La 'amenaza' iraní
Noam Chomsky
huffingtonpost.es
26 de agosto de 2015
¿Quién es el mayor peligro para la paz mundial?
Artículo publicado simultáneamente en TomDispatch.com
El acuerdo nuclear alcanzado en Viena entre Irán y el P5+1, grupo de países formado por los cinco
miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, ha
provocado un gran alivio y optimismo en todo el mundo. La mayor parte del mundo
aparentemente comparte la valoración de la Asociación estadounidense de Control
de Armas de que "el Plan Global de Acción Conjunta establece una fórmula
fuerte y eficaz para bloquear todas las vías por las que Irán podría adquirir
material para armas nucleares durante más de una generación, y un sistema de
verificación para detectar y disuadir inmediatamente los posibles esfuerzos de
Irán para desarrollar en secreto armas nucleares de duración infinita".
Sin embargo, hay sorprendentes excepciones al entusiasmo general: los Estados Unidos y sus
aliados regionales más cercanos, Israel y Arabia Saudí. Una consecuencia de
esto es que a las empresas estadounidenses, muy a su pesar, se les impida
acudir a Teherán junto con sus homólogos europeos. Sectores destacados del
poder y de la opinión de Estados Unidos comparten la postura de los dos aliados
regionales y se encuentran en un estado de histeria virtual por "la
amenaza iraní". Los comentarios sobrios de Estados Unidos, prácticamente
de todo el espectro, declaran que ese país es "la mayor amenaza para la
paz mundial". Incluso los partidarios del acuerdo son cautelosos, dada la
excepcional gravedad de esa amenaza. Después de todo, ¿cómo podemos confiar en
los iraníes con su terrible historial de agresiones, violencia, alteraciones y engaños?
La oposición de la clase política es tan fuerte que la opinión pública se
ha desplazado rápidamente de un importante
apoyo al acuerdo a una división a partes iguales.
Los republicanos se oponen casi unánimemente al acuerdo. Las actuales primarias republicanas ilustran las
razones esgrimidas. El senador Ted Cruz, considerado uno de los intelectuales
entre los candidatos presidenciales, advierte de
la posibilidad de que Irán todavía fabrique armas nucleares y de que un día use
una para activar un impulso electromagnético que "acabaría con la red
eléctrica de toda la costa oriental" de los Estados Unidos, matando a
"decenas de millones de estadounidenses".
"La oposición de la clase política es tan fuerte que la opinión pública se ha desplazado rápidamente de
un importante apoyo al acuerdo a una división a partes iguales. Los
republicanos se oponen casi unánimemente al acuerdo."
Los dos principales candidatos, el ex gobernador de Florida Jeb Bush y el gobernador de
Wisconsin, Scott Walker, están discutiendo si bombardear Irán inmediatamente
después de ser elegidos o después de la primera reunión del Gabinete.
El único candidato con algo de experiencia en política exterior, Lindsey
Graham, describe el acuerdo como "una sentencia de muerte para
el Estado de Israel", que sin duda supondrá una sorpresa para los analistas de
inteligencia y estrategia israelíes,
y que Graham sabe que es un completo disparate, que plantea preguntas inmediatas sobre los motivos reales.
Tenemos que tener en cuenta que hace ya bastante tiempo los republicanos abandonaron la
pretensión de funcionar como un partido normal del Congreso. Como el respetado
comentarista político conservador Norman Ornstein del American Enterprise
Institute observó, los
republicanos se han convertido en una "insurgencia radical" que
apenas busca participar en la política normal del Congreso.
Desde los tiempos del presidente Ronald Reagan hasta el momento, la
dirección del partido ha recaído en los bolsillos de los más ricos y el sector
empresarial, que pueden atraer votos mediante la movilización de aquellos
sectores de la población que anteriormente no estaban politizados. Entre ellos
se encuentran los cristianos evangélicos extremistas -en este momento
probablemente una mayoría de los votantes republicanos-, los restos de los
antiguos estados esclavistas, los nativistas que están aterrorizados de que "los de
fuera" les quiten su cristiano, anglosajón y blanco país, y otros que
convierten las primarias republicanas en espectáculos alejados de la corriente
principal de la sociedad moderna, aunque no de la corriente principal del país
más poderoso de la historia mundial.
La desviación de los estándares mundiales, sin embargo, va mucho más allá
de los límites de la insurgencia radical republicana. Al otro lado del espectro
existe, por ejemplo, una coincidencia general con la "pragmática"
visión del general Martin Dempsey, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, de que el acuerdo de Viena no
"impide que los Estados Unidos ataquen las instalaciones iraníes si las
autoridades deciden que está incumpliendo el acuerdo", a pesar de que un
ataque militar unilateral es "mucho menos probable" si Irán se comporta.
El que fuera negociador de Clinton y actual negociador de Obama en Oriente Medio, Dennis Ross, defiende que "Irán no
debe tener ninguna duda de que verle avanzar hacia un arma desencadenaría el
uso de la fuerza", incluso después del vencimiento del acuerdo, cuando
Irán sea teoréticamente libre para hacer lo que quiera. De hecho, la existencia
de una fecha de vencimiento en quince años es "el mayor problema del
acuerdo". También sugiere que los EEUU proporcionarían a Israel bombarderos
B-52 especialmente equipados y bombas antibúnker para protegerse antes de que la
terrorífica fecha llegue.
"La mayor amenaza"
Los detractores del acuerdo nuclear dicen que no va lo suficientemente lejos. Algunos
partidarios están de acuerdo, y sostienen que
"para que el acuerdo de Viena sea significante, todo Oriente Medio debe deshacerse de
las armas de destrucción masiva". El autor de estas palabras, el ministro
iraní de Asuntos Exteriores, Javad Zarif, añadió que "Irán, con su capacidad
nacional y como actual presidente del Movimiento de Países No Alineados (que
incluye los Gobiernos de la gran mayoría de la población mundial), está
dispuesto a trabajar con la comunidad internacional para alcanzar estos
objetivos, aun siendo plenamente consciente de que por el camino probablemente
se encontrará muchos obstáculos planteados por los escépticos de la paz y de la
diplomacia". Añade que Irán ha firmado un "acuerdo nuclear
histórico", y que ahora es el turno de Israel, "la resistencia".
Israel es una de las tres potencias nucleares, junto con la India y Pakistán, cuyos programas de
armas han sido instigados por los Estados Unidos y que se niegan a firmar el
Tratado de No Proliferación (TNP).
Israel es una de las tres potencias nucleares, junto con la India y Pakistán, cuyos programas de armas
han sido instigados por los Estados Unidos y que se niegan a firmar el Tratado
de No Proliferación (TNP).
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Zarif estaba refiriéndose a la conferencia de revisión del Tratado de No
Proliferación que tiene lugar cada cinco años, que resultó un fracaso en abril,
cuando los EE.UU. (junto con Canadá y Reino Unido) una vez más bloquearon los
esfuerzos para avanzar hacia una zona libre de armas de destrucción masiva en
Oriente Medio. Esos esfuerzos han sido dirigidos por Egipto y otros países
árabes durante veinte años. Como Jayantha Dhanapala y Sergio Duarte, figuras
destacadas en la promoción de estos esfuerzos opinaron en
¿Tiene futuro el TNP?, un artículo en la revista de la Asociación de
Control de Armas: "La exitosa adopción en 1995 de la resolución sobre el
establecimiento de una zona libre de armas de destrucción masiva (ADM) en
Oriente Medio fue el elemento principal de un paquete que permitió la prórroga
indefinida del TNP". El TNP, a su vez, es el tratado más importante de
control de armas. Si se cumple, podría acabar con la lacra de las armas nucleares.
En repetidas ocasiones, la aplicación de la resolución ha sido bloqueada por los EEUU, las más
recientes en 2010 por el presidente Obama, y nuevamente en 2015, como Dhanapala
y Duarte señalan, "en nombre de un Estado que no forma parte del TNP y que
se cree que es único de la región que posee armas nucleares", en una
referencia educada y discreta a Israel. Esperan que este fracaso "no sea
el golpe de gracia" de los dos objetivos que el TNP tiene desde hace
muchos años: acelerar el proceso de desarme nuclear y el establecimiento en
Oriente Medio de una zona libre de armas de destrucción masiva.
Un Oriente Medio libre de armas nucleares sería una forma directa de abordar cualquiera de las
amenazas que supuestamente plantea Irán. Pero hay mucho en juego en el continuo
sabotaje de estos acuerdos, y tiene que ver con el objetivo de de proteger al
cliente israelí. A fin de cuentas, este no es el único caso en el que las
oportunidades de acabar con la supuesta amenaza iraní han sido minadas por
Washington, planteando más preguntas sobre qué es exactamente lo que en realidad
está en juego.
Para tratar este asunto, es instructivo examinar tanto las suposiciones tácitas
de la situación como las preguntas que rara vez hacemos. Veamos algunas de
estas suposiciones, empezando por la más grave: que Irán es la mayor amenaza para
la paz mundial.
En los EEUU existe el cliché entre los altos funcionarios y los
comentaristas de que Irán es la mayor amenaza para la paz mundial. Pero también
hay un mundo fuera de los Estados Unidos, y aunque sus puntos de vista no
llegan a ser hegemónicos, puede que tengan cierto interés: según las agencias
de sondeo occidentales (WIN/Gallup International), el premio de la mayor
amenaza se lo llevan los
Estados Unidos. El resto del mundo considera a los Estados Unidos la amenaza
más grave para la paz mundial, con un amplio margen. En segundo lugar, muy por
debajo, está Pakistán, y su clasificación probablemente esté inflada por los
votos de la India. Irán ocupa el tercer lugar, detrás de estos dos, junto con
China, Israel, Corea del Norte y Afganistán.
Según las agencias de sondeo occidentales (WIN/Gallup International), el premio de la mayor
amenaza a la paz mundial se lo llevan los Estados Unidos.
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"El principal apoyo mundial del terrorismo "
Esta situación nos lleva a la siguiente pregunta obvia: ¿cuál es realmente
la amenaza iraní? ¿Por qué, por ejemplo, Israel y Arabia Saudí tiemblan de
miedo por este país? Cualquiera que sea la amenaza, difícilmente puede ser
militar. Hace años, el servicio de inteligencia de los EEUU informó al Congreso
de que Irán tenía gastos militares muy bajos para los estándares de la región y
que sus doctrinas estratégicas son defensivas, es decir, están diseñadas para disuadir
de las agresiones. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos también han
comunicado que no tienen pruebas de que Irán realmente esté llevando a cabo un programa de
armas nucleares y que "el programa nuclear de Irán y su disposición de
mantener abierta la posibilidad de desarrollar armas nucleares son una parte
central de su estrategia de disuasión".
Según el análisis del SIPRI sobre
los armamentos mundiales, los Estados Unidos lideran,
como de costumbre, y por mucho, el ranking de gastos militares. China ocupa el
segundo lugar, con un tercio de los gastos de Estados Unidos. Muy por debajo se
encuentran Rusia y Arabia Saudí, que no obstante están muy por encima de
cualquier país occidental europeo. Irán apenas es mencionado en dicha clasificación. Todos los
detalles del estudio fueron revelados en el informe de abril del
Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), que "considera
concluyente que todos los países del Golfo Arábigo tienen una abrumadora
ventaja sobre Irán, tanto en el gasto militar como en el acceso a armas modernas".
El gasto militar de Irán, por ejemplo, es una pequeña parte del de Arabia
Saudí, e incluso mucho menor que el gasto de los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
En total, los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Baréin, Kuwait,
Omán, Arabia Saudí, y los Emiratos Árabes Unidos) superan el gasto de
Irán en armas en ocho veces, un desequilibrio que se remonta décadas atrás. El
informe del CSIS añade que "los países del Golfo Arábigo han adquirido y
siguen adquiriendo algunas de las armas más avanzadas y eficaces del mundo,
mientras que Irán se ha visto obligado a vivir en el pasado, contando a menudo con
sistemas originalmente distribuidos en los tiempos de sha". En otras
palabras, están prácticamente obsoletos. Si lo comparamos con Israel, el
desequilibrio es incluso mayor, pues estos poseen el armamento más avanzado de
los EEUU y una base militar virtual en alta mar para la superpotencia mundial,
también tiene un gran stock de armas nucleares.
Para estar seguros, Israel se enfrenta a la amenaza existencial de las declaraciones iraníes: el líder
supremo Alí Jamenei y el ex presidente Mahmud Ahmadineyad, como todo el mundo
sabe, amenazaron con destruir Israel. Pero lo cierto es que no ha pasado nada. Ahmadineyad
también predijo, por ejemplo, que "bajo la gracia de Dios [el régimen
sionista] será borrado del mapa", que en el fondo no significa sino que él
esperaba que algún día el régimen cambiara. Pero todo eso se queda corto corto
si lo comparamos con los llamamientos directos, tanto de Washington como de Tel
Aviv, al cambio de régimen en Irán, por no hablar de las medidas adoptadas para
procurar dicho cambio. Estas, por supuesto, se remontan al cambio
de régimen real que tuvo lugar en 1953, cuando los EEUU y el Reino Unido organizaron un golpe
militar para derrocar el Gobierno parlamentario de Irán e instaurar la
dictadura del sha, quién procedió a acumular uno de los peores historiales de
derechos humanos del planeta.
Estos crímenes seguramente resulten conocidos para los lectores de los
informes de Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos,
pero no a los lectores de la prensa estadounidense, que ha dedicado mucho
espacio a las violaciones iraníes de derechos humanos, pero solo a partir de
1979 cuando el régimen del sha fue derrocado. (Para comprobar los datos sobre
esto, lean The U.S. Press and Iran, un
estudio minuciosamente documentado por Mansour Farhang y William Dorman).
Nada de esto se aparta mucho de la norma. Como bien es sabido, los Estados Unidos tienen el título de
campeón del mundo a la hora de promover cambios de régimen, e Israel tampoco se
queda atrás. La más destructiva de sus invasiones, la de Líbano en 1982, tenía
como principal objetivo el cambio de régimen en aquel país, así como asegurarse
el control sobre los territorios ocupados. Los pretextos esgrimidos eran poco
consistentes y, de hecho, se derrumbaron todos a la vez. Pero eso no es algo
inusual ni lejano de la naturaleza de las sociedades, y se ha visto en lugares
y momentos bien diferentes, desde la Declaración de la Independencia, que
hablaba sobre "los despiadados indios salvajes" hasta la defensa que
hacía Hitler de la necesidad que tenía Alemania de defenderse del "terror
salvaje" de los polacos.
Ningún analista serio cree que Irán pueda alguna vez utilizar, o incluso
amenazar con utilizar, un arma nuclear en caso de que la tuviera, y así
enfrentarse a la destrucción instantánea. Sin embargo, sí que existe una
preocupación real de que un arma nuclear pueda caer en manos de los yihadistas,
y no gracias a Irán, sino a través de Pakistán, país aliado de los Estados
Unidos. En la revista del Instituto Real de Asuntos Internacionales, dos
destacados científicos nucleares paquistaníes, Pervez Hoodbhoy y Zia Mian, escribieron que
el aumento del temor a que "los militantes incauten armas o materiales
nucleares y desaten el terrorismo nuclear [ha originado]...la creación de una
fuerza que cuenta con más de 20.000 soldados para proteger las instalaciones
nucleares. No obstante, no existen razones para suponer que esta fuerza sea
inmune a los problemas asociados con las unidades que custodiaban las
instalaciones militares regulares", las cuales han sufrido con frecuencia
ataques con la "ayuda de un infiltrado". En resumen, el problema es
real, y solo ha sido desplazado a Irán gracias a las fantasías inventadas por otros motivos.
Ningún analista serio cree que Irán pueda alguna vez utilizar, o incluso amenazar con utilizar, un
arma nuclear en caso de que la tuviera, y así enfrentarse a la destrucción
instantánea. |
Otra de las preocupaciones sobre la amenaza iraní es su papel como
"principal apoyo mundial del terrorismo", que principalmente se
refiere a su apoyo a Hezbolá y a Hamás. Estos dos movimientos surgieron de la
resistencia a la violencia y a la agresión israelí respaldada por Estados
Unidos, que supera infinitamente cualquier cosa atribuida a estos villanos, por
no hablar de la práctica habitual de la potencia hegemónica, cuya campaña mundial de asesinatos mediante drones
es el mejor ejemplo (y ayuda a fomentar) el terrorismo internacional.
Esos dos villanos, clientes de Irán también, comparten el delito de ganar el voto popular en las
únicas elecciones libres del mundo árabe. Hezbolá es culpable de un delito aún
más atroz: obligar a Israel a retirar su ocupación del sur de Líbano, que se
llevó a cabo en violación de las órdenes del Consejo de Seguridad de la ONU que
datan de décadas atrás y que implicaba un régimen ilegal de terror y a veces de
extrema violencia. Da igual lo que pienses de Hezbolá, Hamás u otros
beneficiarios del apoyo iraní, Irán apenas ocupa un lugar destacado en el apoyo
al terrorismo mundial.
Impulsando la inestabilidad
Otra preocupación, expresada en
la ONU por la embajadora de Estados Unidos Samantha Power es la
"inestabilidad que Irán alimenta más allá de su programa nuclear".
Declaró que los EE.UU. seguirán examinando este mal comportamiento. De esta
manera, se hacía eco de la declaración que el secretario de Defensa Ashton
Carter hizo cuando
estuvo en la frontera norte de Israel, en la cual afirmaba que "los EEUU
van a seguir ayudando a Israel a contrarrestar la influencia maligna que Irán
ejerce" al apoyar a Hezbolá, y que se reservan el derecho a utilizar la
fuerza militar contra Irán cuando lo consideren apropiado.
La forma en la que Irán "impulsa la inestabilidad" puede ser considerada especialmente dramática en Irak
donde, entre otros delitos, Irán acudió en auxilio de los kurdos que se
defendían de la invasión de los militantes del Estado Islámico, o construyó una
planta eléctrica de 2.500 millones
de dólares en la ciudad portuaria sureña de Basora para intentar que sus habitantes tuvieran el
mismo nivel de energía eléctrica que antes de la invasión, en 2003. Sin
embargo, lo que no comenta la embajadora Power es que gracias a aquella
invasión, cientos de miles de personas murieron y se generaron millones de refugiados,
se cometieron actos de tortura bárbaros (los iraquíes compararon la destrucción
con la invasión de Mongolia del siglo XIII) abandonando Irak, el país más
infeliz del mundo según las encuestas de WIN/Gallup. Mientras tanto, el
conflicto sectario se encendió, dividiendo la región en pedazos y sentando las
bases para la creación de la monstruosidad que es el EI. Y a todo esto le
llaman "estabilización".
Pero a pesar de todo, son solo las acciones vergonzosas de Irán las
"impulsan la inestabilidad". Este discurso en ocasiones llega a
alcanzar niveles casi surrealistas, como cuando el comentarista liberal James
Chance, ex editor de Foreign Affairs,explicó que
los Estados Unidos trataban de "desestabilizar a un Gobierno marxista
libremente elegido en Chile porque estaban decididos a buscar la
estabilidad" bajo la dictadura de Pinochet.
Otros están indignados porque creen que Washington ni siquiera debería negociar
con un régimen tan "despreciable" como Irán, con su horrible
historial de derechos humanos, y en su lugar nos instan a perseguir "una
alianza entre Israel y los Estados sunitas patrocinada por Estados
Unidos". Eso escribe Leon
Wieseltier, editor colaborador de la venerable revista liberal The
Atlantic, que a duras penas puede ocultar su odio visceral hacia
todas las cosas iraníes. Con semblante serio, este respetado intelectual
liberal recomienda que Arabia Saudí, la cual hace que Irán parezca un paraíso,
e Israel, con sus atroces delitos en Gaza y en otros lugares, deberían aliarse
para enseñar a ese país lo que es el buen comportamiento. Quizá la recomendación
no sea del todo descabellada si tenemos en cuenta el historial de derechos
humanos de los regímenes que Estados Unidos ha impuesto y apoyado en todo el mundo.
Si bien el Gobierno iraní es sin duda una amenaza para su propio pueblo, lamentablemente no hay
registros en este aspecto, al menos no descendiendo al nivel de los aliados
preferidos de E.UU. Eso, no obstante, parece no preocupar a Washington, ni por
supuesto, a Tel Aviv o Riad.
También podría ser útil recordar, seguro que los iraníes lo hacen, que desde 1953 no
pasa un día sin que los EEUU hagan daño a los iraníes. Después de todo, en
cuanto ellos derrocaron al odiado régimen de sha, impuesto por los Estados
Unidos, en 1979 Washington declaró su apoyo al líder iraquí Saddam Hussein, que
en 1980 lanzó un mortífero ataque en su país. El presidente Reagan fue tan
lejos en ese apoyo que llegó a negar el principal delito de Saddam, su ataque
de guerra química a la población kurda de Irak, de la que en su lugar culpó a
Irán. Cuando Saddam fue juzgado por crímenes bajo los auspicios de Estados
Unidos, ese crimen, y otros en los que los EEUU también eran cómplices, fue
excluido de los cargos, que fueron restringidos a uno de sus delitos menores,
el asesinato de 148 chiitas en 1982, que en realidad era una nota de pie de
página de su macabro historial.
Saddam era un amigo de Washington tan valioso que incluso le concedieron un privilegio
que antes solo había sido concedido a Israel. En 1987 se le permitió a sus
fuerzas atacar con total impunidad a un buque de la marina estadounidense, el
USS Stark, matando a 37 tripulantes. (Israel había actuado de manera similar en
su ataque de 1967 sobre el USS Liberty). Irán prácticamente reconoció su
derrota poco después, cuando los EEUU lanzaron la Operación
Mantis Religiosa contra los buques iraníes y las plataformas petroleras en aguas territoriales iraníes.
Esa operación culminó cuando el USS Vincennes, sin ninguna amenaza creíble,
derribó un avión civil en el espacio aéreo iraní, que provocó la muerte de 290
personas, y la posterior concesión de la distinción
Legión del Mérito al comandante del Vincennes por su "conducta excepcionalmente
meritoria" y por mantener un "ambiente tranquilo y profesional"
durante el periodo en el que el ataque contra el avión tuvo lugar. En
referencia a este acontecimiento, el filósofo Thill Raghu, afirma
que "¡solo podemos maravillarnos de semejante muestra de excepcionalismo americano!".
Saddam era un amigo de Washington tan valioso que incluso le concedieron un privilegio que antes solo
había sido concedido a Israel. En 1987 se le permitió a sus fuerzas atacar con
total impunidad a un buque de la marina estadounidense, el USS Stark, matando a
37 tripulantes. |
Después de que la guerra terminara, los EEUU continuaron apoyando a Saddam Hussein, el principal
enemigo de Irán. El presidente George H. W. Bush incluso invitó a ingenieros
nucleares iraquíes a los EEUU para recibir una formación avanzada en la
producción de armas, una amenaza extremadamente grave para Irán. Las sanciones
contra ese país se intensificaron, incluso contra las empresas extranjeras que
tenían relaciones comerciales con ellos, y se iniciaron acciones para bloquear
sus actividades en el sistema financiero internacional.
En los últimos años, la hostilidad se ha extendido hasta el sabotaje, el
asesinato de científicos nucleares (presumiblemente por Israel), y la
ciberguerra
proclamada abiertamente con orgullo. El Pentágono considera la ciberguerra un acto de
guerra, lo que justifica una respuesta militar, al igual que la OTAN, que en
septiembre de 2014 afirmó que los ataques cibernéticos pueden desencadenar las
obligaciones de defensa colectiva de las potencias de la OTAN, cuando somos el
blanco y no los autores.
"El principal estado paria"
Es justo añadir que ha habido interrupciones de este patrón. El presidente
George W. Bush, por ejemplo, ofreció varios regalos significativos a Irán,
destruyendo a sus principales enemigos, Saddam Hussein y los talibanes. Él
incluso puso a los enemigos iraquíes de Irán bajo su influencia después de la
derrota de Estados Unidos, que fue tan grave que Washington tuvo que abandonar
sus objetivos declarados oficialmente de establecer bases militares permanentes
(" campos permanentes") y asegurar
que las empresas estadounidenses tuvieran acceso privilegiado a los inmensos
recursos de petróleo de Irak.
¿Tienen los líderes iraníes la intención de desarrollar armas nucleares hoy en día? Podemos decidir por nosotros mismos
cómo de creíbles son sus negaciones, pero no cabe duda de que tenían tales
intenciones en el pasado. A fin de cuentas, la máxima autoridad afirmó
públicamente y comunicó a los periodistas extranjeros que Irán desarrollaría
armas nucleares "definitivamente, y antes de lo que se pensaba". El
padre del programa de energía nuclear de Irán y ex director de la Organización
de Energía Atómica de Irán estaba seguro de que el plan de la directiva era
"construir una bomba nuclear". La CIA también informó de que no tenía
"ninguna duda" de que Irán desarrollaría armas nucleares si sus
países vecinos lo hacían (como lo han hecho).
Todo esto, por supuesto, durante el Gobierno del sha, la "máxima autoridad" que
acabamos de citar y en una época en la que los altos funcionarios
estadounidenses (Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Henry Kissinger, entre otros)
le instaban a seguir con sus programas nucleares y presionaban a las
universidades para que se adaptaran a estos esfuerzos. Bajo tales presiones, mi
propia universidad, el MIT, llegó a un acuerdo con el sha para admitir
estudiantes iraníes en el programa de ingeniería nuclear a cambio de las becas
que él ofrecía, con fuertes objeciones de los estudiantes pero con un
comparable apoyo docente (en una reunión que sin ninguna duda recordaran bien
los profesores más antiguos).
Cuando más tarde le preguntaron a Kissinger por qué apoyaba esos programas del sha pero se opuso a
ellos más recientemente, él respondió honestamente que entonces Irán era un
aliado.
Dejando de lado los absurdos, ¿cuál es la verdadera amenaza de Irán que inspira
tanto miedo y furia? Un lugar natural al que acudir en busca de una respuesta
es el servicio de inteligencia estadounidense. Recordemos su análisis que dice
que Irán no representa ninguna amenaza militar, que sus doctrinas estratégicas
son defensivas, y que sus programas nucleares (por lo que se puede determinar,
no tienen como objeto de desarrollar bombas) son "una parte central de su
estrategia de disuasión".
¿Quién, entonces, estaría preocupado por una disuasión iraní? La respuesta es simple: los Estados
parias que arrasan en la región y no quieren tolerar ningún impedimento para su
adicción de la agresión y la violencia. En este sentido, los Estados Unidos
están a la cabeza, con Israel y Arabia Saudí haciendo todo lo posible para
unirse al club con su invasión a Baréin (para apoyar la destrucción del
movimiento de reforma que está cobrando importancia allí) y ahora su ataque
homicida en Yemen, acelerando una creciente catástrofe humanitaria en ese país.
¿Quién, entonces, estaría preocupado por una disuasión iraní? La respuesta es simple: los Estados parias
que arrasan en la región y no quieren tolerar ningún impedimento para su
adicción de la agresión y la violencia. |
Para los Estados Unidos, la caracterización es familiar. Hace quince años,
el destacado analista político Samuel Huntington, profesor de Ciencias de
Gobierno en Harvard, advirtió en la revista Foreign Affairs que
para la mayor parte del mundo los Estados Unidos se "estaban convirtiendo
en la superpotencia paria...la mayor amenaza externa para sus sociedades".
Poco después, sus palabras fueron repetidas por
Robert Jervis, presidente de la Asociación Americana de Ciencias Políticas:
"A los ojos de gran parte del mundo, el principal Estado paria es Estados Unidos".
Como ya hemos visto, la opinión mundial apoya esta visión por un margen considerable.
Por otra parte, los estadounidenses están orgullosos de su actuación. Eso es lo que muestra la
insistencia de la clase política de los EEUU, que se reserva el derecho a
recurrir a la fuerza si determina unilateralmente que Irán está violando algún
compromiso. Esta política es de hace ya un tiempo, especialmente para los
demócratas liberales, y no se limita a Irán. La doctrina Clinton, por ejemplo,
confirmó que los Estados Unidos tenían derecho a recurrir al "uso
unilateral del poder militar" incluso para garantizar "el acceso sin
restricciones a los mercados clave, fuentes de energía, y recursos
estratégicos", por no hablar de la supuesta "seguridad" o por
"cuestiones humanitarias". La adhesión a diversas versiones de esta
doctrina ha sido confirmada en la práctica, como demuestra la realidad.
Estos son algunos de los asuntos críticos que deberían ser el foco de atención en el análisis del
acuerdo nuclear de Viena, tanto si sigue vigente o si es saboteado por el
Congreso, como puede que ocurra.
Noam Chomsky es profesor emérito en el Departamento de Lingüística y Filosofía del
Instituto Tecnológico de Massachusetts. Un habitual de TomDispatch,
entre sus últimos libros están Hegemony or Survival, Failed States, Power
Systems, Hopes and Prospects, y Masters of Mankind. Haymarket Books
recientemente ha reeditado doce de sus libros clásicos en
nuevas ediciones. Su página web es www.chomsky.info.
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Africa de Nick Turse, y el último libro de Tom Engelhardt, Shadow Government: Surveillance, Secret Wars, and a
Global Security State in a Single-Superpower World.
Este artículo fue publicado originalmente
en The World Post, y ha sido traducido del inglés por María Ulzurrun.
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