Agencia de EEUU espió a periodista de Al Jazeera
Kitty Stapp
ISP
13 de mayo de 2015
Un cuadro de una presentación en PowerPoint de la NSA, fechado en junio de
2012, tiene la foto, el nombre y el número de identificación en una lista de
vigilancia terrorista de Ahmad Muaffaq Zaidan, a quien clasifica como
"miembro de Al-Qaeda" y de la Hermandad Musulmana. También señala que
"trabaja para Al Jazeera." Cortesía de The Intercept
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NUEVA YORK -Ahmad Muaffaq Zaidan no niega que estuvo en contacto con grupos terroristas. De no ser así, le habría sido bastante
difícil hacer su trabajo.
Pero el hecho de que Zaidan sea un respetado periodista de investigación y
el principal corresponsal de la cadena de televisión de noticias Al Jazeera en
Islamabad no pareció perturbar a la Agencia de Seguridad Nacional
(NSA, en inglés) de Estados Unidos, que no solo lo espió, sino que incluso lo catalogó como un probable miembro de
la red extremista Al Qaeda y lo puso en una lista de vigilancia.
"Esta es la realidad en la que vivimos. Las agencias del gobierno son relativamente
autónomas y los intentos de controlarlas son ridículos": Bob Dietz.
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La revelación se conoció el 8 de este mes cuando la publicación The Intercept informó
sobre parte de los miles de documentos clasificados filtrados por el exempleado
de la NSA, Edward Snowden.
“Teniendo en cuenta que Pakistán ha sido sistemáticamente clasificado como
uno de los países más peligrosos para los periodistas, la noticia sobre la
vigilancia a Zaidan se suma al miedo y limita la libertad de prensa”, sostuvo
Furhan Hussain, de Bytes for All, una
organización de derechos humanos paquistaní.
“Igualmente alarmante, en este caso, es el hecho de que, al comprometer la
información de respetados periodistas, este espionaje también debilita la
seguridad de sus fuentes y redes de medios”, añadió en diálogo con IPS.
“La interceptación de las comunicaciones de Zaidan se llevó a cabo mediante
la recolección invasiva y el análisis de sus metadatos, una técnica que con
frecuencia ha sido responsable de la persecución no transparente de cientos de
personas por parte de drones”, o aviones no tripulados, indicó.
“Aunque a menudo se afirma que Pakistán no protestó de manera eficaz contra
estas violaciones, también puede ser importante plantear preguntas sobre el
posible papel del Estado en la facilitación del acceso de la NSA a grandes
cantidades de datos de quienes residen dentro de su fronteras, en el marco de
su” acuerdo de información Sigint con esa agencia estadounidense, señaló Hussain.
Otras organizaciones defensoras de la libertad de prensa dijeron que el
caso es uno más en un largo patrón de abusos contra las libertades civiles.
“Dada la avalancha de revelaciones en los últimos dos años sobre la vasta
gama de técnicas y objetivos de vigilancia invasiva de la NSA, no es de
sorprender, aunque sí es chocante, que la agencia de inteligencia considerara
oportuno utilizar sus capacidades para espiar a un periodista eminente”,
destacó Carly Nyst, director jurídico de Privacy
International, una organización independiente que vigila las
invasiones de la privacidad por parte de gobiernos y empresas.
“Este caso es ilustrativo de los graves peligros que implican permitir que
los servicios de seguridad ejerzan poderes inmensos, ante la ausencia de un
control adecuado. Al colocar a los miembros de los medios de comunicación… bajo
vigilancia, la NSA socavó los mismos valores que se encarga de promover, la
seguridad, la democracia y la libre transmisión de información”, destacó.
Sin los controles “democráticos, las agencias de espionaje seguirán
sacrificando las libertades civiles en nombre de la conquista estratégica, sin
acordarse de la fundamental libertad periodística atrapada en el medio”, advirtió.
No es la primera vez que la NSA apunta a Al Jazeera. Basada en los
documentos filtrados, la revista alemana Der Spiegel informó en 2009 que la agencia
estadounidense había penetrado el sistema de comunicación interna de la
televisora satelital árabe, con sede en Qatar.
Según el Comité para la Protección de
los Periodistas, el denunciante Russell Tice afirmó en 2009 que,
de hecho, la NSA vigilaba especialmente a los periodistas y agencias de noticias.
Zaidan fue vigilado en el marco del programa Skynet, que supervisa los
registros de llamadas y busca determinados patrones en los metadatos.
“Es este tipo grande de recolección de datos al barrer que más nos
preocupa”, reconoció Bob Dietz, coordinador del programa de Asia del Comité
para la Protección de los Periodistas.
“Si alguien fuera a rastrear mi comportamiento y a toda la gente con la que
entré en contacto en los últimos 20 años, me imagino que yo quedaría en un
lugar muy alto de alguna clasificación”, dijo con ironía.
Dietz no piensa que la situación cambien en el corto plazo, más allá de
quien ocupe la presidencia en Estados Unidos.
“Esta es la realidad en la que vivimos. Las agencias del gobierno son relativamente autónomas y los intentos
de controlarlas son ridículos… existan o no leyes que nos protejan”, observó.
Thomas Hughes, director ejecutivo de la organización Artículo 19, con sede en Londres, dijo que a su
grupo le preocupan profundamente las revelaciones de espionaje a Zaidan.
“De acuerdo con las declaraciones de Al Jazeera y colegas de otras cadenas,
Zaidan es un periodista de reputación profesional de larga data. La vigilancia
a los periodistas tiene un efecto paralizante grave sobre la libertad de
expresión, al obstaculizar el papel esencial que… desempeñan en el
descubrimiento de hechos ilícitos y el enfrentar a los gobiernos con sus
acciones”, expresó a IPS.
“Poner en peligro la confidencialidad de las fuentes también socava
seriamente la capacidad de los periodistas para realizar su trabajo y
potencialmente pone en peligro el bienestar y la seguridad de esas fuentes”, añadió.
De hecho, como señaló The Intercept, que tuvo la primicia sobre el
espionaje a Zaidan, los artículos de este se concentraban en el movimiento extremista
Talibán y en Al Qaeda, incluidas varias entrevistas de alto perfil con
dirigentes de la red radical.
Zaidan negó con firmeza las acusaciones de la NSA. “Para que seamos capaces
de informar al mundo, tenemos que poder ponernos en contacto libremente con
figuras relevantes del discurso público, hablar con la gente en el terreno y
recabar información fundamental”, explicó.
“Cualquier indicio de vigilancia del gobierno que dificulte este proceso es
una violación de la libertad de prensa y perjudica el derecho del público a
saber”, escribió en una respuesta a The Intercept.
“Afirmar que yo, o cualquier periodista, está vinculado a un grupo en
virtud de su libreta de contactos, registros de llamadas de teléfono o fuentes
es una distorsión absurda de la verdad y una completa violación de la profesión
del periodismo”, denunció Zaidan.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga
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