Revolución
#170, 19 de julio de 2009
Obama en Cairo:
Un discurso lleno de mentiras para imponer un SISTEMA de
opresión
Parte 3
Toby O’Ryan
Lo siguiente es el tercer y último pasaje de un artículo que está
saliendo por partes en Revolución, acerca del discurso que dio Barack
Obama el 5 de junio en la Universidad de Cairo, Egipto. El primer pasaje salió
en el número 169 e incluye: “El mundo musulmán” y “¿Burdo estereotipo o
caracterización acertada?” y el segundo pasaje salió en línea e
incluye: “Defender —y extender— guerras
estadounidenses”, “Justificar la dominación israelí” y “Traficar con la historia
del pueblo negro en Estados Unidos y distorsionarla vilmente” (http://revcom.us/a/169/obama_in_cairo_2-es.html].
Irán y armas nucleares
Luego, Obama habla de la cuestión de “derechos y deberes de naciones acerca
de las armas nucleares”. En su estilo típicamente eufemístico, Obama admite que
“Estados Unidos jugó un papel en el derrocamiento de un gobierno iraní elegido
democráticamente”. Pues, en realidad Estados Unidos no solo jugó un papel —
apadrinó y tramó el golpe de estado de 1953 contra el primer ministro
elegido Mosaddeq. Lo reemplazó con el brutal Sha de Irán, apoyado y armado por
Estados Unidos por los siguientes 25 años hasta su derrocamiento en 1978. Obama
de algún modo olvida mencionar las decenas de miles de personas que murieron
como resultado de este aludido “papel que jugó Estados Unidos”. En cambio,
utiliza su táctica preferida de “imparcialidad” para poner los 25 años de vil
opresión y asesinato en el mismo plano que la toma de la embajada estadounidense
por estudiantes y la toma de unas decenas de rehenes estadounidenses con
ella.
Él expresa “comprensión” para “los que objetan que algunos países tienen
armas y otros no”. Este circunloquio vago, o ambigüedad, tiene por objeto no
mencionar que Israel tiene alrededor de 100 a 300 armas nucleares y que Estados
Unidos mismo, por supuesto, tiene miles, pero que es Irán —que no tiene NINGUNA
arma nuclear— el que está amenazado con guerra por negarse a poner su programa
de energía nuclear bajo el control de la Organización de Naciones Unidas y, tras
ella, bajo Estados Unidos. Obama no menciona que incluso hoy Irán está bajo
ataque y subversión de las “Fuerzas Especiales” estadounidenses dentro de sus
fronteras — un programa iniciado por Bush y continuado por Obama.
No intentaremos analizar los otros giros y vueltas de las tácticas
estadounidenses hacia Irán, salvo señalar que hasta ahora a la “mano de unidad”
vocal de Obama la ha acompañado el mismo puño de hierro en la práctica asociada
con Bush (vea unos antecedentes en inglés en “Una evaluación del avance hacia
una guerra entre Estados Unidos e Irán: Causas y potenciales ramificaciones; un
informe de las conclusiones preliminares de un grupo de trabajo”, en
revcom.us. Hay un pasaje en español.).
Los “dos sectores anticuados” y la emancipación de
la mujer
Después, Obama habla de la democracia, la libertad religiosa, los derechos de
mujeres y el desarrollo y oportunidades económicos, antes de concluir con un
llamamiento a confiar en Estados Unidos y un punto culminante de fanfarria
religiosa y abierto fanatismo religioso. Aunque este artículo no intentará
tratar cada uno de estos asuntos, todos podrían —y con el tiempo deberían—
recibir el mismo tipo de análisis que hemos hecho acerca del comienzo y los
puntos centrales de su discurso.
No obstante, queremos remitir a nuestras/os lectoras/es a Una
declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la
humanidad, del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que
apareció en el número 158 de Revolución, y particularmente la sección
“El imperialismo yanqui y el fundamentalismo islámico: una elección entre
‘perder o perder’ y una trampa mortal”. Aquí citaremos extensamente esa
declaración, que queda como una refutación contundente e importante no solo de
las distorsiones de Obama acerca de “los derechos de mujeres” sino también, de
muchas maneras, su discurso entero.
“Aunque la burka y la tanga parezcan muy diferentes, la burka que imponen los
fanáticos fundamentalistas islámicos por un lado y la tanga ampliamente
publicitada y promocionada como ‘ropa interior sexy’ para las mujeres en las
sociedades capitalistas ‘modernas’ por el otro son horribles símbolos y
encarnaciones de la degradación de la mujer. Lo fundamental que tienen en común
es que son manifestaciones de un mundo caracterizado por horrendas formas de
opresión ‘tradicionales’ y ‘modernas’ —un mundo dominado sobre todo por el
capitalismo-imperialismo— un mundo que hay que poner patas arriba y transformar
radicalmente.
“Como lo señaló Bob Avakian respecto a un fenómeno que está afectando cada
vez más la vida de millones alrededor del mundo:
“‘Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por
el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y
oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema
imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo
se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados,
acabará fortaleciendo a los dos’.
“Entre estos dos ‘sectores anticuados’ están las clases dominantes
imperialistas, particularmente la de los Estados Unidos, las cuales le han hecho
mucho más daño a la humanidad y representan la más grande amenaza. En realidad,
la dominación imperialista misma en el Medio Oriente, Indonesia y más allá
—junto con la dislocación y trastorno generalizados que esta dominación causa y
la corrupción, venalidad y vil represión características de los gobiernos
locales que son dependientes del imperialismo y al cual le sirven— le echa mucha
leña al fuego del fundamentalismo islámico como respuesta a todo esto, si bien
de una manera reaccionaria. Cualquiera que use sus credenciales feministas para
legitimar alguna parte de la salvaje agresión imperialista yanqui está
moralmente en bancarrota. Si logran hacer eso mientras que se las arreglan para
creer en su propia ilusión falsa de que a aquellos que realmente manejan la
estructura de poder les importa lo que piensan, bien pueden haberse pasado al
reino de la demencia criminal.
“Lo que urgentemente se necesita es forjar otro camino — uno que se oponga a
AMBAS fuerzas anticuadas y reaccionarias. Y cuanto más se forje esta clase de
movimiento y resistencia poderosa en los Estados Unidos, más aire para respirar
y más iniciativa dará para los auténticos revolucionarios en aquellas partes del
mundo que son justificadamente nidos de odio contra el imperialismo yanqui.
“Y lo que se necesita, sobre todo, es una revolución para barrer por completo
el capitalismo-imperialismo y todos los sistemas y relaciones reaccionarios y
anticuados… todas las formas en que se ha mantenido a la mitad de la humanidad
subordinada, degradada, saqueada y despojada por la otra mitad… y todas las
formas en las cuales un sistema podrido y asesino gobernado por un puñado
relativo de explotadores despiadados esclaviza y oprime a las masas de la
humanidad”.
La extraña pareja
Los comentarios acerca del discurso de Obama son en sí reveladores y cabe
examinarlos. Generalmente, la burguesía, tanto la parte liberal como la parte
conservadora, dio la bienvenida al discurso, mientras expresaron unas reservas.
Esto refleja la opinión compartida esencial de la clase dominante imperialista
de que se debe continuar su dominación militar violenta de las regiones del
Medio Oriente y del Sur de Asia, con una escalada estadounidense en Afganistán,
una “presencia” militar continua en Irak, una mayor intervención en Pakistán,
etc.; que se debe confiar en Israel como un baluarte de la dominación
estadounidense en la región; y que no se debe permitir que Irán tenga armas
nucleares. Esta opinión, además, se basa en los intereses materiales de esta
clase de mantenerse como el poder dominante del planeta. Y refleja, últimamente,
la opinión consensuada que hay que apoyar los esfuerzos de Obama de
“reconceptualizar” esta empresa limando los bordes ásperos de Bush y utilizando
su linaje como un afroamericano con parientes musulmanes. Tomando eso en cuenta,
el periódico abiertamente reaccionario Wall Street Journal tituló su
editorial generalmente elogioso “Barack W. Bush” y un bromista del Internet
comentó que la única parte del discurso que Bush no hubiera podido pronunciar
fue la parte de haber tenido un padre musulmán. Mientras que hay un poquito de
hipérbole en esto, hay una verdad esencial e importante señalada: que este es el
mismo perro con diferente collar.
Aquí cabe examinar las respuestas del ultrarreaccionario David Horowitz y de
la supuesta opositora a la guerra Phyllis Bennis. Primero, sobre Horowitz.
Horowitz es el creador de la llamada “Semana de conciencia sobre el
islamofascismo”, que es una semana de actividades universitarias diseñadas para
satanizar a estudiantes del Medio Oriente en general y a cualquiera que
cuestiona la política y las acciones estadounidenses y israelíes en el Medio
Oriente. Horowitz es un tipo muy despreciable y asqueroso que se especializa en
la persecución a profesores individuales que considera inaceptables hasta que
pierdan sus trabajos y dejen de enseñar. [Vea más sobre Horowitz en “Lo del
‘equilibrio’ es para despistar… y justifica la represión en las universidades.
Lo que necesitamos es la búsqueda de la verdad: La educación y una auténtica
libertad académica, pensamiento crítico y disentimiento” y “Resist
‘Islamo-Fascism Awareness Week’: Confront the Horowitz Fascists with Real Facts
and Truth” (en inglés)].
¡Pero Horowitz le da la bienvenida al discurso de Obama con un ensayo el 5 de
junio en Salon.com! Horowitz saluda a Obama por “abrir la herida del 11-S para
justificar las guerras estadounidenses en Afganistán y Irak”, por “decirle al
mundo musulmán que no se puede romper el vínculo entre Israel y Estados Unidos”
y en particular por singularizar el Holocausto como la causa que legitima las
acciones de Israel, y por decir “en términos muy claros que son los palestinos
que deben renunciar a la violencia (y aquí no trazó ningún paralelo y ninguna
equivalencia moral) y tienen que reconocer el estado judío”. Pero esos no fueron
única ni siquiera principalmente los elementos particulares. El verdadero
“núcleo del discurso de Obama”, escribe, “fue una defensa de la fundación de
Estados Unidos y la misión de Estados Unidos”.
“Los conservadores cometerán un gran error si no ven este discurso por lo que
fue y lo tratan como otra vuelta en la contienda partidista”, escribe. Concluye:
“Como conservadores tenemos muchas peleas con la administración de Obama, y las
debemos tener. Pero este discurso no es una de ellas”. Horowitz, por
reaccionario que sea, entiende la importancia de la ideología. Y es lo
suficientemente astuto como para percibir el discurso altamente ideológico de
Obama como algo que favorece y le da legitimidad a su enfoque
particular: la deslegitimación de cualquier oposición a Estados Unidos y a
Israel.
Entretanto, al parecer Phyllis Bennis espera construir un universo alterno.
Bennis es la experta principal sobre el Medio Oriente de la organización United
for Peace and Justice [Unidos por la Paz y la Justicia] dirigida por
revisionistas y escribió “Changing the Discourse: First Step to Changing the
Policy” [Cambiar la conversación: Primer paso hacia cambiar la política]. El
revisionismo se refiere a las fuerzas políticas que dicen defender el socialismo
o el marxismo, pero de hecho le arrancan el corazón revolucionario al marxismo.
Bennis sostiene que el discurso de Obama “reflejó un importante distanciamiento
del esquema ideológico del militarismo y unilateralismo que le dieron forma a la
política bélica de la administración de Bush hacia los mundos árabe y musulmán”.
Luego, Bennis habla con entusiasmo de que fue “poderoso el cambio de la
conversación, desde la justificación del orgullo desmedido imperial,
unilateralismo y militarismo hacia un enfoque más cooperativo e incluso
potencialmente internacionalista. Los cambios de política concretos fueron mucho
más pequeños. Le corresponde a la gente movilizada a lo largo de Estados Unidos,
con los millones que se movilizaron para construir un movimiento capaz de elegir
a Barack Hussein Obama a la presidencia, convertir esa nueva lenguaje en unas
nuevas políticas, dar marcha atrás a la escalada y dar pasos para parar la
guerra de Obama en Afganistán y Pakistán, poner fin a la ocupación de Irak
inmediatamente en vez de después de muchos años, parar el apoyo militar yanqui a
Israel y crear una política basada en un fin a la ocupación y en la igualdad
para todos, lanzar nuevas negociaciones con Irán que no se basan en amenazas
militares, observar las obligaciones del desarme nuclear estadounidenses, y
más”.
Bennis, utilizando el método analizado por Andy Zee en “El colapso de ‘El
Movimiento’; la resistencia y el movimiento revolucionario que necesitamos”,
insinúa que la elección de Obama fue producto de la construcción de un
movimiento por las personas y que ahora estas mismas personas pueden persuadir a
Obama a cambiar su política. ¡No! Desde el inicio poderosas fuerzas de la clase
dominante promovieron y apoyaron a Obama y lo hicieron en parte por su capacidad
de atraer a la gente hacia los cauces apaciguadores de las elecciones. Al
contrario de la fantasía de Phyllis Bennis de “convertir ese nuevo discurso [de
Obama] en nuevas políticas”, el mismo Obama ha utilizado sistemáticamente el
lenguaje para apagar, ahogar y desbaratar la oposición para que apoye políticas
nuevas o viejas que son y han sido completamente reaccionarias y asesinas.
Luego, Bennis examina el discurso en el estilo ecléctico típico de Obama y
del revisionismo. Como señalamos arriba, Obama habló del papel estadounidense en
el derrocamiento de un gobierno elegido en Irán (¡un hecho muy conocido en el
Medio Oriente y en Irán!), pero luego luego lo minimiza y lo pone en el mismo
plano que las acciones tomadas por Irán contra agentes o tropas yanquis en la
región. Obama, al poner estas dos cosas en el mismo plano, intenta ocultar la
verdad: que durante décadas Estados Unidos ha dominado y/o ha tratado de dominar
a Irán, con un terrible precio humano y ahora lo amenaza con la guerra; a su
vez, Irán simplemente no es capaz de hacer algo remotamente semejante a lo que
puede hacer Estados Unidos. Esta supuesta imparcialidad que oculta la dura
realidad, esta supuesta franqueza que en realidad no revela nada, sirve bien a
Obama cuando quiera que los imperialistas decidan lanzar una agresión más seria
contra Irán. Dirán: “Después de todo, intentó hacer las paces, ¿qué no?” Pero en
el universo alterno de Phyllis Bennis, este “es un gran paso adelante”. Ella
repite este mismo método a lo largo de su análisis.
Eso es la esencia del eclecticismo: hablar de ambos aspectos de una
contradicción pero ponerlos en el mismo plano con la finalidad de ocultar cuál
es el aspecto principal y a la larga determinante. Es un método que
oculta la verdad. No se trata de que Bennis no tenga ninguna crítica al
discurso de Obama; claro que la tiene; pero tal crítica fundamenta su argumento
general: al final de las cuentas, las personas deben darle la bienvenida al
discurso de Obama como una “conversación” que tiene por objeto cambiar la
política estadounidense en el Medio Oriente. Sostiene que la gente puede
convertir “el nuevo lenguaje” de este discurso en “nuevas políticas”, que
incluyen parar las guerras en Afganistán y Pakistán, una retirada inmediata de
Irak, etc.
Cuesta exagerar el daño que puede causar este punto de vista. De nuevo, Obama
elige sus palabras con mucho cuidado. El “nuevo discurso” de Obama es,
esencialmente y a veces palabra por palabra, el mismo viejo discurso usado por
Bush y los demás presidentes yanquis. Es el discurso de la bondad esencial de
Estados Unidos y la justeza de sus guerras; es el discurso del “derecho”
estadounidense, por consiguiente, de dominar y determinar el destino de todo el
mundo. Además, Obama tiene el poder —es decir, que la clase dominante
imperialista le ha dado el poder mediante las elecciones— de apuntalar con la
fuerza cualquier sentido que él le da a ese discurso.
De hecho, el propósito de este “nuevo discurso” es conservar el carácter
esencial y por cierto el propósito esencial de la política de Bush. Muchos
integrantes de la clase dominante entienden bien y expresan abiertamente, como
hemos mostrado aquí y en otros artículos y denuncias (vea el artículo “Obama,
Cheney y el ‘debate’ sobre la tortura” en línea en revcom.us
[http://revcom.us/a/167/Obama_Cheney-es.html]). Solo los que niegan la verdad y
tienen un profundo deseo para una salida fácil persisten en la ilusión de que el
cambio que promete Obama tiene algo que ver con eliminar la injusticia y la
opresión. Las personas como Phyllis Bennis hacen mucho daño usando su influencia
y vínculos organizacionales para despistar a la gente y, en el caso de los que
de veras quieren ver el cambio, desviarlos hacia los callejones sin salida del
cabildeo, de escribir cartas a los políticos, etc., lo que los enreda
completamente dentro de los límites sofocantes y agotadores del sistema.
Objetivamente, ella es una facilitadora de la complicidad.
El hecho de que tanto Horowitz como Bennis, a pesar de sus diferencias
concretas y obvias acerca de muchas cosas, en lo básico terminan por apoyar el
discurso de Obama con algunas críticas secundarias, refleja que ambos creen, si
bien de modos diferentes, las suposiciones y el marco que fundamentan ese
discurso. Eso refleja el peligro particular de la presidencia de Obama, con sus
puntos en común al estilo de arena movediza. Refleja la necesidad urgente de
examinar críticamente y romper con las propias suposiciones que meten a la gente
en esa arena movediza.
En efecto, ese discurso de nuevo deja en claro que no hay ningún cambio en el
carácter esencial de la política estadounidense, porque no hay ningún cambio en
cómo la clase dominante imperialista, para el que Obama habla y al que le sirve,
percibe y entiende lo que tiene que hacer para conservar su posición. No hay
ninguna salida de la pesadilla de un mundo atrapado entre lo que Bob Avakian ha
llamado “los dos sectores anticuados” —las relaciones anticuadas y reaccionarias
representadas por el imperialismo, sin importar la variedad de su ideología, y
las relaciones reaccionarias y anticuadas representadas por las fuerzas que
utilizan y están agrupadas alrededor del fundamentalismo islámico— salvo
resistir y, en el curso de eso, “forjar otro camino”. Citemos de nuevo nuestra
Declaración sobre la liberación de la mujer:
“Lo que urgentemente se necesita es forjar otro camino — uno que se oponga a
AMBAS fuerzas anticuadas y reaccionarias. Y cuanto más se forje esta clase de
movimiento y resistencia poderosa en los Estados Unidos, más aire para respirar
y más iniciativa dará para los auténticos revolucionarios en aquellas partes del
mundo que son justificadamente nidos de odio contra el imperialismo yanqui.
“Y lo que se necesita, sobre todo, es una revolución para barrer por completo
el capitalismo-imperialismo y todos los sistemas y relaciones reaccionarios y
anticuados…”.
Hacer tal revolución es, obviamente, difícil — muy difícil. Pero es mucho más
posible que esperar algo del representante en jefe del imperialismo salvo una
defensa y una reafirmación del imperialismo, pues esperar eso no solo es difícil
sino imposible.
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