Más de lo mismo en Irak
Renombrando la ocupación
Marjorie Cohn Counterpunch 15 de septiembre de 2010
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La semana pasada, el Presidente Obama anunció ceremoniosamente que las
operaciones de combate de EEUU en Irak habían llegado a su fin. Como los
demócratas se enfrentan a una ardua batalla en las inminentes elecciones de
mitad de mandato, Obama sintió que tenía que cumplir con la promesa de su
campaña de trasladar los combates de Irak a Afganistán. Pero, mientras las
matanzas aumentan en Afganistán, en Irak todo sigue igual.
Estados Unidos, con su inmensa embajada en Bagdad y sus cinco grandes bases
por el territorio iraquí, continuará manejando allí los hilos. La pasada semana,
el Vicepresidente Biden entregó un plan de reparto del poder a los iraquíes, que
no han conseguido formar aún gobierno en los seis meses transcurridos desde la
celebración de elecciones en marzo, habiéndose llegado a un punto muerto total.
“Pensamos que es mejor para el futuro de Irak”, declaró Biden. The New
York Times especulaba sobre si “los estadounidenses van a poder cerrar el
acuerdo”. Pero EEUU va a seguir haciendo mucho más que plantear simplemente
sugerencias sobre cómo los iraquíes deberían repartirse el poder político.
La oportunidad del anuncio de Obama de que las tropas de combate están
abandonando Irak se fundamenta en el Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas
(SOFA, por sus siglas en inglés) que la administración Bush negoció con los
iraquíes en 2008. En él se pide que las tropas de combate estadounidenses
abandonen Irak el 31 de agosto de 2010. El SOFA requiere también que el
Pentágono retire todas sus fuerzas a finales de 2011, si bien esta fecha podría
prorrogarse.
El discurso de Obama sobre la retirada de tropas de combate de Irak
representa un esfuerzo para demostrar el cumplimiento del SOFA al acercarse las
elecciones de mitad de mandato. Pero los acontecimientos sobre el terreno
revelan que se limita a desplegar una especie de versión política del viejo
juego de trileros. Mientras Obama proclamaba el redespliegue de un batallón
Stryker fuera de Irak, 3.000 soldados de combate del 3er Regimiento de la
Caballería Blindada se volvían a desplegar de nuevo en Irak llegados de Fort
Hood, Texas. Y ese regimiento de caballería va a tener abundante compañía. El
Departamento de Estado está duplicando sus “contratistas de seguridad”, unos
7.000, para asegurar que los intereses estadounidenses estén protegidos. Y con
ellos llegarán 24 helicópteros Blackhawk, 50 vehículos anti-minas y
anti-emboscadas y otros equipamientos militares variopintos.
50.000 soldados permanecerán en Irak. 4.500 soldados de las fuerzas
especiales estadounidenses continúan combatiendo y matando junto a las fuerzas
especiales iraquíes. Los soldados estadounidenses siguen estando autorizados a
desarrollar acciones preventivas contra cualquier amenaza que crean percibir. La
política respecto a los ataques aéreos y bombardeos seguirá inalterable. Y un
innumerable número de “contratistas civiles” –es decir, mercenarios, por su
nombre exacto- se quedarán en Irak sin responsabilidad alguna de la que dar
cuenta por sus crímenes de guerra.
Cuando Obama habló a la nación sobre el fin de las operaciones de combate en
Irak, pronunció su mensaje en unos términos de los que George W. Bush se habría
sentido orgulloso. Obama renombró la ocupación estadounidense de Irak como
“Operación Nuevo Amanecer” y se puso a hablar de los sacrificios que hicimos
durante la “Operación Libertad para Irak”. Pero se olvidó de mencionar los más
de 100.000 muertos iraquíes, las innumerables cifras de heridos iraquíes y los
dos millones de iraquíes, o más, que tuvieron que escapar al exilio. No dijo
nada tampoco de las escasas horas de electricidad al día de que disfrutan los
iraquíes. Se olvidó también señalar que los sindicatos están proscritos y la
infraestructura de Irak hecha añicos. Y omitió cualquier referencia a la
ilegalidad de la guerra de agresión de Bush –en violación de la Carta de las
Naciones Unidas- o a la política de torturas y malos tratos de Bush hacia los
iraquíes –en violación de los Convenios de Ginebra-. Obama decidió alabar a su
predecesor, obviando todo lo anterior, al decir: “Nadie podría dudar del
compromiso del Presidente Bush… con nuestra seguridad”. Pero la ocupación
extranjera de Irak y el maltrato de prisioneros nunca nos han proporcionado
seguridad alguna.
Obama también olvidó recordarnos que fuimos a la guerra en base a dos
mentiras de la administración Bush: que Irak tenía armas de destrucción masiva y
que al-Qaida se acostaba con Saddam Hussein.
Obama habló de “elecciones creíbles” en Irak. Pero, “Irak no tiene una
democracia funcional”, dijo Raed Jarrar, asesor sobre Irak para el American
Friends Service Committee y miembro importante de Peace Action. “No
se puede esperar que de una ocupación extranjera salga una democracia funcional
para Irak”, dijo en Democracy Now!
“El nuevo estado iraquí está entre los más corruptos del mundo”, escribió el
periodista Nir Rosen en Foreign Policy. “Sólo resulta eficaz en
brutalidad y apenas proporciona un mínimo nivel de seguridad. Tampoco ofrece
servicios adecuados a su pueblo, en el que millones de seres apenas logran
sobrevivir. Los iraquíes están traumatizados. Cada día se perpetran asesinatos
con pistolas con silenciador y pequeñas bombas-lapa colocadas bajo los
coches”.
Obama sitúa los costes de las guerras en tres mil billones de dólares, una
suma espeluznante que podría haberse utilizado en proporcionar atención
sanitaria universal, educación de calidad y mejora de infraestructuras para
crear empleo en este país. Y pasó también por alto el coste de los tratamientos
para nuestros veteranos de guerra discapacitados, muchos de los cuales vuelven
con heridas traumáticas cerebrales y trastornos de estrés postraumático. “No hay
duda alguna de que la guerra de Irak ha incrementado sustancialmente la deuda
federal”, escribieron Joseph Stiglitz y Linda Bilmes en el Washington
Post. “La crisis financiera global se debió, al menos en parte, a la
guerra”, añadían.
Independientemente de cómo Obama trata de distorsionar su mensaje sobre el
desastre que Estados Unidos ha creado en Irak, el 60% de los estadounidenses
piensan que la invasión estadounidense de Irak fue un error, el 70% cree que no
mereció la pena sacrificar vidas estadounidenses y sólo una cuarte parte siente
que nos ha vuelto más seguros. La mayoría de los iraquíes rechaza asimismo la
ocupación de EEUU.
Mientras reflexiono sobre los acontecimientos que se suceden en Irak y los
esfuerzos de Obama para explicárnoslo, me viene a la memoria el muy condecorado
General del Cuerpo de Marines Smedley Butler. Hace casi setenta años, declaró:
“La guerra es una estafa”. Se estaba refiriendo a la utilización de marines en
Centroamérica durante los primeros años del siglo XX para proteger a
corporaciones estadounidenses como la United Fruit, que estaban explotando los
recursos agrícolas de toda la región. Bajo mi punto de vista, la guerra de Irak
tenía un objetivo similar: asegurar los ricos campos petrolíferos de Irak y
ponerlos a disposición de las corporaciones para que continúen alimentando la
adicción al petróleo de EEUU.
Si hubiera pronunciado un discurso más honesto, Obama habría dicho que
conseguimos eliminar a un dirigente que no se mostraba muy amistoso respecto a
los intereses económicos y geopolíticos de EEUU, y que le reemplazamos con
gentes al servicio del dinero y de los recursos estadounidenses. Se ha reducido
y renombrado a las fuerzas estadounidenses. Los “puestos de presencia
permanente” (nueva nomenclatura para las bases de EEUU en Irak) se asegurarán de
mantener nuestra hegemonía en Irak. ¡Misión cumplida!
Marjorie Cohn es profesora de la Facultad de Derecho Thomas Jefferson,
fue presidenta de la Asociación Nacional de Abogados, es vicesecretaria general
para comunicaciones exteriores de la Asociación Internacional de Abogados
Democráticos y representante de EEUU en el comité ejecutivo de la Asociación de
Juristas de EEUU.
Fuente:
http://www.counterpunch.org/cohn09132010.html
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