Los diez años de un Guantánamo que reclama
nuestra acción y nuestra indignación
05 de diciembre de 2011 Frida Berrigan
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 4 de enero de
2012
En un mundo lleno de injusticias, que van desde mujeres maltratadas a focas
aporreadas, desde niños abandonados a las armas nucleares para eliminar las
cimas de las montañas, desde la tortura en Guantánamo, en Bagram, en las
prisiones de Chicago, a la tortura de la pena de muerte, desde el hambre en
Somalia a la deforestación, a las familias destrozadas por las leyes
inmigratorias de Arizona, ¿cómo elegimos por qué luchar?
La mayoría de la gente elige lo que le afecta personalmente, eligen lo que
creen que pueden cambiar, lo que destroza sus corazones. Alguna gente elige lo
que les parece más estratégico: si esta pequeña cosa cambia aquí, podría cambiar
todas estas otras cosas en la dirección correcta.
Algunas personas van de un tema a otro y después a otro, necesitando estar en
todas partes y en medio de todas las cosas. Una mezcla de la primera y la
segunda postura parece ser lo correcto, ¿cierto?
He empezado con todo esto porque he estado pensando sobre Guantánamo. El
conocido y a veces olvidado gulag está de nuevo en las noticias esta semana
porque el Senado votó el martes retener una provisión dentro de la Ley
de Autorización de Defensa Nacional (National Defense Authorization Act) que
permitiría a los militares detener a sospechosos de terrorismo en suelo
estadounidense y retenerlos indefinidamente sin juicio. Además, la medida, que
fue aprobada en un espectáculo
bipartidista de alarmismo y brutalidad, cerraría la puerta a los juicios
civiles para sospechosos de terrorismo y restringiría el recolocamiento de docenas
de hombres en Guantanamo que han sido deberían ser liberados.
“El Congreso está esencialmente autorizando la prisión indefinida, sin
cargos, para los ciudadanos estadounidenses. No somos una nación que encierre a
sus ciudadanos sin cargos”, dijo la senadora Dianne Feinstein (D-CA) cuando sus
compañeros demócratas rechazaron la enmienda
de Mark Udall’s (D-CO) que habría terminado con esta medida.
¿No sería bonito si las palabras de Feinstein fueran verdad? Pero no tenemos
que mirar tan lejos como Guantánamo o Bagram para encontrarnos a gente que está
siendo encerrada sin cargos. De hecho, una de las tácticas de la respuesta
policial a las ocupaciones en todo el país ha sido arrestar
a gente y después liberarla
sin cargos, encerrando a
gente simplemente para quitarlos de en medio.
Volvamos a Guantánamo. He estado trabajando duro en este tema durante 6 años.
Alrededor de estas fechas, en 2005, me estaba preparando para volar
a Cuba con 24 amigos. Planeábamos caminar hasta
Guantánamo, justo a la base naval estadounidense y visitar a los
prisioneros, pasar algún tiempo con los guardias, y sacar cartas de los
prisioneros para enviarselas a sus familias. Llegamos hasta la zona militar
cubana que rodea la base y allí ayunamos, rezamos e hicimos 24 horas de vigilia
durante 5 días. Tuvimos una conferencia de prensa y periodistas internacionales
de muchos ámbitos con base en La Habana vinieron para hablar con nosotros.
Avisamos constantemente al Comando Sur estadounidense y a la base, alertándolos
de nuestra presencia y pidiéndoles permiso para entrar en la base. Esperábamos
que, de alguna manera, entre nuestras persistentes oraciones y nuestro constante
contacto con las autoridades, los prisioneros supieran que estábamos allí y qué
era lo que hacíamos. Y lo consiguieron. No sabemos cómo, pero aproximadamente un
mes después, a través del abogado de un grupo de detenidos, recibimos un mensaje
de gratitud y esperanza.
Mucho ha cambiado en estos 6 años. En aquel entonces, había más de 700
hombres en Guantánamo. George W. Bush estaba en la Casa Blanca. La mayoría de
los estadounidenses no sabían demasiado sobre el tema.
Hoy hay 171 hombres que permanecen en Guantánamo, más de 60 declarados aptos
para ser liberados pero que permanecen en prisión a causa de la cobardía de la
Casa Blanca, del regateo político y de la intransigencia del Congreso. El
presidente Barack Obama, que hizo campaña con la promesa de cerrar Guantánamo,
ha reemplazado a Bush en el Despacho Oval pero no ha cerrado su
terrible creación ilegal. Hay docenas de documentales premiados, innumerables
libros de gran importancia y muy informativos y miles de columnas con noticias
sobre la prisión, e incluso Harold y Kumar entraron (y salieron) de
Guantánamo.
Pero muchas cosas no han cambiado. No para Shaker Aamer y otros 170 presos
que están todavía en Guantánamo. Pero todavía estamos con ellos. Todavía
intentándolo. ¿Por qué? Quizá porque hemos cambiado. Porque los tiempos demandan
nuestra acción y nuestro esfuerzo. ¿Por qué me sigue importando? ¿Por qué sigo
apasionada con este tema 6 años después? Porque en el nombre de la justicia para
las personas en Guantánamo he sido obligada a hacer cosas que hubiera pensado
ridículas y terroríficas. Caminar lejos y dormir en el suelo, quedarme sin comer
durante varios días seguidos, exponerme a una gran multa y a un tiempo en la
cárcel por volar a Cuba, hablar con miles de personas, ser arrestada en la Corte
Federal, la Corte Suprema, el Capitolio, la Casa Blanca, quedarme levantada
hasta tarde y levantarme temprano, caminar en un incómodo mono naranja en la
nieve de enro y la humedad de julio. Porque he encontrado una fascinante
comunidad de personas para trabajar, luchar, llorar y reír. Porque nadie es
libre cuando otros son oprimidos, y porque cerrar los ojos y los oídos y los
corazones no es una opción.
Justo después de Año Nuevo, Witness
Against Torture (Testigos Contra la Tortura) van de nuevo a Washington.
Estaré allí. Comenzamos nuestro ayuno “Hambre para la Justicia” el 2 de enero e
iremos a la Corte Superior de Moultrie al día siguiente para apoyar a los 14
amigos que fueron arrestados al interrumpir en julio la Cámara de los
Representantes con el grito “cierren Guantánamo”. Ayunaremos hasta el 11 de
enero, que marca los 10 largos años de detención, tortura e ilegalidad para
muchos. Estaremos allí con Amnistía y Pax Christi y otros muchos grupos en una
cadena humana que se extenderá desde la Casa Blanca al Capitolio. Esperamos que
haya 2.771 personas ese día, una por cada persona detenida en Guantánamo y Bagram. El Centro para los
Derechos Constitucionales dará una conferencia de prensa y la Campaña Nacional Religiosa Contra la Tortura
será el anfitrión de una celebración interreligiosa. Habrá actividades por
toda la ciudad para llamar la atención sobre este aniversario vergonzoso. Y
terminaremos el ayuno el 12 de enero.
Para ser honestos, preferiría no ir. Tendré frío, y estaré incómoda y
hambrienta. Echaré de menos a mi marido y a mi hija pequeña. Pero hay personas
en Guantánamo que pintan
dibujos increibles de una vida que dificilmente pueden imaginar. Hay
personas que escriben
poesía y que rezan a Dios por justicia, por la liberación y para que
personas como yo no les olviden. Así que no lo haré. Esta es mi pasión en este
momento. No olvidar, no estar a gusto con el sufrimiento de otros.
Este trabajo está bajo una licencia Creative Commons.
Frida Berrigan es
una Senior Program Associate en la New America Foundation's Arms and Security
Initiative (ASI). Es columnista para el Foreign Policy in Focus y
contribuye como editora en In These Times. Weapons at War 2008: Beyond the Bush Legacy,
cuyos autores son Berrigan y William D. Hartung, es un examen de las ventas de
armas de EE.UU. y la ayuda militar a los países en desarrollo, zonas de
conflicto y naciones donde los derechos humanos no están
salvaguardados.
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