Chelsea Manning: "Es aterrador enfrentarse al Gobierno en soledad"
Desde la cárcel, donde cumple una condena de 35 años por divulgar secretos de Estado en
Wikileaks, la columnista de The Guardian habló con Amnistía
Internacional sobre aislamiento y optimismo
Amanda Holpuch
The
Guardian/eldiario.es
03 de agosto de 2016
Fotografía tomada el pasado 17 de diciembre en la que se registró un cartel portado por una
persona que le deseaba un feliz cumpleaños a la informante Chelsea Manning EFE |
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En una entrevista con Amnistía Internacional, facilitada
a the Guardian antes de su publicación en el libro Here I Stand, Chelsea Manning describe su
situación en aislamiento durante su encarcelamiento por el Gobierno más
poderoso del mundo. La entrevista se celebró a finales de 2015.
Manning, que es también columnista de the Guardian,
cumple una condena de 35 años de cárcel en una prisión militar en Fort
Leavenworth (Kansas) por filtrar información confidencial. El jueves de la
semana pasada, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU)
anunció que Manning podría enfrentarse además a una pena de aislamiento debido
a un intento de suicidio el pasado 5 de julio. En los tres años que lleva
presa, la opinión pública rara vez ha tenido una idea clara de la realidad
que vive Manning. En esta entrevista, habla de sus actividades
cotidianas y reflexiona sobre el papel del Gobierno en la vida de los
ciudadanos.
Una sola persona frente al poder de los militares y del
Gobierno. Durante todo este proceso, ¿ha sentido miedo alguna vez?
Siempre tengo miedo. Todavía me da miedo el poder del
Gobierno. Un Gobierno puede arrestarte. Puede ponerte en prisión. Puede
publicar información acerca de ti, que el público aceptará sin reparo: todo el
mundo asumirá que lo que se dice es cierto. A veces, un Gobierno puede hasta
matarte, con el beneficio de un juicio o sin él. Los gobiernos tienen mucho
poder. Por lo general, una sola persona no lo tiene. Es aterrador enfrentarse
al Gobierno en soledad.
¿Puede hablarnos de algún momento concreto en el que se
haya sentido de esa manera?
Es una sensación muy difícil de explicar. Poco tiempo
después de ser detenida por el Ejército, me llevaron a un campo de prisioneros
en Kuwait donde viví encerrada en una jaula dentro de una carpa. No tenía
ningún tipo de contacto con el mundo exterior. No podía hacer ninguna llamada
telefónica. No recibí correspondencia. El contacto con mis abogados era muy
limitado. No había televisión ni radio ni diarios. Perdí la noción de dónde
estaba. El Ejército tenía todo el control de cada uno de los aspectos de mi
vida. Controlaban el tipo de información a la que yo tenía acceso. Controlaban
cuándo dormía y cuándo comía. Incluso, controlaban cuándo iba al baño. Después
de varias semanas, ya no tenía idea de cuánto tiempo había pasado o cuánto
tiempo más tendría que quedarme en ese lugar. Es una sensación abrumadora y
terrorífica. Me puse triste, muy triste. En un momento, hasta me di por vencida
y no quise vivir más.
¿Cree que algo bueno saldrá de lo que hizo? ¿Qué podría
ser?
Esa es una pregunta muy difícil. No lo sé. Ni siquiera
tengo ganas de planteármelo. Tengo la esperanza de que la gente pueda entender
mejor cómo funciona el mundo. Los gobiernos de todo el mundo centran su
atención en ellos mismos y en sus intereses a costa de su propia gente.
También tengo la esperanza de que, tal vez, la próxima
vez que un Gobierno democrático tenga la idea de enviar fuerzas militares a
ocupar un país, algo que muy probablemente provocará la aparición de un
movimiento insurgente, podamos mirar hacia atrás y aprender de lo que
sucedió la última vez. La guerra es algo terrible y este tipo de conflicto armado
está entre los peores. Espero que en el futuro nos entusiasmen cada vez menos
este tipo de cosas.
Ha pasado tiempos difíciles durante su detención.
Especialmente antes de que su caso llegara a los tribunales. ¿Cómo es estar en
prisión ahora?
Trato de estar lo más activa y productiva posible. No
tengo acceso a Internet pero leo muchos libros y periódicos. Trabajo duro en el
puesto que me asignaron en la cárcel: trabajo con madera. Además, siempre
intento aprender más y seguir educándome. También hago mucho ejercicio. ¡Corro
todo el tiempo! Hago ejercicios aeróbicos para mantenerme en forma. Escribo
bastante, también.
¿Qué le ayuda a mantener el optimismo dentro de la
cárcel?
Me encanta leer el correo que me llega desde todas partes
del mundo. Amo hablar por teléfono con la gente a la que quiero. Siempre me
siento mucho mejor cuando la gente me envía su amor y sus palabras de
respaldo. Me encanta estar activa e involucrada con el mundo. ¡Es una sensación
maravillosa!
Traducido por Francisco de Zárate
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