Cuaresma liberadora
En la tradición Cristiana la Cuaresma es un momento especial para realizar
sacrificios personales con la intención de que seamos mejores seres humanos.
Sin embargo, socio-teológicamente hablando, yo siempre he creído que
cualquier sacrificio personal que no tiene como meta final la intensión y
capacidad de beneficiar a la comunidad se convertirá en acciones egoístas.
De aquí entonces el por un lado siempre examinar críticamente las
motivaciones para nuestras acciones y por otro lado el poder recuperar el amor
solidario como nuestra meta y sacrificio como un proceso para llegar a esta
meta.
En este momento mi encarcelamiento en el Metropolitan Correctional
Center-NYC, como resultado de una desobediencia civil contra la Escuela de Las
Américas, es solo un sacrificio personal, la meta lo sigue siendo el poder
cerrar esta Escuela de Asesinos. Asimismo la meta final lo es también el traer
justicia a las víctimas y familiares.
Para mí el cerrar esta Escuela de Las Américas es una especie de Vía Crucis
donde te arrestan, te enjuician, te desnudan, violan tu cuerpo, te humillan, te
castigan con la intención de asesinar la esperanza que tu sacrificio trae al
pueblo.
Matar la esperanza es posible y quienes son enemigos del pueblo lo saben muy
bien. Esta es la manera de detener un movimiento social que se perfila a ser una
revolución de masas.
Es por esto que hay gente vivas que están muertos y personas muertos que
siguen con vidas. A los primeros le matan la esperanza a los otros jamás lo
hicieron.
Ahora bien, ¿se puede sacar algo bueno de esta experiencia de prisión? ¡Claro
que sí! Por un lado estoy aprendiendo a ser más sensible a mis hermanos
encarcelados y ver más de cerca las injusticias de sistemas excluyentes y
opresores.
Por otro lado sigo aprendiendo a resistir estas prácticas del sistema para
crear nuevas formas de luchas.
Y sigo aprendiendo a identificar las interconexiones e interdependencia de
los pecados del militarismo, anexionismo, capitalismo, colonialismo, racismo,
sexismo, heterosexismo, neoliberalismo, etc.
De la misma manera esta Cuaresma en prisión me da otra oportunidad para
seguir destruyendo en mi vida el pecado de la parcialidad con la injusticia.
Muy en particular cuando muy oportunamente me quedo callado e indiferente
ante el dolor que alguien me dijo que era ajeno.
Mi lucha contra la Escuela de Las Américas me trajo a esta prisión para que
siga demostrando mi compasión subversiva. Que no se nos olvide, la compasión es
la manera en que ponemos a prueba lo genuino y la calidad de nuestro amor
solidario, el sacramento más importante.
Todo esto me convierte en lo que soy en este momento, un prisionero de
conciencia. Por lo tanto, hagamos real el verdadero significado de la Cuaresma y
a través de un Vía Crucis subversivo cerremos la Escuela de Las Américas.
Sigamos creyendo y construyendo la paz con justicia.
lbarrios@jjay.cuny.edu
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