MUJERES-EEUU: Cultura militar misógina silencia violaciones
Dahr Jamail IPS 4 de mayo de 2009
MARFA, Estados Unidos - El acoso sexual a las mujeres militares
estadounidenses se remonta a los orígenes del ejército y no parece tener
fin.
Las primeras mujeres se incorporaron al ejército durante la Guerra de
Independencia (1775-1783) y ese fue el comienzo de sus tormentos.
Maricela Guzmán fue técnica en computación de la armada (marina de guerra)
entre 1998 y 2002 en el atolón de Diego García, en el océano Índico, y luego en
la meridional ciudad italiana de Nápoles. Fue violada en un campamento de
entrenamiento y nunca se atrevió a mencionar el asunto mientras estuvo en la
fuerza.
"Sobreviví porque me convertí en adicta al trabajo. Por suerte, o por
desgracia, el ejército se benefició de eso y fui condecorada por mi ética
laboral", relató.
Guzmán decidió pedir su baja a raíz del trato dispensado por los soldados a
la población autóctona de Diego García. Después, la vida se le fue de las manos.
Los trastornos postraumáticos derivados de la violación le pasaron una dura
factura.
Un testimonio
April Fitzsimmons sirvió en la Fuerza Aérea de 1985 a 1989 como analista de
inteligencia de un general condecorado con dos estrellas. Al inicio de su
carrera fue violada por un soldado.
Diecinueve años después hizo la denuncia e identificó al violador, quien fue
removido de su base. Pero Fitzsimmons se negó a recibir atención psicológica,
"porque es un estigma", dijo a IPS.
"Las que hacen terapia son desvalorizadas porque las consideran muy débiles y
vulnerables y me hubiera significado perder mi autorización para trabajar con
asuntos clasificados", explicó.
Otra de las razones fue que la declararon "soldado de la Fuerza Aérea del
Año", en el comando europeo. "No quería perder eso", señaló. "Quería que todo el
asunto desapareciera".
Fitzsimmons escribió una obra de teatro, "Necesidad de saber", que representa
desde hace seis años y en la que relata su propia experiencia. Se volvió más
activa cuando comenzaron a aparecer cada vez más denuncias de violaciones de
soldados estadounidenses a sus propias compañeras de armas y a mujeres
iraquíes. |
Tras su divorcio, un intento de suicidio y perder su casa, Guzmán se fue a
vivir con sus padres. Decidió buscar ayuda en el Departamento (ministerio) de
Asuntos de Veteranos después de hablar con una ex oficial en un acto realizado
en Los Ángeles. Comenzó terapia y fue diagnosticada con estrés postraumático
producto de la violación.
Pero el Departamento de Asuntos de Veteranos desestimó su caso. "No lo puedo
probar porque no lo denuncié en su momento ni mostré ningún comportamiento
anormal mientras estuve en la fuerza. La indignación me hizo hablar de lo
ocurrido".
Como muchas otras, Guzmán pronto aprendió que la cultura militar silencia las
violaciones. La experiencia adquirida a lo largo de los años la convenció de que
se trata de un problema sistemático del ejército.
"Esto ocurre desde que las mujeres ingresaron al ejército y seguirá
sucediendo después de las guerras de Irak y Afganistán", dijo a IPS.
"Sabremos que hubo mujeres violadas por los chismes. No existe la
confidencialidad ni ningún tipo de protección. Las mujeres corren el riesgo de
sufrir nuevas agresiones".
"La cultura varonil es fuerte y la competencia exclusiva", añadió. "Para
salir adelante, las mujeres deben ser mejores que los hombres. Muchas no
denuncian que fueron violadas para no perjudicar sus carreras".
Guzmán no cree que haya cambios radicales en poco tiempo. "Lo nuevo es que la
gente ahora quiere hablar de esto", apuntó.
Más de 190.000 mujeres estuvieron en el frente de batalla de las guerras de
Afganistán e Irak. Muchas de ellas sufrieron acoso sexual y fueron violadas por
sus propios compañeros de armas.
El Centro de Estrés Postraumático del Departamento de Asuntos de Veteranos
señaló que la cantidad de violaciones y de casos de acoso fue mucho mayor en la
guerra del Golfo de 1991 que en tiempos de paz. Por ahora, los datos de la
guerra de Irak, lanzada en 2003, muestran una profundización de esa
tendencia.
El ejército es conocido por su cultura sexista y misógina. Los instructores
militares adoctrinan a los reclutas al emplear de forma rutinaria términos
peyorativos como "niñitas", "putitas", entre otros.
La pornografía es frecuente y frases misógiinas existen desde hace
décadas.
De eso no se habla
Jen Hogg, de la Guardia Nacional de Nueva York, dijo a IPS: "Ayudé a una
mujer a denunciar una agresión sexual en el campamento de entrenamiento. La
agarraron de atrás mientras subía las escaleras y no pudo identificar a su
agresor".
Hogg contó que su amiga tenía miedo de denunciar el incidente a su sargento y
explicó por qué. "La posición de autoridad que ostenta el sargento instructor
desalienta todo intento de denuncia".
"En este caso, la respuesta del sargento fue veloz, pero causó un gran
resentimiento hacia ella porque su identidad fue revelada al grupo, que recibió
un castigo colectivo", añadió.
El hecho de no preservar la identidad de la víctima es otra de las tácticas
del ejército para desalentar las denuncias.
"Después sus compañeros le decían tantas cosas agresivas cuando se la
cruzaban que terminó por arrepentirse de haber hecho la denuncia. Así se entrena
a las mujeres a callarse la boca", añadió.
La propia Hogg fue víctima de agresiones verbales. "Cuando hacía calor y me
sacaba el protector del pecho me solían decir ‘dónde las tenías escondidas’ en
alusión a los senos", relató. |
Las cifras de violaciones que maneja el Departamento de Defensa son
inferiores a las de otras fuentes, en especial porque el Pentágono sólo cuenta
los casos denunciados. La propia cartera reconoce que alrededor de 80 por ciento
de las situaciones no se denuncian.
"Consideramos que es un asunto muy importante y todo el mundo debe
involucrarse para evitar el acoso y las violaciones. Exhortamos a todo el mundo
a involucrarse, tomar cartas en el asunto y cuidarse las espaldas", dijo a IPS
la portavoz del Pentágono, Cynthia Smith.
El "Informe de abusos sexuales en el ejército en 2007", elaborado por el
Departamento de Defensa, señala que "hubo 2.688 denuncias de violaciones. La
fuerza investigó 1.955" casos y procesó 181 casos ese año.
"Una violación es demasiado", dijo Smith a IPS. "Tenemos una oficina
encargada de prevenir y responder" al problema.
Un estudio divulgado por Archives of Family Medicine (Archivos de Medicina
Familiar) en 1995 concluyó que 90 por ciento de las veteranas de la guerra del
Golfo habían sido víctimas de acoso.
Otra investigación de 2003 que abarcó desde la Guerra de Vietnam (1965-1975)
hasta la del Golfo, divulgada por la American Journal of Industrial Medicine
(Revista de Medicina Industrial), señala que 30 por ciento de las militares
dijeron haber sido violadas.
Un estudio sobre las veteranas divulgado por la revista Military Medicine
(Medicina Militar) en 2004, de la Guerra de Vietnam en adelante, concluyó que 71
por ciento de las mujeres habían sido violadas o habían sufrido algún tipo de
acoso mientras estuvieron en la fuerza.
April Fitzsimmons, quien había sido violada por un compañero, comenzó a
recopilar información junto con otras 45 mujeres que conoció en la Convención
Nacional de Veteranos por la Paz de 2006, realizada en Seattle.
"Pedí que levantaran la mano las que habían sido agredidas sexualmente
mientras que estuvieron en actividad y la mitad de las presentes levantó la
mano", relató Fitzsimmons. "Ahí me di cuenta que había que hacer algo".
Ella, Guzmán y otras militares fundaron la Red de Acción de Mujeres Soldado
(SWAN, por sus siglas en inglés) para ayudar a las víctimas de agresiones
sexuales.
Es una ardua lucha lograr que el sistema asuma su responsabilidad cuando
claramente reprime toda tentativa de cambio.
"Cuando las víctimas denuncian la situación sufren aislamiento, las apartan
de su comunidad y dudan de ellas", dijo Fitzsimmons a IPS.
"Muchos de los responsables son oficiales que aprovechan su rango para
obligar a las subalternas a mantener relaciones con ellos. Es una comunidad de
un complejo entramado que permite que el culpable queda a salvo y se mueva sin
miedo entre sus víctimas".
Fitzsimmons confió a IPS un hecho que revela la gravedad del problema.
"La situación es tan grave que le digo a las mujeres que no se integren al
ejército porque no es seguro y están en riesgo. Hasta que no haya cambios en las
altas esferas, las mujeres no deben incorporarse al ejército", sostuvo.
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