La historia de un taxista pakistaní
encerrado por error en Guantánamo durante casi 20 años
M. J. Arias
26 de octubre de 2021
Identificado erróneamente como un extremista buscado
por Estados Unidos en 2002, Ahmed Rabbani lleva 19 años detenido sin que se hayan llegado a
presentar cargos contra él. Este ciudadano pakistaní que antes de su detención
conducía un taxi, ha denunciado en numerosas ocasiones su situación y las
torturas sufridas en Guantánamo, donde ha pasado los
últimos 17 años. Ahora, la organización británica Reprieve asegura que su
liberación ha sido autorizada. Sin embargo, nadie se lo cree hasta
verle fuera de prisión.
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Ahmed Rabbani es un taxista pakistaní que lleva 17 años en Guantánamo por un error de
identificación. (Foto: Captura de Twitter / @Reprieve)
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“Ahmed Rabbani es nuestro último cliente autorizado para ser liberado de
Guantánamo. Ha estado encerrado sin cargos por Estados Unidos durante 19 años.
Su autorización es una noticia que vale la pena celebrar, pero no es el final
de la historia. Todavía no tiene idea de cuándo se le permitirá volver a casa”. Con este mensaje
en redes sociales comunicaba la citada organización la autorización para
liberar de Rabbani, taxista de Karachi que ha pasado por una huelga de hambre
en señal de protesta que le ha deteriorado considerablemente su salud.
La historia de taxista de Karachi lleva algunos años dando la vuelta al mundo y
llegó al Informe del Comité de Inteligencia del Senado sobre Tortura. Hace solo
una semanas, a finales del verano,
él mismo escribió una carta publicada por The Huffington Post en la que contaba lo ocurrido y
cómo han sido estos años de sufrimiento, torturas físicas y psicológicas y cómo
la esperanza se la ha ido yendo poco a poco. Barack Obama no cumplió y tampoco
confiaba en que Joe Biden escuchase sus ruegos.
“Me han torturado usando más de 60 métodos diferentes... Casi dos décadas de mi vida han sido robadas porque
Estados Unidos pensó que yo era otra persona”, decía en aquella misiva. Lo que
le ocurrió a este ciudadano paquistaní es que le entregaron por una recompensa de 5.000 dólares bajo
la identidad de Hassan Ghul, un extremista al que buscaba Estados Unidos. A él
le arrancaron una confesión bajo torturas, según han denunciado tanto él como
sus abogados. Lo más rocambolesco de su caso es que el verdadero Ghul fue detenido y encarcelado en
la misma prisión de Kabul en el que él estuvo. Tres años después, fue puesto en libertad. Rabbani, sin
embargo, siguió preso y acabó en Guantánamo sin que hayan presentado cargos
contra él en estos 19 años ni le hayan sometido a juicio.
En aquella misiva publicada a finales de agosto señalaba que una semanas antes sus
abogados habían presentado su caso ante la Junta de Revisión Periódica y que
“si la Junta recomienda mi liberación de Guantánamo, a pesar de que esto sería
una recomendación de las agencias de seguridad nacional de los EE. UU., si me
liberan y cuánto tiempo esto tardará aún dependerá del presidente Biden. Mi
destino está en sus manos”. Eso decía entonces. Repreive publicaba este martes
que había sido autorizada su liberación, aunque no hay fecha aún.
Sobre el destino de quien le acusaron de ser y al que liberaron, Rabbani ha contado
que cuando lo pusieron de nuevo en la calle siguió con sus actividades
anteriores y acabó muriendo en un ataque con drones. Mientras, él sigue
encerrado, con una llamada al mes por Skype para ver a su familia,
sin haber podido conocer a su hijo menor (que se enteró por una búsqueda online de lo que ocurría con su
padre) y lejos de una familia que ha tenido que subsistir sin él.
“Si tuviera que describir Guantánamo al mundo, diría que es una prisión sin ley donde Estados Unidos ha
desperdiciado 6 mil millones de dólares para encarcelar a personas sin juicio, ganando nada más que una
reputación de injusticia. Ahora gastan más de $ 13 millones al año solo para
retenerme aquí. Imagínese el bien que se podría hacer con ese dinero y la buena
voluntad que podría generar. Quizás incluso podrían comenzar a compensarme por
la tortura que he sufrido”, denunciaba en su texto.
Su única forma de protesta estos años ha sido una huelga de hambre de la que se ha
ido informado a través de una web para dar
visibilidad a su caso y llamar la atención sobre el mismo. Su
estado de salud es tal que le alimentan a la fuerza con un tubo
que él mismo denuncia como otra forma de tortura. “Esa
experiencia diaria resume mi vida: un procedimiento de alimentación forzada que
debe llevarse a cabo amablemente en un hospital, pero que ha sido modificado
para infligir dolor intencional todos los días (y las Naciones Unidas lo
describen como tortura en sí)”, ha narrado.
En aquella carta publicada por The Huffington Post reconocía
cierta esperanza con las palabras de Biden, pero que se desvanecieron al
recordar que Obama prometió lo mismo y no lo cumplió. “Un recluso fue liberado
recientemente, el primero durante la presidencia de Biden, pero la esperanza es
un lujo que mi familia y yo simplemente no podemos permitirnos. Después del
sufrimiento psicológico que hemos soportado durante mis 19 años de prisión, permitirnos sentir esperanzas por mi
liberación, basados en promesas de un
presidente que aún no ha cumplido, podría llevarnos al límite” decía.
Ahora su puesta en libertad ha sido autorizada, pero siguen sin una fecha de fin para
su encierro. Mark Maher, miembro de Reprieve, ha comentado que “el resultado de
la Junta de Revisión Periódica es un paso positivo, pero no lo celebraremos hasta que esté de
regreso con su familia en Pakistán y pueda abrazar a su hijo de 19 años por primera vez”.
Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/ahmed-rabbani-detenido-error-taxista-pakistani-guantanamo-105945643.html
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