Los grandes retos de la nueva situación
Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario,
EU
Revolución #036, 26 de febrero de 2006,
se encuentra en revcom.us
Nota: A continuación publicamos partes de una charla grabada
de Bob Avakian, presidente del PCR, EU, tras los acontecimientos del 11 de
septiembre y en el marco de la guerra de Estados Unidos (y su "coalición"), en
primera instancia contra Afganistán. Hemos editado el texto e insertado los
subtítulos.
Volvemos a publicar esta charla de Bob Avakian como edición especial de
Revolución porque sigue siendo sumamente importante por sus
planteamientos sobre el desarrollo de la situación actual de Estados Unidos y el
mundo; sobre las metas y las acciones del gobierno de Bush y el sistema
imperialista que representa; sobre los retos políticos e ideológicos que hay que
abordar en el proceso de construir una oposición y una resistencia política de
masas a todo el rumbo de esta sociedad; y sobre la relación de esto, desde la
perspectiva de nuestro partido, con la meta fundamental de hacer la revolución y
avanzar hacia un mundo comunista.
Lo que está en juego
Primero quisiera abordar la dimensión estratégica de la situación que se ha
desenvuelto a partir del 11 de septiembre. A mi juicio, existe una muy amplia
gama de posibles desenlaces con relación a lo que los imperialistas se proponen
y el gran hervidero de contradicciones que eso entraña. Hablando sin pelos en la
lengua, esa gama de posibilidades abarca, en el extremo negativo, devastadoras
derrotas del proletariado y de la revolución proletaria internacional que nos
pueden hacer retroceder varias décadas, e incluso la posibilidad de que los
imperialistas aplasten—orgánica, si no políticamente—al movimiento comunista
internacional y sus fuerzas de vanguardia y de que logren grandes avances y
consolidaciones, especialmente los imperialistas yanquis.
O, en el extremo positivo—y esto es igualmente posible—el proyecto de los
imperialistas podrá convertirse en su contrario de una forma profunda y quizás
sin precedentes, y llevar a monumentales avances de la lucha revolucionaria de
los pueblos del mundo entero y de la revolución proletaria mundial, e incluso a
una situación revolucionaria y a una revolución triunfante en lo que actualmente
es Estados Unidos. Así es como debemos ver el abanico de posibilidades y las
profundas contradicciones que se están desenvolviendo, y que los imperialistas
están desatando y agudizando más con sus acciones. Uno de esos dos extremos, y
toda la gama entre ellos, son posibles resoluciones, o situaciones que podrán
surgir de este gran hervidero de contradicciones.
Es evidente, por ejemplo, en los discursos de Bush desde el 11 de septiembre,
que los imperialistas, en particular los imperialistas yanquis, tienen grandes
ambiciones, pero también se encuentran ante una gran necesidad. Debemos examinar
ambas cosas.
Su gran ambición es reconfigurar la situación mundial, empezando por las
regiones estratégicas en que se están enfocando: Asia Central, Asia del Sur y el
Medio Oriente. Pretenden imponer el "Hijo del Nuevo Orden Mundial" o "El Nuevo
Orden Mundial II" a una escala mucho mayor de lo que se propusieron hace una
década con la guerra contra Irak. Es un proyecto monumental con enormes
repercusiones.
Su "misión" y sus métodos
No son tontos. Obviamente, analizan todo desde la óptica de los intereses de
la clase capitalista imperialista y su concepción de clase, pero no están
procediendo a lo loco sin ningún plan. Al contrario, van calculadamente, por
pasos. A su propia manera muy perversa, buscan unir a todos los que sea posible
unir bajo su batuta, en los dos sentidos: la batuta del director de una gran
"sinfonía" y, más importante, la batuta de los "policías del mundo". Buscan unir
a todos los que sea posible unir en cada fase, empezando por Afganistán.
Contemplan y han planteado explícitamente que será necesario renovar y moldear
la "coalición" en cada fase. No podrán mantener la misma coalición, con los
mismos integrantes, a lo largo del proceso; así que en cada etapa buscarán la
polarización de fuerzas más favorable (el "frente único" más favorable, en un
sentido perverso) bajo su batuta. Están debatiendo al interior de la clase
dominante, y hasta cierto grado, abiertamente: ¿la coalición define la misión?
o, al revés, ¿la misión define la coalición? Y esta última posición es la que
predomina hoy.
De vez en cuando el Departamento de Estado u otros representantes de la
estructura de poder plantean algunos "pequeños peros u observaciones", o
advierten: "Si nos lanzamos contra muchos adversarios a la vez, los aliados no
estarán de acuerdo". Pero enseguida los "duros", los estrategas imperialistas,
responden: "De modo alguno. No permitiremos que los 'socios' de la coalición
determinen lo que hagamos". (Así dijo explícitamente Donald Rumsfeld en un
discurso hace poco: que la misión debe definir la coalición y no al revés porque
si no "la misión se diluirá al mínimo denominador común"). Los "duros" expresan
la lógica de la Mafia:
"Lo único que realmente comprenden, lo único que realmente cuenta, es el
poder. Claro, a algunos no les cae bien y hasta hacen un show de
quejarse, pero responderán ante la realidad de nuestro poderío. Basta pulverizar
a los que se atraviesen por el camino y muy pronto los demás marcharán al
compás. Así que está bien prestar atención a los aspectos políticos y
diplomáticos, pero lo primordial es la mano de hierro; no debemos vacilar en
usarla para lograr lo que necesitamos".
Y la "misión", repito, es básicamente reconfigurar el orden mundial conforme
a sus intereses estratégicos.
Es como si dijeran: "Tuvimos una gran victoria en la guerra fría, pero con
Clinton la desaprovechamos. Hubiéramos extendido nuestra hegemonía a todos los
rincones del globo, y ya es hora de que lo hagamos. Nos descuidamos y ahora es
hora de aprovechar la victoria de la guerra fría con una nueva reconfiguración
del mundo a cachiporrazos. ¡Adelante!".
Esas grandes ambiciones trascienden a la vida nacional; quieren poner la
sociedad en pie de guerra e imponer una represión fascista (tema al cual volveré
más adelante). Pero hablando por el momento del plano internacional—que es lo
que da la pauta, dada la naturaleza de los imperialistas y del sistema—tienen
grandes ambiciones y en cierto sentido están tratando de aprovechar esta
libertad. Pero, desde luego, no es ni va a ser tan fácil... de ninguna manera. A
pesar de sus victorias iniciales en Afganistán, tienen y tendrán una gran
necesidad en dos sentidos: la necesidad actual y la necesidad que sus propias
acciones suscitarán. En cualquier momento, y especialmente con el paso del
tiempo, existe el potencial de que las cosas se les salgan de las manos por
completo.
Hace poco vi la película Thirteen Days (Trece días) acerca de la
crisis de los misiles en Cuba; destaca varias cuestiones muy interesantes. Al
final de la película, tras la resolución de la crisis (que por cierto terminó en
victoria para el imperialismo yanqui: los soviéticos retiraron sus misiles
cuando les "tiró el guante nuclear"), uno de los estrategas yanquis dice:
ganamos y ahora sí le podemos dar en la torre a los soviéticos en el sudeste
asiático (obviamente, refiriéndose a Vietnam). Y al ver la película después de
tantos años y después de la debacle de Estados Unidos en Vietnam, se ve (y
quizás esta fue la intención del director) el "síndrome" imperialista de
embriaguez de poder.
El triunfalismo de los imperialistas es muy marcado tras las victorias
iniciales de la actual "guerra contra el terrorismo" en Afganistán, y es posible
que les cause grandes problemas conforme se desenvuelva la situación. Desde
luego pondrán a los "estadistas sabios" (y, para no menospreciar a Condoleezza
Rice, a las "sabias") a pensar en cómo evitar el problema de "embriaguez de
poder". Pero es muy probable que se pasen y desaten fuerzas que no podrán
controlar. Incluso el uso de armas nucleares, que es muy posible en el curso de
todo esto, no les garantiza una resolución favorable; por lo contrario, podría
desatar nuevas fuerzas totalmente fuera de control. Y en el marco de la
destrucción perversa y monstruosa de todo tipo que los imperialistas lleguen a
desatar, las fuerzas populares del mundo entero—y especialmente las fuerzas
revolucionarias del proletariado internacional y el movimiento comunista
internacional—tendremos que luchar para arrancar algo radicalmente mejor de todo
esto.
Así que los imperialistas tienen una necesidad y sus acciones
suscitarán mayor necesidad (harán surgir o agudizarse otras situaciones
y fuerzas), y todo esto se les podrá salir de las manos en un momento dado.
También tienen ciertos objetivos. Es decir, sus maniobras en este momento surgen
de planes que ya estaban en marcha mucho antes del 11 de septiembre. El
OR ha explicado muy bien todo el asunto de las reservas estratégicas de
petróleo de la región: la contienda de varios años por el oleoducto y las
maquinaciones de las compañías petroleras y los imperialistas yanquis con
relación a Afganistán; y por qué en un momento colaboraron con los talibanes o
los aceptaron, qué planes tenían y por qué posteriormente los repudiaron...
todas esas situaciones que existían antes del 11 de septiembre, fuesen quienes
fuesen los autores de los ataques.1
Es preciso comprender que no es simplemente que las corporaciones
estadounidenses tengan "sed" de petróleo ni que la economía nacional "depende de
los hidrocarburos". Fundamentalmente, los capitalistas monopolistas que
gobiernan a Estados Unidos tienen que controlar grandes fuentes de
petróleo y otros combustibles en todo el mundo para bajar al mínimo los costos
de producción (a través de la superexplotación de la mano de obra en los países
productores del petróleo), prevalecer en la competencia con rivales
imperialistas y controlar las arterias vitales de la economía mundial. Para
acaparar esas fuentes se valen del aparato de gobierno, especialmente las
fuerzas militares, lo cual es una manifestación de la naturaleza
primordial del sistema imperialista.
Así que echaron a andar muchas cosas incluso antes de que el nuevo grupo
tomara las riendas (incluso en la administración Clinton), y después vino el 11
de septiembre. Para mí el Comité del Movimiento Revolucionario Internacionalista
(COMRI) atinó cuando dijo que en el mundo tenebroso y tramposo de los servicios
de espionaje tal vez nunca se conocerá con precisión quién organizó los ataques
del 11 de septiembre. En realidad, ¿quién es Osama bin Laden? Claro, es el
villano del momento, como lo fueron Noriega y "Saddam, el Dictador" (y no
olvidemos a Milosevic). Pero en realidad, ¿quién sabe quién es bin Laden o con
quién o para quién trabaja? No es posible saber todo esto, pero al menos parece
muy probable que algunas fuerzas (no fuerzas positivas ni del proletariado sino
fuerzas reaccionarias) le asestaron un golpe al imperialismo yanqui por sus
propios motivos. Independientemente de lo que supiera o no la clase dominante, o
sea, si sabía que el ataque venía pero decidió no pararlo por sus propios
motivos o si sabía que se iba a dar algún tipo de ataque, en el país o en el
extranjero, pero no esperaba lo que sucedió (lo cual es muy posible);
independientemente de todo esto (y, repito, a lo mejor no se aclarará nunca) el
hecho es que se ha producido una situación en que tienen tanto libertad como
necesidad.
En cuanto a la libertad, o un rasgo importante de ella, tenían sus
objetivos y tenían muchas cosas en marcha (algunas más, otras menos), y cuando
se dieron los ataques del 11 de septiembre, los aprovecharon y dijeron:
"¡Adelante! ¡A toda máquina! ¡Aprieta el pedal y vámonos!". La necesidad que
tienen, o un aspecto importante de ella, es que no pueden permitir que ocurran
ataques como esos sin contraatacar; tienen que contraatacar con saña y dar
golpes devastadores. Incluso si ellos mismos estuvieran inmiscuidos de alguna
forma (o supieran que los ataques se iban a dar, o algún tipo de ataque), no
pueden permitir siquiera la apariencia de que alguien los ataque de tal forma y
se salga con la suya. Como los capos de la Mafia—y precisamente eso son, a una
escala monstruosa—no pueden permitir siquiera la apariencia de que alguien les
dé un puñetazo y se salga con la suya. Unos gángsteres mundiales de primera y
explotadores globales con un aparato de genocidio y destrucción no pueden
permitir siquiera la apariencia de que alguien los golpee y se salga con la
suya.
En realidad, fuesen quienes fuesen los autores del 11 de septiembre, el hecho
es que existen fuerzas reaccionarias con sus propios intereses—me refiero a los
fundamentalistas islámicos y las fuerzas de clase que representan—que tienen
contradicciones y antagonismos muy concretos con los imperialistas yanquis, y
que incluso pretenden sacarlos de ciertas regiones y tumbarlos de la posición de
potencia dominante hegemónica del mundo. Estas son contradicciones muy concretas
para los imperialistas. Y, por eso, en un sentido perverso, lo que dicen es
cierto: si no hicieran nada en una situación en que fuerzas hostiles asestaron
un golpe en el mismo Estados Unidos (y causaron grandes bajas civiles, lo cual
solo les importa porque da la impresión de que ni siquiera pueden proteger a la
ciudadanía en su propio territorio y pone en tela de juicio la eficacia del
gobierno), si permitieran que eso pase sin contraatacar a "los responsables",
alentaría a las fuerzas que quieren golpear a Estados Unidos.
Así que se da una dialéctica o dinámica perversa en que, desde la perspectiva
del dominio imperialista y los intereses imperialistas, tienen que contraatacar.
También están aprovechando la libertad que esta situación les da para acelerar
ciertas cosas que ya estaban en marcha y avanzar a todo dar. Pero a la vez
tienen cierta necesidad, dado su papel y posición como "la única superpotencia
mundial" (como se jactan) y su dominación de los pueblos del mundo; como los
capos de la Mafia, tienen que pulverizar a los que les "faltaron al respeto"
para que se vea que eso no se hace: "No pueden insultarnos ni mucho menos
golpearnos porque los aplastaremos", pues de otra forma, se darán amenazas más
serias a su imperio.
O sea, ¿cuál es a final de cuentas su lógica? Según su lógica, la fuerza es
el único idioma que todo mundo entiende. ¿Qué pasa entonces si no ejercen ese
poder, si no golpean despiadadamente al que les dé un puñetazo o una patada
(como lo ven ellos)? En un sentido perverso, es cierto que les toca aplicar su
propia lógica porque viven y gobiernan con ella, y la imponen a todo mundo.
Según su propia lógica, los demás aprovecharán su vulnerabilidad si no
contraatacan con saña y fuerza abrumadora.
Todo esto produce un gran hervidero de contradicciones, con un
desenvolvimiento impredecible y el potencial de desembocar en una situación que
se les salga de las manos. Evidentemente, plantea un enorme reto a las fuerzas
progresistas que se oponen a los imperialistas en Estados Unidos y en todo el
mundo, y especialmente a los comunistas del mundo, de arrancar algo positivo,
algo radicalmente distinto y mejor, de los grandes trastornos y volatilidad de
estas contradicciones, cuyas manifestaciones apenas empiezan a hacerse
sentir.
Guerra sin fin y una gran escalada de represión
Además de objetivos estratégicos internacionales muy definidos, los
imperialistas tienen importantes objetivos para la sociedad estadounidense: una
gran escalada de represión política, social y cultural. Como ya señalamos, es
evidente que los sectores de la clase dominante que ocupan posiciones clave de
poder en este momento (el grupo de Bush, independientemente de quién sea el mero
mero) están dando la pauta para el conjunto de la clase dominante. Y así como
consideran que la administración Clinton desaprovechó las oportunidades en el
plano internacional de la "victoria de la guerra fría", quieren ver en el plano
nacional una sociedad radicalmente diferente de la que ha existido desde esa
época.
Los fascistas cristianos son una fuerza poderosa y bien conectada que hace
tiempo viene imponiéndose; fue la fuerza principal que buscó tumbar a Clinton y
eso llegó a un juicio de destitución (o sea, llegó muy lejos). Dentro de la
coalición o agrupamientos que coincidieron en la destitución, la fuerza motriz
fueron los fascistas cristianos, que representan un elemento muy importante de
la clase dominante. No olvidemos que Bush proclama que es un cristiano
"renacido" y, además, muchos de sus asesores y altos funcionarios, tales como
Ashcroft, Ralph Reed y otros asesores clave durante y después de la campaña
electoral son fascistas cristianos. (Ralph Reed es estudiante de Pat Robertson,
cuyas reaccionarias arengas políticas e ideológicas son básicamente fascismo
teocrático... ¡y verdadera demencia!). ¿Acaso estos individuos están apartados
de las posiciones de poder del estado imperialista yanqui y de la política
internacional? ¡Todo lo contrario! Fueron una fuerza motriz, si no la
principal fuerza motriz, que pugnó por la destitución de Clinton. Tenían un
proyecto y ciertos objetivos políticos, al punto de sacar a Clinton de la
presidencia si fuera posible. Y llegaron muy lejos; obviamente iban en serio.
Llevaron a Clinton a un juicio de destitución, solo que no lograron que el
Senado lo condenara. Y estoy seguro de que si uno hablara con ellos en confianza
(o si les diera un elixir para que dijeran la verdad), la abrumadora mayoría
diría: "Por supuesto que no teníamos ninguna base constitucional ni jurídica,
pero teníamos objetivos políticos".
Sin embargo, encontraron serios obstáculos y no recibieron apoyo más allá de
sus propias bases. No es que gente de esa laya (los líderes fascistas cristianos
y los representantes políticos del sistema imperialista en general) tomen
decisiones porque el pueblo así lo piense o quiera, pero sí surgió cierta
resistencia popular (aunque no organizada ni a gran escala) contra la
destitución y sus maniobras en ese sentido. Así que, aunque los fascistas
cristianos llegaron muy lejos, en otro sentido sufrieron un revés político
porque no consiguieron la configuración política, por decirlo así, que
buscaban.
Después vino la importante contienda electoral que sucedió no en el momento
de la campaña sino con el empate del voto y la intensa batalla que suscitó (a
pesar de la campaña insípida), que terminó con la decisión sumamente polémica y
tendenciosa de la Suprema Corte. Y a eso le siguió el 11 de septiembre y sus
secuelas, y es evidente que un sector de la clase dominante (cuyos
representantes abiertos están encabezados, al menos nominalmente, por Bush) lo
está aprovechando para fomentar más enérgicamente su "proyecto" en el plano
internacional y también a nivel interno, y para plantearle al conjunto de la
clase dominante la necesidad de respaldarlo.
En este momento, sería una exageración decir que se trata de un golpe de
estado, pero es correcto e importante señalar que la situación tiene aspectos
muy marcados de un "golpe en marcha"; es decir, ciertas fuerzas estrechamente
ligadas con los altos niveles de las fuerzas militares están acaparando más y
más poder, lo que pone de relieve e ilustra claramente algo que dijo Lenin: que
el verdadero poder de la dictadura burguesa (sea en su forma "democrática" o
abiertamente fascista) es la rama ejecutiva, y la rama legislativa no es más que
una "tertulia". Esto es más evidente que nunca, como lo demuestran el servilismo
del Congreso, que le ha dado a Bush, como comandante en jefe de las fuerzas
armadas, grandes poderes para librar una guerra ilimitada "contra el
terrorismo", y las repetidas y firmes declaraciones de apoyo a la guerra por los
líderes del Partido Demócrata. (Veamos la "respuesta demócrata" al discurso de
Bush sobre el estado de la nación: el líder demócrata de la Cámara de
Representantes, Richard Gephardt, dijo que desde el 11 de septiembre "somos uña
y carne en la guerra contra el terrorismo". Luego planteó de manera muy
indirecta discrepancias en la esfera económica, pero no sin antes dejar en claro
que "para derrotar el terrorismo, necesitamos una economía fuerte").
Por otra parte, las fuerzas militares, especialmente los oficiales, tienen
mucho peso, y es muy significativo que ahí también manda la derecha (y
principalmente los fascistas cristianos). Esto pone al descubierto la hipocresía
de varios escritores y analistas que apoyan la guerra contra el terrorismo
dizque para derrotar al fundamentalismo religioso (e incluso derrotar al
"fascismo teocrático").
Por ejemplo, hace poco Andrew Sullivan (quien aunque es "conservador",
advirtió del peligro de los fundamentalistas cristianos en la política nacional,
o del peligro de sus "excesos", en un importante artículo de la revista
dominical del New York Times durante la crisis de destitución de
Clinton) escribió un artículo titulado "This Is a Religious War" (Sí se
trata de una guerra religiosa) sobre la tendencia de la religión fundamentalista
y literal hacia el terror y el "totalitarismo". Ahí dice que el verdadero
peligro—"un enemigo más formidable que el nazismo o el comunismo"—es el
fundamentalismo islámico. Los fascistas cristianos de Estados Unidos no
representan mayor peligro, dice Sullivan (o el peligro se está desvaneciendo y
en todo caso no prevalecerán), porque la Constitución, con la separación de
política y religión, nos "protege de un Talibán estadounidense". (Véase la
revista dominical del New York Times, 7 de octubre de 2001). Sullivan
tiene el descaro de decir esto a pesar de que el máximo dirigente del gobierno y
el comandante en jefe de las fuerzas armadas dice que es un cristiano
"renacido", y la cúpula del poder tiene varios fundamentalistas cristianos
confesos (que encarnan el fascismo teocrático), tales como el "jefe del sistema
judicial del país", es decir, el secretario de Justicia, John Ashcroft; además,
los altos niveles de las fuerzas militares están saturados de individuos con
simpatías y predilecciones fascistas cristianas.
Y la Constitución, ¿acaso es más que tinta y papel, cuyo significado lo
determinan las relaciones de poder de la sociedad, y sobre todo las necesidades
y exigencias de la clase dominante imperialista? Naturalmente, la estructura de
poder puede anular la Constitución o "enmendarla". Aun si no se suspende la
Constitución ni se instala una dictadura franca de la burguesía, ¿quién tiene la
última palabra al "interpretarla"? La Suprema Corte, la mismísima que decidió
las últimas elecciones presidenciales.
En unas notas sobre la actual crisis y guerra,2 mencioné lo que muchos han señalado: después de la
bomba de Oklahoma City, no se pusieron a parar a todo "joven blanco con el pelo
al estilo militar", lo cual es verdad e importante; pero en un sentido más
profundo, destaqué que si hubieran hecho algo parecido a lo que están haciendo
ahora—si hubieran escarbado las finanzas y conexiones de gente como Timothy
McVeigh—habrían llegado en poco tiempo a los más altos niveles de la clase
dominante y las fuerzas militares.
Así que esta es la "configuración política" que se está dando en la clase
dominante y si pudiéramos darles un elixir a los liberales de la clase dominante
(y a sus aliados de la sociedad) para que dijeran la verdad, dirían algo así:
"Ustedes no ven lo que está pasando. Están poniendo en marcha un estado policial
fascista y estamos haciendo todo lo posible por pararlo; es importante que
capten esto". En cierto sentido tendrían razón, aunque lo dirían desde el punto
de vista de la misma burguesía imperialista y, dado eso, tarde o temprano (y por
lo general más temprano que tarde) dirán que la guerra y la represión fascista
son mucho mejor que un reto fundamental a "nuestro" sistema. Y repetirán la
misma lógica mafiosa de que "nosotros" (el imperialismo yanqui) no podemos
permitir que nos den un puñetazo o una patada (o la analogía que se quiera).
A la vez que reconocemos todo eso, no olvidemos que ciertas fuerzas de la
clase dominante (representadas ahora por la administración Bush) tenían su
proyecto desde hace tiempo y ahora dicen: "¡Adelante! Ahora sí podemos imponer
nuestro programa aquí y en el mundo entero. Hace tiempo estamos en eso, pero
ahora tenemos una gran oportunidad de aplastar a la oposición e imponerlo".
Claramente están aprovechando al máximo el ataque del 11 de septiembre,
independientemente de lo que ellos (y las agencias e instituciones de la clase
dominante en general) supieran o no antes del ataque, es decir, si sabían que
iba a darse un ataque pero desconocían los rasgos concretos y la magnitud o
incluso si tenían una idea más concreta y, por sus propios motivos, decidieron
no impedirlo (repito, a lo mejor nunca sabremos). Y, en particular, en lo que
concierne al "frente civil" de la vida nacional, al parecer creen que han
encontrado un mejor vehículo que el fascismo cristiano abierto para lograr
muchas cosas que han querido lograr desde hace tiempo. El fascismo cristiano
en sí ya no será el ariete; los "ataques terroristas" y la "guerra
contra el terrorismo" servirán para imponer su plan global. El elemento fascista
cristiano sigue siendo parte del paquete, solo que viene adentro y no como punta
de lanza.
Podemos decir sin lugar a dudas que si los que dicen reconocer el peligro del
fundamentalismo religioso fanático y el "fascismo teocrático" de veras quisieran
combatirlo, sería mucho más eficaz si empezaran por combatir seriamente esas
fuerzas de la sociedad y estructuras e instituciones de poder. Además, los
imperialistas yanquis han apoyado de mil maneras a reaccionarios
fundamentalistas religiosos (como el Talibán, Osama bin Laden y otros
fundamentalistas islámicos, en muchos países). Y no olvidemos que han instalado,
respaldado y fortalecido gobiernos reaccionarios de toda laya en todo el mundo
ni que, fundamentalmente, la dinámica del sistema condena a las inmensas
mayorías de la humanidad a miseria y opresión incalificables, y todo eso se
impone, en última instancia, por la máquina de muerte y destrucción que son las
fuerzas armadas de Estados Unidos.
Más que oponerse a las fuerzas fascistas teocráticas—que tienen posiciones de
gran poder e influencia en la clase dominante estadounidense—es necesario
confrontar y librar la más rotunda lucha contra el programa reaccionario que
está unificando a la clase dominante. Un aspecto clave de ese programa es la
gran escalada de medidas de corte fascista y represión política:
"profiling" (discriminación y hostigamiento) de inmigrantes
mesorientales y de Asia del Sur y Central, y en general del mundo islámico;
redadas masivas y detenciones de hombres de esos grupos étnicos y religiosos,
con una flagrante violación de las presuntas garantías constitucionales;
represión general contra los inmigrantes, documentados e "indocumentados"; y
mayor militarización de las fronteras. Todo esto, desde luego, viene ligado a la
declaración de una guerra ilimitada (y amenaza de guerra) con el "derecho" de
intervenir en cualquier país donde los "terroristas"—definidos por el gobierno—
amenacen los intereses del imperialismo yanqui, y de atacar y tumbar a cualquier
fuerza o gobierno vinculado (según Washington) a tales "amenazas terroristas a
los intereses de Estados Unidos", aunque su conexión con los ataques del 11 de
septiembre sea dudosa o nula (y los intentos de comprobarla sean absurdos y
risibles).
"Un período de gran transición con potencial para grandes
trastornos"
"Un período de gran transición con potencial para grandes trastornos",
¡simón! ¡Esta formulación (de "Apuntes sobre economía política", publicado por
nuestro partido) le cae como anillo al dedo a la situación actual! Incluso antes
del 11 de septiembre, muchas compañeras, compañeros y camaradas comentaron que
esa frase les parecía cada vez más acertada a la luz de los acontecimientos
mundiales... y ahora más que nunca. Ciertamente, sintetiza lo que estamos
viendo: las fuerzas desatadas por la "victoria del Occidente en la guerra fría",
aunque todo esto se desprende de las contradicciones fundamentales de esta época
del sistema capitalista imperialista. El materialismo dialéctico nos enseña que
todas las cosas tienen su contrario (así es la realidad y su movimiento y
desarrollo, sintetizada con la concepción y el método del materialismo
dialéctico). Y ahora la "victoria del Occidente en la guerra fría" ha suscitado
su contrario de una manera muy aguda, como ya señalamos: las fuerzas del
fundamentalismo islámico que se oponen al imperialismo yanqui.
Independientemente de lo que represente Osama bin Laden, es innegable que esas
fuerzas, y otras aliadas con ellas o que representan los mismos intereses de
clase (feudales y burgueses reaccionarios), tienen sus propios conflictos y
antagonismos objetivos con el imperialismo yanqui, e incluso sus propias grandes
ambiciones de tumbarlo como potencia mundial hegemónica y única superpotencia
del mundo.
Así que la victoria del Occidente en la guerra fría ha suscitado su contrario
de una manera muy aguda... y también peculiar, que en cierto sentido es tan
inesperada como la manera en que terminó la guerra fría, con el derrumbe y la
destrucción de la Unión Soviética (algo que muy poca gente preveía, nuestro
partido incluido, como señalamos en una autocrítica en "Apuntes sobre economía
política"). Pero el conflicto entre las fuerzas del fundamentalismo islámico y
el imperialismo yanqui es simplemente una manifestación de la intensificación
del antagonismo entre el imperialismo y las masas de los países oprimidos, que a
su vez es una manifestación de profundas contradicciones, de grandes
contradicciones histórico-mundiales, de la época del capitalismo imperialismo.3
Con relación a la agudización de todas estas contradicciones, lo que recalca
el Borrador del Programa del Partido Comunista Revolucionario, EU en el
apéndice sobre la tarea central es muy importante: "El partido no determina los
retos políticos que se le presentan, pero según como los aborde, puede afectar
mucho el terreno político". Es decir, no elegimos la necesidad que se nos
presenta; por lo general, en un momento dado la situación objetiva está
determinada por otros factores y no por nuestros propios esfuerzos y acciones.
Sin embargo, sí elegimos en cierta medida cómo responder: podemos tomar la
iniciativa, arrancar cierta libertad de las garras de la necesidad y así
transformar al mayor grado posible las condiciones objetivas. Nos hubiera
gustado una situación más positiva en este momento, con una configuración más
favorable.
Por ejemplo, se ha venido dando una fuerte lucha contra la globalización
capitalista, un amplio movimiento cuyo aspecto principal es muy positivo, tanto
política como ideológicamente. Hace unos años varias voces imperialistas
comentaron que el "movimiento contra la globalización" representaba un reto
político y también ideológico al triunfalismo arrollador del sistema
capitalista. Hasta el momento no es pro socialista, ni mucho menos comunista,
pero ha tenido un enfoque más y más anticapitalista, política y también
ideológicamente; ha planteado un gran reto a los imperialistas y ha sido un
factor muy positivo para el proletariado. Nuestra participación en el movimiento
ha aumentado, a medida que hemos reconocido estos importantes factores, y si las
cosas hubieran seguido desenvolviéndose por esa trayectoria en el marco de las
demás contradicciones, a lo mejor habría sido más favorable—sobre todo a corto
plazo—que la situación que nos ha tocado a partir del 11 de septiembre. Pero,
por otra parte, seguramente no se habría desarrollado tan profundamente
como las contradicciones que desataron, o agudizaron, los acontecimientos del 11
de septiembre con todas sus secuelas.
O sea, por un lado, nos hubiera gustado que el movimiento contra la
globalización capitalista continuara desarrollándose como la configuración
determinante —o una importante configuración del terreno político—, y es
necesario reavivarlo y desarrollarlo en ese sentido. Pero ahora se dará en un
nuevo marco definido por nuevas contradicciones (es decir, otras manifestaciones
de las grandes contradicciones mundiales) y es muy probable que sean mucho más
profundas y que su desarrollo brinde mayores posibilidades de avances
revolucionarios en el mundo entero, y quizás incluso mejores perspectivas para
la conquista del poder en lo que ha sido la "patria imperialista"
estadounidense.
Nos pondrá a prueba: Mantengamos nuestra orientación estratégica
Este es un punto de orientación estratégica sumamente importante dado que, al
fin y al cabo, ¿a qué nos dedicamos los comunistas?; ¿a qué dedicamos la vida?
Vivimos—y nuestra orientación nos prepara—para el momento en que las
contradicciones del imperialismo alcancen su mayor y más aguda expresión. Y no
cabe duda de que la más aguda y explosiva expresión de las grandes y profundas
contradicciones de la época imperialista no se dará sin monumentales
trastornos, terrible destrucción, tremenda volatilidad en todo el mundo ni sin
muchos factores desfavorables para la revolución proletaria, así como
muchos factores estratégicamente favorables. (Esto es algo que siempre hemos
comprendido teóricamente y en cierta medida lo hemos vivido en carne propia,
especialmente en los años 80, cuando la posibilidad de la guerra mundial fue muy
patente). Pero, como dijimos, para eso nos prepara nuestra orientación y para
eso vivimos. De otro modo, ¿qué estamos haciendo? ¿Acaso vamos a deslizarnos sin
mayor problema hacia la revolución proletaria? ¿Acaso arrebataremos el poder de
los más grandes y monstruosos explotadores, opresores y genocidas del mundo de
modo fácil, ordenado, limpio, con poco sacrificio, sin trastornos, volatilidad y
grandes erupciones volcánicas en el mundo entero y también en el mismo Estados
Unidos?
Así que de una forma u otra, esto nos va a poner a prueba a todos en el mundo
entero y en Estados Unidos; tendremos que lidiar con las manifestaciones de
estas contradicciones, especialmente los horrores que los imperialistas
desatarán. ¿Qué vas a hacer con relación a todo esto? ¿Tomarás partido con las
inmensas mayorías del planeta que han vivido grandes horrores todos los días por
décadas y siglos a causa de la dinámica de este sistema? O, con la esperanza de
salvarte de alguna manera, ¿tomarás partido con los imperialistas, que imponen
todo esto a las masas en el mismo Estados Unidos y a una escala mayor en otras
partes del mundo, y que se preparan para imponerlo a una escala mucho más
monstruosa?
A todo mundo se le plantearán esos interrogantes. Pero hay que mantener un
enfoque estratégico, es decir, no porque alguien tenga una posición errónea en
un momento dado vamos a concluir que no sirve para nada. ¡No! Debemos seguir la
orientación de unir a todos los que sea posible unir en Estados Unidos, a la vez
que defendemos firmemente y plasmamos nuestros principios del internacionalismo
proletario, en unidad con las inmensas mayorías del mundo contra el sistema
imperialista. Pero también es verdad y hay que decirlo: todo mundo se pondrá a
prueba. No se trata de algo pasajero, no es que de pronto todo volverá a la
"normalidad"; y en todo caso, ¿qué carajos es eso? Sabemos que para las inmensas
mayorías del planeta la normalidad de este sistema es un infierno cotidiano.
Así que, todo esto es una expresión peculiar de las contradicciones
fundamentales subyacentes, las grandes contradicciones de la época imperialista.
Puede y debe ser transformado radicalmente y, de hecho, será transformado de una
forma u otra, para beneficio de una clase u otra.
Forjar oposición, repolarizar fuerzas
En el marco de la situación actual y de los objetivos y ambiciones desbocadas
de los imperialistas, se destaca la siguiente afirmación de Lenin: lo que
empieza como una guerra entre los imperialistas o reaccionarios no
necesariamente termina así, es decir, la relación de fuerzas que tratan de crear
(o la actual) no es necesariamente la que se dará. Naturalmente, en esto las
fuerzas de vanguardia marxista-leninista-maoístas de todo el mundo tenemos mucho
que decir, siempre y cuando apliquemos correctamente nuestra ideología en el
curso de los violentos trastornos y desorden que suscitará este gran hervidero
de contradicciones. Así que es imprescindible luchar por lograr una
repolarización de fuerzas políticas en Estados Unidos y en el mundo a través de
este gran proceso violento, complejo y difícil.
Con relación a esto, quisiera abordar otra cuestión: se ha dicho que los
seguidores de los imperialistas, incluso en las mismas fuerzas armadas, son
"blandos". El conductor de un popular programa de televisión, Bill Maher, se
metió en un gran lío porque habló de la cobardía de las fuerzas militares
estadounidenses, que bombardearon a Afganistán desde las alturas (y tengo
entendido que después "se echó para atrás" y ha estado mostrando gran
entusiasmo, por no decir fanatismo, hacia la "guerra contra el
terrorismo").[NOTA: Desde la publicación de esta charla a comienzos del 2002, y
especialmente con la guerra de Irak, Bill Maher ha criticado más ciertos
aspectos del programa y la conducta del gobierno de Bush. Pero en general ha
seguido apoyando la "guerra contra el terror", con ciertas críticas a su
implementación.] Pero tenía razón; ¡por algo lo atacaron! Sin embargo, sería
erróneo fijarnos exclusivamente en ese aspecto; además, hay que captar que la
clase dominante lo tiene presente y busca cambiarlo, al grado que pueda. Es
decir, el grupo que está en el poder (y el conjunto de la clase dominante, del
cual este grupo es el núcleo decisivo en este momento) busca superarlo.
Precisamente por eso, Bush y los demás han dicho desde el principio: "No
esperemos que sea como la guerra contra Yugoslavia", donde Estados Unidos
básicamente logró sus objetivos sin sufrir muchas bajas, y: "No será como la
guerra del Golfo", donde las bajas fueron mínimas... "Debemos estar preparados
para muchas más bajas a fin de lograr nuestros grandes objetivos y darle duro a
los `malvados' del mundo".
Reconocen la importancia de dar esta clase de orientaciones y de preparar a
la ciudadanía, teniendo en cuenta la situación global y sus objetivos
estratégicos. Están pensando estratégicamente e imaginando una situación en que
las cosas se les salgan de las manos o en que sufran grandes bajas en el curso
de la lucha por sus monstruosos objetivos. Debemos captar que podrán tener
cierto éxito a corto plazo y lograr ciertas cosas con su campaña de "preparar" a
la gente—tanto las fuerzas militares como la "población civil"— para mayores
sacrificios.
Es cierto que la historia demuestra que los soldados yanquis no tienen la
capacidad de sacrificio de los ejércitos que luchan contra la opresión, sobre
todo los ejércitos revolucionarios guiados por la ideología comunista. Pero no
por eso debemos concluir que la primera vez que reciban golpes y sufran bajas
van a rajarse ni que la población civil que los respalda se opondrá enseguida
por el simple hecho de que los soldados sufran serias bajas y aumente la cuota
de sangre en la "guerra contra el terrorismo". Sería erróneo pensar que será así
o contar con eso como condición para forjar nuestra resistencia a esta ofensiva
de los imperialistas.
En la medida que ocurra—que la gente se oponga al gobierno porque ve que los
soldados y civiles tienen que hacer mayores sacrificios, y eso haga cuestionar
para qué lo hacen—es un factor positivo que debemos aprovechar para forjar
oposición a la ofensiva imperialista. Políticamente puede ser un factor
favorable muy importante para el proletariado y los pueblos del mundo, pero es
natural que todo esto pase por un proceso dialéctico y no se desenvuelva en
línea recta. De hecho, es inevitable que en cierto nivel, en cierta medida y por
cierto tiempo algunas fuerzas se "endurezcan"—tanto militares como de la
"población civil" que podrán movilizar a corto plazo—y solo después (y a escala
mayor) se convertirá en su contrario. Así lo demuestra la experiencia de la
guerra de Vietnam. El proceso a través del cual mayores sectores de la población
(y de las fuerzas militares) empezaron a oponerse a la guerra imperialista de
Vietnam fue complejo y dialéctico, como vengo señalando, y no procedió en línea
recta. Y la actual "guerra contra el terrorismo" puede ser un conflicto mucho
mayor que el de la guerra de Vietnam.
Así que tenemos que comprender todo esto, y estratégicamente, debemos llevar
a las masas a captar que a medida que los imperialistas sufran reveses, entrará
en juego un factor favorable, y desde nuestra perspectiva de derrotismo
revolucionario, entre más reveses sufran, mejor; sin embargo, no debemos esperar
una correspondencia mecánica e inmediata ni que esto se dé en línea recta ni que
los reveses y/o un aumento de las bajas y mayor sufrimiento de la "población
civil" impliquen que de inmediato y automáticamente la situación sea más
favorable para nuestro trabajo de forjar oposición a su ofensiva, y de ligar la
oposición a objetivos estratégicos revolucionarios. El proceso va a ser mucho
más violento, difícil, convulsivo y complejo.
Obviamente, tenemos mucho trabajo político e ideológico que hacer y hay que
recalcar que no podemos dejarlo a la espontaneidad. Será un proceso violento y
difícil, y habrá que trabajar sistemáticamente por la repolarización que
necesitamos. Esto está relacionado con los objetivos internacionales de los
imperialistas y lo que buscan en Estados Unidos; como ya señalamos, su intención
es crear una sociedad que esté más o menos permanentemente en pie de guerra, con
la represión fascista que eso requiere, una especie de estado policial en
guerra.
Vale la pena reflexionar acerca de lo que dijo Martin Niemoeller: "Primero
vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego
vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego
vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie a quien decir
nada".
En una ocasión, cuando Mary Lou Greenberg, vocera de nuestro partido en Nueva
York, hizo referencia a esa cita de Niemoeller, el conductor reaccionario de un
programa radial respondió: "¿Pero se da cuenta de que acaba de comparar a
Estados Unidos con la Alemania nazi? ¡Qué ridículo!". Pero la Alemania NAZI, en
el momento en que los nazis subieron al poder, cuando nombraron canciller a
Hitler, no era la misma Alemania NAZI de unos años después, cuando cometió
genocidio contra los judíos en medio de la guerra. Pasó por un proceso y cuando
la Alemania NAZI se consolidó con todos sus horrores ya era muy tarde para
oponer resistencia, ¡que, al fin y al cabo, es lo que da a entender la cita de
Niemoeller! No por eso quiero decir que Estados Unidos ya sea un estado
fascista, pero está en guerra y existen elementos fascistas en la cúpula del
poder y en las medidas que toma, que el conjunto de la clase dominante está
adoptando.
La ley, al igual que el terrorismo, es "lo que dispongamos"
El gobierno de Estados Unidos hace alarde de superioridad, de que reina la
libertad y el derecho. "Tenemos un gobierno de leyes y no de hombres", dicen.
Pero con la escalada de represión y medidas de corte fascista, están chocando
con contradicciones muy agudas. Por ejemplo, se otorgan el derecho de oír las
conversaciones de los acusados de terrorismo con sus abogados, lo cual manda al
traste el concepto de juicio imparcial. ¿Acaso es posible que el acusado tenga
un juicio imparcial cuando el gobierno oye las conversaciones de la defensa y
los argumentos que presentará ante el tribunal? El derecho que el gobierno se ha
otorgado de oír esas conversaciones perjudicará cualitativamente el derecho a un
juicio imparcial (que no es que exista del todo).
Esto va de la mano con la mentalidad que han cultivado muy calculadamente de
que todo acusado es culpable y los abogados defensores son unos embusteros,
gente mala que hace fechorías y aprovecha puntos técnicos de la ley (traducción:
las garantías constitucionales) a favor de sus clientes. Esta fue la postura de
Edwin Meese, el secretario de Justicia del gobierno de Reagan, quien llegó al
extremo de decir: "Bueno, si esos tipos fueran inocentes, no los hubiéramos
acusado y no estarían ante el tribunal". Si se acepta y aplica esa noción,
elimina el fundamento del sistema judicial.
Estas ideas las han venido inculcando por muchos años, pero en los últimos
años han lanzado una campaña sistemática para borrar el principio de que uno es
inocente hasta que se demuestre que es culpable. Ahora quieren dar otro paso
gigantesco con los tribunales militares que Bush establecerá, en los cuales el
comandante en jefe de las fuerzas armadas será el fiscal y oficiales de menor
rango serán los jueces. Han tenido que maquillar esos tribunales un poco para
que parezca que respetarán el proceso legal establecido, pero Bush y compañía
siguen diciendo abiertamente que eliminarán o destriparán muchos derechos y
garantías judiciales. Así como han dicho que el terrorismo es lo que ellos
digan, el proceso legal establecido es lo que ellos dispongan.
Un ejemplo de esto: Cheney ha dicho que los terroristas no deben tener los
mismos derechos que los demás. Siguiendo esa lógica, una vez que la rama
ejecutiva (el presidente en su capacidad de comandante en jefe de las fuerzas
armadas) declare que un individuo es terrorista, pierde los derechos que la
Constitución supuestamente le garantiza (garantías que deben amparar no solo a
los ciudadanos sino a todos los habitantes del territorio estadounidense). Si se
acepta esa lógica, se borra la distinción entre acusar y condenar; si se acepta
que ellos definan el terrorismo, y que tan pronto le pongan la etiqueta
terrorista a un individuo no tenga garantías constitucionales, se acepta, de
hecho, que la ley es lo que ellos dispongan y que la Constitución la interpreten
ellos (dice lo que digan, y no dice lo que no digan). De repente se viene abajo
toda la fachada de que Estados Unidos es un sistema o un país gobernado por
leyes y no por hombres, porque básicamente están diciendo que es un
"gobierno de hombres". Es abiertamente el gobierno de la clase dominante y
su cúpula política, quienes deciden qué es la ley, qué es la Constitución,
quiénes tienen derechos y quiénes no.
No debemos exagerar la situación concreta en ningún momento, pero la cita de
Martin Niemoeller es muy pertinente porque tampoco debemos mirar pragmáticamente
lo que están haciendo sin tomar en cuenta la dirección, las tendencias y la
lógica que ellos mismos plantean. ¿Cuál es esa lógica? Y como dice una obra de
Richard Pryor: "¿Cuál es la conclusión lógica de la lógica?". ¿Adónde lleva? Es
muy importante comprender eso y ponerlo al descubierto para despertar una gran
oposición a esta ofensiva y para destacar la naturaleza de la dictadura burguesa
en todas sus formas y manifestaciones.
¿Quiénes son los "malvados" más terribles? ¿Qué muestra la
historia?
Creo que vale la pena trazar una analogía entre lo que está pasando hoy y el
genocidio de los indígenas de Norteamérica, cuando el sistema capitalista y el
sistema de esclavitud se extendieron desde el este hacia el oeste. Sería útil
analizar las semejanzas y las diferencias de esa experiencia histórica y hoy
para hacer agitación y propaganda.
En Predicando desde un púlpito de huesos (Preaching from a Pulpit of
Bones),4 cito a Jim Wallis, quien dijo sin pelos en la lengua
en su libro El alma de la política (The Soul of Politics) que
la historia de Estados Unidos es una historia de genocidio (o creo que dijo casi
completo genocidio) y esclavitud. Esta es la historia y el origen de los Estados
Unidos de América; decirlo no es retórica, Wallis añadió, es un simple
hecho.
Es un simple hecho que siempre tratan de tapar, disfrazar o justificar. Es
una ironía cuando los representantes de la clase dominante tratan de justificar
crímenes como esos. Si un delincuente se parara en un juzgado y diera los mismos
pretextos que dan los imperialistas por lo que hacen por todo el mundo,
¡imagínense cómo lo recibirían! "Bueno, sí, violé a esa mujer, pero si no lo
hubiera hecho, otro se lo hubiera hecho peor… Simón, maté a 12 personas y robé a
todo mundo, pero fíjense que ya venía otro que hubiera matado a 15 y robado
hasta más… O, sí, tuve que ir allá a asesinar y mutilar a niñitos, porque
necesitaba aliarme con el jefazo del cartel, y si no lo hubiera hecho, me
hubiera tomado por güey". ¡Imagínense no más si un delincuente se parara y diera
esos pretextos! Sin embargo, los imperialistas cometen crímenes mucho más
masivos y salvajes a escala mundial, y los justifican con pretextos ridículos y
ultrajantes: "Claro que tuvimos que tramar un golpe de estado en Irán en 1953,
instalar un gobierno despótico y brutal, y apuntalarlo durante décadas porque
correspondía a nuestros intereses estratégicos, o sea, controlar el petróleo
para proteger nuestro modo de vivir y evitar que los soviéticos u otra potencia
lo controlara. Claro que tuvimos que respaldar la guerra de Irak contra Irán
—bueno, respaldar a ambos lados hasta cierto punto, para debilitar a los dos,
aunque murieron cientos de miles de personas en esa guerra—pero lo hicimos por
nuestros intereses nacionales, o sea, controlar esa región estratégica y rica en
petróleo. Claro que tuvimos que hacer lo que hicimos en Indonesia y masacrar a
cientos de miles de personas para que no se volvieran comunistas porque iba a
perjudicar nuestros intereses estratégicos (y nuestras ganancias petroleras).
Nuestro modo de vivir estaba en juego". Y etcétera, etcétera, etcétera.
Entonces, ¿cuál es ese modo de vivir? Reconocen que su modo de vivir es
extorsionar, saquear, violar, explotar, asesinar en masa. Está bien, por lo
menos lo están reconociendo, así que dejen de darse aires de santo. Vamos a
cantar derecho. Son una bola de rateros que dominan por la pura fuerza, y tienen
las agallas de pintarse como los paladines de la democracia y "líderes del mundo
libre". Mark Twain acertó brillantemente cuando comentó: "En Estados Unidos, lo
que uno necesita es una combinación perfecta de ignorancia y arrogancia". Yo
añadiría que lo que necesita el imperialismo estadounidense, lo que manifiesta
constantemente y lo que está en primer plano más claramente hoy que nunca, es
una combinación perfecta de rapacidad y santurronería.
Actualmente reconocen más o menos abiertamente: "Sí, cometimos genocidio
contra los indígenas de Norteamérica, hicimos mal". (Bueno, lo reconocen ahora;
quién sabe si también tratarán de cambiar este veredicto).
Ahora, acuérdense de lo que pasó cuando Estados Unidos les estaba arrebatando
las tierras a los indígenas y cometía genocidio, y compárenlo con los pretextos
que nos están dando por lo que hacen ahora (o lo que hace Israel contra los
palestinos, para ver una parte de la situación). Por ejemplo, los medios de
comunicación nos hablan ahora del peligro de la viruela, de que se podría usar
como "arma de destrucción masiva". Pero, ¿quién usó la viruela como arma de
exterminación masiva? Fue el sistema estadounidense de capitalismo y esclavitud,
como parte de su expansión hacia el oeste—el mismo sistema que ahora es el
imperialismo estadounidense—que a propósito y a sabiendas regaló cobijas
contagiadas de viruela a los indígenas, es decir, como arma de guerra. Así que
no olvidemos quién lo hizo. Están habla y habla de lo que podría hacer tal país
o aquel gobierno, de que usarían armas de destrucción masiva si las tuvieran;
pero, ¿quién ya las usó, sean armas nucleares o la viruela como arma de guerra,
a escala masiva, en muchas partes del mundo y también dentro del mismo Estados
Unidos?
Si uno investiga lo que escribió la prensa y lo que declararon los
representantes del capitalismo en la segunda parte del siglo 19, cuando cometían
genocidio contra los indígenas y les arrebataban las tierras, ¿a quién pintaron
como "malvados" en ese entonces? ¿Creen que a la caballería? ¿Creen que a los
que cometieron masacres, que mutilaron sexualmente los cadáveres de las
indígenas, que mutilaron a niños e hicieron trofeos de guerra de partes del
cuerpo? ¿Creen que a ellos los pintaron de "malvados" horribles? Por supuesto
que no. Al contrario, los "malvados" eran los indígenas "salvajes". Cuando por
fin los indígenas ya no aguantaban más y buscaban la forma de devolver el golpe,
no siempre lo hacían de una manera "ordenada". A veces sí, iban a una granja, la
quemaban y mataban a todos los que encontraran ahí, hasta niños; entonces las
autoridades lo usaban como prueba de que eran "salvajes", que había que
extirparlos. Si por fin devolvieron los golpes y no siempre pelearon según las
reglas del Marqués de Queensberry, si en ocasiones hicieron una pequeña parte de
lo que les hicieron a ellos a escala masiva, el gobierno lo tomó como pretexto
para hacérselo a una escala mayor o completar el genocidio.
Hay que investigar cómo pintaron las cosas en ese entonces, en contraste con
lo que reconocen ahora; se verá que hoy están aplicando la misma lógica sobre
quiénes son los "malvados", ahora a escala internacional. Lo siento mucho,
señores imperialistas, pero no les toca hacer el papel del "bueno" en este
mundo. Toda esta historia tiene mucho que ver, como analogía, con lo que está
pasando hoy, sea Israel con los palestinos o el imperialismo yanqui con
Afganistán, y lo que tiene planeado para toda esa región y, en última instancia,
el mundo entero.
Por otro lado, hay enormes diferencias en la situación y las posibilidades de
esta época. En ese entonces, a pesar de la heroica resistencia de los pueblos
indígenas, no pudieron contra las fuerzas del expansionismo del sistema de
capitalismo y esclavitud, que eran más fuertes y numerosas. Pero el mundo de hoy
es muy diferente. El imperialismo yanqui ya no está en auge, ya no representa lo
nuevo, lo que está en ascenso en el mundo. No representa los intereses ni los
sentimientos de las grandes masas del mundo. ¡Muy al contrario! No solo en el
Medio Oriente y el "mundo islámico", a través del mundo entero, las masas no ven
al imperialismo yanqui como este se pinta, como "los buenos que salen a luchar
contra los malos". Cientos de millones de personas por todo el mundo captan, por
lo menos en términos básicos, la realidad que los imperialistas tratan de poner
patas arriba; saben quiénes son los verdaderos "malvados" que han causado enorme
sufrimiento a la gente de todo el mundo.
Sentimos pena por los miles de personas que murieron en las torres gemelas
del World Trade Center. Pero, hay que decir a la gente estadounidense: Uds.
tienen que saber que su gobierno tortura y mata la misma cantidad de niños cada
mes en Irak. Hay que confrontarlos con esto. Hay muchos programas y muestras de
apoyo a las familias de los que murieron en el World Trade Center, y
simpatizamos con eso. Pero, ¿por qué no hay programas, por qué no hay coraje por
los cinco mil niños iraquíes que mueren torturados lentamente cada mes por las
medidas estadounidenses? Mueren torturados poco a poco como resultado directo
del bombardeo estadounidense y la destrucción de la infraestructura de Irak
(como plantas de tratamiento de aguas negras), y de las sanciones que no
permiten que reparen la infraestructura ni que compren comida y medicinas. Si
trajeran a esos niños iraquíes a Estados Unidos y los metieran en un auditorio,
si los pararan en frente de Uds. y los torturaran uno por uno hasta que se
murieran, entonces Uds. sí reaccionarían.
Bueno, no busco echarle la culpa a la población estadounidense en general,
porque la mayoría no lo sabe. Hay fuerzas reaccionarias a quienes no les
importaría, pero la mayoría de la gente no lo sabe. Es nuestra responsibilidad
hacerlos ver eso para que entiendan quiénes son los verdaderos "malvados"
monstruosos del mundo. Gente como Osama bin Laden, los talibanes o Saddam
Hussein representan fuerzas de clase que se tendrán que borrar como parte del
proceso revolucionario de crear un mundo totalmente nuevo, en última instancia
comunista; pero son como pulgas al lado del monstruo del imperialismo yanqui. A
la gente de Estados Unidos hay que hacerle entender esto concretamente, con
detalles vívidos y reales; obviamente es nuestra responsibilidad
mostrárselo.
Repito, la situación es muy diferente hoy que hace 100 ó 150 años, hablando
de fuerzas estratégicas y viendo todo el mundo. La analogía entre el genocidio
de los indígenas norteamericanos y lo que está pasando ahora tiene valor para
hacer agitación y propaganda; pero hay que recordar que el mundo de hoy es
enormemente diferente y estratégicamente más favorable para el proletariado y
los oprimidos del mundo, entre quienes están los indígenas de Estados Unidos y
del mundo. Esta es una verdad profunda, a pesar de que ahora existe una
correlación de fuerzas muy desfavorable. Por eso hay que transformarla
radicalmente, hay mucho trabajo que hacer, teóricamente y en la práctica, para
llevar a cabo una transformación radical que realmente corresponda a las
necesidades y los intereses básicos de la gran mayoría de la humanidad, y de la
gran mayoría de la gente de Estados Unidos.
"Choque de civilizaciones"
Varios intelectuales y seudointelectuales (e incluso "izquierdistas" o
seudoizquierdistas) imperialistas han hablado de un "choque de civilizaciones".
Por ejemplo en 1993, la revista Foreign Affairs publicó un artículo de
Samuel Huntington con ese título que, aunque defendió y justificó la dominación
del imperialismo yanqui, fue muy presciente sobre ciertas manifestaciones de las
contradicciones mundiales, que posteriormente surgieron, como el conflicto entre
Asia Central y el mundo islámico, por un lado, y el Occidente, representado por
Estados Unidos, por el otro.
Huntington señala que un intelectual (burgués) occidental y un marxista
soviético podrían entablar un debate sin mayor problema, o sea, se entenderían;
pero en cambio sería muy difícil que cualquiera de los dos entablara un debate
con un fundamentalista islámico. Aunque es innegable que en lo ideológico los
fascistas cristianos de Estados Unidos tienen mucho en común con los
fundamentalistas islámicos, a lo mejor Huntington tiene razón hasta cierto
punto. Sin embargo, su orientación revela errores metodológicos fundamentales,
tales como separar lo ideológico de los factores materiales subyacentes.
En todos esos países y regiones, existen distintas fuerzas de clase con
intereses en conflicto. No hay un gran grupo amorfo que, a pesar de estar
dividido en clases, tiene una gran homogeneidad simplemente por ser de la
civilización islámica, hindú, cristiana, etc. Al contrario, en todos esos países
y regiones (y "civilizaciones") hay muy agudas contradicciones de clase; y, como
he señalado incluso antes del 11 de septiembre, algunas manifestaciones actuales
de los factores subyacentes materiales y sociales no corresponden a los
intereses objetivos sociales y de clase de las masas afectadas.
Por ejemplo, los campesinos desterrados y arrojados a las villas de miseria
de las ciudades han buscado varias soluciones, algunas de las cuales
corresponden a sus intereses y otras no. En algunos casos los ha atraído el MLM.
Pero en otros casos, especialmente en situaciones en que las fuerzas MLM son
débiles y otras fuerzas como los fundamentalistas religiosos son más fuertes,
estos los han atraído. Este fenómeno se ha dado en Irán e incluso en Turquía
(que tiene cierta tradición secular en el "mundo islámico"), e indudablemente en
países como Egipto y otros. Pero en un sentido más profundo, esto no cambia, ni
mucho menos borra, la situación material concreta y los verdaderos intereses
objetivos de las masas.
Obviamente, el reto para las vanguardias MLM de esas regiones, y del mundo
entero, es transformar la situación, lo que en primer lugar implica analizarla
más a fondo. No basta simplemente con asumir los principios básicos del MLM ni
basta con aplicarlos creativamente en esos países. Desde luego, debemos basarnos
firmemente en los principios elementales del MLM y aplicarlos creativa y no
dogmáticamente, pero hace falta trabajo teórico de análisis (y síntesis) para
captar más a fondo el masivo "trastorno demográfico" de esos países: el
destierro de gran parte del campesinado y la transformación en un
semiproletariado en las villas de miseria. Hace falta mucho trabajo en ese
sentido. El Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI)—incluido nuestro
partido— y otras fuerzas comunistas están abordando esa tarea, pero hace falta
mucho más trabajo. Conservando nuestra orientación fundamental acerca de los dos
caminos revolucionarios en los dos tipos de países (países imperialistas y
países oprimidos del tercer mundo) y acerca de la importancia fundamental del
camino de la guerra popular prolongada de cercar las ciudades desde el campo en
el tercer mundo (como plantea el Borrador del Programa de nuestro
partido), debemos entender las implicaciones tácticas, e incluso en ciertos
aspectos estratégicas, de las grandes transformaciones que se están dando en
muchos países, especialmente en el tercer mundo.
Debemos reconocer esa realidad y conocerla más a fondo. ¿Por qué las masas de
muchos países corren a los brazos de los fundamentalistas religiosos? ¿Cuáles
son los factores materiales subyacentes, así como los factores políticos e
ideológicos? ¿Qué deficiencias de las fuerzas seculares, y las fuerzas
marxistas, han causado esta situación y cómo? ¿Cómo podemos superarla? ¿Cómo
respondemos a la situación material de las masas, pero también a sus grandes
inquietudes políticas e ideológicas? ¿Cuáles son los factores favorables que
debemos aprovechar? He aquí los enormes retos que se nos plantean como
movimiento internacional; a nuestro partido y a todos nos toca hacer el máximo
esfuerzo por aportar lo que podamos de las varias formas que podamos. Pero las
cosas no son como dice Samuel Huntington. Debemos aprender de su análisis, en
algunos aspectos penetrante y presciente, pero también debemos tomar en cuenta
que tiene marcadas limitaciones y prejuicios de clase.
La respuesta fundamental al fundamentalismo religioso
El libro The Battle for God (La batalla por Dios) de Karen Armstrong
también analiza estas contradicciones desde una perspectiva cuasimaterialista y
cuasireligiosa, y tiene básicamente las mismas limitaciones. Según entiendo se
vende como pan caliente en Estados Unidos tras los sucesos del 11 de septiembre.
Dado que examina el fundamentalismo religioso en las tres principales religiones
monoteístas (el islamismo, el cristianismo y el judaísmo), es importante y de
actualidad. Analiza las condiciones que dan pie a los movimientos
fundamentalistas, especialmente el papel de los desplazamientos y cambios de las
masas en muchos países y regiones, que trastornan la vida y los valores
tradicionales, y las hacen más receptivas al fundamentalismo. Eso favorece a las
fuerzas fundamentalistas organizadas y logran movilizar una base grande. Hay
mucho que aprender de este análisis.
Asimismo, Armstrong reconoce y subraya (y examina) el hecho de que la
modernidad nació en el "Occidente" a través de un proceso violento y doloroso.
No fue una transición suave o fácil; fue convulsiva, con guerra, revolución y
muchos trastornos. De ese proceso surgió la sociedad laica moderna que existe en
Estados Unidos y otros países "capitalistas avanzados" en la actualidad.
Armstrong también señala que en el tercer mundo en gran parte la modernidad (o
la modernización) la impusieron el colonialismo y el imperialismo y, ligados a
ellos, élites corruptas y represivas (básicamente fuerzas compradoras
dependientes del imperialismo y a su servicio). Plantea que esos gobiernos (y
las potencias coloniales imperialistas que los respaldan) no han creado la base
interna para la modernización.
Pero en el fondo Armstrong no reconoce que el sistema y los intereses de
clase no permiten crear la base material para hacerlo. En contraste, veamos la
historia de la revolución china, donde por medio de un proceso revolucionario
desde la base, guiado por la vanguardia y la ideología comunista, las masas se
liberaron en gran medida política e ideológicamente, así como en la vida
económica y social, de las viejas tradiciones y cadenas del pasado. Esto es lo
que representa el MLM, las fuerzas de la revolución proletaria y el movimiento
comunista internacional: pueden transformar profundamente la situación de una
manera radicalmente diferente que la burguesía y los imperialistas, que imponen
los cambios desde arriba (cambios sociales, por cierto, muy limitados y
torcidos).
La revolución proletaria desde la base establece una sociedad secular de una
manera mucho más cabal que la burguesía y los imperialistas (que ni siquiera se
lo proponen completamente). De igual modo, las transformaciones materiales y los
trastornos sociales que arrojan a las masas desterradas y despojadas (y también
a los campesinos y otras masas explotadas y oprimidas) a los brazos de los
fundamentalistas pueden ser canalizados mucho más estratégica y completamente
por el proletariado, que moviliza a las masas en una revolución, guiada por la
ideología comunista, que lleve al socialismo y a la larga al comunismo mundial
(proceso revolucionario que en el tercer mundo por lo general pasa primero por
la etapa de la revolución de nueva democracia contra el imperialismo, el
feudalismo y el capitalismo burocrático ligado al imperialismo). Pero, repito,
para hacer todo esto hace falta muchísimo trabajo, por ejemplo, trabajo teórico
y particularmente análisis (y síntesis) de estas profundas transformaciones
materiales y trastornos sociales en grandes partes del tercer mundo, y de sus
implicaciones políticas y estratégicas para el proceso revolucionario. Para ello
podemos y debemos aprender de los análisis burgueses (o democrático-burgueses),
pero es necesario examinarlos y sintetizarlos desde nuestra perspectiva.
En cuanto a lo que podemos aprender de Armstrong, así como de nuestras
críticas a ella (y del artículo de Samuel Huntington), podemos resumir: una
sociedad completamente secular necesariamente habrá eliminado y abolido la
explotación y opresión. Y para alcanzar nuestra meta final de alcanzar una
sociedad, y un mundo, donde se haya eliminado final y completamente toda
explotación y opresión, habrá que hacer grandes transformaciones económicas,
sociales y políticas, y además hacer la revolución en la esfera ideológica y
ganar a las masas a asumir plenamente el secularismo y, más aún, la aplicación y
desarrollo constante de un método totalmente científico, revolucionario, crítico
y creativo, es decir, el MLM.
Vendrán grandes cambios... Estados Unidos no será igual
Recapitulando, los imperialistas yanquis tenían su proyecto, tenían ciertas
cosas en marcha y decidieron acelerarlas; por otra parte, hay contradicciones y
necesidades muy concretas, y fuerzas que se les oponen, con las que tienen que
lidiar. Tienen libertad y necesidad, y ambas han cambiado a partir del 11 de
septiembre. Tenemos que comprender todo esto al mayor grado posible en este
momento y actuar en consecuencia; pero también tenemos que seguir analizando y
conociendo a fondo la dinámica y las fuerzas materiales económicas subyacentes,
los factores políticos y geoestratégicos, y las interconexiones de estas fuerzas
económicas, políticas y sociales.
Pero hay que recalcar que los imperialistas han puesto en marcha cosas que no
retrocederán, y será difícil controlarlas. Sin lugar a dudas, cualquiera que sea
la resolución de todo esto, cuando finalmente se dé, la situación habrá cambiado
enormemente en el mundo y también en lo que ha sido Estados Unidos. Es decir,
vendrán grandes cambios y Estados Unidos no será igual: puede pasar
algo terrible o algo muy positivo para el avance de la revolución proletaria
mundial e incluso la conquista del poder por las masas en Estados Unidos.
Los retos políticos
Con todo lo anterior en mente, quisiera abordar los retos políticos que se
nos plantean. Primero, vale la pena citar un editorial que salió hace poco en el
OR (2 de diciembre de 2001), titulado "SE NECESITA: Un pujante
movimiento contra la guerra"5:
McWorld o Jihad, ¿acaso no hay otro camino?
¿Cómo podemos luchar contra los injustos bombardeos e intervenciones
militares de Estados Unidos, y contra la bárbara represión y discriminación a
los árabes y musulmanes?
¿Cómo pueden luchar los pueblos del mundo contra las fuerzas e ideologías
reaccionarias sin caer en la trampa de fortalecer a los explotadores y opresores
globales?
¿Cómo logrará el pueblo de este país comunicarse con los pueblos del otro
lado del planeta para hacerles entender que una enorme brecha separa a la
estructura de poder y las grandes mayorías del pueblo estadounidense, a quienes
no beneficia fundamentalmente la opresión y el saqueo de los pueblos del
mundo?
¿Cómo ayudamos a `echar leña al fuego' de los movimientos que liberarán
al pueblo de los opresores globales y crearán sociedades donde se eliminen la
miseria, la violencia injusta, el odio étnico y la opresión de la
mujer?
Al reflexionar sobre estos problemas y la necesidad de la revolución
proletaria en Estados Unidos y el mundo entero, el presidente del PCR, Bob
Avakian, escribió:
"Debemos plantear la visión de un movimiento contra los actos de
guerra y represión de 'nuestro propio' gobierno que llegue a todo rincón del
planeta, un movimiento tan recio y pujante que no sea posible ocultarlo de las
masas del mundo, ni de las masas de los países y regiones que son blancos de la
agresión del imperialismo yanqui y que justamente son 'semilleros' de odio 'a
América'.
"Imaginemos lo que significaría, lo que significará, para esos
millones y millones cuando vean a miles y miles—y con el tiempo a millones—de
personas en Estados Unidos luchando contra la agresión (y represión) de
su propio gobierno y, hombro a hombro con los pueblos del mundo, oponiéndose a
lo que este gobierno representa, y lo que hace e impone al mundo.
"Imaginemos las grandes inquietudes que eso despertará para un montón
de gente, el 'diálogo' (aun indirecto) que provocará entre gente del mundo
entero y gente de Estados Unidos.
'Imaginemos cómo atizará la lucha y el potencial para una nueva
configuración de fuerzas en que la gente común del mundo entero luche por una
cause común contra los opresores y gandallas del mundo, sobre todo la clase
dominante de Estados Unidos, que—quedará más claro con cada día que pase—no
habla ni actúa de acuerdo a los intereses ni en nombre de una creciente mayoría
del pueblo estadounidense..."
Imaginemos...
Tracemos planes...
Hagamos realidad esta visión...
El mundo entero nos está mirando".
He aquí una gran visión, del tamaño que se necesita, en vista de lo que los
imperialistas han puesto en marcha y buscan, a costa de tremendo sufrimiento.
Construir un pujante movimiento de oposición, como plantea el editorial, es un
objetivo muy importante y una meta muy concreta, por la cual debemos forjar
unidad, luchar hombro a hombro y trabajar enérgica y urgentemente.
Es muy notable y alentador que tras el 11 de septiembre y la declaración de
guerra ilimitada (y mayor represión) por los imperialistas, mucha gente—gente
prominente, estudiantes y otras fuerzas sociales de la sociedad
estadounidense—han tomado una posición muy buena, y muchos han asumido el reto
de oponerse y fortalecer la resistencia contra la ofensiva de los
imperialistas.
La experiencia del movimiento de oposición a la guerra del Golfo nos brinda
importantes lecciones al respecto. No olvidemos que desde los primeros días se
prendió una oposición masiva en grandes partes del mundo, incluso en Estados
Unidos y muchos otros países de la "coalición" de entonces. Recuerdo que vi un
reportaje de una manifestación de medio millón de personas (o quizás un millón)
en Alemania. Claro, como de costumbre enseguida corrieron a tapar esa
desagradable realidad y a sembrar confusión: "Sin embargo, las encuestas indican
que la mayoría de los alemanes apoyan la guerra", como quien dijera: "Olvídense
de la realidad, siempre hay una encuesta". Eso me trae a la mente algo que dijo
Lenin: que las clases dominantes reaccionarias necesitan dos cosas, el verdugo y
el cura. Bueno, ahora tienen las bombas y las encuestas: con las bombas matan y
con las encuestas nos dicen qué pensar.
Bueno, inicialmente se prendió oposición masiva a la guerra del Golfo, en el
mundo y en Estados Unidos, pero más adelante mucha gente se desorientó, sobre
todo al ver que los imperialistas tenían una abrumadora superioridad militar y
saldrían victoriosos sin sufrir muchas bajas. Los imperialistas lanzaron una
contraofensiva política en el campo de la opinión pública que causó mucha
desorientación e incluso desmoralización en el movimiento, debido en parte a la
suposición errónea de que esa guerra iba a ser básicamente igual a la guerra de
Vietnam: que Estados Unidos (y su coalición) se meterían en un "lodazal" y
quedarían atascados, empezarían a llegar bolsas de cadáveres de soldados y
grandes sectores de la población repudiarían la guerra.
En primer lugar, este es un resumen unidimensional de la oposición a la
guerra de Vietnam. Aunque los factores enumerados arriba afectaron a importantes
sectores de la población, la conciencia contra la guerra se desarrolló en la
lucha contra la guerra. Pero más que eso, el pujante movimiento de protesta
contra la guerra de Vietnam no se prendió simplemente por la muerte de jóvenes
estadounidenses ni porque resultó cada vez más evidente que Estados Unidos no
iba a ganar la guerra, sino porque se comprendió la naturaleza política de la
guerra, es decir, que era una guerra reaccionaria, opresiva y sangrienta por los
intereses de Estados Unidos contra el pueblo vietnamita que, en aras de sus
intereses, luchaba y oponía resistencia.
En segundo lugar, en la guerra del Golfo algunos grupos y tendencias
políticos con un análisis erróneo, que siempre buscan rebajar el nivel de unidad
al mínimo común denominador, propagaron de una manera utilitaria y pragmática
que "cuando lleguen las bolsas de restos humanos, la ciudadanía repudiará la
guerra". Y cuando no sucedió así, mucha gente se desorientó.
Por otra parte, los imperialistas no tardaron en contraatacar con la consigna
de "apoyar las tropas" e incluso en el movimiento se adoptó esa línea, que
sirvió como un caballo de Troya ideológico y político. ¿Acaso se puede apoyar
las tropas y no apoyar la guerra? ¿Acaso las tropas están haciendo otra
cosa que la guerra? Por lo contrario, debemos apoyar a los soldados que oponen
resistencia—o buscan los medios de oponerse— a la guerra. Durante la guerra de
Vietnam, la resistencia de los soldados fue un fenómeno masivo, y el movimiento
contra la guerra apoyó y alentó (muy correctamente) a los miles de soldados que
se rebelaron y lucharon por ganarse a su lado a muchos más. En la guerra del
Golfo, muchos soldados estaban tomando la misma posición, pero en ese caso la
línea de "apoyar las tropas"—fomentada en grande por los imperialistas y, lo que
fue más dañino, adoptada por fuerzas del movimiento—sirvió para desorientar,
desmoralizar y desmovilizar. Debemos tener esto muy presente y luchar por
aplicar las lecciones de esa experiencia de manera consecuente si ocurre una
situación parecida u otra en que busquen desviar el movimiento contra la guerra
ilimitada "contra el terrorismo".
Debemos escuchar a los imperialistas y observar y analizar sus acciones.
Fundamentalmente son mentirosos patológicos, pero también es cierto, como dijo
Lenin, que tienen la necesidad de influenciar y movilizar a la población, y con
sus propios propósitos y de un modo torcido revelan parte de la verdad. Por
ejemplo, como dije antes, están preparando a la gente para aceptar que tendrán
mayores bajas y pérdidas que en la guerra del Golfo. Eso por un lado, o sea, es
una parte de lo que ven, una posibilidad muy concreta, y reconocen que es
necesario preparar a la gente para ella. Pero por otro lado, tendrán sus
victorias militares, como ya han tenido en Afganistán. Y en ciertas situaciones
podrán minimizar las bajas o, si no, ganar a mayores sectores de la población a
corto plazo precisamente porque están sufriendo más bajas: "Nuestros soldados
están dando la vida y nos toca brindarles apoyo, ahora más que nunca".
Va a ser un proceso complejo y, repito, no podemos concebirlo de una forma
simplista o en línea recta. En primer lugar, no podemos dar por sentado que van
a meterse en un lodazal o, si así pasa, que esto automáticamente suscitará
oposición; ninguna de las dos cosas sucederá de forma tan sencilla y fácil. Para
ello se necesitará la plena participación y trabajo, antes que todo, de las
fuerzas MLM de este país y el mundo (en particular, nuestro partido y el MRI) y,
unidas a ellas, a través de un proceso de unidad-lucha-unidad, fuerzas
progresistas y de resistencia y oposición a la implacable ofensiva
imperialista.
Nuestro partido tiene un papel de suma importancia: tendremos que luchar por
unir a todos los que sea posible unir en oposición a esto y ligar la oposición a
objetivos estratégicos revolucionarios por medio de nuestro trabajo y línea
independientes. Aquí vemos nuevamente la gran importancia de repolarizar las
fuerzas de la sociedad y ganar a muchas de ellas a oponerse a la ofensiva
imperialista de guerra y represión. Es preciso captar que podemos y debemos
hacerlo sin rebajar el nivel de unidad del movimiento de resistencia, y de hecho
esta es la única manera de hacerlo bien; es decir, hay que deslindar campos de
tal forma que sea posible unir a la mayor cantidad de gente de las más diversas
perspectivas políticas (e ideológicas) de la forma más resuelta contra los
aspectos esenciales de la ofensiva imperialista.
Como señala un documento interno del partido:
"[Se necesita] un movimiento que se aferre a los principios básicos y a la
vez forje el más amplio frente único con el enfoque de parar la implacable
ofensiva de guerra y represión en vez de caer en el sectarismo o simplemente
ocuparse de intereses más limitados y estrechos...
"Tenemos que condenar rotunda y resolutamente la naturaleza del sistema,
plantear la solución a toda esta locura y trabajar para unir a los más grandes
sectores posibles en un pujante movimiento que los PARARÁ...
"Básicamente, nuestra declaración del 14 de septiembre6 aplicó muy bien esta orientación de hablar a millones
de personas e influenciarlas desde una perspectiva revolucionaria, de deslindar
y aplicar la línea de masas a fin de unir a la mayor y más diversa gente de
acuerdo a los intereses estratégicos de nuestra clase internacional. El gran
reto de hacer esto correctamente se nos planteará a lo largo del difícil y
complejo proceso de repolarización en que arrebataremos a grandes sectores de la
sociedad de las garras de la clase dominante".
Al captar estos principios cruciales, captaremos que no importa desde qué
perspectiva la gente diga que está "contra la guerra" ni que piense,
equivocadamente, que la ONU u otras instancias internacionales pueden efectuar
una "resolución justa" de los conflictos internacionales que provocaron los
ataques del 11 de septiembre. Será necesario unir a gente muy diversa que
analiza las cosas con su propia perspectiva y tiene sus propios puntos de vista
sobre muchas cuestiones. Lo importante es llevar al mayor número de gente a
unirse a la oposición, sobre todo a lo que el gobierno estadounidense (y su
"coalición" en un momento dado) está haciendo, su ofensiva de guerra y
represión. Si no trazamos estos deslindes, si no apuntamos contra el gobierno
estadounidense y su ofensiva, si la oposición a la guerra y represión se rebaja
a tal punto que las declaraciones a favor de la "paz" y la "justicia" no señalan
al gobierno como responsable de la represión y guerra injusta, se podrá
movilizar a muchísima gente, pero en el mejor caso, la oposición será ineficaz
y, en el peor, la canalizarán contra la verdadera resistencia a las embestidas
de la ofensiva imperialista. Todo esto subraya la importancia de bregar
constantemente por unir a todos los que sea posible unir contra esta ofensiva
y a la vez aferrarnos a los principios y debatir las discrepancias de
la oposición, por ejemplo cómo deslindar campos y construir el movimiento de tal
forma que se una a la mayor cantidad de gente de la forma más enérgica.
Derrotismo revolucionario
El derrotismo revolucionario es un aspecto decisivo del internacionalismo
proletario en un país imperialista, sobre todo en Estados Unidos, dada su
posición de "única superpotencia" y su intención de librar una guerra sin fin
para reconfigurar al mundo bajo su dominación. No basta con que los comunistas
planteemos el derrotismo revolucionario; tenemos que luchar para que el
movimiento de oposición y las masas populares asuman esta posición.
Es importante hacer algunas aclaraciones respecto al derrotismo
revolucionario y cómo aplicarlo. En un país imperialista—o en cualquier país que
libre una guerra injusta, de dominación y saqueo, una guerra reaccionaria que
solo sirve para fortalecer la opresión o para sustituir una potencia opresiva
por otra—, el derrotismo revolucionario implica oponerse al propio gobierno,
aunque el enemigo del gobierno sea igualmente reaccionario.
Implica no apoyar al gobierno en la guerra y, al contrario, aplaudir sus reveses
y derrotas, y aprovecharlos para forjar oposición al gobierno y su guerra
reaccionaria con el objetivo de hacer la revolución en el propio país y aportar
lo máximo posible a la lucha revolucionaria internacional. Sin embargo, el
derrotismo revolucionario no implica apoyar al enemigo del gobierno si
ese enemigo (y la guerra que libra) es igualmente reaccionario. Obviamente, esto
puede ser complejo y la aplicación correcta del derrotismo revolucionario
requiere basarse en los principios básicos y hacer un análisis concreto.
Por ejemplo, la situación actual es compleja porque, por un lado, Afganistán
no es un país imperialista; es un país del tercer mundo, un país oprimido por el
imperialismo y devastado por la guerra imperialista y una guerra civil, como
consecuencia de las agresiones e intrigas imperialistas. Pero el Talibán y las
demás fuerzas que los yanquis están atacando tampoco son fuerzas progresistas;
son opresores reaccionarios del pueblo. ¿Cómo aplicamos el derrotismo
revolucionario en esta situación? Pues no vamos a echarle porras al Talibán,
sino a oponernos a nuestra clase dominante y aplaudir sus reveses y derrotas, no
para que gane otra fuerza reaccionaria sino para que nosotros—la vanguardia y
las masas de Estados Unidos y de Afganistán, y la lucha revolucionaria
mundial—podamos "abrir una brecha" para que el pueblo se alce y haga la
revolución, la revolución proletaria, en aras de sus propios intereses. Esto es
lo que entendemos por derrotismo revolucionario: infundir en las masas la
orientación de aplaudir los reveses de su propia clase dominante para crear las
condiciones para hacer la revolución, barrer este sistema monstruoso, y dar a
luz un sistema y un mundo mejor.
Esto no se puede hacer al margen del movimiento de resistencia ni podemos
esperar hasta que todo mundo tenga mayor claridad ideológica para entrarle de
lleno a forjar la resistencia. Tenemos que entrarle a la pelea y en medio de
ella elevar el nivel político e ideológico de una manera sistemática y
concentrada. Aquí viene al caso otro principio que Mao recalcó: es necesario
explicar una línea y un punto de vista no solamente una vez o unas cuantas veces
sino muchas veces. En esta situación radicalmente nueva, tenemos que elaborar
más la línea y el punto de vista que corresponden a los intereses y necesidades
de las masas, y explicárselos a fondo reiteradamente en el curso de la batalla
política y de movilizar a las masas.
"Todo ha cambiado"
Aunque esta afirmación de los imperialistas es muy siniestra, hay que
reconocer que en realidad todo ha cambiado. Es muy importante seguir
con nuestras tareas y no abandonar o subvalorar otras luchas importantes al
entrar directamente a la batalla contra esta ofensiva imperialista de guerra y
represión; pero hay que reconocer que todo, incluidas esas luchas, se da en un
marco nuevo y profundamente diferente. No debemos ignorarlo ni rechazarlo; al
contrario, debemos reconocerlo y ser consecuentes. Debemos mover cielo y tierra
para transformar la situación a favor del movimiento que lucha por barrer y
abolir este sistema.
Tal es la importancia de nuestro partido en este país y la gran importancia
del internacionalismo, de la situación internacional y del movimiento
internacional, especialmente el MRI. Repito, a lo mejor no es la situación que
hubiéramos elegido, pero es la que se nos presenta y debemos sacar de ella los
mayores avances para la revolución proletaria en Estados Unidos y en el mundo
entero, por complejo, difícil y violento que sea el proceso, y cueste lo que
cueste.
Otra cosa muy siniestra es lo que plantean Bush y los imperialistas de que "o
estás con nosotros o estás en contra", pero también encierra una profunda
verdad. Lo más importante para nosotros es voltearles la tortilla. En
el marco de su implacable ofensiva de guerra y represión, se han otorgado el
derecho de atacar y reprimir a quien quieran, y nosotros debemos destacar esto:
si no te sumas a la resistencia a lo que están haciendo, aunque no quieras, la
corriente te llevará y a lo mejor te aplastará. Esta es una profunda verdad que
debemos hacer entender. No basta con no estar de acuerdo o con tener criterios y
opiniones propios. Si no opones resistencia, te llevará, y muy probablemente te
aplastará, la corriente.
Estos son los grandes retos que se nos plantean. Además, tendremos que lidiar
con una situación en que no permitirán el disentimiento al grado ni de la misma
manera que antes. La nueva situación será muy compleja políticamente y tendrá
una represión draconiana de corte fascista en una sociedad más y más
militarizada, una escalada de represión que incluso ahora tiene aspectos
fascistas muy concretos, tales como suspender o socavar los principios
democrático-burgueses que tanto pregonan. En realidad esos derechos ya son,
siempre han sido, limitados y restringidos, y se aplican de acuerdo a la clase
social; forman parte de un sistema de gobierno de clase, de dictadura burguesa;
se nutren de la opresión, explotación y saqueo de los pueblos del mundo; y van
acompañados de escuadrones de la muerte y tiranía en muchas partes del imperio
yanqui, sobre todo en el tercer mundo, donde por lo general la dictadura
reaccionaria es más franca y salvaje. En Estados Unidos, la clase dominante
tolera el ejercicio de esos derechos solo cuando no representan mayor amenaza o
obstáculo. Pero ahora ha sacado la mano de hierro: es evidente que está dando
pasos para socavar la estructura democrático-burguesa en que se han proclamado
esos derechos. Pero, no se preocupen, dicen, porque "somos muy respetuosos de
las garantías constitucionales y nos preocuparemos por defenderlas". Traducción:
¡"Nos preocuparemos por defender las garantías constitucionales que estamos
pisoteando y eliminando"!
Se valen de ciertas "frases mágicas", tales como "pero estamos en guerra",
para refutar toda crítica y negar toda objeción a la militarización de la
sociedad y las medidas de corte fascista. También quieren que dejemos de pensar
al oír la palabra "terrorista". El 11 de septiembre, aparte de los ataques
contra edificios, que mataron a mucha gente, ocurrió algo muy insidioso, que por
cierto no ha salido en ningún noticiero: se soltó un virus secreto que borra la
capacidad de análisis y provoca amnesia política, y como consecuencia mucha
gente no recuerda nada de lo que pasó antes de esa fecha. Claro, estoy hablando
en broma, pero aunque no exista tal virus, a la clase dominante le conviene que
la gente no analice ni cuestione la versión de la realidad que propagan la
prensa grande y otras instituciones todo el día; le conviene que la gente piense
y actúe como si la historia no existiera, como si el 11 de septiembre ocurriera
sin ningún motivo o contexto, como si de repente nos atacaran fanáticos que
odian "nuestras libertades" y "nuestro estilo de vida (superior)", y como si eso
no tuviera ninguna relación con el sufrimiento de las inmensas mayorías del
planeta.
Como dije, es parecido a la experiencia de los amerindios y las monstruosas
atrocidades que cometieron contra ellos. Cuando se rebelaron y, por ejemplo,
prendieron fuego a una granja, ¿en qué contexto se dio? ¿Acaso no eran víctimas
del genocidio; de masacres en que mataron parejo a hombres, mujeres, ancianos y
niños; del robo masivo de sus tierras; del despojo? ¿Acaso no los mandaron a
campos de concentración llamados "reservas"? ¿A poco no violaron los tratados
una y otra vez? ¿Quieren que nos traguemos el cuento de que de repente unos
"indios salvajes" o "malvados" cometieron actos de terror sin ningún motivo?
¡Por favor!
Por eso, la estructura de poder se sale de sus casillas cuando se pregunta lo
que muchos están preguntando: "¿Por qué todo mundo nos odia?". Es otra pregunta
que no les cae nada bien y que les gustaría prohibir.
Volviendo de nueva cuenta a la frase de Richard Pryor, es indispensable
preguntar: "¿Cuál es la conclusión lógica de su lógica?". ¿Adónde lleva su
lógica? Cheney le dijo a un grupo de hombres de negocios que las medidas
represivas que están instituyendo van a ser duraderas, para toda la vida, y son
la nueva normalidad. Se trata de cambios permanentes, y los presentan y
justifican con una lógica muy definida.
Las implicaciones son enormes para nuestro partido, las fuerzas de
resistencia y el movimiento de oposición. En La bancarrota de la II
Internacional, Lenin señaló que los partidos de la Segunda Internacional se
acostumbraron a los "tiempos de paz" y al hecho de que los gobiernos toleraban
(hasta cierto punto) sus actividades; que su "proyecto" dependía del trabajo
parlamentario y otras formas de trabajo "a través de los canales del sistema";
que estaban totalmente desprevenidos ante el cambio radical de la situación con
el estallido de la I Guerra Mundial, cuando de repente los gobiernos no
toleraron oposición a la guerra; y, por todas esas razones, no estaban
preparados para oponerse consecuentemente a la guerra imperialista ni para
trabajar por transformarla en una guerra civil contra su propia clase dominante,
como prometieron apenas unos años antes. Eso se ve muy claramente en el caso del
Partido Social-Demócrata de Alemania, dirigido por Kautsky, que tenía una base
de millones de personas, líderes sindicales y varios representantes en el
parlamento, quienes, con el estallido de la guerra, votaron a favor de los
créditos de guerra. Cuando los airados obreros los acusaron, justamente, de
traicionarlos, no les quedó más que decir: "Pero nos hubieran arrestado", a lo
cual los obreros respondieron: "¿Y qué?"; ¿acaso no habría sido mucho mejor que
traicionar al proletariado internacional?
Obviamente la situación actual en que se encuentra nuestro partido—y en un
sentido general, el movimiento de resistencia—no es exactamente igual a la de
los partidos socialistas en la I Guerra Mundial; sin embargo, hay mucho que
aprender, a manera de ejemplo negativo, de esa experiencia, y el punto clave que
Lenin recalcó viene al caso y es sumamente importante: no debemos permitir que
nos pongan de repente ante una situación en que no tenemos más remedio que
capitular o ser aplastados. Debemos hacer todo nuestro trabajo y forjar nuestra
lucha y organización de tal forma que plasmemos la más decidida resistencia de
cada vez más amplias masas a la implacable ofensiva imperialista de guerra y
represión, y de tal forma que se fortalezca la capacidad del movimiento y de las
fuerzas organizadas de oposición de combatir los ataques del enemigo. De hecho,
debemos tener la orientación de trabajar por transformar esos ataques en mayores
avances para el movimiento de resistencia y la lucha contra el sistema.
Asumir los retos
Para concluir, quisiera recalcar un punto fundamental con relación a la
ofensiva imperialista de guerra y represión: es bueno que mucha gente se haya
pronunciado, se haya movilizado y se esté movilizando de diversas maneras contra
ella; también es bueno que muchos más planteen interrogantes, preocupaciones e
incluso críticas; sin embargo, con cada día que pasa es urgente que todo esto se
extienda, se profundice y se amplíe. No basta con simplemente cuestionar,
expresar inquietudes, criticar o oponerse a lo que la estructura de poder hace
(y lo que indica claramente que piensa hacer) tanto en el plano internacional
como en Estados Unidos. Debe imperar la orientación de forjar una gran
resistencia y movilizar a cientos de miles y, con el tiempo, a millones de
personas a pararlo.
Así que nos toca asumir los retos que se nos plantean, con urgencia y con una
perspectiva amplia. Debemos enfocarnos en las tareas decisivas del momento y
también en la perspectiva estratégica general, ver el aspecto negativo, pero
también el potencial positivo. Tengamos presentes los horrores que los
imperialistas preparan, pero también las posibilidades de arrancar de esta
difícil situación un avance cualitativo para la emancipación de las masas del
planeta y para la revolución proletaria mundial, y quizás incluso barrer el
monstruoso sistema imperialista en su propio baluarte.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|