AL MOVIMIENTO ANTIBÉLICO DE ESTADOS
UNIDOS:
Miercoles, 17 de diciembre de 2008
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Firmen la “Carta al movimiento antibélico”
“Si uno no se le opone a esto y no se moviliza para pararlo, aprenderá —o se
verá obligado— a aceptarlo”.
de la Convocatoria ¡Fuera Bush y su gobierno!, 2005
Barack Obama está mandando a otros 20,000 soldados a Afganistán.
Un movimiento antibélico que no actúa inmediatamente para oponerse a la
doctrina Obama de llevar el frente central de la guerra contra el terror a
Afganistán, no merece llamarse un movimiento antibélico.
Millones de personas votaron por Obama porque pensaban que iba a poner fin a
la guerra. Sin embargo, Obama nombró para su gabinete a Hillary “Borrar Irán de
la faz de la tierra” Clinton, Robert Gates, James Jones y Susan Rice (“una
caldera de halcones”, como dijo Jeremy Scahill). No solamente quiere continuar
una guerra injusta, dejando a 80,000 soldados y 17 bases militares permanentes
en Irak, sino que está alistando a muchos sectores progresistas de la sociedad
para apoyar y ser cómplices de la creciente guerra de hegemonía estadounidense y
expansión imperialista que se llama la “guerra contra el terror”.
La elección del primer presidente negro efectivamente ha marcado las ilegales
guerras preventivas de agresión con un nuevo sello, con el resultado que ahora
le caen bien al pueblo. El masivo sentimiento y acción antibélicos ya se están
transformando en un patriotismo de ondeabanderas, una pasividad y capitulación a
esos horrores.
A las tropas estadounidenses, extendidas al máximo y llenas de descontento
tras seis años de matanzas en Irak, ahora se les está agregando nuevos soldados.
Los reclutadores militares buscan en particular a jóvenes negros y latinos, y
les dicen que si se alistan ahora, pelearán para Obama. Sacrificarán la vida
como carne de cañón en una guerra brutal de ocupación que no concuerda con sus
intereses.
La guerra estadounidense contra Afganistán es una guerra injusta de
agresión, el máximo crimen de guerra. El régimen de Bush ocupó Afganistán y
expulsó al Talibán, no para traerle la democracia y la liberación al pueblo
afganistaní, sino para controlar el país y extender el imperio estadounidense,
con la mira puesta en la dominación permanente del Medio Oriente.
La “guerra contra el terror” que Washington inició a raíz del 11 de
septiembre no fue simplemente una campaña contra el Talibán, al-Qaeda y Osama
bin Laden, sino una amplia guerra global para mantener a Estados Unidos en su
posición de superpotencia indisputable del mundo. No es una guerra para liberar
al pueblo de los caciques del fundamentalismo islámico, un movimiento que
Washington financió, armó e, irónicamente, extendió, cuando durante los años 80s
dicho movimiento fue su aliado contra la Unión Soviética.
La guerra de Afganistán se pelea y se peleará de la misma manera que la
guerra de Irak. La mayoría de los muertos es gente civil, lo que el gobierno de
Estados Unidos justifica diciendo que son daños colaterales, así como justifica
el castigo colectivo, las cárceles clandestinas, la negación de los derechos
legales básicos y la tortura. No será de otra manera, sea quien sea el
presidente. La “buena” guerra contra el terror no existe.
En la ocupación estadounidense, se considera inherentemente hostil a
cualquier agrupación de afganistaníes, de ahí los muchos bombardeos a fiestas de
boda. Incluso el títere de Estados Unidos Hamid Karzai le pide a su amo que deje
de matar a gente civil. NO se trata de una guerra para liberar a la mujer. El
portal afghan-web.com/woman informa que tras siete años de ocupación:
-
Cada 30 minutos, una mujer afganistaní muere de parto.
-
El 87% de las mujeres afganistaníes es analfabeta.
-
El 30% de las muchachas del país tiene acceso a la educación.
-
Una de cada 3 mujeres de Afganistán sufre violencia física, psicológica o
sexual.
-
El promedio de expectativa de vida es 44 años para una mujer afganistaní.
-
Del 70 al 80% de las mujeres es sujeta al matrimonio forzado en ese
país.
El ciclo mortífero entre el terror dirigido contra la población civil por los
fundamentalistas islámicas que pelean contra Estados Unidos, y el terror
dirigido contra ella en las guerras de agresión estadounidenses, se
autoperpetúa; solo lo pueden parar las acciones de la gente de esos países, en
combinación con las acciones de gente de este país que rehúsan fortalecer a
cualquiera de esos dos bandos.
Nosotros que vivimos en este país y nosotros que participamos en este
movimiento tenemos que decidir: podemos tomar partido con “nuestro” gobierno y
la “buena” guerra que se pelea en nuestro nombre, actuando como si las vidas
estadounidenses fueran más importantes que las demás.
O podemos demostrar a los pueblos del Medio Oriente y del mundo que en
Estados Unidos hay una diferencia entre el pueblo y el gobierno, y que el pueblo
está asumiendo la responsabilidad de poner fin a una guerra injusta y los
crímenes de guerra cometidos en nuestro nombre. Podemos actuar como si nos
importa todo el planeta.
En 2001, tras el 11 de septiembre, este movimiento antibélico se preguntó:
“¿Cómo podemos comunicar la gente de Estados Unidos a los pueblos que están a
miles de kilómetros de distancia que hay una diferencia entre la estructura de
poder estadounidense y la gran mayoría de las personas que viven aquí, las
cuales no tienen ningún interés fundamental en oprimir y saquear a los pueblos
del mundo”?
Ese movimiento antibélico de los últimos años que se limitó a cabildear y
participar en campañas políticas, sirvió para desmovilizar la protesta masiva.
Ahora urge que dicho movimiento salga de su complicidad pasiva y actúe de nuevo,
de una manera tan visible e impactante que se sepa de sus acciones en todo el
mundo, y particularmente en los países que son blancos de la agresión
estadounidense.
Un movimiento antibélico que no se adhiere al principio y la convicción de
oponerse a los crímenes que comete nuestro gobierno; que evade la escalada
inmediata de la guerra de Afganistán y la amenaza de guerra en otras partes; que
elige centrarse en los “problemas internos del país” mientras los pueblos del
Medio Oriente dependen de nosotros, cometerá una traición sin conciencia.
Un movimiento antibélico debe hacer causa común con los pueblos del mundo y
no con los criminales de guerra. Es demasiado lo que está en juego para que el
movimiento progresista consulte con los generales o con el Comandante en Jefe, o
adopte sus palabras. Es demasiado lo que está en juego para “esperar y luego
veremos” si las cosas vayan en la dirección que promete Obama.
URGEN ACCIONES VISIBLES:
Hay que anular La Ley PATRIOTA, la Ley de Comisiones Militares y la Ley
FISA de Obama; hay que desmantelar el estado de tortura y poner fin a la
“rendición extraordinaria”.
¡Juicio a los criminales de guerra y ALTO a las guerras de Irak y
Afganistán!
Seis años de guerra ilegítima: ¡Resistencia contra los
reclutadores!
Nosotros de El Mundo no Puede Esperar prometemos trabajar con cualquier
persona que quiere forjar una movimiento ANTI-bélico.
Se logran cambios reales cuando la gente decide por la acción independiente,
fuera de los confines del gobierno y de acuerdo con sus intereses.
Si queremos poner fin a la continuación del horror en que la potencia
imperialista más grande del planeta lanza bombardeos, escuadrones de la muerte y
torturadores a cualquier parte del mundo y con impunidad: pues la única manera
de lograrlo es al hacer frente a la realidad, decir la verdad y salir entre la
población con el mensaje de que tenemos que parar los crímenes de nuestro
gobierno.
worldcantwait.org ▪ 866.973.4463
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