Por favor, dígamelo de nuevo… ¿De qué trata la
guerra en Afganistán?
William Blum Znet 8 de febrero de 2012
Traducido del inglés para Rebelión por Germán
Leyens
Cuando la guerra de EE.UU. en Iraq ha llegado supuestamente a una buena
conclusión (o medio decente… o mejor que nada… o vámonos lo antes posible
mientras todavía queden algunos de nosotros en una sola pieza y haya algunos
iraquíes a los que no hayamos matado), los mejores y los más brillantes en
nuestro gobierno y los medios vuelven sus pensamientos a qué hacer respecto a
Afganistán. Parece que nadie logra recordar, si alguna vez lo supo, que
Afganistán no tenía que ver realmente con el 11-S o con la lucha contra
terroristas (excepto los numerosos que EE.UU. ha creado mediante su invasión y
ocupación) sino con oleoductos.
El presidente Obama declaró en agosto de 2009: “Pero nunca debemos olvidar
que esta no es una guerra por elección. Es una guerra de necesidad. Los que
atacaron EE.UU. el 11-S están complotando para volver a hacerlo. Si no es
controlada, la insurgencia talibán será un refugio aún más grande desde el cual
al Qaida conspirará para matar más estadounidenses.” [1]
No importa que de los decenas de miles de personas que EE.UU. y su frente
de la OTAN han matado en Afganistán ni una sola haya sido identificada como
habiendo tenido algo que ver con los eventos del 11 de septiembre de
2001.
No importa que la “conspiración para atacar EE.UU.” en 2001 haya sido
preparada en Alemania y España y en EE.UU., más que en Afganistán. ¿Por qué no
ha bombardeado EE.UU. esos países?
Por cierto, ¿qué se necesitaba realmente para conspirar a fin de comprar
pasajes de avión y tomar lecciones de pilotaje en EE.UU.? ¿Una habitación con
algunas sillas? ¿Qué significa un refugio aún mayor? ¿Una habitación más grande
con más sillas? ¿Tal vez una pizarra? Los terroristas que quieran atacar EE.UU.
pueden reunirse en cualquier sitio, y Afganistán es probablemente uno de los
peores sitios para ellos, en vista de la ocupación estadounidense.
La única “necesidad” que atrajo a EE.UU. a Afganistán fue el deseo de
establecer una presencia militar en ese país que es vecino de la región del Mar
Caspio de Asia Central –que según las informaciones contiene las mayores
reservas probadas de petróleo y gas natural del mundo– y de construir óleo y
gasoductos desde esa región pasando por Afganistán.
Afganistán está bien situado para óleo y gasoductos a fin de servir gran
parte del sur de Asia, ductos que pueden evitar países que todavía no son
clientes de Washington, Irán y Rusia. Si los talibanes no atacan esos ductos.
Richard Boucher, Secretario Adjunto de Estado para Asuntos de Asia del Sur y
Central, dijo en 2007: “Uno de nuestros objetivos es estabilizar Afganistán, a
fin de que se pueda convertir en un conducto y un centro entre Asia del Sur y
Central para que la energía pueda fluir hacia el sur”.[2]
Desde los años ochenta se ha planificado todo tipo de ductos para el área,
solo para ser retardados o cancelados por uno u otro problema militar,
financiero o político. Por ejemplo, el así llamado gasoducto TAPI
(Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India) cuenta con fuerte apoyo en Washington,
ansioso de bloquear un gasoducto competidor que llevaría gas a Pakistán e India
desde Irán.
TAPI se remonta a fines de los años noventa, cuando el gobierno talibán
mantuvo conversaciones con la compañía petrolera basada en California Unocal
Corporation. Esas conversaciones fueron realizadas con pleno conocimiento del
gobierno de Clinton, y no fueron afectadas por la extrema represión de la
sociedad de los talibanes. Funcionarios talibanes incluso viajaron a EE.UU. para
tener discusiones.[3] Testificando ante el Subcomité de la Cámara
sobre Asia y el Pacífico el 12 de febrero de 1998, el representante de Unocal
mencionó la importancia del proyecto del gasoducto y las crecientes dificultades
en la negociación con los talibanes:
Las reservas totales de petróleo de la región pueden llegar a más de 60.000
millones de barriles de petróleo. Algunos cálculos ascienden a 200.000 millones
de barriles… Desde el principio hemos dejado en claro que la construcción del
oleoducto que hemos propuesto pasando por Afganistán no podría comenzar hasta
que haya un gobierno reconocido que tenga la confianza de gobiernos,
dirigentes, y de nuestra compañía.
Cuando esas conversaciones se atascaron en julio de 2001 el gobierno de
Bush amenazó a los talibanes con represalias militares si el gobierno no
satisfacía las demandas estadounidenses. Las conversaciones finalmente se
rompieron definitivamente el mes siguiente, un mes antes del 11-S.
EE.UU. se ha mostrado ciertamente serio respecto a las áreas de petróleo y
gas del Mar Caspio y del Golfo Pérsico. Mediante una guerra u otra comenzando
con la Guerra del Golfo de 1990-1, EE.UU. ha logrado establecer bases militares
en Arabia Saudita, Kuwait, Bahrein, Qatar, Omán, Afganistán, Pakistán,
Uzbekistán, Tayikistán, Kirguiztán, y Kazajstán.
La guerra contra los talibanes no puede ser “ganada” a menos que se mate a
todos en Afganistán. EE.UU. puede tratar de nuevo de negociar alguna forma de
seguridad del oleoducto con los talibanes, luego irse, y cantar “victoria”.
Seguramente Barack Obama puede pronunciar un elocuente discurso de victoria
desde su teleapuntador. Podría incluso incluir las palabras “libertad” y
“democracia”, pero ciertamente no “oleoducto”.
Notas
1. Discurso pronunciado por el presidente en la Convención de Veteranos de
Guerras en el Exterior, 17 de agosto de 2009.
2. Discurso en la Paul H. Nitze School for Advanced International Studies,
Washington, DC, 20 de diciembre de 2007
3. Vea, por ejemplo, el artículo del 17 de diciembre de 1997 en el
periódico británico The Telegraph, "Oil barons court Taliban in Texas".
William Blum es autor de Killing Hope: U.S. Military and CIA
Interventions Since World War II, Rogue State: a guide to the World’s
Only Super Power y West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir.
Para contactos: BBlum6@aol.com
Fuente: Killinhope.org
Fuente: http://www.zcommunications.org/the-grand-ayatollah-of-nuclear-menace-by-william-blum
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