Ahora es la guerra de Obama
Lunes, 2 de marzo de 2009
Chris Hedges
A continuación publicamos el texto de una charla de Chris
Hedges que se leerá el 19 de marzo en las reuniones convocadas por El Mundo no
Puede Esperar en Times Square de Nueva York, Los Ángeles, San Francisco,
Seattle, Nashville, Louisville, Chicago, Berkeley y otras ciudades en protesta
del sexto aniversario del comienzo de la guerra de Irak.
Barack Obama ha demostrado que tan capaz de hablar en términos engañosos como
cualquier otro político, al anunciar un fin a la guerra de Irak. Dijo que las
tropas de combate se retirarán antes de agosto de 2010, pero quedarán unos
50,000 soldados de ocupación. Alguien debe avisar a los iraquíes de esa
diferencia. Dudo que los soldados en Irak perciban el cambio al final de 19
meses.
A muchas unidades de combate simplemente se las designarán unidades no
combatientes. ¿Y nuestro ejército pequeño de contratistas y mercenarios bien
pagados? ¿Harán las maletas y se irán las compañías Dyncorp, Bechtel y
Blackwater (que hace poco cambió su nombre a Xe), después de forrarse el
bolsillo cada una en la guerra? ¿Y qué de las tres grandes superbases militares,
las docenas de avanzadas militares menores y nuestra ciudad imperial, la Zona
Verde? Las corporaciones estadounidenses, ¿abandonarán su control lucrativo del
petróleo iraquí?
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La ocupación de Irak no se trastocará. Las mentiras y la decepción con las
cuales la guerra se inició, ahora las usan los demócratas para continuarla. Lo
de ahora no es una retirada. Es una ocupación “lite”. Mientras las tropas
estadounidenses estén en territorio iraquí, la guerra continuará, el saldo de
muertos en ambos lados aumentará y seguiremos siendo un imán para el odio y la
ira en el Medio Oriente. Si agregamos a todo eso la decisión de Obama de
aumentar la cantidad de tropas en Afganistán, hasta sus partidarios más ciegos
tendrán que reconocer que el nuevo presidente es igual de empecinado en mantener
el imperio estadounidense que el presidente anterior.
Las ocupaciones de Irak y Afganistán no han fomentado ni la seguridad
estadounidense ni la estabilidad en el Medio Oriente. Han fomentado la
proliferación de estados fallidos y el aumento del autoritarismo, y han desatado
una violencia feroz. Han creado bolsas sin ley, como en las zonas tribales de
Pakistán, donde nuestros enemigos reales pueden operar y conspirar contra
nosotros.
Esas ocupaciones han saboteado la diplomacia y burlado el imperio de la ley.
Hemos llegado a ser un estado renegado decidido a crear más estados renegados.
Las ocupaciones han terminado dando más poder a los gobiernos de Irán, y de
Rusia y China, que regodean en nuestra autoinmolación. Al final, no podemos
ganar esas guerras. O retiraremos nuestras tropas de una manera ordenada o
veremos el colapso de esas ocupaciones en una orgía de derramamiento de
sangre.
A raíz de nuestra invasión y ocupación, Irak ya no existe como país
unificado. El experimento que fue Irak, la unión de los restos distintos y
antagónicos del Imperio Otomano impuesta por los poderes victoriosos tras la I
Guerra Mundial, nunca volverá. Los curdos han creado un estado de facto en el
norte. Los chiítas controlan la mayor parte del sur. El centro del país es un
campo de batalla. Al menos dos millones de iraquíes han huido de sus casas y son
desplazados internos. Otros dos millones han dejado el país, principalmente para
ir a Siria y a Jordania, que ahora tiene la mayor cantidad de refugiados per
capita que ningún otro país del mundo. Es posible que hasta 1.2 millones de
iraquíes hayan muerto debido a lo que hemos hecho.
La guerra de ocho años de Afganistán ha visto el nuevo nacimiento de las
cenizas del Talibán. El envío de 30.000 soldados adicionales logrará poco en
cuanto a apuntalar al régimen detestado y corrupto de Hamid Karzai. Han
colapsado nuestros intentos de comprar a los grupos tribales afganos con dinero
e incluso con armas, pues la mayor parte va de regreso a los insurgentes del
Talibán. La ONU calcula que el Talibán ahora gana 300 millones de dólares al año
para financiar la resistencia del comercio expandido de las amapolas de
opio.
Cuando invadimos Afganistán hace ocho años, el Talibán controlaba
aproximadamente el 75% del territorio. Desde esa derrota inicial, ha recuperado
cerca de la mitad del país y su alcance ha extendido a las afueras de grandes
ciudades como Kabul y Kandahar. Veintinueve soldados estadounidenses murieron en
Afganistán durante los dos primeros meses de 2009, el triple de los ocho muertos
durante el mismo período el año pasado. Más civiles afganos están muriendo en
las operaciones aliadas que a manos del Talibán, según datos de la Prensa
Asociada, pues en los dos primeros meses del año, las fuerzas estadounidenses,
afganos o de la OTAN han muerto a 100 civiles y los militantes han muerto a
60.
¿Saben algo de la historia los propagandistas de la expansión de guerra en
Afganistán? ¿Han estudiado lo que pasó a los soviéticos, quienes perdieron a
15.000 soldados del Ejército Rojo de 1979 a 1988, o a los británicos en el siglo
XIX? ¿Se acuerdan de por qué nos metimos en Afganistán? Nos dijeron que fue para
cazar a Osama bin Laden, que ahora parece que está en Pakistán. ¿Alguien ha
preguntado qué es nuestra meta final en Afganistán? ¿Es la construcción de una
nación? ¿Hemos declarado la guerra contra el Talibán? ¿O se trata simplemente de
una guerra para siempre contra el terror?
Al Qaeda, al cual también hemos resucitado sin querer, sigue hallando a
muchos reclutados. Sigue teniendo centros de entrenamiento. Sigue realizando
ataques en Londres, Madrid, Irak y ahora Afganistán, que no sufría bombazos
suicidas hasta diciembre de 2005. Al Qaeda ha avanzado. Pero nosotros estamos
estancados, confundidos y atacando alocadamente como una torpe bestia
herida.
Obama prometió durante la campaña que iba a retirar de Irak una brigada de
combate cada mes durante un período de 16 meses. Pero esa promesa ya se ha
desechado. En cambio, el total de tropas quedará estable por la mayor parte de
este año y durante los primeros meses de 2010. Nos dicen que las tropas no
comenzarán a retirarse en grandes cantidades hasta la primavera y el verano del
próximo año, pero incluso el ritmo de esa retirada será a criterio de los
comandantes. El gobierno de Obama dice que los soldados todavía en Irak después
de la “retirada” entrenarán a los soldados iraquíes, protegerán los bienes
estadounidenses y conducirán “operaciones anti-terror”.
El acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak, llamado SOFA (siglas
en inglés para el acuerdo sobre el estatus de fuerzas), establece que todas las
tropas estadounidenses deben estar fuera de Irak antes del 31 de diciembre de
2011. Sin embargo, hay pocas probabilidades de lograr eso. A pesar del SOFA, los
planes de largo plazo del Pentágono se basan en la suposición de que de 30.000 a
50.000 soldados estadounidenses se basen en Irak hasta mucho después de 2011. El
SOFA (ratificado por el parlamento iraquí pero nunca presentado ante el Senado
estadounidense para su ratificación, según exige la constitución) establece que
debe haber un referendo nacional en Irak durante el verano de 2009.
Supuestamente los iraquíes podrán aprobar o rechazar ese acuerdo. Según el SOFA,
las 50 bases militares en Irak se entregarán al control iraquí.
¿Desafiará Obama los resultados de un referendo para imponerles una
continuación de la ocupación a los votantes iraquíes? Parece que sí. Claro, mi
sospecha es que todo se manejará con una “petición” de nuestro gobierno cliente
en Bagdad para que nos quedemos, así demostrando que nuestro compromiso público
con la democracia es una farsa aún más grande.
Enormes corporaciones están haciendo un dineral en esta guerra. Obama parece
estar decidido a no impedir el chorro de ganancias. Eso vale nuestro candidato
antibélico. Debiéramos haber sabido que es mejor no tener confianza en los
demócratas, puesto que adquirieron poder en el Congreso en 2006 con una
plataforma antibélica y luego seguían financiando las guerras y aprobando los
aumentos de tropas para Irak y Afganistán.
Si colapsa el delicado cese de fuego que negociamos con los ex insurgentes
sunitas en Irak, ¿cómo responderemos? Si, por ejemplo, los aproximadamente
100,000 sunitas, a quienes se les ha permitido hacer una limpieza étnica y crear
milicias en las zonas que controlan, atacan el gobierno central, dirigido
principalmente por chiítas. O si ya no podemos seguir comprando a las milicias
del “Despertar” sunita con los salarios de 300 dólares al mes que les damos. O
si la guerra se arrecia una vez más. Eso es lo que pasó en Afganistán cuando
tratamos de sobornar a los grupos tribales con dinero y apoyo. Un deterioro de
la seguridad en Irak podría hacer que se descarte, en un dos por tres, incluso
una reducción de fuerzas.
Si algunas tropas salen de Irak, las fuerzas armadas tendrán que depender más
en los ataques aéreos para controlar territorios y mantener a raya a los
insurgentes. Los ataques aéreos en Afganistán, juntos con la expansión del
combate, han causado que decenas de miles de afganos se refugian en Irán y
Pakistán. Hasta el gobierno de Karzai ha protestado enérgicamente contra esos
ataques aéreos, que proveen el Talibán con veintenas de reclutados. Se puede
esperar la misma reacción alarmante en Irak.
Yo podría soportar la injusticia prolongada que es la ocupación de Irak si
creyera que en realidad traería la paz, que luego podríamos ayudar en la
reconstrucción del país que habíamos destruido y que el imperio de la ley se
había restaurado al rechazar la doctrina de Bush de la guerra preventiva, cosa
que las leyes pos-Nuremburg definen como una “guerra de agresión” criminal.
Podría soportar otros 19 meses de guerra si supiera que realmente sería el fin.
Pero la guerra de Irak, como la de Afganistán, continuará. Nuestros proyectos
imperiales y las matanzas continuarán bajo la presidencia de Obama. Muchas más
personas morirán, y soldados nuestros también.
La única esperanza que tenemos ahora es nuevas protestas contra la guerra y
un movimiento antibélico con nuevo ímpetu. Esta vez el movimiento debe
mantenerse firme --como lo han hecho los inquebrantables Cindy Sheehan, Cynthia
McKinney y Ralph Nader-- al imperativo moral de la paz y no a las esperanzas
falsas que ofrecen los demócratas. No podemos depositar nuestra confianza en
ellos. La política es un juego de presión. Al suavizar la presión, se
pierde.
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Traducido del inglés para ¡El mundo no puede esperar!
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