483.832 razones para no creer en los "derechos humanos" de EE.UU.
2 de noviembre de 2010 Alfredo Jalife-Rahme / La Jornada
Antecedentes. El lema de los "derechos humanos" se había convertido
en un arma omnipotente letal en el arsenal propagandístico de Estados Unidos que
lo usa(ba) de forma discrecional. Existían obscenas excepciones (v.gr. las
carnicerías de Acteal y Aguas Blancas de su aliado Zedillo), pero en términos
generales el arma disuasiva de los "derechos humanos" le rindió suculentos
dividendos a EE.UU. para presionar a China y desestabilizar a Rusia (con mayor
ferocidad en la etapa de Breznev), ya no se diga otras vulnerables potencias
medianas arrasadas por las revoluciones de colores caleidoscópicos de Baby
Bush.
..
Desde Carter, los "derechos humanos" cobraron una relevancia exquisita con
los que EE.UU. se había convertido en juez supremo universal para cobrarse
facturas geopolíticas con sus rivales y hacer avanzar su agenda unilateral –no
pocas veces sincronizadas trasatlántica y armónicamente con el otorgamiento
faccioso de muy polémicos premios Nobel de la Paz (que confiere la petrolera
Noruega, miembro duro de la OTAN) y de Literatura (que adjudica Suecia, cada vez
más cargada a la extrema derecha neonazi e islamófoba).
Muchos países naufragaron entre el Escila de los "derechos humanos" (en
sincronía con ciertos Nobel de la Paz y de Literatura) y el Caribdis de las
gradaciones financieras de la descalificada tripleta de "calificadoras" de
EE.UU. Hasta el megaespeculador cosmopolita George Soros, instrumento de los
banqueros esclavistas Rothschild, todavía ostenta su presunta institución de
"vigilancia de los derechos humanos" (Human Rights Watch), mientras descuartiza
financieramente a los ciudadanos de los países rivales (y "amigos" como México)
de EE.UU. y Gran Bretaña.
También es cierto que desde la espeluznante exhibición de las torturas en la
siniestra cárcel de Abu Ghraib, al unísono de la cruel misantropía en la base de
Guantánamo, la dupla Cheney-Baby Bush había sido puesta en la picota por quienes
aún creemos que los derechos humanos constituyen un valor universal inalienable
de primer orden –quizá uno de los pocos valores rescatables que le quedan a los
países valetudinarios para defenderse del asedio irredento de los omnipotentes–
y no la exclusiva propiedad monopolista de la hipócrita virtud excepcional de la
dupla anglosajona hoy vilipendiada por el ultraje universal.
Hechos. Hoy existen 483.832 razones adicionales para dejar de creer en los
barbáricos "derechos humanos" de la invasora dupla anglosajona de EE.UU. y Gran
Bretaña, amparadas por la divulgación masiva por Wikileaks de 92.000 documentos
"secretos" (15.000 todavía por publicar) hace tres meses sobre la guerra en
Afganistán (entre 2004 y 2009) y otros 391.832 más recientes de la guerra en
Irak bajo el estigma del homicidio gratuito y la tortura atroz de CIVILES.
Los documentos redactados crudamente por soldados estadounidenses de rango
menor exhiben el grado de barbarie sádico-hedonista que han alcanzado los
ejércitos anglosajones y su caterva de mercenarios consustancialmente
inimputables (que no pueden ser juzgados), a fortiori si se demuestra su
consuetudinaria psicopatía multiasesina.
Más allá de los perturbadores orígenes primigenios de Wikileaks y la
controversia que pende sobre su polémico director, el australiano Julian Assange
hoy a salto de mata, varios analistas se han dedicado a clasificar sus macabros
hallazgos donde, en esta ocasión, resaltan los crímenes y torturas de CIVILES
por empresas privadas anglosajonas con quienes Donald Rumsfeld (secretario de
Defensa bushiano) y el ex vicepresidente Dick Cheney pretendieron privatizar,
"deslocalizar" (outsource) y globalizar las "guerras permanentes" de EE.UU. y
Gran Bretaña.
Sean Rament, de The Daily Telegraph (24/10/10), destaca la "orgía de
asesinatos", torturas y abusos físicos "conducidos a escala industrial (¡súper
sic!)", relatados con "detalle nauseabundo" y ante los cuales "los comandantes
cerraron los ojos".
Hamid Karza, presidente de Afganistán, fustigó de forma estridente a EE.UU.
por "exportar los asesinatos" mediante “la contratación de empresas privadas de
seguridad (…) financiadas por el gobierno (¡súper sic!) estadounidense” y
quienes "son responsables de la letanía de crímenes sanguinarios (sic) contra el
pueblo afgano" (NYT, 25/10/10).
Le Monde (23/10/10) evidencia "el papel ambiguo de los mercenarios en Irak",
donde "el ejército estadounidense recurrió en forma masiva (sic) a las empresas
privadas de seguridad, como Xe (ex Blackwater)" quienes "seguido (sic)
estuvieron implicadas en incidentes que cobraron la vida de civiles". El
rotativo galo comenta que los mercenarios de las empresas privadas, "por su
naturaleza, no están sometidos a las mismas reglas de vida en las casernas que
los soldados estadounidenses" y su "papel exacto (sic) es muy nebuloso".
James Glanz y Andrew W. Lehren (de TNYT (23/10/10) consideran que "el uso de
contratistas (sic) se agregó al caos en Irak". De forma alarmante confiesan la
necesidad imperativa de "contratistas" para ayudar a los militares. No dicen
número, pero calculan que "existen más contratistas que militares de servicio en
Afganistán". Ergo, existen más mercenarios que soldados anglosajones en Irak y
Afganistán. Ben Farmer (The Daily Telegraph, 25/5/10) calculó que a finales de
este año habría 98.000 soldados estadounidenses en Afganistán. ¿A cuántos miles
ascenderá el número de contratistas y subcontratistas de la muerte en Irak y
Afganistán, respectivamente?
Glanz y Lehren abordan de forma tangencial y superficial las crueles hazañas
de las empresas privadas de mercenarios expuestas por Wikileaks: las británicas
Global, Aegis y Armor Group; las estadounidenses KBR, Xe Services (ex
Blackwater), Custer Battles, DynCorp Intl y EOD Technology; la australiana Unity
Resources Group (con sede en Dubai), y la fantasmagórica Danubia Global Inc (con
sede en Rumania).
Sin alterarse, comentan que "se espera que crezca el uso de contratistas
conforme las fuerzas estadounidenses se reduzcan". Refieren que en julio pasado,
la comisión de contratistas en periodo de guerra del Congreso "estimó que
solamente el Departamento de Estado duplicará (¡súper sic!) el número de
contratistas para proteger (sic) la embajada de EE.UU. y sus consulados en
Irak".
Es decir, el problema en Irak no es ahora el vacío de poder debido a la
retirada oficial del ejército de EE.UU, sino su sustitución por mercenarios de
las empresas privadas de seguridad que asesinan sin discriminación a los
CIVILES.
Conclusión. El problema es más profundo: proviene de la fracasada Revolución
en Asuntos Militares (RAM) de Rumsfeld, que pretende privatizar y globalizar la
guerra con mercenarios, además de automatizar y robotizar sus escuadrones
masivos de la muerte, con o sin drones, a imagen y semejanza de las
contrataciones y subcontrataciones de sus nocivas trasnacionales, en particular
de sus bancos cleptomaniacos y sus petroleras depredadoras.
¿Cuál es la diferencia entre la "globalización militar" y su gemela
"globalización financiera", cuyo común denominador consiste en diseminar
indiscriminadamente la muerte por sus mismos actores: obscenamente "visible" en
la primera y por la "mano invisible" de la segunda?
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