4 millones de muertos dejan las
guerras neocolonialistas occidentales
en Afganistán, Pakistán e Irak desde 1990
20 de abril de 2015
LONDRES. (ABNA) – En los países occidentales, la opinión pública vive convencida de que
el colonialismo es cosa del pasado, cree que sus Estados ya no practican las
matanzas en masa. La realidad es muy diferente. Varias asociaciones
internacionales acaban de demostrar que sólo en Afganistán, Pakistán e Irak,
las guerras impuestas por las naciones occidentales ya han dejado probablemente
más de 4 millones de muertos.
Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait
(ABNA) – Un importante estudio demuestra que la “guerra contra el terrorismo” encabezada por Estados
Unidos ha matado a 2 millones de personas. Pero sólo se trata de un conteo
parcial de las muertes de las que Occidente es responsable en Irak y Afganistán
desde hace más de 2 décadas.
El mes pasado, Physicians for Social Responsibility (PSR), prestigiosa ONG con sede en
Washington DC, publicó un estudio clave [disponible para su descarga a través
del vínculo que aparece al final de este trabajo]. Ese estudio demuestra que el
balance sobre las pérdidas de vidas humanas de más de una década de “guerra
contra el terrorismo”, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, se
eleva como mínimo a 1,3 millones de muertos. Según esta ONG, ese conteo podría
alcanzar incluso los 2 millones.
Publicado por un equipo de doctores que obtuvo el Premio Nobel de la Paz [En 1985, cuando ganar ese premio
todavía significaba algo. Nota de la Red Voltaire.], este informe de 97 páginas
es el primer conteo del número total de bajas civiles provocadas por las
intervenciones “antiterroristas” desatadas bajo la égida de Estados Unidos
contra Irak, Afganistán y Pakistán.
Este informe del PSR fue redactado por un equipo interdisciplinario de expertos de primera línea en
materia de salud pública, entre los que se encuentra el Dr. Robert Gould,
director a cargo de la sensibilización y la educación de los profesionales de
la salud en Centro Médico de Universidad de California (San Francisco). Entre
sus redactores también podemos citar al profesor Tim Takaro, quien enseña en la
Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Simon Fraser (Canadá).
Sin embargo, este estudio ha sido casi totalmente ignorado por los medios de difusión
anglófonos [al igual que por la prensa francófona y por la prensa en español.
Nota de la Red Voltaire.]. Se trata del primer intento –realizado por una
organización mundialmente prestigiosa– de presentar un cálculo científicamente
realizado del número de personas muertas a causa de la «guerra contra el
terrorismo» desatada por Estados Unidos [, Francia] y Gran Bretaña.
Cuidado con las lagunas
El Dr. Hans von Sponeck, ex secretario general adjunto de la ONU, describe este
informe del PSR como una
“importante contribución para reducir el abismo entre los estimados confiables sobre las víctimas
de la guerra –en particular la cifra de civiles en Irak, Afganistán y Pakistán–
y los balances tendenciosos, manipulados e incluso falsificados”.
Este estudio contiene un reexamen científico de los antiguos estimados sobre el número
de víctimas de la “guerra contra el terrorism”. En el caso de Irak, el estudio
es particularmente crítico al referirse al balance habitualmente citado por los
grandes medios de difusión, o sea los 110 000 muertos que expone el Iraq Body
Count (IBC). Esas cifras se obtuvieron mediante el conteo de las bajas civiles
anunciadas en los medios de prensa. Pero el PSR ha encontrado graves lagunas y
otros problemas metodológicos en esa forma de conteo.
Por ejemplo, de los 40 000 cadáveres enterrados en Nayaf desde el inicio de la
guerra de Irak en 2003, el IBC contó solamente 1 354 muertos en esa ciudad
durante el mismo periodo. Ese ejemplo indica la gran diferencia entre las
cifras del IBC en la ciudad de Nayaf y el balance real. En este caso, las
cifras reales son 30 veces superiores.
La base de datos del IBC está llena de esas diferencias [entre las cifras que
registra y la realidad]. En otro ejemplo, esta organización registró solamente
3 incursiones aéreas en cierto momento de 2005. En realidad, la cantidad de
ataques aéreos había aumentado aquel año de 25 a 120. Nuevamente, los datos
reflejados son 40 veces inferiores a la realidad.
Según el informe del PSR, el controvertido estudio de la revista británica The
Lancet, que había estimado en 655 000 el número de muertos en Irak entre 2003 y
2006 –y en más de 1 millón hasta hoy, mediante una extrapolación– estaba
probablemente mucho más cerca de la realidad que las cifras del IBC. En
realidad, este informe confirma un cuasi consenso entre los epidemiólogos sobre
la confiabilidad del estudio publicado en The Lancet.
A pesar de una serie de críticas justificadas, la metodología estadística
aplicada en ese trabajo es el modelo universalmente reconocido para determinar
la cantidad de muertos en las zonas de conflicto. Por cierto, es la que
utilizan los gobiernos y las agencias internacionales.
Una negación politizada
El PSR analizó también la metodología y las conclusiones de otros estudios que indican
un balance inferior de pérdidas humanas, como un artículo del New England
Journal of Medicine que también contiene cierta cantidad de lagunas.
El mencionado artículo no tiene en cuenta las cifras de las provincias más
afectadas por las operaciones militares, o sea Bagdad, al-Anbar y Ninive. En
realidad, el artículo del New England Journal of Medicine se basa en los datos
erróneos del IBC al extrapolar las cifras sobre esas regiones. Y también impuso
«restricciones motivadas por razones políticas» a la recolección y análisis de
los datos. Por ejemplo, las entrevistas fueron realizadas por el ministerio
iraquí de Salud, en aquel momento “totalmente dependiente de la potencia
ocupante”. Bajo la presión de Estados Unidos– ese ministerio iraquí se había
negado a publicar sus datos sobre las muertes de iraquíes oficialmente registradas.
En particular, el PSR analizó las alegaciones de Michael Spaget, John Sloboda y
otros críticos que describieron como «fraudulentos» los métodos de recogida de
datos del estudio de The Lancet. Según la ONG, tales argumentos carecen de fundamento.
Las pocas “críticas legítimas”», según el PSR, «no afectan la credibilidad de los
resultados de las investigaciones de The Lancet en su conjunto. Esas cifras
siguen siendo los mejores estimados actualmente disponibles». Las conclusiones
de “The Lancet” también se ven corroboradas por los datos de un nuevo estudio
realizado por la revista científica PLOS Medicine, que contabilizó 500 000 víctimas
de la guerra en Irak. En total, el PSR ha logrado determinar que la cantidad más
probable de muertos civiles en ese país desde 2003 asciende a 1 millón.
El estudio del PSR agrega a ese balance al menos 220 000 muertos en Afganistán y
80 000 en Pakistán, víctimas directas o indirectas de la campaña militar
encabezada por Estados Unidos. En otras palabras, esta ONG presenta un «estimado
conservador» que se eleva a 1,3 millones de muertos en Irak, Afganistán y
Pakistán. Sin embargo, las cifras reales podrían fácilmente “sobrepasar los 2
millones”.
Pero el propio estudio del PSR también presenta ciertas lagunas. Primeramente, la
“guerra contra el terrorismo” iniciada después del 11 de septiembre de 2001 no
era nada nuevo sino una simple prolongación de las políticas intervencionistas
ya iniciadas anteriormente en Irak y Afganistán.
Por otra lado, la carencia de datos sobre Afganistán significa que el estudio del
PSR probablemente subestimó el balance de bajas humanas en ese país.
Irak
La guerra de Irak no comenzó en 2003 sino en 1991, con la primera guerra del
Golfo, a la que siguió la aplicación de un régimen de sanciones impuesto a través
de la ONU.
Un estudio anterior del propio PSR, realizado por la entonces demógrafa del Buró
de Censos de Estados Unidos Beth Daponte, ha demostrado que la cantidad de
muertes de iraquíes provocadas por la primera guerra del Golfo se elevaba a
cerca de 200 000, principalmente víctimas civiles [1]. Aquel estudio fue
censurado por las autoridades.
Después de la retirada de la coalición encabezada por Estados Unidos, [la primera
guerra del Golfo] prosiguió en el plano económico, a través de las sanciones de
la ONU, impuestas por Estados Unidos y Gran Bretaña. El pretexto que se invocó
para justificar aquellas sanciones fue impedir que el presidente Sadam Husein
lograse tener acceso a los elementos necesarios para la fabricación de posibles
armas de destrucción masiva. Pero bajo aquel embargo, los bienes cuyo acceso se
prohibió a Irak incluían gran cantidad de productos de primera necesidad,
indispensables para la población civil.
Cifras de la ONU, que nunca han sido puestas en dudas, demuestran que alrededor de 1,7
millones de civiles iraquíes murieron por causa de ese brutal régimen de
sanciones impuesto por Occidente y que la mitad de esos muertos fueron niños [2].
Y parece que las sanciones tenían como objetivo provocar esa gran cantidad de
muertos. Entre los bienes prohibidos [a Irak] por las sanciones de la ONU
estaban los productos químicos y el equipamiento esencial para el
funcionamiento del sistema iraquí de tratamiento del agua. El profesor Thomas
Nagy, de la Escuela de Comercia de la Universidad George Washington, descubrió
un documento secreto de la agencia de inteligencia del Pentágono (la DIA,
Defence Intelligence Agency), documento que, según el profesor Nagy, constituye
“un plan inicial de genocidio contra el pueblo iraquí”.
En un artículo científico redactado en el marco de la Asociación de Investigadores
sobre los Genocidios de la Universidad de Manitoba (Canadá), el profesor Nagy
explicó que el documento de la DÍA revelaba con «lujo detalles, un método
perfectamente operacional para “degradar completamente el sistema de
tratamiento de aguas” de toda una nación” a lo largo de una década. De esa
manera, la política de sanciones crearía
“las condiciones favorables a la amplia propagación de enfermedades, como epidemias
de gran envergadura (…) liquidando así gran parte de la población iraquí” [3]
Por consiguiente, sólo en el caso de Irak, la guerra de Estados Unidos contra ese
país mató 1,9 millones de iraquíes, desde 1991 hasta 2003. Y a partir de 2003
se registran más o menos 1 millón de muertes más. Así que la agresión de
Estados Unidos contra Irak costó en total cerca de 3 millones de vidas de iraquíes.
Afganistán
En Afganistán, el número total de víctimas mencionado en el estimado del PSR también
parece estar muy por debajo de la realidad. Seis meses después de la campaña de
bombardeos de 2001, el periodista del Guardian Jonathan Steele reveló que entre
1 300 y 8 000 afganos habían sido víctimas mortales directas [4]. Steele
agregaba que las consecuencias de la guerra habían provocado un exceso de
mortalidad al provocar la muerte de unas 50 000 personas.
En su libro, Body Count: Global Avoidable Mortality Since 1950, el profesor Gideon
Polya aplicó la misma metodología que el Guardian para analizar los datos
anuales de mortalidad de la División de Población de la ONU [5]. Así pudo calcular
las cifras plausibles del exceso de mortalidad en Afganistán. Bioquímico
retirado de la Universidad de La Trobe (Melbourne, Australia), Polya llegó a la
conclusión de que el total de decesos evitables en Afganistán –país en estado
de guerra permanente desde 2001 y sometido a las privaciones que le impone el
ocupante– se elevaba a 3 millones (entre los que se cuentan los fallecimientos
de 900 000 niños de menos de 5 años).
Aunque ninguna revista universitaria publicó los descubrimientos del profesor Polya,
el estudio que presenta en Body Count, su libro de 2007, ha sido recomendado
por Jacqueline Carrigan, profesora de sociología de la Universidad del Estado
de California [6]. Jacqueline Carrigan ha presentado este estudio como «una
mina de datos sobre la situación global de la mortalidad» en una reseña
publicada en la revista Socialism and Democracy de las ediciones universitarias Routledge.
Como en el caso de Irak, la intervención de Estados Unidos en Afganistán comenzó,
mucho antes del 11 de septiembre de 2001, en 1992 bajo la forma de una ayuda
militar, logística y financiera clandestina de Estados Unidos a los talibanes.
Aquella ayuda secreta favoreció la conquista violenta de cerca del 90% del
territorio afgano por parte de los talibanes [7].
En 2001, la Academia Nacional de Ciencias publicó un informe titulado Forced
Migration and Mortality [8]. En ese estudio, Steven Hansch –epidemiólogo de
primer plano y director de Relief International– subrayaba que el incremento de
la mortalidad provocado en los años 1990 por las consecuencias de la guerra había
dejado entre 200 000 y 2 millones de muertos en Afganistán. Por supuesto, la
Unión Soviética es en parte responsable de la devastación de la infraestructura
civil de ese país, la cual creó las bases de ese desastre humanitario.
Al adicionarlas, esas cifras sugieren que en Afganistán el balance total de las
consecuencias directas e indirectas de las operaciones estadounidenses [y
occidentales] desde el inicio de los años 1990 hasta el día de hoy podría ser
estimado entre 3 y 5 millones de muertos.
La negación
Según las cifras que acabamos de estudiar, el total de muertes provocadas por las
intervenciones occidentales en Irak y Afganistán desde los años 1990 –entre las
muertes provocadas directamente por la guerra y las que se deben a las
privaciones provocadas a largo plazo por la guerra– podría elevarse a unos 4
millones: 2 millones de muertos en Irak entre 1990 y 2003 y 2 millones a causa
de la “guerra contra el terrorismo”. Si tomamos en cuenta los elevados
estimados sobre el exceso de mortalidad [consecuencia de la guerra] en Afganistán,
este balance podría elevarse incluso a 6 u 8 millones de muertos.
Es posible que esas cifras sean demasiado altas pero nunca podremos saberlo con
certeza. En efecto, las políticas de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de
Gran Bretaña consisten en no contabilizar las muertes de civiles provocadas por
sus operaciones, muertes consideradas como incidentes sin interés.
Debido a la grave carencia de datos en Irak, a la cuasi total inexistencia de archivos
en Afganistán así como a la indiferencia de los gobiernos occidentales ante
todo lo concerniente a las muertes de civiles, resulta literalmente imposible
determinar la verdadera cantidad de fallecimientos que esas intervenciones han provocado.
Al no existir ni la más mínima posibilidad de comprobarlas, esas cifras proporcionan
estimados plausibles basados en la aplicación de la metodología estadística
basada en las mejores pruebas disponibles –aún tratándose de pruebas
particularmente escasas. A falta de datos precisos, estos estimados nos
proporcionan una idea de la magnitud de la destrucción.
La mayoría de esas muertes fueron justificadas invocando la lucha contra la tiranía
y contra el terrorismo. Sin embargo, gracias al silencio cómplice de los medios
masivos de difusión, la mayoría de la ciudadanía no tiene la menor idea del
verdadero alcance de este terror permanente que la tiranía estadounidense y
británica impuso en Afganistán e Irak, en nombre de los ciudadanos de Estados
Unidos y del Reino Unido.
Nafeez Mosaddeq Ahmed
Notas:
[1] “Toting the Casualties of War”, Bloomberg Business, 5 de febrero de 2013.
[2] Behind the War on Terror: Western Secret Strategy and the Struggle for Iraq,
Nafeez M. Ahmed, New Society Publishers, 1º de septiembre de 2003).
[3] “The Role of Iraq Water Treatment Vulnerabilities in Halting One Genocide and
Preventing Others”, Thomas J. Nagy, Association of Genocide Scholars, 12 de
junio de 2001.
[4] “Forgotten victims”, Jonathan Steele, The Guardian, 20 de mayo de 2002.
[5] Body Count Global Avoidable Mortality Since 1950, Gideon Polya, G.M. Polya,
Melbourne (2007).
[6] “Body Count: Global Avoidable Mortality Since 1950”, Jacqueline Carrigan,
Socialism and Democracy, 13 de abril de 2011.
[7] “Islamic State is the cancer of modern capitalism”, Nafeez M. Ahmed, Middle
East Eye, 27 de marzo de 2015.
[8] Forced Migration and Mortality, Holly E. Reed and Charles B. Keely, Editors;
Roundtable on the Demography of Forced Migration; Committee on Population;
Division of Behavioral and Social Sciences and Education; National Research
Council (2001).
Nafeez Mosaddeq Ahmed
Fuente: http://www.abna24.com/spanish/cultural//archive/2015/04/15/683871/story.html
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