Cómo Estados Unidos
inició una nueva guerra fría con Rusia y dejó que Ucrania la librara
Por Medea Benjamin, Nicolas J. S. Davies | 03/03/2022
Fuentes: Common Dreams
|
El mundo debe hacer lo que sea necesario para obtener un alto el fuego en Ucrania y
hacer que se mantenga.
Los defensores de Ucrania están resistiendo la agresión rusa con valentía, avergonzando al resto
del mundo y al Consejo de Seguridad de la ONU por su incapacidad para
protegerlos. Es una señal alentadora que los rusos y los ucranianos estén
manteniendo conversaciones en Bielorrusia que pueden conducir a un alto el
fuego. Hay que hacer todo lo posible para poner fin a esta guerra antes de que
la maquinaria bélica rusa mate a otros miles de defensores y civiles ucranianos
y obligue a huir a cientos de miles más.
Pero hay una realidad más insidiosa bajo la superficie de este clásico juego sobre la
moralidad, y es el papel de Estados Unidos y la OTAN en la preparación del
escenario para esta crisis. El presidente Biden ha calificado la invasión rusa
de “no provocada”, pero eso está muy lejos de la realidad. En los cuatro días previos a la invasión, los
observadores del alto el fuego de la Organización para la Seguridad y la
Cooperación en Europa (OSCE) documentaron un peligroso aumento de las
violaciones del alto el fuego en el este de Ucrania, con 5.667 violaciones y
4.093 explosiones.
La mayoría de ellos se produjeron dentro de las fronteras de facto de las Repúblicas
Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL), lo que coincide con los disparos de
las fuerzas gubernamentales ucranianas. Con cerca de 700 observadores del alto
el fuego de la OSCE sobre el terreno, no es creíble que se trate de incidentes
de “falsa bandera” organizados por las fuerzas separatistas, como afirman los funcionarios
estadounidenses y británicos.
Tanto si los disparos de proyectiles son una escalada más en la larga guerra civil como si
son las primeras salvas de una nueva ofensiva gubernamental, se trata sin duda
de una provocación. Pero la invasión rusa ha superado con creces cualquier
acción proporcionada para defender a la RPD y la RPL de esos ataques, lo que la
convierte en desproporcionada e ilegal.
Sin embargo, en un contexto más amplio, Ucrania se ha convertido en una víctima involuntaria y
en un elemento colateral del resurgir de la Guerra Fría de Estados Unidos
contra Rusia y China, en la que Estados Unidos ha rodeado a ambos países con
fuerzas militares y armas ofensivas, se ha retirado de toda una serie de
tratados de control de armas y se ha negado a negociar resoluciones a los
problemas racionales de seguridad planteados por Rusia.
En diciembre de 2021, tras una cumbre entre los presidentes Biden y Putin, Rusia presentó un
proyecto de propuesta para un nuevo tratado de seguridad mutua entre Rusia y la
OTAN, con nueve artículos que debían negociarse.
Representaban una base razonable para un intercambio serio. El más pertinente para la crisis de
Ucrania era simplemente acordar que la OTAN no aceptaría a Ucrania como nuevo
miembro, lo que en cualquier caso no está sobre la mesa en un futuro
previsible. Pero el gobierno de Biden desechó toda la propuesta de Rusia por
considerarla inviable, ni siquiera una base para las negociaciones.
¿Por qué la negociación de un tratado de seguridad mutua era tan inaceptable que Biden estaba dispuesto a arriesgar
miles de vidas ucranianas, aunque ni una sola estadounidense, en lugar de
intentar encontrar un terreno común? ¿Qué dice
eso sobre el valor relativo que Biden y sus colegas dan a las vidas
estadounidenses frente a las ucranianas? ¿Y cuál es
esa extraña posición que ocupa Estados Unidos en el mundo actual que permite a
un presidente estadounidense arriesgar tantas vidas ucranianas sin pedir a los
estadounidenses que compartan su dolor y sacrificio?
La ruptura de las relaciones de Estados Unidos con Rusia y el fracaso de la inflexible brinkmanship [política
al borde del abismo] de Biden precipitaron esta guerra y, sin embargo, la
política de Biden “externaliza” todo el
dolor y el sufrimiento para que los estadounidenses puedan, como dijo una vez
otro presidente en tiempos de guerra, “dedicarse a sus asuntos” y seguir comprando. Los aliados europeos de Estados
Unidos, que ahora tienen que albergar a cientos de miles de refugiados y se
enfrentan a una espiral de precios de la energía, deberían ser cautelosos a la
hora de alinearse tras este tipo de “liderazgo” antes de que ellos también acaben en primera línea.
Al final de la Guerra Fría, el Pacto de Varsovia, homólogo de la OTAN en Europa del Este, se
disolvió, y la OTAN debería haberlo hecho también, ya que había logrado el
propósito para el que fue construida. En cambio, la OTAN ha seguido viviendo
como una alianza militar peligrosa y fuera de control, dedicada principalmente
a ampliar su esfera de operaciones y a justificar su propia existencia.
Se ha expandido de 16 países en 1991 a un total de 30 países en la actualidad, incorporando la
mayor parte de Europa del Este, al mismo tiempo que ha cometido agresiones,
bombardeos de civiles y otros crímenes de guerra. En 1999, la OTAN lanzó una
guerra ilegal para separar militarmente un Kosovo independiente de los restos
de Yugoslavia.
Los ataques aéreos de la OTAN durante la guerra de Kosovo mataron a cientos de civiles, y
su principal aliado en la guerra, el presidente de Kosovo Hashim Thaci, está
siendo juzgado en La Haya por los espantosos crímenes de guerra que cometió al
amparo de los bombardeos de la OTAN, incluidos los asesinatos a sangre fría de
cientos de prisioneros para vender sus órganos en el mercado internacional de
trasplantes. Lejos del Atlántico Norte, la OTAN se unió a Estados Unidos
en su guerra de 20 años en Afganistán, y luego atacó y
destruyó Libia en 2011, dejando tras de sí un Estado fallido, una crisis de
refugiados continua y la violencia y el caos en toda la región.
En 1991, como parte del acuerdo soviético para aceptar la reunificación de Alemania Oriental
y Occidental, los líderes occidentales aseguraron a sus homólogos soviéticos
que no ampliarían la OTAN más cerca de Rusia que la frontera de una Alemania
unida. El secretario de Estado estadounidense James Baker prometió que la OTAN
no avanzaría “ni un centímetro” más allá
de la frontera alemana. Las promesas incumplidas de Occidente están a la vista
de todos en 30 documentos desclasificados publicados en el sitio web del
Archivo de Seguridad Nacional.
Después de expandirse por Europa del Este y de librar guerras en Afganistán y Libia, la
OTAN, como era de esperar, ha cerrado el círculo para volver a considerar a
Rusia como su principal enemigo. Las armas nucleares de Estados Unidos están
ahora situadas en cinco países de la OTAN en Europa: Alemania, Italia, Holanda,
Bélgica y Turquía, mientras que Francia y el Reino Unido ya tienen sus propios
arsenales nucleares.
Los sistemas de “defensa antimisiles” de Estados Unidos, que podrían convertirse
en disparos de misiles nucleares ofensivos, están situados en Polonia y
Rumanía, incluso en una base en Polonia a sólo 160 kilómetros de la frontera rusa.
Otra petición rusa en su propuesta de diciembre era que Estados Unidos simplemente se
reincorporara al Tratado INF (Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance
Intermedio) de 1988, según el cual ambas partes acordaron no desplegar misiles
nucleares de alcance corto o intermedio en Europa. Trump se retiró del tratado
en 2019 por consejo de su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, que
también tiene colgadas de su cinturón de armas las cabelleras del Tratado ABM
de 1972, el JCPOA de 2015 con Irán y el Marco Acordado de 1994 con Corea del Norte.
Nada de esto puede justificar la invasión rusa de Ucrania, pero el mundo debería tomar en
serio a Rusia cuando dice que sus condiciones para terminar la guerra y volver
a la diplomacia son la neutralidad ucraniana y el desarme. Aunque no se puede
esperar que ningún país se desarme completamente en el mundo actual, armado
hasta los dientes, la neutralidad podría ser una opción seria a largo plazo
para Ucrania.
Hay muchos precedentes exitosos, como Suiza, Austria, Irlanda, Finlandia y Costa Rica. O
tomemos el caso de Vietnam. Tiene una frontera común y graves disputas
marítimas con China, pero Vietnam se ha resistido a los esfuerzos de Estados
Unidos por enrolarlo en su Guerra Fría con China, y sigue comprometido con su
política de los “cuatro noes” de siempre: ninguna alianza militar; ninguna afiliación con un país contra otro;
ninguna base militar extranjera; y ninguna amenaza o uso de la fuerza.
El mundo debe hacer lo que sea necesario para obtener un alto el fuego en Ucrania y hacer que
se mantenga. Tal vez el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, o un representante
especial de la ONU podría actuar como mediador. Esto no será fácil: una de las
lecciones aún no aprendidas de otras guerras es que es más fácil prevenir la
guerra mediante una diplomacia seria y un compromiso genuino con la paz que
poner fin a una guerra una vez que ha comenzado.
Cuando se produzca un alto el fuego, todas las partes deben estar preparadas para empezar
de nuevo a negociar soluciones diplomáticas duraderas que permitan a toda la
población de Donbás, Ucrania, Rusia, Estados Unidos y otros miembros de la OTAN
vivir en paz. La seguridad no es un juego de suma cero, y ningún país o grupo
de países puede lograr una seguridad duradera socavando la seguridad de otros.
Estados Unidos y Rusia también deben asumir de una vez la responsabilidad que conlleva el
almacenamiento de más del 90% de las armas nucleares del mundo, y acordar un
plan para empezar a desmantelarlas, en cumplimiento del Tratado de No
Proliferación (TNP) y del nuevo Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las
Armas Nucleares (TPAN).
Por último, mientras los estadounidenses condenan la agresión de Rusia, sería el epítome de
la hipocresía olvidar o ignorar las numerosas guerras recientes en las que
Estados Unidos y sus aliados han sido los agresores: en Kosovo, Afganistán,
Iraq, Haití, Somalia, Palestina, Pakistán, Libia, Siria y Yemen. Esperamos
sinceramente que Rusia ponga fin a su invasión ilegal y brutal de Ucrania mucho
antes de que cometa una fracción de la matanza y destrucción masiva que Estados
Unidos y sus aliados han cometido en nuestras guerras ilegales.
Medea Benjamin es cofundadora de Global
Exchange y Codepink: Mujeres por la Paz.
Nicolas J. S. Davies es autor de Blood On Our Hands: the
American Invasion and Destruction of Iraq.
Artículo original: How the US Started a New Cold War with Russia and Left Ukraine to Fight
It publicado por Common Dreams con licencia creative commons,
traducido y publicado en castellano por El Salto.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/como-estados-unidos-inicio-nueva-guerra-fria-rusia-ucrania-librara
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|