Las armas estadounidenses matan
niños en Yemen continuamente, solo cuando explota una refinería EE.UU. presta
atención
Anthony Harwood
Information Clearing House
2 de octubre de 2019
Traducido del inglés para Rebelión
por J. M.
Es como el comienzo de un mal chiste. ¿Cuál es la diferencia entre 10.000
personas muertas en ataques aéreos y una refinería de petróleo que deja de
funcionar por unos días porque le cayó un manojo de mísiles?
La respuesta no es cosa de risa. La diferencia es que solo el que amenaza a
los mercados "no será tolerado" por la Administración de Trump.
Durante más de cuatro años, el pueblo de Yemen ha sido víctima de bombardeos
sin descanso que lo llevaron a la Edad Media, de una coalición liderada por
Arabia Saudita, temeraria -por decirlo de manera caritativa- sobre dónde dejan
caer sus cargos los aviones.
47 pescadores aquí, 137 deudos de un cortejo fúnebre por allí, una fiesta
de bodas de 20 personas y, en solo un año, 443 niños.
443 niños. 44 de ellos estaban en un autobús en un viaje escolar de verano
a Saada cuando su vehículo fue alcanzado por un misil perdido en agosto de
2018.
Un video tomado por uno de ellos los mostró riendo y jugando en el autobús
poco antes de ser golpeado. Cuando, una semana después, el Secretario de Estado
de los Estados Unidos, Mike Pompeo, se encontró con el príncipe heredero de
Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, no se mencionó el día en que murieron los niños.
Sus muertes no se consideraron lo bastante importantes como para que el
principal diplomático de los Estados Unidos lo mencionase al gobernante de
facto de Arabia Saudita, cuyos aviones fueron los responsables.
Avanzando el año rápidamente llegaron los ataques con misiles en los campos
petroleros de Arabia Saudita el fin de semana pasado, atribuidos por muchos a
Irán o sus aliados.
En ese momento se dijo que 18 drones y siete misiles habían destruido la
mitad de la producción de petróleo de Arabia Saudita y que el mundo debería
prepararse para el alza de los precios del combustible a raíz de una caída
anticipada de los suministros. También se dijo que la pérdida de 5,7 millones
de barriles por día, aproximadamente el cincuenta por ciento de la producción
de Arabia Saudita y el cinco por ciento de la producción diaria mundial, causó
la "mayor interrupción del petróleo en la historia".
Efectivamente, el lunes se produjo el mayor aumento en el precio del
petróleo en una década, el 14 por ciento, y se preveía un futuro miserable para
los viajeros con aumentos de más del 15 % esperado.
Mike Pompeo dio un paso adelante para declarar los ataques con drones como
un "ataque sin precedentes contra el suministro de energía del mundo"
y un "acto de guerra".
"El comportamiento amenazante del régimen iraní no será
tolerado", bramó.
Ni una persona muerta, nadie herido. Ni siquiera un rasguño. Y, he aquí, el
miércoles el ministro de energía saudita decía que la mitad de la producción de
petróleo que había sido eliminada había sido recuperada. No solo eso, sino que
la capacidad de producción en las plantas se restablecería por completo a
finales de mes.
Crisis global evitada generosamente, en otras palabras. Ahora, no voy a
fingir que un ataque contra las refinerías de petróleo de Arabia Saudita-Aramco
no deba ser condenado. Por supuesto que debería.
Pero lo que es vergonzoso y deprimente es cómo la posibilidad de que el
mercado energético mundial se vea desordenado durante unos días cuenta mucho
más que una guerra de cuatro años que ha causado la peor crisis humanitaria del
mundo. Los efectos colaterales del conflicto han dejado a millones de personas,
incluidos 85.000 niños, enfrentando enfermedades y al borde del hambre.
¿Dónde está la condena de Estados Unidos de eso? ¿Dónde está el ultraje?
¿Adónde se dirige el mundo cuando una sacudida en los mercados petroleros se
considera mucho más importante que miles de hombres, mujeres y niños asesinados
mientras transcurren inocentemente sus vidas cotidianas?
Y, sin embargo, estas son las prioridades de los líderes en Occidente, como
lo demuestra su uso de las palabras que eligen para condenar y lo que dejan
pasar tranquilamente.
Un análisis de los escombros del sitio del autobús escolar mostró que la
bomba guiada por láser de 227 kg utilizada en el ataque fue fabricada por
Lockheed Martin y vendida a Arabia Saudita como parte de miles de millones de
dólares en exportaciones de armas estadounidenses.
Esa es una razón por la que Pompeo no criticaría a los sauditas y por qué,
solo unos meses después, el presidente Trump en su propia admisión, fue tan
suave con el liderazgo de Riad a raíz del asesinato de Jamal Khashoggi.
Pero mientras Estados Unidos, para salvaguardar los empleos y el capital
político en casa, continúa armando a Arabia Saudita con armas que se utilizan
para matar niños, habrá personas preparadas para decir lo que Pompeo debería
haber dicho.
Incluso es un manifestante solitario, Bryce Druzin, de 34 años, quien pintó
con spray la palabra “Yemen” en rojo sangre en el Centro de Tecnología Avanzada
de Lockheed Martin en Palo Alto, California, junto con la fecha de la masacre.
La vida humana siempre debería importar más que el precio del petróleo.
Anthony Harwood es un ex editor extranjero del Daily Mail.
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/52293.htm
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