El acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán y el dilema imperialista
Larry Everest | 12 de agosto de 2015 | Periódico
Revolución | revcom.us
Obama afirma que el acuerdo nuclear con Irán tiene que ver con la paz. De
ninguna manera. Para ambos lados, lo que motiva el acuerdo son las necesidades y
las percibidas oportunidades de una opresiva superpotencia mundial (Estados
Unidos) y una opresiva potencia regional (Irán). Estados Unidos espera alistar a
Irán como una fuerza estabilizadora en una región donde el imperio
estadounidense se enfrenta a amenazas graves (como el Estado Islámico, o EIIL)
en un momento en que se enfrentan a crecientes retos de rivales alrededor del
mundo como Rusia y China. Para los gobernantes de la República Islámica de Irán,
se trata de obtener el reconocimiento de Estados Unidos, estabilizar su régimen
ante el descontento interno, y expandir su papel como un opresor regional.
No hay nada en este acuerdo, de ninguno de los dos lados, ni en los
argumentos de los que se oponen belicosamente al acuerdo en Estados Unidos o
Irán, que esté en los intereses de la gran mayoría de la
humanidad. |
El 14 de julio, se firmó un acuerdo nuclear entre la República Islámica de
Irán, una reaccionaria potencia regional, y Estados Unidos y otras reaccionarias
potencias globales. Irán aceptó hacer recortes y poner límites drásticos a su
programa de energía y tecnología nucleares, y permitir que los países dominantes
del mundo le hagan inspecciones muy intrusivas por al menos una década. A
cambio, Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia y Gran Bretaña aceptaron
levantar las sanciones —severas restricciones al comercio y los tratos
financieros que Irán tiene con otros países— que paralizaron su economía y
crearon un enorme sufrimiento para los iraníes de a pie. Este acuerdo también
representa la primera vez que Estados Unidos ha reconocido la legitimidad de la
República Islámica y su programa de enriquecimiento nuclear.
Se trata de un paso y una apuesta muy grande para los gobernantes de todos
los países involucrados: en aras de sus propios intereses y no los de la gente.
Se motiva por los enormes cambios que han sacudido al mundo y al Medio Oriente
durante los últimos 14 años, y las profundas dificultades y retos con que todas
esas potencias se ven enfrentadas. El acuerdo, a su vez, ha creado nuevas
contradicciones, que incluyen una gran batalla al interior de la clase dominante
estadounidense, la oposición vehemente de importantes aliados estadounidenses
como Israel, y divisiones entre los gobernantes de Irán. El que el acuerdo
avance o sea torpedeado no está seguro, pero en cualquier caso es probable que
el acuerdo conduzca a otros grandes cambios y virajes. Es importante examinar lo
que ocurre aquí, porque esta clase de cambios y dificultades pueden contribuir a
la creación de una situación que abra las posibilidades de una revolución
concreta.
Un cambio radical de parte de Estados Unidos para lidiar con grandes
fracasos y grandes problemas
La riqueza y el poder de Estados Unidos y la mera operación de su sistema
económico y político capitalista dependen de la explotación y opresión a nivel
mundial, todo reforzado por la fría violencia. Por décadas el control del Medio
Oriente ha sido uno de los medios por el cual el imperialismo estadounidense ha
dominado al planeta. En esa región se encuentra gran parte del petróleo y gas
natural del mundo. Es un cruce entre África, Europa y Asia. Las rutas del
comercio mundial atraviesan la región. Tiene también una gran importancia
militar, por ejemplo en las guerras mundiales y en la contienda mundial entre
potencias rivales. Perder el control del Medio Oriente sería un golpe severo
para los gobernantes estadounidenses, con profundas repercusiones.
Durante los últimos 70 años, Estados Unidos se ha enfrentado a diferentes
desafíos a su dominación del Medio Oriente: por ejemplo, las luchas por la
liberación nacional durante los años 1960 y luego, durante los años 1970, la
rivalidad de la “Guerra Fría” con la Unión Soviética, que ya en ese tiempo se
había convertido en una potencia capitalista-imperialista.
En las décadas recientes, Estados Unidos se ha enfrentado a unos enormes
retos nuevos, concentrados en el ascenso de cepas cada vez más virulentas y
muchas veces anti-estadounidenses del fundamentalismo islámico reaccionario, y
en conflictos más agudos con sus rivales mundiales como Rusia y China. De muchas
maneras Irán es una concentración de estos retos. Tiene poder en la región y
enormes reservas de petróleo. Ha sido un polo importante del fundamentalismo
islámico, con su propio programa y ambiciones que han menoscabado el control
estadounidense y han chocado con los intereses de Israel y Arabia Sauditas,
importantes aliados estadounidenses. Por eso Estados Unidos se negaba a
reconocer la República Islámica durante más de 30 años y, en lugar de eso,
intentaba estrangularla y derrocarla. (La cuestión nuclear es parte de ese
contexto más amplio: Irán nunca ha tenido un arma nuclear, pero Estados Unidos e
Israel —ambos con vastos arsenales nucleares— están resueltos a impedir que Irán
adquiera siquiera la pericia para construir un arma nuclear.)
El gobierno de Bush intentó lidiar con esas contradicciones al invadir y
ocupar a Afganistán en 2001 y a Irak en 2003. Pero esas dos guerras fracasaron y
a Estados Unidos le salió el tiro por la culata. Estados Unidos no ha podido
aplastar a sus enemigos y establecer gobiernos títeres estables en su lugar. Al
contrario, el choque entre el reaccionario imperialismo anticuado y el
reaccionario fundamentalismo islámico anticuado se ha escalado sobremanera, de
formas muy complejas e intensas que impactan otros problemas y contradicciones
profundos por toda esta región volátil. (Por ejemplo, el rápido crecimiento del
fundamentalismo islámico ha avivado la guerra sectaria o religiosa entre los
seguidores de las ramas sunita y chiíta del islam, también alimentada
directamente por potencias opresoras regionales como Arabia Saudita e Irán.)
Este herviente caldo de contradicciones ahora amenaza con desgarrar la región.
Esta situación le ha obligado al gobierno de Obama a dar un viraje radical e
intentar hacer del enemigo Irán un aliado, con la esperanza de que Irán ayude a
estabilizar la región y, con el tiempo, llegue a ser parte del orden mundial
dominado por Estados Unidos (al mismo tiempo que éste intenta asegurarse de que
Irán no de un giro para vincularse a los rivales de Estados Unidos). Washington
ve el acuerdo nuclear como el primer paso en ese proceso.
(Los gobernantes de Irán también ven este acuerdo como necesario. Estos
reaccionarios líderes religiosos han afirmado ser revolucionarios y
antiimperialistas, pero su teocracia dirigida por fundamentalistas chiítas es
otra forma de capitalismo muy opresora y empotrada aún en el sistema mundial
económico dominado por el imperialismo. Su gobierno se ve amenazado por la
devastación económica y el aislamiento internacional causados por las sanciones
de Estados Unidos, las Naciones Unidas y Europa, además de las amenazas de
guerra de Estados Unidos e Israel, el profundo descontento de la población iraní
y el crecimiento del yihadismo sunita en la región.)
El dilema imperialista
Así que, ¿por qué denuncian los republicanos derechistas a Obama por
supuestamente enviar a los judíos de Israel a “las puertas del horno” como lo
hizo Hitler durante el Holocausto, y por qué gritan que los “enemigos [de
Estados Unidos] no nos temen y nuestros aliados no nos respetan”? Y ¿por qué se
preocupan otros críticos de la clase dominante, incluidos algunos demócratas, de
que el acuerdo sea un error garrafal? Es porque Irán aún tiene sus propias
necesidades e intereses, y este acuerdo podría fortalecer más a Irán en la
región (al legitimar su status y darle acceso a los activos congelados, la
inversión y los mercados mundiales). Eso podría perjudicar a importantes aliados
estadounidenses como Israel y Arabia Saudita, y terminar por debilitar la
dominación estadounidense de la región. Y, de hecho, este acuerdo sí
demuestra que Estados Unidos no puede simplemente bombardear, invadir e
intimidar a otros países para conseguir sus objetivos en el mundo. Es muy
peligroso que un gángster mundial enviara tal señal a sus rivales, grandes o
pequeños.
Obama responde a sus críticos diciendo que Estados Unidos ya probó eso de
atacar e invadir a países como Afganistán e Irak bajo el republicano George W.
Bush, cosa que se convirtió en un desastre para los imperialistas, y una guerra
contra Irán podría ser aún más peligrosa. Agrega que, por lo tanto, llegar a un
acuerdo con Irán y obtener su ayuda es la única manera de impedir que
las guerras interminables y el caos creciente en la región sangren a Estados
Unidos.
En otras palabras, ambos bandos de los imperialistas estadounidenses pueden
sacar alguna verdad... y ninguno tiene buenas soluciones. Así que les podría
salir malo si sí vayan con este acuerdo, y malo si no.
Con acuerdo o sin acuerdo, Estados Unidos solo trae horrores al Medio
Oriente
Los gobernantes de Estados Unidos y los reaccionarios que detentan el poder
en la región no ofrecen ninguna solución a las contradicciones que se les
plantean, ni para las pesadillas inimaginables que han creado para los pueblos
del Medio Oriente. Al contrario, toman medidas agresivas para conservar su poder
y el orden político-económico muy opresor que es la causa fundamental de esos
horrores.
Obama afirma que este acuerdo significa que habrá menos armas nucleares y
menos peligro de una guerra nuclear. Pero Irán no tiene armas nucleares. Las
tienen Estados Unidos y su aliado Israel, que en conjunto tienen miles. ¿Es que
cualquier de los dos va a desmantelar siquiera una arma nuclear? No. Tanto
Estados Unidos como Israel han afirmado repetidamente su derecho a utilizar la
fuerza militar, incluidas las armas nucleares, en cualquier lugar que consideran
oportuno. (Además, unos prominentes generales estadounidenses sostienen que el
acuerdo ayuda a Estados Unidos militarmente.)
Obama dice que el acuerdo disminuirá la posibilidad de guerra en la región.
Tal vez disminuya esa posibilidad entre Estados Unidos e Irán, por ahora, pero
mientras tanto Estados Unidos está apoyando el despiadado bloqueo y campaña de
bombardeos de Arabia Saudita contra Yemen, los cuales han matado a miles y han
causado que millones pasen hambre. Estados Unidos intensifica sus bombardeos de
Siria, un país que ya se aproxima lo más imaginable a un infierno en la Tierra.
Estados Unidos colabora en los sanguinarios ataques del régimen déspota de
Turquía contra los kurdos en Turquía, Irak y Siria. Estados Unidos sigue
apoyando a Israel, mientras niños palestinos son quemados vivos bajo la
ocupación israelí y la población de Gaza vive entre escombros, y mientras Israel
continúa la limpieza étnica del pueblo palestino. Es más, Estados Unidos es la
fuerza más responsable del desplazamiento y sufrimiento, captado de modo
desgarrador en las imágenes de decenas de miles de hombres, mujeres y niños
dispuestos a correr el riesgo de ahogarse al cruzar el mar Mediterráneo para
escapar el caos y la violencia de la región.
¿Por qué se debería permitir que ese arreglo continúe? Sin embargo, ése es el
propósito del acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán; así que ninguna parte
del acuerdo trae algo bueno para la humanidad. La única manera de poner fin a
estos horrores es hacer una revolución comunista. La riña en torno al acuerdo
con Irán demuestra que los gobernantes no son todopoderosos y que la revolución
es posible. Pero no habrá revolución hasta que todos los que quieren poner fin
en serio a las pesadillas que vemos o de las que escuchamos a diario, como las
guerras constantes, se enteren de la revolución y se conecten con ella en
www.revcom.us. Ahí se puede entrarle a Bob Avakian —BA— el líder de la
revolución, enterarse de la estrategia del Partido Comunista Revolucionario para
la revolución, y hacerse parte del movimiento para la revolución.
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