Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Afganistán: 13 años de ocupación sin un fin a la vista
30 de diciembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us
15 de diciembre de 2014. Servicio Noticioso
Un Mundo Que Ganar. El presidente estadounidense Barack Obama había prometido que para finales
de diciembre su país habría dejado de combatir en Afganistán. Después se retractó.
Hablando en la Casa Blanca en mayo de 2014, dijo que si bien mantendría cerca de 10 mil
tropas en Afganistán durante 2015, sólo estarían como “asesores” y que “ya no
patrullarán las ciudades, pueblos, montañas o valles afganis. Esa es una tarea
del pueblo afgani”.
Pero en noviembre, firmó una autorización para que las tropas estadounidenses
continúen las misiones de combate —ahora para incluir de nuevo redadas
nocturnas, una forma de terrorismo contra la población civil la que Estados
Unidos se vio obligado a suspender— y también para que los aviones de combate,
bombarderos y aviones no tripulados continúen matando a afganis, una forma de
agresión militar que una y otra vez ha implicado volar en pedazos fiestas de
bodas y otras reuniones de civiles. Varios otros países de la OTAN,
incluyendo a Turquía, anunciaron que de hecho enviarán nuevas tropas a Afganistán.
Luego de trece años de ocupación de Estados Unidos y la OTAN, no hay un fin a la vista.
Esto tiene lugar en el contexto del envío de nuevas tropas de Estados Unidos y Reino
Unido a otro país cuya ocupación supuestamente habían abandonado: Irak. La
forma en que Obama cambió el papel de sus tropas en Afganistán de “asesores” a
tropas de combate, con simplemente agitar un trozo de papel presidencial, no
solo debería contribuir a desenmascarar esta falsa distinción sino que también
debería contribuir a aclarar las intenciones de Obama, las que son favorecer
los intereses del imperio por cualquier medio necesario. Si Estados Unidos no
puede hacer que los ejércitos reaccionarios locales sirvan a sus intereses,
considera que tiene que enviar a tropas estadounidenses.
Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro,
son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida
contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista.
Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se
refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará
fortaleciendo a los dos.
Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período,
pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente
anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad:
los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y
en particular los imperialistas estadounidenses.
Bob Avakian
Lo BAsico 1:28
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Muchas personas se engañaron a sí mismas de modo que creyeran que Obama pretendía
poner fin a la guerra estadounidense en Afganistán, y se sorprendieron por este
aparente cambio. Pero el cambio no fue de principios, sino de valoración: hasta
hace poco las tropas estadounidenses “remanentes” que él siempre dijo que
dejaría allí esperaban poder evitar que el Talibán ganara una victoria rotunda
y quizás obligarlos a aceptar algún tipo de arreglo para compartir el poder que
fuera aceptable para Estados Unidos.
Aunque no conocemos todos los factores de ese cambio en la política estadounidense,
era posible verlo vislumbrarse. El 6 de diciembre de 2014, durante el viaje del
secretario de Defensa estadounidense a Afganistán, se reveló que se había
tomado la decisión de aumentar el número de tropas estadounidenses para 2015 en
mil soldados más de lo planeado, para un total de 10.800 tropas. Los países de
la OTAN anunciaron que para 2015 tendrán 4.000 tropas en Afganistán, otros mil
más que los anunciados antes. Obviamente las actuales promesas de que solo
quedan dos años más de ocupación (hasta el 12 de enero de 2017, una semana
antes de que Obama cumpla su mandato) tienen que verse a la luz de sus
sugerencias previas de que para ahora ya hubiera acabado con la ocupación.
Algunos comentaristas le atribuyen el cambio al nuevo presidente afgani Ashraf Ghani
Ahmadzai, quien ha llamado a “reanudar unas relaciones cordiales” con Estados
Unidos y ha pedido que continúen las misiones de combate de Estados Unidos y la
OTAN en Afganistán. Después de unas disputadas elecciones presidenciales en últimas
éstas se resolvieron con una componenda, Ghani firmó un supuesto “Acuerdo de
seguridad a largo plazo” con Estados Unidos y varios aliados suyos, que fue
ratificado por el parlamento afgani. Aunque el anterior presidente Hamid
Karzani —en efecto escogido y puesto en el poder por la OTAN como la cara
afgani de la invasión— se rehusó a firmar este acuerdo, poca gente creyó que se
estaba resistiendo en serio. Como estaba en los últimos meses de su
presidencia, maniobraba para obtener algo de popularidad y legitimar su cargo
de presidente. Pero él —y Estados Unidos— sabían que el acuerdo lo iba a firmar
finalmente su sucesor.
Alguna gente se ha propuesto atribuir el cambio del gobierno Obama a presiones por
parte de oficiales militares contra la Casa Blanca. Según el New York Times (21
de noviembre de 2014), las fuerzas armadas estadounidense ganaron el debate, y,
sus oficiales lo pusieron así: “El ejército logró muy bien lo que se quería”.
Pero no ha habido oposición pública a esta decisión ni del Partido Demócrata ni
del Partido Republicano. El senado estadounidense acaba de aprobar, sin
discrepancias, los fondos para continuar la ocupación. Es una de las cuestiones
en las que la clase dominante estadounidense ha forjado un consenso, al menos
por el momento.
De hecho, la clase dominante estadounidense está lidiando con factores
contradictorios. Hay límites concretos a los recursos que pueden asignarse para
su ocupación de Afganistán. Les ha ido muy mal tanto cuando Obama “aumentó” el
número de tropas como cuando el número de tropas ha disminuido. Al mismo
tiempo, Estados Unidos está muy lejos de lograr inclusive sus objetivos
modificados de mantener algo de control sobre Afganistán. En algunos aspectos
el “aumento” empeoró su situación, fue “un fracaso total” como lo pusieron
algunos ex generales.
Uno de los mismos factores que limitan su capacidad de mantener un nivel “pico” de
tropas en Afganistán —su reconocimiento de la necesidad de enviar más tropas a
Irak a raíz del colapso del ejército iraquí ante la ofensiva del Estado
Islámico (EI) de junio de 2014— tampoco augura nada bueno para las perspectivas
del imperialismo estadounidense en Afganistán. En Irak así como en Afganistán,
tambalea el respectivo ejército estadounidense que Estados Unidos ha entrenado para
servir a sus intereses y al sistema político fundamentado en la religión y
dependiente de Estados Unidos (y por consiguiente odiado y corrupto). Ninguna
cantidad de “entrenamiento” adicional por parte de los “asesores”
estadounidenses puede resolver este problema, y cambiar las fuerzas de
ocupación de un teatro de guerra a otro tampoco lo ha resuelto. Este dilema se
ha expresado en la contienda al interior de la clase dominante estadounidense,
y como el problema no se ha resuelto, puede haber más contienda en la cúpula
del poder de Estados Unidos sobre cómo favorecer a sus intereses en esta situación.
La ocupación en Afganistán e Irak al mando de Estados Unidos, y la guerra liderada
por Estados Unidos cuyo centro se ha desplazado de Afganistán a Irak, y de
nuevo a Afganistán, después a Libia y luego a Siria, y ahora otra vez en Irak y
que continúa en Afganistán, ha sido el factor más importante que impulsa el
crecimiento del reaccionario desafío fundamentalista islámico a lo que los
asesores de los predecesores de Obama llamaron “un nuevo orden mundial”. Ha
sido principalmente Estados Unidos y su “guerra contra el terrorismo” loo que
han fortalecido las fuerzas fundamentalistas y los que las unen más.
Estados Unidos y sus aliados trabajan para dar la apariencia de que están desacelerando
la guerra en Afganistán porque están ganando allá. Eso dista mucho de la
verdad, ni en Afganistán ni en la región. Lo que quieren es la capacidad y
flexibilidad de desplazarse más fácilmente de un teatro de guerra a otro y
atajar el desafío por la fuerza de las armas. Cuando Obama dijo en su discurso
de mayo de 2014, “los estadounidenses han aprendido que es más difícil terminar
las guerras que iniciarlas”, decía implícitamente que ni él ni ningún otro
representante de la clase dominante estadounidense pretenden terminar esas
guerras a menos de que ganen algo de lo que quieren y necesitan. Esta no es una
opción sino una necesidad de los imperialistas para asegurar sus intereses
globales. De lo contrario, ¿por qué no ponen fin a sus invasiones y
ocupaciones? Recientemente ni siquiera han pretendido tener eso en mente. En
cambio, algunas veces parece que preparan la opinión pública en Estados Unidos
para lo que la anterior administración llamó la “guerra sin fin”.
¿Luego de 13 años de guerra, qué le han llevado Estados Unidos y sus aliados al pueblo
afgani? Nada menos que la brutal ocupación y sus redadas nocturnas, registros
callejeros, bombardeos e insultos a la dignidad nacional y personal, pobreza y
una economía colapsada basada en las drogas y la opresión a la mujer que de
hecho es un punto común de unidad entre los señores de la guerra pro y anti
estadounidenses. Nada menos que un régimen obsecuente con Estados Unidos,
completamente corrupto y fundamentalista religioso en Kabul, y el renacimiento
del anteriormente desacreditado Talibán que disputa al régimen de Kabul a fin
de imponer su propio gobierno reaccionario. Más ocupación solo puede empeorar
las cosas para el pueblo, por lo que es preciso oponérsele.
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la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro
embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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