El Muro de Berlín: Otro mito de la Guerra Fría
Antes de que se erigiera el muro en
1961, miles de alemanes orientales viajaban al Oeste diariamente para poder
trabajar y luego al atardecer regresaban al Este; muchos otros hacían viajes de
ida y vuelta para ir de compras o por otras razones. Así que claramente no
estaban siendo retenidos en el este en contra de su voluntad. ¿Por qué entonces
se construyó el muro?
William Blum
CounterPunch
7 de noviembre de 2014
Una respuesta al sabotaje económico
El 9 de noviembre se cumplirá el 25 aniversario del derribo del Muro de Berlín. La fanfarria
extravagante comenzó hace meses en Berlín. En los Estados Unidos podemos
esperar que todos los clichés de la Guerra Fría a cerca del Mundo Libre contra
la Tiranía Comunista sean sacados a relucir y el simple relato de cómo la pared
llegó a existir será repetido: En 1961, los comunistas de Berlín Oriental
construyeron un muro para impedir que sus ciudadanos oprimidos escaparan a
Berlín Occidental y a la libertad. ¿Por qué? Debido a que a los comunistas no
les gusta que la gente sea libre, para que se enteren de la “verdad”. ¿Qué otra
razón podría haber?
En primer lugar, antes de que se erigiera el muro en 1961, miles de alemanes orientales viajaban
al Oeste diariamente para poder trabajar y luego al atardecer regresaban al
Este; muchos otros hacían viajes de ida y vuelta para ir de compras o por otras
razones. Así que claramente no estaban siendo retenidos en el este en contra de
su voluntad. ¿Por qué entonces se construyó el muro? Hubo dos razones
principales:
1) Desde el occidente se estaba acosando al este con una vigorosa campaña de reclutamiento
de profesionales y trabajadores calificados de Alemania Oriental, que
habían sido educados a expensas del gobierno comunista. Esto llevó a una grave
crisis de mano de obra y de producción en el este. Como una muestra de ello, el
New York Times informó en 1963: “Berlín Occidental sufrió económicamente a
causa del muro por la pérdida de unos 60,000 obreros calificados que habían
conmutado todos los días de sus hogares en el este de Berlín a sus lugares de
trabajo en Berlín occidental”.
Cabe señalar que en 1999, USA Today informó: “Cuando el Muro de Berlín se derrumbó [1989], los
alemanes del este se imaginaron una vida de libertad, donde los bienes de
consumo serian abundantes y las dificultades desaparecerían. Diez años más
tarde, un notable 51% dice que eran más felices con el comunismo”. Encuestas
anteriores probablemente habrían mostrado incluso más del 51% que expresaban
ese sentimiento, porque en los diez años que habían transcurrido, muchos de los
que recordaban la vida en Alemania Oriental con un poco de aprecio habían
dejado de existir; aun si 10 años más tarde, en el 2009, el Washington
Post llegara a informar: “Los occidentales [en Berlín] dicen que están hartos
con la tendencia de sus contrapartes orientales a volverse nostálgicos sobre la
época comunista”.
Fue en el período post-unificación que un nuevo proverbio ruso y europeo oriental nació: “Todo lo
que los comunistas dijeron sobre el comunismo era mentira, pero todo lo que
dijeron sobre el capitalismo resultó ser verdad”.
Debe además señalarse, que la división de Alemania en dos Estados en 1949 -preparando el
escenario para 40 años de hostilidad de guerra fría- fue una decisión
estadounidense, no soviética.
2) Durante los años 1950, los estadounidenses partidarios de la guerra fría en Alemania
Occidental instituyeron una cruda campaña de sabotaje y subversión contra
Alemania del Este, diseñada para arruinar la maquinaria económica y
administrativa de ese país. La CIA y los otros servicios de inteligencia y
militares de Estados Unidos reclutaron, equiparon, entrenaron y financiaron a
individuos y grupos de activistas alemanes, de occidente y oriente, para llevar
a cabo acciones que iban desde la delincuencia juvenil al terrorismo; cualquier
cosa para hacer la vida más difícil para el pueblo de Alemania Oriental y
debilitar su apoyo al gobierno; cualquier cosa para hacer ver mal a los
comunistas.
Fue una empresa notable. Los Estados Unidos y sus agentes utilizaron explosivos, incendios,
cortocircuitos y otros métodos para dañar centrales eléctricas, astilleros,
canales, muelles, edificios públicos, gasolineras, transporte público, puentes,
etc.; descarrilaron trenes de carga, hiriendo gravemente a los trabajadores;
quemaron 12 vagones de un tren de carga y destruyeron las mangueras de presión
de aire de los demás; utilizaron ácidos para dañar maquinaria vital de las
fábricas; pusieron arena en la turbina de una fábrica, llevándola a un punto
muerto; prendieron fuego a una fábrica productora de baldosas; promovieron la
desaceleración del trabajo en las fábricas; mataron 7,000 vacas de una
cooperativa lechera a través del envenenamiento; le añadieron jabón a la leche
en polvo con destino a las escuelas de Alemania del Este; cuando fueron arrestados
estaban en posesión de una gran cantidad del veneno cantaridina con el que se
planeó producir cigarrillos envenenados para matar a líderes alemanes del este;
detonaron bombas fétidas para interrumpir reuniones políticas; intentaron
perturbar el Festival Mundial de la Juventud en Berlín Oriental mediante
el envío de invitaciones fraudulentas, falsas promesas de cama y comida gratis,
falsos avisos de cancelaciones, etc.; llevaron a cabo ataques sobre los
participantes con explosivos, bombas incendiarias, y con equipo para perforar
los neumáticos; forjaron y distribuyeron grandes cantidades de tarjetas de
racionamiento de alimentos para causar confusión, escasez y resentimiento;
enviaron notificaciones fiscales falsificadas y otras directrices y documentos gubernamentales
para fomentar la desorganización e ineficiencia en la industria y los
sindicatos ... todo esto y mucho más.
Los conservadores partidarios de la guerra fría del Centro Internacional Woodrow Wilson para
Académicos de Washington, DC, en una de sus documentos sobre el Proyecto
Internacional de la Historia de la Guerra Fría (#58, p.9), afirman: “La
frontera abierta en Berlín expuso a la RDA [República Democrática Alemana] al
espionaje masivo y la subversión y, como muestran los apéndices de los dos
documentos, su cierre le dio al estado comunista mayor seguridad”.
A lo largo de los 1950, los alemanes del este y la Unión Soviética repetidamente interpusieron
quejas ante los antiguos aliados soviéticos en Occidente y en las Naciones
Unidas sobre las actividades específicas de sabotaje y espionaje y pidieron el
cierre de las oficinas en Alemania Occidental que afirmaban eran responsables,
y de quienes proporcionaron los nombres y direcciones. Sus quejas cayeron en
saco roto. Inevitablemente, los alemanes orientales comenzaron a endurecer la
entrada al país desde el oeste, lo que llevaría finalmente al
levantamiento del infame muro. Sin embargo, incluso después de que el muro fue
construido siguió existiendo una habitual, aunque de forma limitada, emigración
legal del este al oeste. En 1984, por ejemplo, Alemania del Este permitió la
salida de 40,000 personas. En 1985, los periódicos de Alemania Oriental
afirmaron que más de 20,000 antiguos ciudadanos que se habían asentado en
Occidente querían regresar a casa después de desilusionarse con el sistema
capitalista. El gobierno de Alemania Occidental, dijo que 14,300 alemanes
orientales habían regresado durante los 10 años anteriores.
No olvidemos también que mientras Alemania Oriental se desnazificó por completo, en Alemania
Occidental durante más de una década después de la guerra, los más altos cargos
del gobierno en el poder ejecutivo, legislativo y las ramas judiciales
contenían numerosos ex y “ex” nazis.
Por último, hay que recordar, que Europa del Este se convirtió en comunista debido a que
Hitler, con la aprobación de occidente, la utilizó como una autopista para
llegar a la Unión Soviética y acabar con el bolchevismo para siempre, y que los
rusos en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda perdieron unos 40 millones
de personas porque occidente había usado esta autopista para invadir Rusia. No
debería sorprender que después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética
estuviera decidida a cerrarla.
William Blum es el autor de Killing Hope: U.S.
Military and CIA Interventions Since World War II, Rogue State: a guide to the
World’s Only Super Power. Su libro más reciente es: America’s Deadliest Export:
Democracy.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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