Entrevista al argelino Lakhdar Boumediene, detenido arbitrariamente en
Guantánamo durante siete años y medio
"Allá nada ha cambiado"
Véronique Gaymard Radio France Internacional 14 de junio de 2009
Lakhdar Boumediene fue arrestado en Bosnia-Herzegovina a fines de 2001 donde
trabajaba para la Media Luna Roja y acusado de cometer un atentado contra la
embajada de Estados Unidos en Sarajevo, junto a otros cinco argelinos. La
justicia bosnia juzgó a ese llamado “grupo de los seis argelinos de Bosnia” y
los liberó. Pero, a pedido de Estados Unidos, la policía bosnia los entregó a
militares de ese país, que los trasladaron a Guantánamo.
Boumediene tuvo que esperar hasta el 2 de noviembre del 2008 para que un juez
federal norteamericano lo declarara inocente y exigiera su liberación inmediata,
así como la de otros cuatro argelinos de Bosnia. Seis meses después de esa
decisión judicial, Boumediene fue liberado y trasladado a Francia. Este es su
testimonio, obtenido por RFI en un hotel de la región parisina, donde reside con
sus dos hijas y su mujer, a las que no había visto durante más de siete
años.
Lakhdar Boumediene: Me llamo Lakhdar Boumediene, soy casado, tengo dos
hijas, Raja de 13 años, y Rahma de 9 años. En Guantánamo, me llamaban “matrícula
10.005”. Era mi nombre, mi apellido, y mi dirección. Todo. Desde el 15 de mayo,
fecha de mi llegada al aeropuerto militar en Francia, soy un hombre libre. Y
ahora me siento verdaderamente un ser humano, de la categoría de los hombres
libres, un hombre en el verdadero sentido de la palabra, sobre todo desde que
volví a encontrar los seres más queridos que son mi esposa y mis hijas, a las
que no había visto desde hace más de siete años.
RFI: ¿Cómo reaccionó cuando por fin salió de la cárcel de
Guantánamo?
L.B.: Imagínese a un hombre, prisionero por más de siete años, que se
encuentra por fin libre, sin esposas en las manos. Me empecé a sentir libre
solamente desde el final del viaje que me trajo de Guantánamo a Francia, porque
las condiciones del viaje fueron muy duras: tenía los pies atados y las manos
esposadas. No pude comer, ni beber, y el vuelo duró nueve horas sin escala.
RFI: ¿Qué pasó a su llegada a Guantánamo?
L.B.: Los tres primeros meses fueron muy duros, estábamos encarcelados
en un campo llamado X-Ray, con muros de alambres y techo de madera; cada uno
tenía dos baldes, uno para lavarse y otro para orinar, y los cambiaban una sola
vez por día aunque la temperatura subía hasta 38 grados.
RFI : Usted estaba físicamente muy débil cuando aterrizó cerca de
París el 15 de mayo…
L.B.: Había empezado una huelga de hambre en Guantánamo en diciembre
del 2006, que duró hasta el 15 de mayo del 2009. Cuando llegué al aeropuerto
militar en Francia, después de pasar un momento con mi mujer y mis hijas, me
llevaron al servicio de reanimación y de cuidado intensivo del Hospital de Percy
donde permanecí durante diez días. Al llegar a París sólo pesaba 56 kilos,
mientras que mi peso antes de mi huelga de hambre era de 73 kilos.
RFI: ¿Por qué hizo una huelga de hambre?
L.B.: Lo que me llevó a hacer una huelga de hambre fueron los malos
tratos. Al llegar a Guantánamo, yo les dije que era inocente. Los que me
interrogaban me decían: “Tu caso es un caso político, no eres un terrorista”.
Sin embargo, los malos tratos se volvían cada vez más duros, más insoportables,
sobre todo en 2006, después de la muerte de tres detenidos. Entonces no tenía
otra alternativa que hacer una huelga de hambre. No sé porqué nos imponían esos
malos tratos. Cuando yo estaba en Bosnia, me habían acusado de preparar un
atentado contra la embajada estadounidense en Sarajevo. Pero a mi llegada a
Guantánamo, nunca más me hicieron preguntas al respeto. Entonces cuando les
decía: “Porqué no me preguntan nada acerca de las acusaciones de
Bosnia-Herzegovina?”, me contestaban “no los trajimos aquí para eso”.
RFI: ¿Cuáles eran las acusaciones?
L.B.: Me hacían dos preguntas. Una era sobre el funcionamiento de las
organizaciones caritativas; otra, sobre los árabes que vivían en
Bosnia-Herzegovina.
RFI: ¿Cómo se hacían los interrogatorios?
L.B.: En total vi unas 70 personas encargadas de los interrogatorios.
De todos los colores, negros, asiáticos, europeos… Tuve 120 sesiones de
interrogatorios. Antes de 2003, durante esas sesiones que podían durar cinco
horas, podía expresarme. Les conté mi vida, desde mi nacimiento hasta mi llegada
a Guantánamo y cosas sobre las personas que había conocido en Bosnia. De pronto,
entre febrero y marzo de 2003, los interrogatorios se volvieron muy violentos,
fue el principio de la tortura. Todo se volvió muy doloroso, me interrogaban de
la medianoche hasta las 6 de la mañana, y desde la 13h00 de la tarde hasta las
18h00. Para protestar contra esas torturas, empecé mi huelga de hambre. Pero las
sesiones siguieron. Me llevaban al hospital para darme los tratamientos
necesarios y seguir interrogándome. Me torturaron incluso cuando estaba muy
débil: me cargaba un soldado de cada lado y me hacían correr adrede, pero como
yo estaba muy débil, mis pies se arrastraban y sangraban. Cuando los soldados me
llevaban a mi celda, mis pies, mis tobillos y mis rodillas chocaban contra los
escalones, y sangraban. Pero eso no les molestaba. Al séptimo día, el médico me
pidió que dejara mi huelga de hambre o me iban a alimentar a la fuerza. Al día
siguiente, cuando me llevaron a la clínica, los militares y el médico hicieron
un gesto entre ellos y me inyectaron suero a la fuerza. Pero en vez de
inyectarlo normalmente en la vena, se divirtieron clavándome la aguja en los
huesos y en los músculos del brazo. Después de 15 minutos con este juego, entró
una enfermera y me inyectó el suero en la vena.
RFI: ¿La actitud de los soldados se endureció a raíz de su huelga de
hambre?
L.B.: Sí. Consideraban que, como hacía una huelga de hambre, ya no
podía hablar, y para ellos lo más importante era que les hablara. De todo y de
nada, pero que les hablara. La prueba de eso es que el mismo médico volvió una
noche durante una sesión de interrogatorio, verificó mis oídos, mis ojos, mi
pulso, y les dijo: “Está bien, pueden seguir interrogándolo”. Después de 16 días
se dieron cuenta de que no podían obtener nada más, entonces me dejaron. Pude
ver a mis abogados por primera vez en julio o agosto de 2004. Pero eso no tuvo
ningún impacto y los malos tratos siguieron cada vez más violentos.
RFI: ¿Las visitas del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)
cambiaron algo?
L.B.: Venían, pero no cambiaba absolutamente nada. Un simple soldado
podía decir a la persona del CICR “tu te sientas allá y no hablas”. Entonces su
presencia no cambiaba nada.
RFI: ¿Qué piensa de los estadounidenses?
L.B.: Lo que quiero ahora es olvidar esta pesadilla y vivir en paz con
mi familia. Con respecto a la administración estadounidense responsable de mi
encarcelamiento, lo que es seguro es que hay un problema con cuatro personajes
locos y estúpidos: Georges Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, y el fiscal
general Alberto González.
RFI: ¿Tiene planes hacer un proceso?
L.B.: Sí, quiero presentar una denuncia contra esas cuatro personas,
aunque me lleve más de cien años. No sé si lo lograré, pero lo voy a intentar,
con la ayuda de mis abogados norteamericanos en Boston. Pero no confío en la
justicia de Estados Unidos para lograrlo.
RFI: Cuando el juez federal ordenó su liberación en Noviembre del
2008, ¿recibió excusas del gobierno de Estados Unidos?
L.B.: Las únicas excusas que recibí, fue que me confiscaron todas mis
cosas. Cuando salí de Guantánamo no me devolvieron nada: mi pasaporte argelino,
mi cédula de identidad argelina, me sacaron mi anillo, el objeto que más quería,
mis diplomas, mis certificados… Esas fueron las excusas que recibí.
RFI: ¿La situación ha cambiado desde la llegada de Barack Obama a la
Casa Blanca, y tras su intención de cerrar el centro de Guantánamo?
L.B.: Nada ha cambiado. Es el mismo general, el mismo almirante, son
los mismos soldados, los mismos malos tratos hacia los prisioneros, ¡no ha
cambiado nada!
Lakhdar Boumediene, su mujer y sus dos hijas muy probablemente se radicarán
en Niza al sur de Francia donde reside la familia de su cuñada. Cuando obtenga
sus documentos de residencia, Lakhdar Boumediene quiere volver a trabajar en lo
que hacía en Bosnia antes de ser arrestado: una organización humanitaria.
Traducción del árabe: Aïcha Saout de MC-Doualiya
http://www.rfi.fr/actues/articles/114/article_12078.asp
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|