Y seguimos en guerra. La guerra contra el
terrorismo explota la tragedia del 11 de septiembre para beneficiar a unos
pocos
Johnny Barber 16
de septiembre de 2012
"Estamos en guerra. Alguien tiene que pagar" George W. Bush, 11-9-
2001.
Once años después y todavía estamos en guerra. Las balas, los morteros y los
aviones no tripulados siguen cobrando. Se ha pagado miles, decenas de miles,
millones de dólares. Los niños de hoy y los que están por nacer seguirán pagando
por décadas.
En Irak, la semana pasada hubo 29 ataques con bombas en 19 ciudades, que
mataron a 111 civiles e hirieron a 235. Los informes indican que el 9 de
septiembre, 88 personas perdieron la vida y otras 270 resultaron heridas en 30
ataques en todo el país. Irak continúa en una espiral de muerte sin fin
aparente. En su discurso de aceptación de la nominación demócrata a la
presidencia, Barak Obama afirmó que puso fin a la guerra en Irak, pero... no del
todo.
La ciudad de Faluya sigue bajo asedio. No de las tropas estadounidenses, sino
por un diluvio de defectos de nacimiento que han afectado a las familias por el
uso de uranio empobrecido y fósforo blanco en 2004 por parte de las fuerzas de
estadounidense. Ningún estudio gubernamental ha establecido un vínculo directo
entre esas malformaciones y el uso de esas armas porque no se ha hecho ningún
estudio, y no se va a hacer ninguno.
La Dra. Samira Alani, especialista pediátrica en el Hospital General de
Faluya, dijo a Al Jazeera: "Tenemos todo tipo de defectos de nacimiento, desde
enfermedad cardíaca congénita a graves anomalías físicas, ambos en cantidades
inimaginables. Ni siquiera hay términos médicos para describir algunas de estas
condiciones porque no han sido descritas hasta ahora." Las fotografías están
disponibles en línea si puede soportar ver lo que hemos causado.
George W. Bush proclama en voz alta que es "pro-vida", y te dirá que cree
"que todos los niños, nacidos y por nacer deben ser protegidos por la ley y
bienvenidos a la vida." Al parecer, "todo niño" no se aplica a los niños de
Faluya, y la "ley" no se aplica a George W. Bush.
Nuestros soldados, algunos mutilados por artefactos explosivos improvisados,
otros mentalmente destruidos por el estrés postraumático, pagarán estas guerras
por el resto de sus días. El abuso de drogas y alcohol está fuera de control. El
suicidio entre las tropas es una epidemia. 2.916 estadounidenses murieron en las
torres gemelas ese fatídico día: muchos, muchos más han muerto desde
entonces.
Hoy nos piden que honremos a los hombres y mujeres de nuestras fuerzas
armadas, pero ¿qué significa honrar a los veteranos?
En su informe más reciente, la Administración de Veteranos estima que
alrededor de 107.000 veteranos duermen en la calle cada noche. Las enfermedades
mentales afectan a 45% de los veteranos indigentes y 70% sufre algún tipo de
abuso de sustancias. Entonces, ¿cómo honrar a nuestros veteranos? ¿Todavía están
de moda las cintas con el slogan “support our troups”? ¿Cómo honra nuestro
gobierno a nuestros veteranos, excepto para usarlos como peones políticos en
discursos de campaña y carne de cañón para sus guerras?
Aún hay 84.000 soldados estadounidenses en Afganistán. ¿Acaso el hecho de que
los medios de comunicación casi ni mencionan la ocupación significa que se han
detenido los asesinatos? En promedio, cada día muere un soldado estadounidense.
No es una cantidad impactante, a menos que sea tu madre, padre, tu hijo o tu
hija quien perece. Pocos estadounidenses lo notan. Las bajas en Afganistán no
son reportadas. Ellos también tienen seres queridos que los lloran.
El público estadounidense tiene su atención centrada en alimentar a sus
familias, en mantener sus hogares y en buscar empleo. Pero, ¿Qué hay de los US$
2 mil millones que se gastan por semana en la guerra en Afganistán? ¿Cuál sería
el impacto de US$ 2 mil millones por semana en nuestras comunidades devastadas,
en nuestras escuelas, en la creación de puestos de trabajo o en el cuidado de
nuestros ancianos? Los políticos de ambos partidos reclaman que nuestra primera
prioridad debe ser reducir la deuda. Si fueran realmente serios, si fueran
honestos, pondrían fin a esta ocupación y dejarían de exigir recortes a
Medicaid, a los Cupones de Alimentos y a la Seguridad Social.
¿Y cuál es el precio extraído de la población afgana? La seguridad sigue
siendo un sueño, incluso en Kabul. Mientras escribo esto, 6 personas han muerto
en un atentado suicida frente a la sede de la OTAN, en el corazón de Kabul.
Varios de ellos eran niños de la calle, que venden paquetes de goma de mascar a
los occidentales que frecuentan la zona.
Hilary Clinton, Madeline Albright, Jan Schakowsky y otras prominentes damas
estadounidenses afirman que las fuerzas estadounidenses en Afganistán son
necesarias para proteger los logros alcanzados en materia de derechos de la
mujer. El 6 de septiembre, Emma Graham-Harrison informó en The Guardian que 3
mujeres en Kabul fueron atacadas por un grupo de hombres porque trabajaban como
actrices de televisión. Una de las mujeres fue asesinada. Después de ser
tratadas en un hospital, las dos sobrevivientes fueron encarceladas y sometidasa
pruebas de virginidad intrusivas y posibles cargos de prostitución o colusión en
el ataque. Enfrentan largas penas de prisión. Y estos no son los talibanes,
estos son los derechos de la mujer en el Afganistán de hoy, ¡los derechos que
Hilary Clinton teme que se reviertan!
No es raro ver, en las calles de Kabul, a mujeres vestidas con burka
agarrando niños hambrientos pidiendo limosna. La pobreza y el hambre son aún
peores en Kandahar y Helmand, áreas que sufrieron algunos de los combates más
intensos de la guerra. En el sur de Afganistán, 29% de los niños sufren de
desnutrición severa. Esto es comparable con las áreas de África afectadas por la
hambruna; sin embargo, oficialmente, no hay hambruna en Afganistán y cientos de
millones de dólares de ayuda humanitaria han fluido al país.
En Estados Unidos, 35 millones de personas tienen hambre o no saben cuando
volverán a comer y 13 millones de ellos son niños. ¿A quién beneficia la "Guerra
contra el Terror"?
El 2 de septiembre, Hamid Karzai anunció su elección del nuevo jefe de
inteligencia, Asadullah Khalid. Khalid es actualmente ministro de los asuntos
tribales y fronterizos y es quien supervisa las fuerzas de seguridad del sur. En
2009 Richard Colvin, ex embajador adjunto de Canadá en Afganistán, declaró ante
el Parlamento de Canadá que su equipo había descubierto evidencia de tortura
"muy creíble", que supuestamente involucraba directamente a Khalid. "Era
conocido por haber tenido un calabozo en Ghazni, su anterior provincia, donde
detenía a personas por dinero, y de donde desaparecieron algunos de ellos", dijo
Colvin en su testimonio. "Él era conocido como líder de una operación de tráfico
de narcóticos. Tenía una banda criminal. Él había ordenado el asesinato de
personas que lo estorbaban." Khalid y Karzai descartan las acusaciones como
infundadas.
En Kabul, niños se mueren de frío en el invierno, y se mueren de hambre todo
el año. Mientras tanto, en las afueras de Kabul se está construyendo una "Ciudad
Nueva". Hermano de Hamid Karzai, Qayum Karzai, el dueño de una empresa de
construcción, se beneficia con los contratos gubernamentales que "gana" su
compañía, sin las molestias de la licitación pública. Los familiares de Karzai
también se benefician de lucrativos contratos en los sectores del petróleo y la
minería. A finales de 2011, Oil and Gas Watan, una compañía controlada por los
primos del presidente Karzai y Rateb Popal Rashid ganó un contrato con la
Corporación Nacional China de Petróleo. En 1989, Rateb fue condenado por
contrabando de drogas en los EE.UU. y pasó más de ocho años en prisión. La
empresa de la familia Popal, Watan Risk Management también trabajó como
contratista para las fuerzas estadounidenses. En 2010, fueron acusados de pagar
a insurgentes talibanes con dinero de los contratos de la OTAN. Según el New
York Times, otro hermano [del presidente], Ahmed Wali Karzai estuvo involucrado
en tráfico de heroína y también estaba en la nómina de la CIA durante varios
años antes de su asesinato en 2011. La familia Karzai gana al año miles de
millones de dólares mientras que el 42% de los afganos vive con menos de un
dólar al día. Por eso estamos empeñados en librar a Afganistán de los talibanes,
mientras que el gobierno está lleno de señores de la guerra, mafiosos y
traficantes de drogas.
Desde la intervención de Estados Unidos en Afganistán, el tráfico de heroína
se ha disparado, duplicando la producción de opio. Afganistán es ahora la fuente
del 90% de la heroína mundial. Esto conjuga perfectamente con la "guerra contra
las drogas" de los Estados Unidos.
El crecimiento en el tráfico de heroína junto con la desesperación de la vida
diaria ha contribuido a una erupción de la adicción a las drogas. Se puede
encontrar adictos bajo los puentes en toda Kabul. A medida que estos hombres
sucumben a la adicción, sus familias tienen que valerse por sí mismas. Y al
mismo tiempo, la heroína que inunda las calles de Europa y Rusia. ¿Qué bancos se
benefician del enorme flujo de caja generado por el tráfico de heroína? ¿Quién
se beneficia en el gobierno afgano?
La corrupción es alucinante. Apoyamos a los elementos terroristas,
últimamente en Siria y Libia, pero antes en Irak, en Bosnia, en Kosovo y en
Afganistán; y después nos encontramos luchando contra ellos. En un cambio de
nuestro modus operandi habitual, ha salido a la luz que durante los años de
Bush, la CIA torturó a numerosos miembros del Grupo Islámico Combatiente Libio
(LIFG), un grupo armado islamista que había trabajado para derrocar a Gaddafi
durante 20 años, antes de transferirlos al régimen de Gaddafi para que los
siguiera torturando. Algunos de esos mismos combatientes entregados y torturados
por Estados Unidos y Libia ahora ocupan puestos de liderazgo clave en la Libia
"liberada".
Los intereses privados de Arabia Saudita continúan financiando extremistas
suníes en todo el mundo. Wikileaks publicó un cable del Departamento de Estado
de diciembre de 2009en el que se quejaban de que los donantes sauditas seguían
siendo los principales financistas de grupos militantes como Al-Qaeda. En mayo
de 2010, el Sunday Times de Londres reveló que la Unidad de Inteligencia
Financiera afgana, FinTRACA, informó que desde el año 2006 al menos 1,5 millones
de dólares procedentes de Arabia Saudita fueron canalizados a los talibanes en
Afganistán, y que Al-Qaeda cobró una comisión por el servicio de entrega. ¿Por
qué no protestan los EE.UU.?
En 2011 las ventas de armas en el extranjero por parte de Estados Unidos
totalizaron US$ 66 mil millones, o más de las tres cuartas partes del mercado
mundial de armas. Rusia ocupó el segundo lugar, con US$ 4.800 millones en
contratos. ¿Quién se beneficia de la guerra contra el terrorismo y quién se
beneficia cuando Estados Unidos amenaza con más guerras?
Más de la mitad de las ventas de $ 33 mil millones, consistió en la venta de
armas a Arabia Saudita. Estas ventas incluyen jets de combate F-15, docenas de
helicópteros Apache y Black Hawk, así como un arsenal de misiles, bombas y
sistemas de entrega y accesorios tales como gafas de visión nocturna y sistemas
de radar. Estas ventas compensan en parte el flujo de dólares para pagar por el
petróleo saudí, y explica por qué no hay indignación contra el régimen
saudí.
La guerra contra el terrorismo explota la tragedia del 11 de septiembre para
beneficio de unos pocos. Los pobres siguen pagando un enorme precio, mientras
que las elites, incluyendo el propio gobierno y las corporaciones a las que
responde, ignoran todo menos el flujo de dinero en efectivo hacia sus arcas. El
negocio de la guerra es rentable si uno no considera el costo en vidas
humanas.
En su discurso de aceptación de la nominación demócrata a la presidencia,
Barak Obama dijo: "Nuestros destinos están unidos. Una libertad que sólo
pregunta ‘que hay para mí’, una libertad sin compromiso con los demás, una
libertad sin amor ni caridad, no es digna de los ideales de nuestros próceres".
Para concluir, dijo: "Viajamos juntos. No dejamos a nadie atrás. Nos ayudamos
los unos a los otros". ¿Por qué nuestros presidentes nunca incluyen a quienes
bombardeamos en sus elevados sentimientos?
La simple verdad es que nuestros destinos también están unidos con aquellos
que se encuentran más allá de las fronteras de nuestro país.
Un joven afgano, asesor del Parlamento, considera la corrupción de su
gobierno y se desespera. Me pregunta: "¿Qué hay para mí en este mundo?" Y
continúa: "Absolutamente nada. Y para mi hijo, lo mismo”. Su voz se apaga. Nos
sentamos bebiendo té mientras cae la noche.
Johnny Barber escribe desde Kabul, donde es invitado de los voluntarios del
Afghan Peace Volunteers en Kabul.
Traducción para www.sinpermiso.info: Antonio Zighelboim
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