"Agujeros negros" más allá de Guantánamo: Complicidad europea en la tortura
practicada por la CIA
La experta en antiterrorismo y derechos humanos de Amnistía Internacional,
Julia Hall, presente durante las vistas preliminares de los casos de
cinco hombres que están siendo juzgados por el 11-S y que estuvieron en
Guantánamo y en otros "agujeros negros", se pregunta por qué nunca se
ha hecho rendir cuentas a nadie en ningún país europeo que albergara un sitio
secreto donde se facilitara la tortura.
Julia Hall
Amnistía
Internacional
05 de febrero de 2020
Una cerca de alambre rodea una zona militar en el pueblo de Stare Kiejkuty, en el
noreste de Polonia. Polonia se negó a decir al Tribunal Europeo de Derechos
Humanos si había albergado una cárcel secreta de la CIA en su suelo //
REUTERS/Kacper Pempel
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James Mitchell parecía casi melancólico al describir las diversas formas en
que había torturado a algunos de los hombres sentados frente a él. Ante una
sala judicial abarrotada en el centro de detención de Guantánamo,
Mitchell recordó haber sometido al acusado del 11-S
Khalid Sheikh Mohammed a simulacros de ahogamiento (waterboarding) decenas
de veces, y haber aplicado el método
de “la pared” a detenidos estampándolos repetidamente
contra una pared. Contó que había sometido a los detenidos durante días a
privación del sueño estando de pie, bofetadas, gritos e insultos, y que había
amenazado con degollar al hijo de un detenido.
Este macabro testimonio formó parte de las pruebas ofrecidas por Mitchell
en las vistas preliminares de los casos de cinco hombres que van a ser juzgados por los atentados del 11-S.
Los cinco acusados —Khalid Sheikh Mohammed, Ramzi bin al Shaibh, Walid bin
Attash, Ammar al Baluchi y Mustafa al Hawsawi— podrían ser condenados a muerte si las comisiones militares
de Guantánamo los declaran culpables.Los equipos de defensa de los acusados
pretenden que se excluya toda declaración obtenida mediante tortura,
incluso las que tomó el FBI cuando los hombres llegaron a Guantánamo. Sostienen
que el FBI colaboró en interrogatorios de la CIA y que toda
declaración hecha a sus agentes está empañada por el uso de tortura.
Mitchell y su socio comercial, John “Bruce” Jessen, tuvieron un papel
destacado en el diseño y aplicación de las tristemente célebres "técnicas
de interrogatorio mejoradas" que se emplearon para torturar a hombres en
lugares negros repartidos por todo el planeta. Ninguna persona responsable del programa de tortura
estadounidense ha sido obligada a rendir cuentas.
El torturador, James Mitchell // Angel Valentin for The New York Times
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Pero Estados Unidos no actuó en
solitario. Al menos tres Estados miembros de la UE albergaron lugares secretos de
la CIA como parte de la “guerra global contra el terror”. Los hombres presentes en la sala de
justicia de Guantánamo habían sufrido tortura y otros malos tratos en Polonia, Lituania y Rumania. Pero la
complicidad de estos países en actos de tortura, que es un crimen de derecho
internacional, no se mencionó una sola vez en la sala del tribunal.
Todas las personas presentes en la sala tenían
prohibido decir o insinuar que hubo países europeos que albergaron lugares
negros y facilitaron los abusos que se cometían en ellos.
Ninguna persona de ninguno de estos países ha sido acusada de facilitar la
comisión de estos delitos.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya ha dictado sentencia contra
Polonia en una causa civil por complicidad en la desaparición forzada y tortura
de Mohammed al Nashiri y Abu Zubaydah, detenidos por la CIA y que
continúan en Guantánamo. Khalid Sheikh Mohammed, Walid bin Attash y Ramzi bin
al Shaibh también estuvieron recluidos en el lugar negro polaco, en Stare
Kiejkuty, que estuvo operativo de 2002 a 2004.
A Al Nashiri lo sometieron a un simulacro de ejecución y le apuntaron con
un arma a la cabeza; además, sus interrogadores amenazaron con agredir sexualmente a su madre.
James Mitchell dijo que tales “técnicas” excedían los límites “autorizados” en
los memorandos jurídicos elaborados por el equipo jurídico de la Casa Blanca
para justificar lo injustificable. Pero, en vista de la diversidad de
conductas sádicas que un informe del Senado puso al descubierto en 2014,
es evidente que las técnicas mejoradas de interrogatorio que habían sido
autorizadas solían tener el efecto de envalentonar a los interrogadores, y les
servían de estímulo y pretexto para infligir abusos aún más crueles a algunos detenidos.
Mustafa al Hawsawi, uno de los acusados del 11-S que
estaba presente en la sala, sufrió cotas de barbarie desconocidas bajo la
custodia de la CIA. El informe del Senado de 2014 documentaba algunos de los problemas de
salud que arrastraba Mustafa al Hawsawi, específicamente relacionados con una
“exploración rectal” realizada con “fuerza excesiva” durante su estancia en una
cárcel secreta en Afganistán. “Documentos de la CIA indican que a uno
de los detenidos, Mustafa al Hawsawi, se le diagnosticaron posteriormente
hemorroides crónicas, fisura anal y prolapso rectal sintomático.
Al Hawsawi sufrió violación anal bajo custodia de la CIA, y las
persistentes secuelas de los daños físicos padecidos fueron un asunto clave
cuando fue trasladado a una prisión secreta de Lituania en 2005. Las autoridades lituanas se negaron a tratar
médicamente las graves dolencias de al Hawsawi y otros detenidos,
y Estados Unidos se vio obligado a contratar esos servicios con otros
gobiernos.
Además, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha fallado en contra de
Lituania por facilitar activamente la desaparición forzada y tortura de Abu
Zubaydah en la cárcel secreta de la CIA que albergaba el país. Este
año, la demanda contra Lituania presentada por Mustafa al Hawsawi también se
verá ante el Tribunal Europeo.
Al observar a Mustafa al Hawsawi en la sala del tribunal, las secuelas de
la tortura eran evidentes. Caminaba a paso lento y necesitaba sentarse sobre un
cojín mientras escuchaba el testimonio de John Mitchell. Aquí, en Guantánamo,
presentó una moción ante la comisión militar para que su causa fuera archivada
por “conducta indignante del gobierno”.
Amnistía Internacional ha manifestado en repetidas ocasiones que los detenidos de
Guantánamo deben ser sometidos a juicios justos ante tribunales federales estadounidenses o quedar
en libertad; los tribunales militares de Guantánamo no cumplen las normas internacionales sobre juicios
justos.
Pero este nuevo foco sobre Guantánamo es también una oportunidad para
obligar a rendir cuentas a los aliados europeos de Estados Unidos que
albergaron lugares negros clave en su territorio, ayudaron a hacer
“desaparecer” detenidos y facilitaron la tortura y otros malos. El hecho de que
estén observando los procedimientos de Guantánamo desde la distancia, indemnes
y sin tener que rendir cuentas, también es un escándalo.
Este articulo apareció por primera vez en Newsweek.
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