Cadena humana en Washington contra 10 años de
cárcel de Guantánamo
AFP 11 de enero de 2012
WASHINGTON — Centenares de manifestantes formaron este miércoles una cadena
humana en Washington, desde la Casa Blanca a la Corte Suprema, para protestar
contra los diez años de existencia de la prisión de Guantánamo, pese a las
promesas de cierre del presidente Barack Obama.
"Diez años de más, diez años es suficiente", gritaban bajo la lluvia helada
los manifestantes, decenas de los cuales estaban vestidos con los famosos
uniformes naranjas similares a los de la prisión y cargados de bolsas negras,
símbolos del centro de detención estadounidense, aunque también había quien se
había rodeado la cabeza con la corona de la Estatua de la Libertad.
"Estamos aquí con nuestro enfado, nuestra energía e, incluso, con nuestra
esperanza para pedirle a Obama y a la Corte Suprema que cierre Guantánamo", dijo
Frida Berrigan, de la asociación Testigos contra la Tortura, una de las
agrupaciones organizadoras de la manifestación.
Delante de la Casa Blanca, manifestantes vestidos de militares representaban
las vejaciones a las que han sido sometidos presos de la "guerra contra el
terror". Además, algunos manifestantes llevaban pegadas a la espalda las
fotografías de los detenidos que murieron en Guantánamo.
Ocho detenidos fallecieron y seis pasaron a manos de la justicia del total de
detenidos que pasaron o están en Guantánamo.
Otras concentraciones han tenido lugar también en Europa y Canadá.
"Ha habido más muertes en Guantánamo que detenidos juzgados", subrayó Vincent
Warren, director del Centro de Derechos Constitucionales, otra de las entidades
organizadoras de la manifestación.
"Hoy es un día triste", declaró John Hutson, ex juez militar que "apoyó
firmemente al presidente" Obama cuando firmó el decreto sobre cierre de la
prisión en 2009.
"Tres años más tarde, en el décimo aniversario de su apertura, Guantánamo
sigue siendo una mancha en nuestros esfuerzos para acabar con el terrorismo y
por promover el derecho", añadió este contra-almirante de la Marina jubilado
durante una conferencia de prensa.
El 11 de enero de 2002, una veintena de detenidos llegados de Afganistán
fueron encarcelados en las celdas a cielo abierto en la base naval
estadounidense que Washington alquila a Cuba en virtud de un tratado
cubano-estadounidense de 1903.
A día de hoy, 171 hombres permanecen todavía en esta suerte de jaulas de los
779 que fueron detenidos, la mayoría sin juicio. En total 89 de ellos han sido
considerados "liberables" por las autoridades militares, pero el retorno a sus
países de origen está prohibido por una ley votada en el Congreso.
Amnistía Internacional, que llamó igualmente a manifestarse contra
Guantánamo, publicó un informe sobre "una decena de violaciones de los derechos
humanos", entre los cuales señalaba que la prisión "no sólo es el símbolo del
abuso y de los malos tratos" a prisioneros por parte de Estados Unidos, sino que
también es "un atentado contra los principios internacionales de los derechos
humanos" que todavía continúe abierta al día de hoy.
"En sus primeros días, Guatánamo era una anomalía", pero diez años más tarde
"lo que era una excepción se convirtió en una norma", añadió Baher Azmy, que fue
el defensor de un ex prisionero de Guatánamo. "Actualmente muchos hombres como
él están todavía prisioneros allí a consecuencia del juego político del Congreso
y de la extrema timidez de la administración Obama", criticó Azmy.
La Casa Blanca afirmó este lunes que todavía permanece entre sus objetivos el
cerrar dentro del plazo la prisión, pese a los "obstáculos".
En Ottawa, una docena de manifestantes desafiaron al frío polar para reclamar
ante la embajada de Estados Unidos "el final de las detenciones ilegales", así
como el regreso del detenido canadiense en Guatánamo Omar Khadr.
En Madrid, una decena de militantes de Amnistía Internacional portaban
pancartas en las que se podía leer: "Guantánamo: 10 años de vergüenza".
En Estocolmo, la imagen de un detenido se proyectó contra una pared y cada
asistente podía borrar simbólicamente los barrotes de su celda.
En París, una réplica de la Estatua de la Libertad fue vestida brevemente de
naranja.
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