hablado, y después otro y luego otro más se presentaron para ponerse el pantalón
también.
Una joven mujer negra había cambiado sus planes para poder asistir a la
protesta, y se le veía con una expresión de desafío e intensa seriedad durante
todo el tiempo que llevaba el pantalón ensangrentado. Ella se había hecho un
aborto cuando era una adolescente sin techo y vivía en su carro. Dijo que ni
siquiera podía imaginar cómo habría sido su vida, si en ese tiempo fuera
obligada a tener al hijo.
En una historia tras otra, estas experiencias salieron a flote, a veces por
micrófono, otras veces en privado. Muchas historias se contaron con total
naturalidad y sin drama, de haber necesitado un aborto y habérselo hecho sin
vergüenza ni arrepentimiento. Un número escandaloso eran historias que
concentraron la opresión extrema sobre la cual Estados Unidos se construyó y que
sigue reforzando, contra la mujer en muchas diferentes formas y también contra
los negros, los inmigrantes y todos para quienes sobrevivir es una lucha diaria,
como las historias de violencia en el hogar, intensa pobreza y una montaña de
vergüenza religiosa.
La mayor reacción entre los que vieron la protesta e incluso los que se
unieron a ella probablemente fuera una sorpresa total ante el nivel de seriedad
de los ataques contra el aborto. Simplemente no se sabe qué tan difícil es
hacerse un aborto para las mujeres en gran parte de Estados Unidos, no se sabe
que se están aprobando leyes continuamente para dificultar más el acceso y no se
reconoce qué tanta vergüenza se les echa a las mujeres. Algunas personas
lanzaron palabrotas contra nosotros, nos llamaron asesinos o deliberadamente
rechazaron los volantes. Pero durante toda la protesta, centenares de personas
se detuvieron para escuchar. La mayoría expresó su apoyo de una manera u otra.
Algunas personas no tenían conocimientos claros en torno al aborto, pero muchas
de éstas se quedaban y escuchaban las historias y los discursos. Era aprender
muchísimo y cambiar mucho las ideas de maneras importantes.
El otro gran cambio era que se estaba sacando a la superficie el sentimiento
amplio de apoyo para la libertad reproductiva de la mujer y contra toda forma de
la esclavización de la mujer, y se le daba una expresión organizada ahí mismo en
el lugar. El poder de la verdad que hablaron y la manifestación visible de las
personas en la lucha concreta contra esa opresión les obligó a las personas a
prestar atención. Les hizo escuchar y considerar las cosas con nuevos ojos.
También les inspiró y les presentó un modelo de algo diferente y muy atractivo.
Otro clave aquí: les ofreció una manera que tenía sentido de dar un paso
adelante ahí mismo y ser parte de este futuro. Había 100 pantalones
ensangrentados que ponerse, pancartas que levantar y pilas de volantes que
repartir. Había un micrófono abierto para compartir sus historias. Y estaba un
núcleo de personas con Fin al Patriarcado y el Club Revolución que tenían un
plan y la orientación de darles participación y organizar ahí mismo a las
personas en este movimiento. Eso era extremadamente importante.
Sunsara Taylor. Foto: revcom.us |
En mi discurso, arremetí contra la mentira de que
vivimos en un país de “libertad”, inclusive para la mujer. Las mujeres enfrentan
la violencia y la degradación constantes en cada aspecto de su vida y nadie
debería soportar eso. Tracé la conexión entre la lucha por la liberación de la
mujer y la lucha para poner fin a toda opresión —los asesinatos por
policías, la destrucción del medio ambiente, las guerras para el imperio y más—
y la necesidad de hacer una revolución concreta. Llamé a las personas a entrarle
en esta revolución y en la dirección de Bob Avakian, que por décadas ha
insistido en que “No se puede romper todas las cadenas menos una”, y que la
lucha por la liberación de la mujer es imprescindible para la lucha por poner
fin a toda la opresión. También les llamé a unirse al movimiento por poner fin
al patriarcado ahora y durante el verano entero, para fortalecer la fuerza
organizada de quienes se han puesto de pie ahora para invertir la marea en la
guerra contra la mujer.
Fran Luck, la anfitriona de Joy of Resistance MultiCultural Feminist
Radio (Radio multicultural feminista “Alegría de resistencia”), agradeció
profundamente a Fin al Patriarcado durante su discurso y después destacó el caso
de Purvi Patel, una mujer que ahora purga una condena de 20 años de prisión en
Indiana por el “delito” de supuestamente inducir un aborto espontáneo. Nellie
Bailie, del Harlem Tenants Council (Consejo de Inquilinos de Harlem), trazó la
conexión entre la lucha por el derecho al aborto con la lucha contra los
asesinatos por policías. Denunció en particular las nocivas vallas publicitarias
que diseminan la mentira: “El lugar más peligroso para un bebé negro es la
vientre de su madre”, y planteó que al contrario, el lugar más peligroso para un
niño negro es la “vientre de Estados Unidos” donde la policía constantemente los
mata a balazos. Carl Dix, del Partido Comunista Revolucionario, habló también;
recalcó que la lucha por la liberación de la mujer es la lucha de
todos, dio vida a la necesidad de organizarse para la revolución e
instó a todos a participar en las importantes movilizaciones del otoño en contra
del terror policial.
Al final, llamamos a todos los reunidos a escuchar, a pasar adelante y unirse
en la escalinata con los que usaban el pantalón ensangrentado. Las y los
organizadores anunciaron los próximos planes de salir durante todo el verano,
sacudiendo las cosas y desafiando la opresión de la mujer por toda la ciudad y
todo Estados Unidos. Invitaron a las personas a ir con ellos la primera semana
de agosto a Misisipí, donde solo queda una clínica de abortos en todo el estado.
Luego, todos juntos levantamos las fotos grandísimas con los rostros de las
mujeres muertas por abortos ilegales y alzamos los puños al aire. Al unísono,
prometimos construir esta lucha de ahora en adelante, nunca acallarnos, negarnos
a soportar ninguna forma de la esclavización de la mujer... y pedimos que todos
se inscribieran y quedaran en contacto con StopPatriarchy.org.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|