Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
Afganistán: Tres décadas de éxodo en masa
1° de junio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
23 de mayo de 2016. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Lo
que se convirtió en la “crisis de los refugiados” en 2015 —cuando comenzó a
impactar a Europa— no va a acabar pronto. Cómo manejar sus diferentes aspectos,
principalmente cómo impedir la entrada de los refugiados a Europa, sigue siendo
una cuestión central en la agenda cada vez que se reúnen los representantes de
las potencias imperialistas. ¿Quiénes son estos refugiados, y por qué están tan
desesperados por entrar a Europa?
Afganistán es un ejemplo de cómo las intervenciones y ocupaciones imperialistas
han destruido la vida de millones de personas. Este país tuvo el mayor número
de refugiados del mundo durante 32 años consecutivos hasta el año pasado,
cuando otra guerra reaccionaria impulsada por los imperialistas y otras
potencias reaccionarias, cada una en pos de sus intereses particulares, generó
más refugiados, esta vez de Siria. De hecho, hoy los refugiados de Afganistán
constituyen una cuarta parte de todos los refugiados del mundo. Según cifras de
la ONU, 95% de ellos vive en Irán y Pakistán. Arriba, una familia de refugiados
afgana que huyó de la guerra en su tierra natal recoge sus pertenencias en
Peshawar, Pakistán mientras que las autoridades gubernamentales demuelen los
hogares de los refugiados. Muchos refugiados enfrentan la deportación de
regreso a Afganistán. Foto: AP
|
Del millón de personas o más que entraron a la Unión Europea el último año,
180.000 son de Afganistán, el segundo grupo nacional más grande después de los
sirios, que son casi la mitad.
Afganistán es un ejemplo de cómo las intervenciones y ocupaciones
imperialistas han destruido la vida de millones de personas. Este país tuvo el
mayor número de refugiados del mundo durante 32 años consecutivos hasta el año
pasado, cuando otra guerra reaccionaria impulsada por los imperialistas y otras
potencias reaccionarias, cada una en posa de sus intereses particulares, generó
más refugiados, esta vez de Siria. De hecho, hoy los refugiados de Afganistán
constituyen una cuarta parte de todos los refugiados del mundo. Según cifras de
la ONU, 95% de ellos vive en Irán y Pakistán.
La diferencia de esta nueva ola de refugiados de Afganistán es que muchos
son acomodados, o por lo menos tienen una casa que hipotecar y preparación
intelectual. Hay informes de que entre ellos hay mucha gente con empleos
públicos o que cursa su último año de estudios universitarios en derecho,
ingeniería y otras profesiones. Esto muestra que en Afganistán, casi todos los
sectores no tienen esperanzas en el futuro, especialmente la gente joven.
Los individuos de Afganistán que tratan de cruzar a Europa tienen que pasar
por Irán y Turquía, ante muchas adversidades, como el arresto, el
encarcelamiento y las atrocidades de las autoridades y los guardias
fronterizos. Por lo general tienen que pagar grandes sumas de dinero en
sobornos. En muchos casos tienen que pagarles a los traficantes unos 3.000
dólares o más por persona. La mayoría no tiene todo ese dinero, así que tienen
que vender las pertenencias que han reunido durante toda la vida. Hay informes
acerca de que en Kabul y en otras importantes ciudades afganas se ha triplicado
el número de tiendas de artículos usados. Es tanta la gente que ha tenido que
vender o hipotecar su casa que los precios del mercado inmobiliario se han hundido.
La mayoría de los que cruzan a Europa desde Turquía por las islas griegas
viajan en inseguros botes de plástico o madera. De las casi 4.000 personas que
han muerto en el Egeo, 800 eran de Afganistán.
Gran parte de los individuos de Afganistán que entra a Europa se dirige a
Alemania. En 2015 se registró la llegada ahí de unas 154.000 personas de
Afganistán. En un primer momento la cancilleresa Ángela Merkel y los líderes
alemanes querían sacar partido de la situación y utilizar a los refugiados para
revitalizar algunos de las moribundas aldeas y pueblos del país. Pero esta
oportunista bienvenida oficial pronto se convirtió en hostilidad contra los
refugiados, que fueron falsamente acusados de llegar a “abusar” del sistema de
bienestar social y del pueblo alemán.
Luego de que Estados Unidos y sus aliados imperialistas de Occidente
invadieran Afganistán en 2001, y derrocaran al régimen fundamentalista talibán
e instalaran el gobierno dirigido por el lacayo escogido a dedo, Hamid Karzai,
prometieron reconstruir el país y llevar estabilidad y prosperidad. Pero el
pueblo no vio sino guerras, ataques aéreos, incursiones nocturnas,
encarcelamiento, tortura y un gobierno corrupto de traficantes de drogas y ex
yihadistas respaldados por los países de Occidente. Junto con la pobreza y el
desempleo vino el regreso de los cultivos de amapola y un elevado aumento de la
adicción a las drogas. Para colmo, el fundamentalismo talibán resurgió como una
fuerza poderosa y en constante crecimiento. Según las últimas estadísticas
publicadas por la misión de la ONU en Afganistán, el número de civiles heridos
o asesinados en el último año fue de más de 11.000, la cifra más alta desde el
inicio de la ocupación. Incluso algunos funcionarios estadounidenses, como el director
de Inteligencia Nacional James Clapper, creen que “Afganistán está bajo serio
riesgo de un colapso político en 2016”.
Según la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, “la
violencia e inestabilidad en 21 de las 34 provincias del país causó el
desplazamiento de más de 1,2 millones de afganis en 2015”. Solo una pequeña
fracción de ellos ha podido llegar a Europa. Esto invalida el argumento de que
los afganis solo se van a Europa en busca de un nivel de vida más alto. La
mayoría se fue porque los obligaron a irse. Casi un millón de afganis han sido
desplazados internamente o se han ido a Irán y Pakistán. Algunos no pueden irse
tan lejos y tienen que aguantar la guerra, la pobreza, el hambre, la
inseguridad y los vejámenes del Talibán, el Estado Islámico [ISIS o Daesh], las
fuerzas del gobierno y los bombardeos de los imperialistas que tienen también
como blanco a pacientes, médicos y enfermeros en los hospitales.
Pero el gobierno alemán y otros gobiernos de Europa occidental consideran a
Afganistán como un país seguro, o al menos diferencian entre refugiados de
zonas que ellos califican como seguras y los de las zonas inseguras en ese
país. Presionan a los refugiados afganis a irse “voluntariamente” negándoles
asilo, y amenazándolos con recurrir a la fuerza para devolver gente a un país
que durante cuatro décadas ha sido un campo de batalla en la contienda entre
imperialistas, y entre imperialistas y otros reaccionarios.
La cifra oficial de refugiados afganis en todo el mundo era ya de 2,6
millones antes de la nueva oleada de refugiados en 2015. Sin embargo la cifra
real se calcula en hasta seis millones. Hay cerca de 1,5 millones de refugiados
registrados en Pakistán, y se calcula que entre medio millón y un millón más de
afganis viven allí de forma ilegal. Cerca de 900.000 están registrados en Irán
y unos dos millones viven y trabajan “ilegalmente” allí.
Antes de mediados de la década de 1980, el número de migrantes afganis no
era significativo. Sin embargo, tras la ocupación soviética a la que le siguió
la intervención de Estados Unidos y otras potencias imperialistas que
respaldaron y empoderaron a los fundamentalistas yihadistas, Afganistán se
convirtió en uno de los más intensos campos de batalla de la rivalidad entre
los dos bloques imperialistas encabezados por los imperialistas yanquis y los
socialimperialistas soviéticos (falsos socialistas que sacaron a la Unión
Soviética del camino socialista y se convirtieron en imperialistas). Los
fundamentalistas de todo el mundo fueron movilizados para combatir a los
“impíos” soviéticos en Afganistán. El país se convirtió también en un campo de
batalla de la contienda entre Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos por
un lado, con el respaldo de los fundamentalistas sunitas, y por el otro el régimen
islámico de Irán, que respalda a los fundamentalistas chiítas.
Al mismo tiempo Afganistán se convirtió en el centro de otra contienda en
la región, entre India y Pakistán. Pakistán vio una oportunidad de entrar al
campo de juego en respaldo a los imperialistas de Occidente. La islamización de
Afganistán servía a los intereses de Pakistán en su rivalidad con India. El
respaldo financiero, militar y logístico a diversos grupos fundamentalistas se
canalizó principalmente a través de Pakistán. Esto hizo que varias fuerzas
yihadistas establecieran sede en Pakistán, los pastunes principalmente en
Peshawar, los hazaras y los uzbekos en Quetta. Al auge de estos grupos le
siguió la partida en masa de miles de afganis.
A medida que la intensificación de la guerra y la destrucción iban dejando
a millones sin hogar, empezó un éxodo más masivo. Se calcula que cerca de un
millón se desplazaron a otras zonas de Afganistán, mientras que tres millones
huyeron al vecino Pakistán y una cantidad similar a Irán. Muy pocos afganis
huyeron a países occidentales salvo Canadá, donde la inmigración se limitó a
unas 4.000 personas.
La mayoría de los que dejaron Afganistán y su hogar pensaban que su partida
era temporal, esperaban volver pronto a casa y reiniciar su vida normal. Pero
estas ideas estaban desconectadas de los intereses y fines de los imperialistas
y otras fuerzas reaccionarias en la región. La guerra en Afganistán continuó, y
continúa hoy. Inclusive cuando las fuerzas armadas soviéticas se retiraron de
Afganistán y el régimen prosoviético de Najibulaj fue derrocado, la guerra no terminó.
Durante ese período era ostensible el efecto a largo plazo de lo que los
imperialistas y las potencias reaccionarias regionales habían hecho en
Afganistán. Se inició una guerra entre diferentes grupos fundamentalistas
yihadistas. Las diferencias se basaban no solo en los intereses inmediatos de
los diferentes líderes yihadistas sino también en las diferencias entre sunitas
y chiítas, entre las diferentes etnias en Afganistán y diferencias
reaccionarias de otra índole, y obviamente en el respaldo que obtenían de
Pakistán, Arabia Saudita, Irán, India y los imperialistas de Occidente.
La guerra civil entre caudillos militares en 1992-1996 destruyó Kabul y
tuvo un efecto devastador en la población. No se puede olvidar la crueldad con
que los grupos mutuamente hostiles actuaron contra gente de otras etnias. La
guerra civil dividió a la población a partir de diferencias reaccionarias, un
producto de las semillas sembradas por los imperialistas y las fuerzas
reaccionarias de la región.
En un momento los principales caudillos militares pastunes se reunieron en
torno a Gulbuddin Hejmaytar, un notorio caudillo militar respaldado por
Pakistán y los sauditas, que combatió al actual gobierno de Afganistán. Hay
informes de que en las últimas semanas él ha empezado a negociar con el
gobierno para ser parte de la estructura de poder. Los principales yihadistas
no pastunes se aglutinaron en la Alianza del Norte encabezada por Burhanuddin
Rabbani (asesinado por los talibanes hace dos años) y Ahmad Shah Massoud
(asesinado por Al Qaeda el 9 de septiembre de 2001). Esta situación no alentó a
ninguno de los refugiados en Irán y Pakistán a volver a casa. Y si lo hicieran,
muchos tendrían que huir otra vez, como lo hicieron muchos nuevos refugiados.
Los fundamentalistas extremos del Talibán llegaron al poder con el respaldo
militar, financiero y político de Pakistán y el respaldo indirecto de los
Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, y el silencio de Estados Unidos.
Impusieron uno de los regímenes islámicos más hostiles contra la población y en
particular reforzaron la opresión de la mujer y de las nacionalidades no
pastunes. No sorprende que la mayoría de los refugiados afganis en el exterior
se quedaran donde estaban, a pesar de la presión de las autoridades del país de
acogida. Solo unos pocos miles se fueron a Occidente, de nuevo principalmente a Canadá.
Luego del colapso del Talibán, muchos de los seis millones que huyeron a
Irán y Pakistán planeaban volver a su país. Pero pronto fue claro que la
ocupación significaría guerra contra la población, y eso en últimas hizo que la
influencia del Talibán fuera más fuerte. Aunque algunos refugiados en Pakistán
e Irán volvieron a casa, fueron reemplazados por nuevos refugiados. Lo que
empezó a cambiar fue su destino de llegada, ya no estaban limitados
principalmente a Irán y Pakistán, sino a los Emiratos Árabes Unidos (EAU),
Australia y Europa. Para 2014, según cifras de la ONU, había más de 300.000
refugiados en los EAU, 150.000 en Alemania, 90.000 en Estados Unidos, 56.000 en
Reino Unido, 20.000 en Australia, 20.000 en Austria y muchos más en una lista
de cada vez más países.
Los refugiados afganis en Irán y Pakistán están bajo una presión tremenda,
permanentemente enfrentan arrestos y deportación, en particular esos dos o tres
millones de refugiados que no están registrados. Los informes indican que a los
refugiados afganis arrestados al azar los pueden llevar a la frontera y
deportarlos a menos de que acepten combatir en Siria. Muchos de los que no
están registrados carecen de asistencia básica de salud y sus hijos de la
educación. Incluso los que están registrados tienen restricciones para circular libremente.
Los refugiados en Pakistán también están bajo presión financiera y
política. En toda su estadía han enfrentado serios hostigamientos y ataques
terroristas. Por ejemplo, a una conmemoración religiosa en Quetta, organizada
por la minoría étnica hazara, que principalmente es chiíta, la atacaron unos
fanáticos sunitas en 2003, quienes mataron y dejaron heridos a muchos
participantes. En diciembre de 2014, el Talibán pakistaní atacó una escuela en
Peshawar, y mató a más de un centenar de niños. Luego de estos ataques los
refugiados afganis en Pakistán han enfrentado una mayor hostilidad del
gobierno, y les ha dicho con frecuencia que regresen a su país.
No es raro que los políticos y comentaristas de Occidente caractericen a
Afganistán como un lugar con una guerra interminable, un país de
fundamentalistas islámicos, atraso, tribalismo y caudillismo. Como si la
población de Afganistán fuera culpable de su propio sufrimiento. Pero ¿quién es
el responsable de tal situación y quién ha avivado la continua guerra y el
éxodo de millones? Los imperialistas son responsables de lo que sufre hoy la
población de Afganistán, tanto la guerra como la arremetida del fundamentalismo religioso.
Continuará la salida de refugiados de Afganistán y de otras partes
devastadas por las guerras impulsadas por el imperialismo y por el funcionamiento
del sistema imperialista. Las medidas para impedir la entrada de refugiados
como la deportación o los acuerdos con el régimen de Erdogan en Turquía pueden
tener un efecto, pero la crisis nunca acabará mientras el mundo siga organizado
como lo está hoy. La “crisis de los refugiados” es una crisis del sistema
imperialista global y solo se le puede poner fin de forma que beneficie los
intereses de los pueblos del mundo poniéndole fin al sistema imperialista y sus
brutales guerras de ocupación, a los regímenes represivos y dependientes del
imperialismo y a la globalización imperialista de la economía del planeta que
en vez de satisfacer las necesidades de los habitantes del mundo, los obliga a
huir para sobrevivir.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|