¿Una nación de torturadores?
C.J.
Hace unas semanas, la cadena Fox presentó un video de un hombre, vestido en
un mono anaranjado, que jadeaba y agitaba los brazos mientras otros hombres
encapuchados le metían la cabeza varias veces en agua y le gritaban: “¿Ahora sí
vas a hablar?”.
http://www.truthdig.com/avbooth/item/20061106_fox_news_correspondent/
Los televidentes se enteraron de que la víctima era un reportero de Fox News
que se sometió voluntariamente al “submarino”. Esa técnica de tortura produce
una “sensación horrible de ahogarse”. (1) Es un hecho muy conocido que la CIA la utiliza (2).
Unos minutos más tarde, el reportero vuelve a aparecer con el cabello
esponjado y peinado, y comentó: “Es más miedo que dolor. No más verles cortar el
celofán para cubrirle a uno la cara, da un miedo tremendo. Piensen en la gente
que vive eso día tras día. Uno se da cuenta de que puede rajarse rápidamente…
Pero lo que más me impresionó fue la rapidez con que recobré la calma. Después
de estar sumergido unos minutos estuve a punto de decirles cualquier cosa, y
minutos después estaba fuera del agua y me sentía perfectamente bien. Así que en
cuanto a la tortura… me parece un mecanismo eficaz de hacer hablar a una
persona, y después tenerla vivita y coleando”.
Eso fue adiestramiento para el público. En Estados Unidos se está forjando
una mentalidad nueva y grotesca de aceptar que se torture metódica, repetida y
violentamente, incluso hasta la muerte. La crueldad se acepta y hasta produce
orgullo cívico si es en nombre de la patria. (Tengo que decir que, a pesar de lo
horroroso de las imágenes, el reportero no experimentó la tortura como es en
realidad. Los presos están conscientes de que en cualquier momento pueden
quitarles la vida).
Estamos volviéndonos una nación de torturadores… de hecho, torturadores muy
eficaces. La aprobación de la Ley de Comisiones Militares lo
oficializó. ¿Y las torturas de Abu Ghraib, cuyas fotos nos causaban horror hace
unos años? Ahora todo eso es legal.
Inclusive normal. El video de Fox es parte de un proceso nacional de
aclimatación, con comentarios de parte de senadores sobre la moral/eficacia del
“submarino”, la opinión del vicepresidente de que “es lógico” (y parte de un
“programa de interrogación enérgico” [3]) y el remache constante de las redes televisivas. He aquí el
cálculo que hizo la revista Harpers:
Frecuencia de tortura, de 2003 a 2005, en programas televisivos durante las
horas de máxima audiencia: 624 incidentes
Frecuencia durante los siete años anteriores: 110
incidentes
Esos cálculos no cuentan los programas “de realidad” como Cops, en
que a los negros regularmente los humillan y les atan las manos y los pies como
animales, o Fear Factor, en que gente común y corriente obliga a otras
personas a acostarse con víboras y comer gusanos como “entretenimiento”… que
habitúan al uso de la coacción extrema para apuntalar el orden público, o
simplemente para demostrar “aguante”.
Por lo visto la aprobación de leyes y la contratación de mercenarios (o
soldados) para infundir terror en otros pueblos a fin de que obedezcan las
órdenes de esta superpotencia no es suficiente. También es necesario
“conquistar” a un sector de la ciudadanía para que aplauda los métodos
medievales y participe o mantenga un silencio indiferente.
Y eso está teniendo un efecto. Hace unas semanas, millones de personas vieron
en un video de siete minutos a unos guardias de seguridad de la Universidad de
California en Los Ángeles descargarle corriente eléctrica con un táser a un
estudiante iraní-estadounidense en una biblioteca llena de gente.
http://worldcantwait.net/index.php?option=com_content&task=view&id=3473&Itemid=220
El estudiante grita de dolor y alza la voz: “¡Esto es su Ley Patriota!”, y
luego emite un gemido espeluznante, casi primitivo, cuando le aplican una
descarga… y después lo hacen otra vez. Muchos estudiantes se levantan. Varios
minutos pasan, con nuevos gritos de dolor, pero los estudiantes, con pocas
excepciones, se quedan parados, horrorizados pero paralizados, ante su primer
acto público de tortura.
Seguramente no será el último. ¿No se están preguntando ya: ‘qué haría
yo’?
También está el caso de Alyssa Peterson, una soldada de 27 años de una
familia mormona de Salt Lake City. En agosto del 2003, la asignaron a un equipo
de interrogación de la cárcel de Abu Ghraib. Tres semanas después, murió de un
balazo fuera de combate. Hace poco se descubrió que después de haber participado
en dos interrogaciones, Alyssa rehusó continuar. El sargento James D. Hamilton
les dijo a los investigadores militares: “Le era difícil tratar agresivamente a
los detenidos. Pensaba que los métodos eran crueles”. Los archivos de las
interrogaciones en que participó han sido destruidos.
http://www.revcom.us/a/069/alyssa-es.html
Si no la mataron los militares, una idea bastante preocupante, al parecer se
suicidó. Lo cierto es que no aceptó ser torturadora. Pero estaba aislada. Solo a
los siete meses de su muerte salieron en la internet las fotos de Abu
Ghraib.
Ahora todos sabemos.
Notas
1. De una carta abierta al secretario de Justicia, Alberto
Gonzales, firmada por 100 profesores de derecho de Estados Unidos. hrw.org/english/docs/2006/04/06/usdom13130.htm
[regresa]
2 De ABC News, 18 de noviembre de 2005, Informe de Brian Ross y
Richard Esposito: “Al prisionero lo amarran a una tabla inclinada, con los
pies hacia arriba y la cabeza ligeramente por debajo del nivel de los pies. La
cabeza es envuelta en papel celofán y se le derrama agua por encima.
Inevitablemente el reflejo de atragantarse comienza y con él, el terrible temor
de ahogarse, esto lleva a súplicas casi inmediatas de parar el procedimiento.
Según las fuentes, los agentes de la CIA que se sometieron a la tabla de agua la
aguantaron un promedio de 14 segundos. Dijeron que el preso más duro de Al
Qadea, Khalid Sheik Mohammed, ganó el respeto de los interrogadores aguantándola
de dos minutos a dos minutos y medio antes de confesar. ‘La persona cree que va
a morir, y por eso es un simulacro de ejecución, que está prohibido por el
derecho internacional’, dijo John Sifton de Human Rights Watch”. abcnews.go.com/WNT/print?id=1322866
[regresa]
3 De la oficina del vicepresidente, 24 de octubre de 2006:
Hennen: “¿Está de acuerdo con que un remojón es lógico si
se trata de salvar vidas?” Cheney: “Claro que sí, pero me
han dicho el vicepresidente ‘de la tortura’. Nosotros no torturamos. No hacemos
eso. Nosotros cumplimos las obligaciones de los pactos internacionales que hemos
firmado. Lo que sí es cierto es que se puede llevar a cabo un programa de
interrogación enérgico sin torturar, y eso lo tenemos que hacer”. whitehouse.gov/news/releases/2006/10/20061024-7.html
[regresa]
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