Yo ayudé a crear ISIS
Vincent Emanuele
telesurtv
4 enero 2016
Muchos han comenzado a referirse
al grupo Estado Islámico como Daesh. | Foto: Andaluciainformacion.es
|
Después de 14 años de guerra contra el terrorismo, Occidente es muy bueno para fomentar la barbarie y la creación de
estados fallidos.
Por los últimos años, gente de todo el mundo se ha preguntado: "¿De dónde
viene ISIS?" Las explicaciones varían, pero en gran medida se centran en
la geopolítica (hegemonía), (refugiados climáticos) orígenes religiosos (suníes
y chiíes), ideológicos (wahabismo) o ecológicos. Muchos comentaristas y hasta
ex funcionarios militares sugieren correctamente que la guerra en Irak es la
principal causa de la existencia de las fuerzas que hoy conocemos como ISIS,
ISIL, Daesh, etc. Espero poder añadir algunas reflexiones y anécdotas útiles.
Pesadillas Mesopotámicas
Cuando estaba acuartelado en Irak con el 1er Batallón, 7mo de Infantería de Marina,
desde 2003 hasta 2005, no sabía cuáles serían las repercusiones de la guerra,
pero sabía que habría un ajuste de cuentas. Esa retribución, también conocida
como retroceso, se está experimentando actualmente en todo el mundo (Irak,
Afganistán, Yemen, Libia, Egipto, Líbano, Siria, Francia, Túnez, California,
etc.), sin un final a la vista.
En aquel entonces, yo vi y participé rutinariamente en obscenidades. Por supuesto,
la maldad de la guerra nunca fue debidamente reconocida en Occidente. Sin lugar
a dudas, las organizaciones contra la guerra intentaron articular los horrores
de la guerra en Irak, pero los medios de comunicación, el mundo académico y las
fuerzas político-corporativas de Occidente nunca permitieron un examen serio
del mayor crimen de guerra del siglo 21.
A medida que patrullábamos la vasta región de la provincia iraquí de Al-Anbar,
tirábamos la basura que quedaba de nuestra comida, MRE (Meal Ready to Eat), por
la ventana de nuestros vehículos, nunca imaginé cómo íbamos a ser recordados en
los libros de historia; Yo simplemente quería hacer algo de espacio extra en mi
HUMVEE. Años más tarde, sentado en un curso de Historia de la Civilización
Occidental, en la universidad, escuchaba a mi profesor hablar de la cuna de la
civilización, y pensé en la basura de nuestra MRE, en el suelo del desierto mesopotámico.
Al examinar los recientes acontecimientos en Siria e Irak, no puedo dejar de
pensar en los niños pequeños a los que mis compañeros marines tiraban con
caramelos de esos paquetes de MRE. Pero los caramelos no fueron los únicos
objetos arrojados a los niños: botellas de agua llenas de orina, piedras,
escombros y otros artículos fueron lanzados también. A menudo me pregunto,
¿cuantos miembros de ISIS y de varias otras organizaciones terroristas
recuerdan también estos eventos?
Por otra parte, pienso en los cientos de prisioneros que tomamos cautivos y que
torturamos en centros de detención improvisados y atendidos por adolescentes
de Tennessee, Nueva York y Oregon. No tuve la desgracia de trabajar en ningún
centro de detención, pero recuerdo las historias. Recuerdo vívidamente a los
marines hablándome de puñetazos, bofetadas, patadas, codazos, rodillazos y
cabezazos a los iraquíes. Recuerdo los relatos de las torturas sexuales:
obligando a los hombres iraquíes a realizar actos sexuales el uno con el otro,
mientras los marines presionaban cuchillos contra sus testículos, y a veces
eran sodomizados con las porras.
Sin embargo, para que estas abominaciones tengan lugar, los que estábamos en las
unidades de infantería teníamos el placer de capturar a los iraquíes durante las
redadas nocturnas, atarles de manos, embolsar sus cabezas con fundas negras y
tirarlos en la parte posterior de los Humvees y de los camiones, todo esto
mientras sus esposas y niños se derrumbaban de rodillas y gemían. A veces los
capturábamos durante el día. La mayor parte de las veces no ponían resistencia.
Algunos de ellos se tomaban de las manos mientras los marines los golpeaban en
la cara. Una vez que llegaban al centro de detención, eran retenidos durante
días, semanas e incluso meses a la vez. Sus familias nunca eran notificadas. Y
cuando eran puestos en libertad, les soltábamos en el medio del desierto a
varias millas de sus hogares.
Después cortábamos las ataduras y removíamos las bolsas negras de sus cabezas, varios
de nuestros infantes de marina más desquiciados disparaban rondas con sus AR-15
al aire o a tierra, asustando a los cautivos recién liberados. Todo para
reírnos. La mayoría de los iraquíes corrían, todavía llorando por su largo
calvario en el centro de detención, con la esperanza de un cierto nivel de
libertad que les esperaba en el exterior. Quién sabe cuánto tiempo
sobrevivieron. Después de todo, a nadie le importaba. Sabemos de un ex
prisionero que sobrevivió: Abu Bakr al-Baghdadi, líder de ISIS.
Sorprendentemente, la habilidad de deshumanizar al pueblo iraquí fue en aumento después de que las
balas y las explosiones llegaron a su fin, ya que muchos marines pasaban su
tiempo libre tomando fotos de los muertos, a menudo mutilando cadáveres por
diversión o pinchando con palos sus cuerpos hinchados con el fin de conseguir
algunas risas baratas. Debido a que los iPhones no estaban disponibles en ese
momento, varios marines llegaron a Irak con cámaras digitales. Esas cámaras
contienen una historia no contada de la guerra en Irak, una historia que
Occidente espera que el mundo olvide. Esa historia y esas cámaras también
contienen imágenes de masacres sin sentido y numerosos otros crímenes de
guerra, realidades que los iraquíes no tienen el placer de olvidar.
Por desgracia, yo podría recordar innumerables anécdotas horribles de mi tiempo en
Irak. Mucha gente inocente no era únicamente detenida, torturada y encarcelada
de forma rutinaria, sino que también fueron incinerados por cientos de miles,
algunos estudios sugieren por millones.
Sólo los iraquíes entienden la maldad en estado puro que se desató en su nación.
Ellos recuerdan el papel de Occidente en la guerra de ocho años entre Irak e
Irán; recuerdan las sanciones de Clinton en la década de 1990, las políticas
que resultaron en la muerte de más de 500.000 personas, en su mayoría mujeres y
niños. Luego, llegó el 2003 y Occidente terminó su trabajo. Hoy, Irak es una
nación totalmente devastada. La gente está envenenada y mutilada, y el medio
ambiente natural es tóxico por las bombas con uranio empobrecido. Después de
catorce años de la Guerra contra el Terror, una cosa está clara: Occidente es
muy bueno para fomentar la barbarie y la creación de estados fallidos.
Vivir con los fantasmas
Los ojos cálidos y vidriosos de niños y jóvenes iraquíes me persiguen
perpetuamente, como deberían. Los rostros de los que he matado, o al menos
aquellos cuyos cuerpos estaban lo suficientemente cerca para examinar, nunca
escaparán de mis pensamientos. Mis pesadillas y reflexiones diarias me
recuerdan de donde viene ISIS y por qué exactamente nos odian. Ese odio,
comprensible pero lamentable, será dirigido hacia Occidente durante años y
décadas por venir. Como no podía ser de otra manera
Una vez más, la magnitud de la destrucción que Occidente ha infligido en el Medio
Oriente es absolutamente inimaginable para la gran mayoría de las personas que
viven en el mundo desarrollado. Este punto no puede ser nunca exagerado cuando
los occidentales constante e ingenuamente preguntan: "¿Por qué nos odian?"
Al final, las guerras, revoluciones y contrarrevoluciones se llevan a cabo y las
generaciones venideras viven con los resultados: civilizaciones, sociedades,
culturas, naciones e individuos sobreviven o perecen. Así es como funciona la
Historia. En el futuro, la forma en que Occidente enfrente el terrorismo
dependerá en gran medida si Occidente continúa o no su comportamiento
terrorista. La manera obvia de prevenir que futuras organizaciones tipo ISIS se
formen es oponerse al militarismo Occidental en todas sus terribles formas:
golpes de Estado de la CIA, guerras de poder, ataques aéreos, campañas de
contrainsurgencia, guerra económica, etc.
Mientras tanto, aquellos de nosotros que participamos directamente en la campaña militar
genocida en Irak viviremos con los fantasmas de la guerra.
Correo del escritor: vincent.emanuele333@gmail.com
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