Cadena perpetua para los responsables de los 'vuelos de
la muerte' de la dictadura argentina
La sentencia de la 'causa ESMA' condena a medio centenar de responsables de
secuestros, torturas y asesinatos en el centro clandestino de detención más
brutal de la última dictadura: la Escuela de Mecánica de la Armada
Considerado el mayor proceso judicial del país sobre derechos humanos, juzgaba casi 800
delitos de lesa humanidad
Entre quienes han sido condenados a cadena perpetua están los pilotos de los 'vuelos de
la muerte', que consistían en arrojar a personas vivas, sedadas, al Río de la
Plata
Natalia Chientaroli- Buenos Aires
eldiario.es/The Guardian
30 de noviembre de 2017
Decenas de personas escuchan la lectura del veredicto por los crímenes cometidos en la
ESMA durante la última dictadura. CARLOTA CIUDAD/EFE |
MÁS INFO
Desde la puerta de entrada a Capucha, una
voz ‘canta’ los números. Los detenidos –sucios, asustados, desaparecidos– ya no
tienen nombre. Solo una cifra que en los días de ‘traslados’ decide su destino.
Desde el ático del terror, los encapuchados elegidos descienden a un sótano
donde, aturdidos de pentotal, son arrastrados al último viaje de sus vidas: un
vuelo que acaba con sus cuerpos sin voluntad en caída libre hacia el río de la
Plata. Varios de los pilotos de estos ‘vuelos de la muerte’ han sido condenados
este miércoles a cadena perpetua en la llamada ‘megacausa ESMA’, que juzga
cientos de delitos cometidos durante la última dictadura militar
argentina.
El mayor juicio sobre derechos humanos de la historia de este país lleva el
nombre de la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionó uno de los más
brutales centros clandestinos de detención del régimen militar. Hoy el complejo
es un espacio de memoria, y pronto podría convertirse en sede del Ministerio de
Justicia. Entre 1976 y 1983, unas 5.000 personas fueron encerradas, torturadas
y muchas también asesinadas en la ESMA.
Ayer un tribunal federal de Buenos Aires condenó a cadena perpetua a Jorge
Eduardo el Tigre Acosta, excapitán de fragata y exjefe de Inteligencia y del Grupo de Tareas de la ESMA,
la misma pena que impuso al excapitán de la Armada y agente de inteligencia
Alfredo Astiz, conocido como el "Ángel Rubio" o el "Ángel de la
muerte". Estos son los nombres más relevantes, los rostros más conocidos
entre los 54 acusados en este juicio que analizaba 789 delitos de lesa
humanidad, y que ha llegado a la sentencia tras cinco años de audiencias.
La causa, que se inició en 2012, acusaba a 68 personas, pero 14 de ellas
murieron a lo largo del proceso. Sí fue condenado el excapitán de
corbeta Ricardo Miguel Cavallo, extraditado desde España.
Pilotos del infierno
El marino retirado Julio César Poch, que fue detenido en Valencia, fue uno
de los seis absueltos. El tribunal no consideró suficiente prueba su autoinculpación.
Convertido en piloto de la línea aérea holandesa Transavia, Poch alardeaba de
su desempeño en los vuelos de la muerte.
En cambio, Mario Daniel Arru, Alejandro Domingo D'Agostino, Francisco
Armando Di Paola y Gonzalo Torres de Tolosa fueron condenados a cadena perpetua
por su responsabilidad material en este plan sistemático de asesinatos.
El edificio del Casino de Oficiales, convertido en centro de memoria de los
desaparecidos. EFE |
A los mandos del Skyvan PA-51 arrojaron al agua a las monjas francesas
Alice Domon y Leomie Duquet, y a las Madres de Plaza de Mayo secuestradas en
1977 Azucena Villaflor, Mary Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga.
Nora Cortiñas, de las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, seguía la
lectura de la sentencia separada de los acusados apenas por un cristal y una
fila de policías. Junto a ella, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de
Plaza de Mayo, activistas de derechos humanos, familiares de desaparecidos y
también algunos supervivientes. Con las fotografías de las víctimas en alto, el
grupo animaba con cánticos una espera de justicia de cuatro décadas.
En el piso de arriba, familiares de los acusados entonaron estrofas del
Himno Nacional y recibieron con aplausos a Astiz, el excapitán que, lejos de
mostrar arrepentimiento, siempre ha reivindicado su papel durante la represión.
“Nunca voy a pedir perdón por defender a mi patria", dijo en su alegato
final.
"Astiz vas a morir en la cárcel como Videla", se oyó gritar en la
planta baja. El llamado ‘ángel de la muerte’ se infiltró entre las primeras
Madres de Plaza de Mayo que estaban buscando a sus hijos. Además, es
responsable del secuestro, la tortura y la desaparición de las monjas Domon y
Duquet –delitos por los que fue condenado en ausencia en Francia a cadena
perpetua– y también de la adolescente sueca Dagmar Hagelin.
Un momento clave
Con el retorno de la democracia, Argentina se convirtió en un ejemplo para
el mundo al juzgar a los máximos responsables del gobierno militar, y realizar
un exhaustivo proceso de documentación que incluyó cientos de testimonios: el
ya célebre informe ‘Nunca Más’.
Pero con los años el país daría enormes pasos en sentido contrario: las
leyes de Punto Final y Obediencia Debida, y más tarde los indultos, dejarían en
libertad a personas como Astiz. El excapitán volvió a prisión en 2003, tras el
impulso a las causas de derechos humanos de los gobiernos kirchneristas.
La lectura de esta sentencia supone un punto culminante en este poceso, que
ya ha llevado a la cárcel a más de 400 criminales, y mantiene a más de 500 en
prisión domiciliaria. Y que tiene aún 420 procesos en marcha. Por eso, además
de los presentes en la sala, el país seguía los detalles del caso en directo
por televisión, y una multitud se agolpaba frente a la pantalla gigante
colocada a las puertas de los tribunales.
Se calcula que 5.000 personas pasaron por el centro de detención de la
ESMA. EFE |
Por la cantidad de imputados, los casos comprendidos y el número de
testigos, la ‘causa ESMA’ es considerada el mayor proceso por delitos en la
dictadura celebrado hasta ahora por la Justicia penal en Argentina. Y la
primera vez que la Justicia de un Estado nacional lleva adelante un proceso por
crímenes contra la humanidad de tal magnitud y duración. En el caso de los
genocidios de Ruanda y la ex Yugoslavia, por ejemplo, se constituyeron
tribunales internacionales.
Cada mes, en la ESMA se organizan visitas con supervivientes que cuentan en
primera persona los horrores que allí se vivieron: la música ensordecedora sin
pausa para tapar los gritos de las sesiones de tortura, las mujeres detenidas
que tras dar a luz eran separadas de sus hijos, el hedor del encierro en el
ático de Capucha, el infierno aún más oprimente de Capuchita –las dos zonas de
detención del edificio, destinado al ocio de los oficiales de la Armada–. Y los
‘traslados’ de los miércoles, que prometían a los secuestrados una nueva vida
en algún “campo de reeducación", pero que en realidad eran el siniestro
eslabón final de un plan de exterminio.
Un miércoles, cuatro décadas más tarde, algunas de esas 4.000 personas que,
se calcula, fueron lanzadas a la muerte desde un avión, volvieron a dar un paso
al frente. No ya para ser arrastradas, con los ojos vendados, a una tumba marina.
No ya despojadas de humanidad, convertidas en números. Sus nombres ahora forman
parte de una sentencia histórica que señala a los culpables.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|