Más tropas estadounidenses en América Latina: señales de
una invasión anunciada
Martín Pastor
telesur
20 de octubre de 2017
El problema de este ejercicio es la magnitud y apertura que se ha dado a los
Estados Unidos en ingresar a la selva latinoamericana.
Un nuevo ejercicio militar en la amazonia da luz sobre el
resurgimiento de la presencia estadounidense en Latinoamérica.
El ejército estadounidense acentuará su presencia militar en la Amazonía latinoamericana.
Bajo la iniciativa Amazon Log 2017 del gobierno golpista de Michel Temer en
Brasil, la Operación ‘América Unida’ juntará a los ejércitos de Estados Unidos,
Brasil, Perú y Colombia del 6 al 13 de noviembre del 2017 en la ciudad
tri-fronteriza de Tabatinga. Este ejercicio es una señal de un sustancial
incremento de militarización extranjera en la región.
La iniciativa es liderada por el Comando de Logística del Ejército Brasileño y
está inspirada en el ejercicio logístico militar realizado por la Organización
del Tratado Atlántico del Norte (OTAN) en Hungría en 2015,
que tuvo un despliegue de aproximadamente 1700 militares. Para esta versión latinoamericana,
los objetivos, según la página
oficial del Ejército Brasileño, son crear una base
logística multinacional temporal para realizar operaciones de control de
migración ilegal, asistencia humanitaria, operaciones de paz, acciones contra
narcotráfico y cuidados ambientales.
Sin embargo, como lo señaló el
diario brasileño Gauchazh, enseñar a un ejército extranjero a combatir en
territorio nacional debería ser considerado “alta traición”. Aunque para el
Ministerio de Defensa brasileño esto no es traición sino una oportunidad que
permitirá unir a los ejércitos de ambos países.
El problema de este ejercicio es la magnitud y apertura que se ha dado a los
Estados Unidos en ingresar a la selva latinoamericana. Por lo que uno de los
riesgos es que la base ‘temporal’ se convierta en permanente como sucedió en
Hungría, tras los ejercicios de la OTAN. Aunque las autoridades brasileñas lo niegan.
Este interés de los Estados Unidos en la región debe ser medido con la historia del
imperio del norte.
El altruismo, cuidado a la naturaleza o lucha contra el narcotráfico estandartes
para su presencia en la región hacen eco a inserciones en otras partes del mundo,
especialmente Medio Oriente, y la realidad es que ahí estos no son ni fueron
sus objetivos. Detrás de toda acción militar norteamericana siempre se
encuentra el fin de apoderarse de recursos para lograr sus intereses nacionales.
En el caso de América Latina, la abundancia de recursos naturales da razón a la
presencia norteamericana. Según el
Banco Mundial, la región cumple un rol global en la problemática del cambio
climático ya que posee “las reservas de agua dulce más grandes del mundo”.
Una noticia ‘agridulce’ para los latinoamericanos ya que para varios analistas,
inclusive el ex candidato presidencial demócrata Bernie Sanders,“las guerras
del futuro serán por el agua”.Entre los diez países con mayores reservas se
encuentran Brasil (1ro), Colombia (6to) y Perú (8vo), coincidentemente los tres
involucrados en la Operación ‘América Unida’.
En la Oficina de Evaluación Neta (Office of Net
Assesment) del Departamento de Defensa cuyo objetivo es analizar
el futuro del ejército y sus amenazas. Andrew Marshall, ex director (1973-20015)
comisionó en 2004 un reporte
confidencial a Peter Schwartz, consejero de la CIA y ex
Director de Planificación del grupo Royal Dutch/Shell; y Doug Randall, del
Global Business Network.
En las conclusiones finales, los autores argumentan que el cambio climático y la
escasez de agua son una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y
razones para futuras conflictos militares.Trece años más tarde de dicho
reporte, Estados Unidos se prepara para asentar una base más en orilla del Amazonas.
Pero el agua no es el único interés de este país en la región. Telma Luzzani,
periodista argentina, explica en su libro ‘Territorios Vigilados’, que “en el
Amazonas se encuentra el 95% de las reservas de niobio, fundamental para el
acero de las naves espaciales y de los misiles intercontinentales, y el 96% de
las reservas de titanio y tungsteno, utilizados en la industria aeronáutica
espacial y militar, además de ser rica en petróleo, gas, uranio, oro y diamantes”.
Es por esto que el próximo ejercicio militar es solo una pieza más dentro de un patrón
creciente de militarización y amenazas regionales. Solo en lo que va del 2017
se han realizado otros dos ejercicios militares en el Pacífico y el
Caribe: Teamwork South con
Chile y Tradewinds frente
a las costas de Venezuela con 18 países y más de 2500 militares.
La libertad de estas acciones militares demuestra un resurgimiento de la presencia
estadounidense en la región, la cual se había reducido durante los distintos
mandados de gobernantes progresistas neodesarrollistas en la América Latina. Aunque
el asentamiento de bases en América Latina y el Caribe ha pasado por diferentes
etapas desde la posguerra es a finales del siglo XX que toma su rumbo actual.
En 1999, como parte del acuerdo Torrijos-Carter, la base militar Howard en Panamá
que albergaba al Comando del Sur, rama del ejército encargada en operaciones
para la región, se desmanteló. Esto llevó al que Departamento de Defensa de
Estados Unidos replantee su estrategia de defensa y política exterior. Bajo el
estandarte del Plan Colombia, la ‘Guerra contra la Droga’ y operaciones
humanitarias, se aplicó dos modelos de bases militares en Latinoamérica.
La primera, Main Operating Base (MOB), una base militar con infraestructura y
acuerdos aprobados por los gobiernos: Guantánamo en Cuba, Soto Cano en Honduras
y varias en Puerto Rico. A pesar de que estas siguen activas, el modelo fue
desechado por que genera rechazo por parte de los habitantes nacionales y un
costo elevado en infraestructura y logística.
Es por esto que se aplicó un segundo modelo llamado Foward Operating Locations (FOL)
o Bases de Operaciones de Avanzada, que se caracterizan por mantener poco
personal militar pero la capacidad de “escalar” su presencia si fuera
necesario. Las cuatro reconocidas y oficiales en la región, iniciaron sus
actividades en 1999 y son: Aruba,
Curazao, El Salvador, y Manta (que no renovó el contrato en 2009).
Como lo explica Robert
Kaplan, ex asesor del Pentágono (2009-2011), “a menudo, el papel clave en la
gestión de un FOL es desempeñado por un contratista privado. Él alquila las
instalaciones en la base del ejército del país anfitrión, y luego cobra una
tarifa a los pilotos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que transitan por
la base. Oficialmente es un negocio privado, lo que le gusta al país anfitrión
porque puede afirmar que no está realmente trabajando con el ejército
estadounidense. Por supuesto, nadie, incluidos los medios locales, cree esto.
Pero el mismo hecho de que una relación con las fuerzas armadas de los Estados
Unidos sea indirecta en lugar de directa facilita las tensiones”.
Pero el nombre nuevo tampoco convenció a los locales, quienes comenzaron a sospechar
y rechazar estas intervenciones en territorio. Por lo que la denominación
FOL cambió a
Cooperative Security Location (CLS), Puesto de Seguridad Cooperativa. Sin
embargo, son lo mismo y en la región las bases siguen aumentando.
En la actualidad y ante la falta de cifras oficiales se conocen 75 bases
aproximadamente, algunas son MOBs, FOL/CLS, y otras llevan nombres como Centro
de Operaciones de Emergencia Regional (COER) en el caso
peruano. Los países que encabezan la lista Panamá (12), Puerto Rico (12),
Colombia (9) y Perú (8).
A su vez, Colombia suscribió un
acuerdo de cooperación en 2016 con la OTAN para el intercambio de información,
estrategias y protocolos del ejército colombiano con los miembros de esta
organización, entre los que se encuentra los Estados Unidos. Mauricio Macri,
presidente argentino, anunció que
volverá a permitir la instalación de bases militares permanentes en Argentina,
una en la triple frontera con Paraguay y Brasil y otra en Tierra del Fuego en
Ushuaia. En Brasil, el gobierno de Temer incrementó un
36% al presupuesto militar, meses después de aprobarse el PEC 55 que
congeló el presupuesto de salud y educación pública durante 20 años.
Estas acciones legitiman la presencia militar extranjera una vez a niveles
gubernamentales. Además con estos nuevos enfoques en Defensa, se afianzará
las alianzas militares con Estados Unidos, algo que abrirá la puerta para una
nueva fase de adoctrinamiento en las fuerzas armadas latinoamericanas, donde
Brasil cumple un rol crítico.
Según Héctor
Luis Saint Pierre, coordinador de Seguridad Internacional, Defensa y Estrategia
de la Asociación Brasileña de Relaciones Internacionales, "hay un
respeto en Sudamérica por la escuela militar brasileña. Entonces, Brasil es un
socio estratégico para la formación doctrinaria de los militares del
continente. Si Estados Unidos tiene buena relación con la armada brasileña, es
más fácil difundir su mensaje entre los militares de la región”.
Un escalofriante recuerdo que remonta al funcionamiento de la Escuela de las
Américas, institución de adoctrinamiento militar e ideológico de
los Estados Unidos, encargada de formar a escuadrones de tortura y muerte en
toda Latinoamérica durante los años 70, 80 y 90. Volver a modelos de defensa de
corte colonial solo representa un retroceso y peligro para el proceso de
integración regional y la paz.
Inclusive iniciativas como el Consejo de Defensa Suramericano (CDS),
creado por UNASUR en 2008 para encargarse en implementar políticas en materia
de cooperación militar, acciones humanitarias y operaciones de paz, industria y
tecnología de la defensa; será observador oficial de la Operación América
Unida. “De ese modo, se legitiman los espacios en los que participa el
Pentágono y se diluyen los espacios propios de la región sudamericana”, comenta Raúl
Zibechi, periodista uruguayo.
Con la presencia estadounidense socavando las soberanías nacionales, apoyados por el
retorno de líderes de ‘derecha’ y la deslegitimación sistémica de los proyectos
progresistas de la región, la idea de Latinoamérica unida sin imposiciones
imperialistas se convierte nuevamente en un sueño. De forma alarmante la región
se sigue llenando de bases estratégicas de los Estados Unidos para controlar
recursos, personas y operaciones militares, y entonces ¿si eso no es
colonialismo qué es?
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