Presentación de Andy Zee:
Asuntos
de vida o muerte: Ciencia, epistemología, conspiraciones, fascismo y una manera
completamente diferente de conocer y cambiar radicalmente el mundo
23 de diciembre de 2020 | revcom.us
Mis compañeros han presentado pruebas convincentes del rechazo criminal y la oposición abierta a
la ciencia por parte del régimen de Trump y Pence. La derrota electoral del
régimen ha puesto en claro de manera profunda qué tanto están desconectados de
la realidad. No sólo un demente Rudy Giuliani presentó demandas sin ninguna
evidencia — sino que literalmente se presentaron teorías locas de conspiración
de parte de QAnon para explicar un imaginario robo de las elecciones. QAnon es
un siniestro súperpropagador en el Internet de teorías fascistas lunáticas —
tales como que el Partido Demócrata es en realidad una operación de secuestro
de niños organizada en torno a la captura de niños para literalmente chuparles
la sangre. Después de estas elecciones, tenemos ahora a los propagadores de
QAnon que se postularon, ganaron y representarán al Partido Republicano
fascista de Trump y Pence en el Congreso. Oculta el peligro para la humanidad
burlarse de semejantes locuras y mostrarse indiferente ante éstas, en tiempos
en que un enorme sector de Estados Unidos está completamente desconectado de la
realidad y cree fervientemente que su realidad alterna, sin hechos, es
moralmente superior y existencial para sus vidas. Esta destrucción de la verdad
es un factor clave en la formación de una base fascista, un líder fascista y un
gobierno fascista. Lo hemos vivido durante cuatro años... y ha venido haciendo
metástasis durante 40. Trump y Pence probablemente saldrán pronto, aunque
todavía están tratando de echar por tierra las elecciones. Aunque todavía no se
han ido, pueden hacer un enorme daño hasta que ya no tengan en sus manos las
armas del poder estatal, pero incluso cuando están fuera del poder ejecutivo,
el peligro fascista permanece.
Paul Street y el Dr. Phil Rice han aportado pruebas contundentes de que la negativa del régimen fascista
de Trump y Pence a adoptar y fomentar un enfoque científico del virus de la
Covid ha significado que los científicos, los investigadores médicos, los
trabajadores sanitarios en las primeras líneas, así como
las amplias masas de personas cuyo papel en la adopción de prácticas sanas para frenar la propagación de la infección fue, y
sigue siendo, decisivo hasta que la mayoría de las personas de Estados Unidos y
de todo el mundo se inoculen con una vacuna sana y eficaz, y esta negativa del
régimen ha provocado un número criminal espantoso de muertes y enfermedades
innecesarias. Quiero comenzar esta presentación aportando algunas pruebas
adicionales al debate:
[Aquí, Andy Zee reprodujo un minuto de cortos de video: primero, la comediante Sarah Cooper
hace un número sobre Trump cuando sugiere que la gente tome lejía y de alguna
manera se inyecte luz solar en el cuerpo, seguido de un corto de 10 segundos de
Trump diciendo que el virus “simplemente desaparecerá” — como de milagro].
Nos reímos de esto, especialmente de la graciosa emulación de Sarah Cooper
sobre la locura de Trump, pero esto debería ser una puerta a una
dura confrontación con el espectáculo de horror que este ignorante... este
psicópata... este fascista... ha hecho caer sobre la humanidad. Lo absurdo de
las tonterías de Trump cumple un propósito. Un propósito fascista
—cuyo efecto es potencialmente más mortal que
el costo en muertes y enfermedades debilitantes— porque destruye cualquier
sentido de lo que es real y lo que no lo es y cómo determinar lo que es verdad
— sin el cual las personas están susceptibles a que las manipulen, incluso de
modo que cometan grandes crímenes. Esta fanfarronería entretiene a la base
fascista que disfruta de la “irreverencia” del líder fascista y se siente
validada en su resentimiento y deseo de vengarse en contra de aquellos a los
que se les ha enseñado a sentir que les está quitando, y menospreciando.
Al mismo tiempo, la bufonería cautiva mientras ciega a los liberales y progresistas a la hora de
enfrentarse a la enormidad y la esencia de lo que sí está pasando —la lucha en la cima
de la sociedad por una forma de gobierno fascista—, la trituración de toda
pretensión de democracia, de una forma más descarada de dictadura del sistema
capitalista por el líder del partido fascista y la formación de un conjunto
aglutinador de valores diferentes a partir de una amalgama de supremacía blanca
abierta, patriarcado y xenofobia, cohesionados con la mitología y el programa
de Estados Unidos Ante Todo con cimientos de una teocracia cristiana
fundamentalista.
Dije que han pasado 4 años y 40 años. Hace 40 años, en respuesta a los cambios en el mundo y a los
levantamientos de los años 1960 y lo que fueron concesiones a esas luchas que
resultaron en un mayor reconocimiento e inclusión de los negros, las mujeres y
las lesbianas y los gays. Después de que el presidente Nixon fue obligado a
renunciar a la presidencia, el movimiento conservador de extrema derecha se
aglutinó en torno a Ronald Reagan. Reagan pregonó una mitología mesiánica de
Estados Unidos como una “ciudad luminosa en una colina” para prepararse para
una verdadera guerra mundial contra la entonces Unión Soviética, y al mismo
tiempo para librar una guerra interna contra estos logros en materia de
derechos civiles. Se forjó una coalición republicana con un grupo de
movimientos evangélicos cristianos basados en una interpretación textual de la
Biblia para forjar una base de lo que se ha convertido en un movimiento
fascista cristiano que alcanzó el poder en 2016 por medio de la impía unión de
Trump con Mike Pence. Esto se convirtió en el núcleo de la base organizada del
régimen de Trump y Pence. Han entrenado y forjado a estas fuerzas en un sistema
de creencias que está completa y peligrosamente desconectado de la realidad concreta.
Este es un movimiento con un gran sector que cree en el “fin de los tiempos”, en el que creen que ellos
—los fieles— serán raptados, transportados mágicamente, hasta el cielo y por lo
tanto ninguna otra cosa importa — al infierno (literalmente) con el medio
ambiente, con el peligro de una guerra nuclear y con todas las personas que
ellos consideran que no son humanos y a los cuales ellos consideran que más
vale eliminarlos.
Este movimiento ha coexistido con toda una cultura y medios de comunicación fascistas que han
estado entrenando a millones de personas en un modo de pensar de “lo que nos
beneficia a nosotros, a mí, es verdad, porque nosotros queremos / yo quiero que
así sea”. Sin criterios de evidencia real. Esta forma de pensar —lo que
a mí me beneficia— se expresa en que
ellos toman el concepto muy estadounidense de la libertad absoluta del
individuo (que es una imposibilidad indeseable) como el bien mayor. Estamos
viviendo y muriendo con esto en los moralmente enfermos y en la verdadera
propagación enfermiza del virus en su negativa a usar máscaras expresada como
“Mi derecho a ser un imbécil, triumpfa sobre
tu derecho a vivir”, y especialmente si eres latino, negro o indígena.
Este “sistema de creencias” fascista está apuntalado por dos pilares gemelos del chovinismo pro
estadounidense que se niega a examinar la historia y la realidad actual de
Estados Unidos, que ha puesto a este país en la posición vampírica de chuparle
la sangre vital al resto del mundo —los niños en El Congo que excavan en
condiciones tóxicas en busca de metales preciosos para nuestros teléfonos
móviles, o las mujeres que se arriesgan la vida en las peligrosas maquiladoras
de prendas de vestir de Bangla Desh—, una humanidad cuya vida y trabajo se
están vertiendo en la riqueza de Estados Unidos y sus aliados y rivales
imperialistas. Todo ello cuenta con el apuntalamiento de una epistemología en
la que los hechos están subordinados a su deseo de beneficiarse a sí mismos y
vengarse de aquellos que creen que se interponen en el camino de su mayor atracón.
Pero, esperen, también tenemos que examinar la epistemología de las capas progresistas y liberales,
todos aquellos que han estado indignados con el régimen de Trump y Pence, pero
que a lo largo de cuatro años en su inmensa mayoría no reconocieron ni tomaron
en cuenta lo que este régimen es — un régimen fascista con consecuencias nefastas
para la humanidad en Estados Unidos y en todo el mundo, y que hasta este
momento se han negado no sólo a reconocer el fascismo, sino a actuar en su
contra de la única manera en que realmente podría sacudirlo y ponerlo en marcha
atrás, al tomarse las calles en protestas sostenidas no violentas. Aunque sé
que estas personas “decentes”, indignadas por la intolerancia de los
trumpistas, quizá se sientan incómodas al enfrentarse a la realidad de que su
complacencia, y la puesta de su fe, en las
instituciones y los procesos políticos normales, en particular en el Partido
Demócrata, también se basa en la realidad de vivir en la cima
de la cadena alimentaria del capitalismo-imperialismo.
El pasado abril, el líder revolucionario Bob Avakian (BA) escribió un artículo titulado: “Teorías de conspiración, ‘certeza’ fascista, parálisis liberal o
un enfoque científico de cambiar el mundo”. Voy a leer un pasaje sustancioso de este artículo porque
concentra gran parte de lo que ha plagado a los millones de personas
progresistas de modo que no actúen de la manera que deberían para sacar a este
régimen del poder.
Aunque la gente en el ámbito de la medicina procede sobre la base de un enfoque científico y, en el contexto de
esta crisis del coronavirus, los “liberales” insisten en que ahora es de vital
importancia “escuchar a los científicos”, durante demasiado tiempo los
“liberales” y los “progresistas” se han dejado paralizar por un agnosticismo
relativista, con una carencia —y a menudo incluso con un rechazo de la idea
misma— de la certeza (con nociones ridículas como “¿Cómo puedes saber lo que es
realmente cierto? Nadie puede decir que su verdad es más grande que la verdad
de otra persona”, y así sucesivamente). Mientras tanto, las fuerzas fascistas,
caracterizadas por una verdadera mentalidad de la edad de las tinieblas, y firmemente
convencidas de la “verdad” de toda suerte de teorías de conspiración lunáticas
que promueven “valores” y objetivos fascistas, están
abrazando con entusiasmo un filisteísmo cruel, con un deliberado rechazo al
pensamiento crítico, con una oronda ignorancia, desafío y denigración de la
ciencia y del método científico.
Dicho de otra manera, en términos de las principales tendencias de la sociedad en su conjunto:
los que tienen la mayor certeza son los que están más
desconectados de la realidad.
Lo que complica más la situación y lo que es una dimensión adicional de este problema es el hecho de que, si bien
no comparten sino que se oponen firmemente a los “valores” y objetivos de los
fascistas, muchas de las masas básicas, que están duramente oprimidas bajo este
sistema, también sospechan de la ciencia y del análisis con base científica e incluso
se inclinan por rechazarlos. Pero esto también las deja vulnerables a toda una
sarta de “teorías de conspiración” infundadas y otras ideas erróneas y nocivas,
como la noción de que no importará nada de lo que la gente haga porque “todo
está en manos de Dios”.
Existe tanto un gran peligro como la falta de un camino hacia adelante para los intereses de la
humanidad en una sociedad y cultura de “historias” o narrativas que se compiten
entre sí — en la que tú tienes tu narrativa y ella la suya, y yo la mía.
Tenemos diferentes experiencias y éstas pueden contribuir a nuestra comprensión
del mundo en que vivimos... pero para comprender realmente el mundo, se
necesita una comprensión científica que parte del hecho de que existe una sola
realidad que tiene muchas capas y complejidad, pero existe un solo mundo
objetivo. La ciencia significa recabar evidencia y buscar los patrones en esa
evidencia para revelar las conexiones y las vías para identificar y comprender
las causas subyacentes que dan lugar a esa evidencia, y luego desarrollar las
formas de actuar para incidir en esa realidad. Esto es cierto el que seas un
científico que trabaja para descubrir los anticuerpos para impedir la
propagación de la Covid, o, que estás estudiando la capa de ozono para salvar el
medio ambiente, o estás aplicando el método científico para superar la
explotación y la opresión, las guerras y las divisiones que asuelan a la humanidad.
Bob Avakian agrega:
La verdad de algo no depende de quién lo diga o de cómo te haga sentir. Cuando
algo proviene de una fuente que te gusta, eso no lo hace verdad;
y cuando algo proviene de una fuente que no te gusta, eso no
lo hace falso. Y la verdad no es un
“concurso de popularidad”. Cuando mucha gente cree algo, eso no lo hace
verdad; y cuando solamente unas pocas
personas creen algo, eso no lo hace falso.
La verdad es objetiva — lo que quiere decir:
el que algo sea cierto o no depende de si corresponde a la
realidad material…. [BA continúa:] Para separar lo que es falso de lo que es
cierto y tener bases firmes en términos de conocer las cosas, hace falta el
método y enfoque científico de la realidad — y sí, una certeza
con una base científica, donde
dicha certeza puede y debe establecerse.
Veamos un breve ejemplo de cómo podemos aplicar la ciencia a la sociedad: ¿cómo podemos decir que hay una
línea directa desde la Confederación esclavista hasta el fascismo del régimen
de Trump y Pence? Podemos empezar por trazar su desarrollo en la historia de
Estados Unidos — comenzando con la esclavitud escrita en los documentos
fundacionales de Estados Unidos; su centralidad para el desarrollo de la
riqueza en Estados Unidos desde el siglo 17 hasta el siglo 20; la traición de
la Reconstrucción que abrió paso al comienzo de la era de los linchamientos y
del Jim Crow; hacia la era actual del Nuevo Jim Crow, en la que la policía
desempeña el papel del Ku Klux Klan; y la supremacía blanca abierta que se
evidenció en el intento del régimen de Trump y Pence de descartar los millones
de votos de los negros en las ciudades que votaron por Biden. Podría examinar
otras cosas aquí, pero lo que importa es que —al igual que en el mundo
natural—, hay que ir a estudiar la evidencia, en este caso, la historia y además
las fuerzas económicas y políticas subyacentes que impulsan esta supremacía blanca, todo lo cual está
disponible en artículos y películas en revcom.us.
El método científico está en el corazón de la obra de Bob Avakian y es un aspecto definitorio de su
dirección. BA ha desarrollado cualitativamente la ciencia del comunismo, la
ciencia de la revolución, para trazar el camino hacia la emancipación de toda
la humanidad. Piénselo: ¿qué significaría si bajo un sistema totalmente
diferente que no opusiera las personas las unas contra las otras simplemente
para sobrevivir de la manera en que forma el modo de pensar de las personas
hoy, sino que hubiera una epistemología compartida de basar nuestras vidas y
decisiones en un proceso colectivo de descubrir y actuar a partir de lo que
realmente es verdad? Esto, como ha dicho BA, es lo que se necesita para llegar
a un mundo más allá de donde no existe la ley del más fuerte. BA ha dicho que hay un lugar donde la epistemología
y la moral se encuentran. Esto se expresa en el carácter personal de Bob
Avakian y es un distintivo de los principios del nuevo comunismo que repudian
completamente la noción de que “los fines justifican los medios”, y que la
“verdad” es solamente un “instrumento” de los objetivos deseados, en lugar de
lo que realmente es: un reflejo correcto de la realidad objetiva.
A todos los que rechazan la anti-ciencia del régimen fascista de Trump y Pence y el peligroso movimiento
que han forjado hasta llegar a los más altos niveles del gobierno, incluso el
dominio de la Corte Suprema, esta presentación es un reto y una invitación a
reconocer de manera consecuente y con principios la importancia de la ciencia y
aplicarla no sólo donde te sientas cómodo en la prevención y curación de la
Covid, sino como BA concluye en el artículo que estoy citando:
…seguir la verdad adondequiera que conduzca, particularmente respecto a cuestiones históricas, sociales y
políticas — porque a lo que lleva es a demoler las preciadas ilusiones y
prejuicios de los “liberales” con respecto al rol concreto de esta “gran
democracia estadounidense”, a lo largo de su historia y por todo el mundo; la
naturaleza concreta del sistema bajo el cual vivimos, el
capitalismo-imperialismo; y la verdadera experiencia de la lucha revolucionaria
contra este sistema, y más particularmente la experiencia del movimiento comunista
y las sociedades socialistas que ha gestado.
Un mundo mejor es posible. Existe una manera en que todos pueden participar en conocer y cambiar el mundo —en oposición al
fascismo del régimen de Trump y Pence, y aún más fundamentalmente en dar un
salto radical más allá de este sistema capitalista-imperialista (que ha
engendrado este fascismo) mediante la realización de la revolución y la
creación de un mundo mucho mejor— para conseguir ese futuro, se necesita el
método y enfoque científico del nuevo comunismo.
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