Actualización sobre la guerra con aviones no tripulados
Cómo perder amigos y alienarse a los pueblos
Lisa Hajjar
Jadaliyya.com
7 de agosto de 2013
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El 1 de agosto de 2013, el Secretario de Estado estadounidense John Kerry hizo un anuncio en Islamabad,
adonde se había desplazado en un intento de resucitar las estratégicas
negociaciones bilaterales entre EEUU y Pakistán. Durante la conferencia de
prensa, dijo que
EEUU se había comprometido a poner fin a la guerra con aviones no tripulados
contra Pakistán en un futuro próximo. “Pienso que el Presidente Obama tiene un
calendario muy claro y confiamos en que sea muy, muy pronto”.
El plan para reducir la guerra con aviones no tripulados era la condición
previa fundamental para retomar las negociaciones entre los dos países, rotas
en noviembre de 2011 tras un ataque aéreo que mató accidentalmente a
veinticuatro soldados pakistaníes. En aquel entonces, las negociaciones iban ya
renqueando en medio de crecientes sentimientos antiestadounidenses a causa de
los ataques con aviones teledirigidos, la indignación provocada por los hechos
acaecidos cuando un contratista de la CIA mató a tiros a dos hombres en Lahore
y la última invasión del territorio pakistaní para asesinar a Obama bin Laden.
Según una reciente encuesta Gallup,
el 92% de la población está en contra del gobierno de EEUU.
Aunque Pakistán había permitido con anterioridad que EEUU emprendiera
ataques con aviones teledirigidos, la postura de la oposición se ha convertido
en la nueva posición oficial, como afirma implícitamente el comunicado de
Kerry. En efecto, momentos después de haber jurado su puesto en junio, el
Primer Ministro Nawaz Sharif pedía el fin de la guerra con aviones no
tripulados en las zonas tribales del país y junto a la frontera con Afganistán.
La actual postura pakistaní contra la guerra con aviones no tripulados en
su país está motivada por la creciente cifra de víctimas civiles. En febrero de
2012, el Bureau of Investigative Journalism (BIJ), con sede en Londres,
informaba que entre 2009 y 2011, la CIA había emprendido asimismo la práctica
de los segundos ataques (doble golpe), que matan e hieren a los rescatadores y
atacan los funerales. Supuestamente, los segundos ataques habían terminado en
julio de 2011. Sin embargo, en el mismo día en que Kerry hacía su anuncio en
Islamabad, el BIJ informaba de nuevos hallazgosde
cinco segundos ataques de la CIA contra el personal de rescate entre el 23 de
mayo y el 23 de julio de 2012.
En junio de 2012, Christof Heyns, el
Relator Especial de la ONU para las Ejecuciones Sumarias, Arbitrarias y Extrajudiciales, definió como crimen de
guerra los segundos ataques que ponen en peligro a los rescatadores. En
respuesta a la afirmación de Heyns, el representante de Pakistán en Ginebra,
Zamir Akaram, instó al Consejo de los Derechos Humanos de la ONU a investigar
la utilización de aviones no tripulados y exigió a EEUU “que respetara la cada
vez más extendida opinión internacional” de que el uso de aviones no tripulados
“no solo viola nuestra soberanía sino que, bajo nuestro punto de vista, viola
también la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional”.
El 9 de mayo de 2013, el Tribunal Supremo de Peshawar (TSP) dictaminó que
la guerra con aviones no tripulados de EEUU viola el Derecho Internacional, la
soberanía del país y constituye un crimen de guerra. Esa sentencia se produjo
tras la presentación de dos peticiones constitucionales por parte de la
Fundación por los Derechos Fundamentales de Pakistán, denunciando el fracaso
del gobierno a la hora de proteger a sus ciudadanos. El TSP ordenó al gobierno
que emprendiera acciones inmediatas para impedir futuros ataques, llevara la
cuestión de los ataques estadounidenses con aviones no tripulados en Pakistán
ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (donde Pakistán es en la
actualidad miembro no permanente) y, si se bloqueaba esa opción, solicitara una
reunión urgente de la Asamblea General. Por último, el tribunal instó al
gobierno a que pidiera indemnizaciones a EEUU por cada civil asesinado por un
avión teledirigido.
En julio, el BIJ consiguió un
informe secreto interno pakistaní sobre la muerte de civiles. Ese informe, que
examinaba setenta y cinco ataques de los aviones teledirigidos de la CIA entre
2006 y octubre de 2009, halló que al menos 147 del total 746 de muertos eran
civiles, 94 de ellos niños. Estas cifras se basaban en las investigaciones
efectuadas sobre el terreno por funcionarios locales y, por tanto, contradicen
con toda autoridad la versión oficial estadounidense de que los ataques de
aviones no tripulados no suponen gran peligro para los civiles.
John Brennan
es uno de los defensores más acérrimos de la línea de que
las víctimas civiles son escasas. Durante la vista de su confirmación en el
Congreso en febrero de 2013, la senadora Dianne Feinstein, que preside el
Comité de Inteligencia del Senado, trató de validar las afirmaciones de Brenan.
“Durante los últimos años, este Comité ha llevado a cabo controles importantes
sobre la conducta del gobierno en relación a los ataques selectivos y las
cifras que hemos obtenido de la rama del ejecutivo, que hemos hecho todo lo
posible por verificar, confirman que cada año el número de víctimas civiles
consecuencia de esos ataques ha sido por lo general de un solo dígito”.
Chris Woods, investigador de los aviones teledirigidos del BIJ, fue
entrevistado por Democracy Now tras
la publicación del informe interno pakistaní. Explicó lo que hizo tras conocer
las afirmaciones de Feinstein:
“Me puse en contacto con cada organización que había llevado a cabo importantes
investigaciones de campo en Pakistán sobre la muerte de civiles,
independientemente del resultado. Todas y cada una de esas organizaciones me
dieron la misma respuesta: ‘Ningún miembro de un comité de supervisión del
congreso, de un comité de supervisión de la inteligencia, ni el Congreso ni
ninguno de sus miembros nos ha contactado nunca”. Sencillamente, la idea de que
hay un control, la idea de que el Congreso está haciendo su trabajo, de que
está investigando las afirmaciones y contraafirmaciones respecto a la muerte de
civiles, no se sostiene. Están yendo a la CIA y diciéndoles: ‘Muéstrennos sus
videos. Cuéntennos qué hicieron’. Y después, a partir de esos contactos, están
haciendo suposiciones. No existe ninguna investigación independiente. Y no
salen de la comunidad estadounidense de inteligencia. Creo que hasta tanto el
Congreso como la Agencia misma no empiecen a abordar algunas de estas
preocupaciones públicas, vamos a tener este inmenso abismo, este creciente
abismo, entre la percepción pública de lo que supone la guerra con aviones no
tripulados y esa afirmación del gobierno estadounidense de que ‘Todo es
estupendo. Sólo matamos terroristas. ¿Y saben qué? Que nunca matamos civiles. O
si los matamos, es una cifra muy pequeñita”.
La línea oficial estadounidense no tiene caché en Peshawar, pero vende en Peoria [Illinois].
Las grandes mayorías bipartidistas de
estadounidenses se creen y aceptan algo, o más que algo, de la siguiente
afirmación: los ataques con aviones no tripulados son eficaces para reducir la
amenaza del terrorismo, están justificados por el hecho de que estamos en
guerra, son necesarios ante la falta de alternativas para capturar a los
sospechosos, están legitimados por el permiso de gobiernos extranjeros para
perpetrar ataques en su territorio, tienen un bajo coste y son armas de
precisión cuyo uso es seguro para nuestras tropas, etc.
Durante el discurso sobre la seguridad nacional
del Presidente Obama del 23 de mayo de 2013, exhibió toda esa combinación de afirmaciones. Sobre la política de los
aviones no tripulados, dijo:
“Sólo atacamos a al-Qaida y a las fuerzas asociadas con ellos, e incluso
así el uso de aviones no tripulados está fuertemente restringido. EEUU no lleva
a cabo ataques cuando tenemos capacidad para capturar a terroristas
individuales. Preferimos siempre detener, interrogar y procesar. EEUU no puede
atacar siempre que se le antoje. Nuestras acciones están vinculadas a consultas
con los socios y respeto por la soberanía estatal. EEUU lleva a cabo ataques
para castigar a individuos. Actuamos contra terroristas que suponen una amenaza
continuada e inminente para el pueblo estadounidense y cuando no hay otros
gobiernos capaces de actuar con eficacia ante la amenaza. Y antes de atacar, al
más alto nivel que podamos establecer, nos cercioramos de que los civiles no
mueran o resulten heridos”.
La mayoría de las afirmaciones de Obama, cuando no todas, se contradicen
con los datos empíricos de las víctimas como consecuencia de los ataques con
aviones teledirigidos, y disponemos de abundante información revelada por
periodistas de investigación y por organizaciones de derechos humanos acerca de
la política de asesinatos selectivos
de EEUU. Por tanto, teniendo en cuenta lo que se
conoce y lo que queda por conocer acerca de la guerra con aviones no
tripulados, las afirmaciones del presidente (y parecidas afirmaciones públicas
de otras autoridades) deberían valorarse por lo que son: mera propaganda.
El gobierno de EEUU distorsiona y le
oculta a la gente, de forma activa y como materia política, lo que hace y por qué lo
hace con los aviones teledirigidos y trata por todos los medios de suprimir o
negar las informaciones contradictorias. Consideren un ejemplo de esa conducta
típica de delincuentes. Según el presidente Obama, no se lanzan ataques letales
a menos que exista “la casi certeza, al nivel más alto que podamos establecer,
de que ningún civil va a acabar muerto o herido”. Esto se contradice
absolutamente con lo que se sabe del bombardeo llevado a cabo por el Comando de
Operaciones Especiales Conjuntas (JSOC, por sus siglas en inglés) sobre el
pueblo yemení de al-Mayalah el 17 de diciembre de 2009.
El objetivo principal del ataque fue la supuesta presencia de un grupo
vinculado con Al Qaida en la Península Arábiga (AQAP, por sus siglas en inglés)
en la provincia de Abayan, asegurando que el lugar bombardeado era claramente
un campo de entrenamiento. Contrariamente al nivel de “casi certeza” proclamado
por Obama, el asesor legal del Departamento de Estado, el general Willian
McRaven, y el Consejero General del Pentágono, Jeh Johnson, tuvieron 45 minutos
para decidir si apoyaban el ataque que el comandante del JSOC, el general
comandante Willian McRaven, les urgía a aprobar. La autorización se dio y dos
misiles de crucero llenos de munición de racimo y material incendiario se
lanzaron desde un submarino que se encontraba frente a costa yemení.
Cuando la bomba impactó resultó que no era un campo de entrenamiento del
AQAP sino un mísero pueblo beduino y el fruto que se cosechó fue el asesinato
de 46 personas, incluyendo 21 niños y 14 mujeres, cinco de las cuales estaban
embarazadas. (El relato más completo del ataque de al-Mayalah y de sus
consecuencias nos lo proporciona Jeremy Scahill en su nuevo libro titulado “Dirty Wars: The World is a
Battlefield” [Guerras sucias: El mundo es un campo de batalla].
Quizá uno pudiera ser capaz de descartar al-Mayalah como un desafortunado
error. Pero eso no justifica las decisiones políticas adoptadas a fin de
tergiversar y ocultar deliberadamente los hechos alrededor del ataque. Al
principio, el gobierno yemení asumió la responsabilidad de lo ocurrido para
desviar la agitación pública en contra del ataque estadounidense. (En efecto,
ese bombardeo fue el principio de la guerra estadounidense con aviones no
tripulados en el Yemen). Esa afirmación fue rebatida de inmediato por los
líderes tribales y por los periodistas que se desplazaron hasta el pueblo al
descubrir, entre los restos de las víctimas, partes del misil en las que
aparecía la etiqueta “Made in the United States”; el arsenal yemení no
posee ese tipo de armamento. La artimaña de que el bombardeo fue yemení quedó
aún más desacreditada cuando oficiales estadounidenses no identificados
hicieron afirmaciones ante los medios confirmando que se trataba de un ataque
de EEUU. En enero de 2010, Wikileaks publicó un cable diplomático
secreto sobre una reunión, varias semanas después del ataque, entre el jefe del Mando Central de
EEUU, David Petraeus, y el entonces Presidente yemení Ali Abdullah Saleh, en el
cual se acordaba que Yemen seguiría asumiendo la responsabilidad de los ataques
yemeníes en la provincia de Abayan.
El 17 de abril de 2012, la American Civil Liberties Union (ACLU) y el
Center for Constitutional Rights (CCR) presentaron una petición de
información, en virtud del Acta de Libertad de Información (FOIA, por sus
siglas en inglés), sobre el ataque
de al-Mayalah. Lo que buscaban eran los archivos de
inteligencia que propiciaron el ataque, incluido averiguar si las autoridades
eran conscientes de la presencia de civiles; si se había dado algún paso para
investigar la matanza de civiles y para indemnizar a los supervivientes y a las
familias de las víctimas; y por qué un oficial estadounidense conspiraba con un
gobierno extranjero para engañar a los pueblos de ambos países. Hasta la fecha,
el gobierno aún no ha contestado a esa petición de ACLU-CCR de aportar los
archivos. Bien al contrario, ni siquiera las autoridades han reconocido que
EEUU perpetrara el ataque, a pesar de la abundancia de pruebas confirmando ese hecho.
El Presidente Obama podría haber dicho la verdad sobre la masacre de
al-Mayalah (fracaso de la inteligencia, víctimas civiles, estratagema de falsa
bandera) durante su discurso de mayo de 2013, si el objetivo no hubiera sido el
mero encubrimiento propagandístico dirigido a la audiencia interna. En cambio,
su silencio sobre al-Mayalah (que es un incidente atroz pero que no es aislado)
ha hecho del presidente un vendedor de mentiras oficiales. Pero ha hecho algo
más: está defendiendo que se silencien las críticas. El 2 de febrero de 2011,
el presidente llamó personalmente al Presidente Saleh pidiéndole que cancelara
el planeado “perdón” para el periodista yemení Abdulelah Haider Shaye, que
había presentado el informe más extenso sobre el ataque. Saleh obedeció y
mantuvo a Shaye en la cárcel. Cuando finalmente Shaye salió libre en
julio de 2013, la Casa Blanca dejó constancia de su protesta ante el gobierno yemení.
Bajo la administración Obama, la guerra con aviones no tripulados y los
asesinatos selectivos se han convertido en las piezas centrales de la política
y prácticas del contraterrorismo estadounidense. (Ambos formaban ya parte de
los elementos de la política de la administración Bush, pero durante la mayor
parte de esos ocho años, se utilizaron estratégicamente de forma indirecta para
arrestar, interrogar y detener).
La política de aviones teledirigidos de EEUU es enormemente impopular en el
extranjero. Según una encuesta dirigida por Pew Research Global Attitudes
publicada el 18 de julio de 2013:
“En al menos 31 naciones se desaprueban los ataques de misiles con
aviones no tripulados que EEUU está llevando a cabo para atacar extremistas en
lugares como Pakistán, Yemen y Somalia. Al menos tres de cada cuatro personas
tienen este punto de vista en 15 países de todos los rincones del mundo,
incluyendo naciones del Oriente Medio, Europa, Latinoamérica y Asia. Los únicos
tres países donde la mayoría de los ciudadanos aprueban esos ataques son Israel
(64%), Kenia (56%) y los mismos EEUU (61%).
…
Las opiniones sobre los aviones teledirigidos difieren de forma aguda según
el género en muchos países. Por ejemplo, en Japón, el 41% de los hombres los
aprueban, frente a sólo el 10% de las mujeres. También se encuentran
diferencias de dobles dígitos en seis de las ocho naciones encuestadas, así
como en Australia, Canadá, EEUU, Corea del Sur y Uganda”.
Este año, el contraataque exterior e internacional frente al afirmado
derecho de EEUU de emprender la guerra con aviones teledirigidos ha tomado
nuevo impulso. La afirmación de Kerry de que esa práctica se acabará –por
supuesto que tiene que acabar- se debe a que el gobierno de Pakistán insiste en
que así sea y es solo un ejemplo. Otro ejemplo es la unidad de investigación de
la ONU que Ben Emmerson, Relator Especial de la ONU sobre Contraterrorismo y
Derechos Humanos, estableció el 24 de enero de 2013. Esta unidad, compuesta por
expertos de varios países, tiene un mandato para valorar no sólo el asesinato
de civiles resultante de esos ataques sino también la legalidad de los
asesinatos selectivos como política de gobierno.
En un discurso pronunciado en la Facultad de Derecho de Harvard en octubre
de 2012, donde Emmerson anunció su intención de crear esta unidad con la
cooperación del Relator Especial Heyns, dijo: “Si los correspondientes Estados
no están dispuestos a establecer controles eficaces e independientes… entonces
puede que en última instancia sea necesario que la ONU actúe”. Sobre la
posición de EEUU de que tiene una prerrogativa global para ejecutar a la gente,
Emmerson afirmó:
“El paradigma de la guerra global ha hecho un daño inmenso al consenso
internacional previamente compartido acerca del marco legal subyacente tanto en
el derecho internacional de los derechos humanos como en el derecho humanitario
internacional. Se han justificado de forma espuria una serie de graves
violaciones de los derechos humanos y humanitarios… Este paradigma de guerra se
basó siempre en el más débil de los razonamientos y ni siquiera los más
estrechos aliados de EEUU lo apoyaban”.
La urgencia de esta investigación viene sobre todo impulsada por la rápida
expansión de la guerra con aviones no tripulados de EEUU y la proliferación de
la tecnología para los mismos. Su legitimidad se deriva de la impopularidad
global de esos ataques y del hecho de que ningún gobierno, excepto Israel, ha
afirmado para sí mismo el derecho de llevar a cabo aviones con ataques
teledirigidos o aceptado que la política de asesinatos selectivos de EEUU es
legítima.
Lisa Hajjar es profesora de Sociología en la Universidad de California, Santa Bárbara. Sus
investigaciones se centran en cuestiones de leyes y legalidad, guerra y
conflicto, derechos humanos y tortura. Courting Conflict:
The Israeli Military Court System in the West Bank and
Gaza (University of California Press, 2005) y Torture: A Sociology of Violence and Human Rights
(Routledge, 2012).Además de ser coeditora en Jadaliyya,
colabora con los comités editoriales de Middle East Report Journal of Palestine Studies.
En la actualidad, trabaja en un libro sobre
la abogacía en lucha contra la tortura en EEUU.
Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/13394/how-to-lose-friends-and-alienate-people_an-update-
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