El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que
viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también
la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense.
Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar
los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática
encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.
Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar
El vídeo ‘Asesinato Colateral’, que muestra cómo tropas estadounidenses abrieron
fuego contra la población civil en Irak, evidencia, según un veterano de guerra
entrevistado por RT que fue testigo directo, un día más de trabajo en territorio
iraquí.
Ethan McCord, un veterano de la guerra de Irak que al igual que muchos de sus compañeros padece trastorno por estrés postraumático,
explicó en RT cómo vivió ese trágico 12 de julio de 2007, día en el que las
tropas estadounidenses mataron a 11 iraquíes, entre los que había un fotógrafo y
su conductor que trabajaban para la agencia de noticias Reuters.
El vídeo en cuestión fue filtrado a WikiLeaks en 2010 por Bradley Manning, quien actualmente cumple condena en prisión por estos hechos. WikiLeaks lo difundió el 5 de abril de 2010, cuestionando la
versión oficial sobre cómo el Ejército de EE.UU. abrió fuego contra la población civil en Irak.
“Los helicópteros estaban a aproximadamente a una milla y media de distancia y
enfocaron de cerca a estos muchachos”, recordó McCord en RT.
El día que se produjo este ataque McCord estaba patrullando una zona de Bagdad con
el batallón número 216. De repente, oyó los disparos de las tropas estadounidenses.
“Uno de los hombres estaba decapitado, la parte superior de su cabeza estaba
completamente abierta y su cerebro estaba por el suelo y el olor… ese olor
todavía me persigue cada día. No sé cómo describirlo”, dijo el veterano de guerra.
Al acercarse a una camioneta a la que también habían alcanzado los disparos aéreos,
McCord oyó el grito de una niña. Después de llevarla a un edificio cercano donde
se encontraba el personal sanitario, salió de nuevo y encontró a otro pequeño
que parecía haber muerto.
A pesar de las heridas, los niños sobrevivieron, pero una parte de McCord cambió para siempre.
“No podía parar de llorar”, dijo recordando ese trágico día.
Las secuelas son innumerables. McCord comenzó a beber e intentó acabar con su vida
en varias ocasiones. Y el suyo no es un caso aislado. De hecho, ocho de sus
compañeros se quitaron la vida tras la guerra y al igual que él, decenas de
miles de veteranos estadounidenses padecen trastorno por estrés postraumático.
“Sé que nunca jamás mejoraré”, lamentó. “Nunca voy a superar esto”.
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