Lo que el informe del Senado revela... y encubre La tortura para
reforzar un mundo de horrores
Alan Goodman | 15 de diciembre de 2014 | Periódico
Revolución | revcom.us
El 9 de diciembre de 2014, el Comité de Inteligencia del Senado emitió un
"Estudio del Programa de Detención e Interrogatorio de la Agencia Central de
Inteligencia". Se trata de un informe sobre la orgía de tortura oficialmente
autorizada realizada por la CIA a raíz de los ataques lanzados por los
fundamentalistas islámicos en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, y
acerca de las maniobras de la CIA para mentir sobre el alcance, la naturaleza y
los resultados de esa tortura.
Hay muchas partes censuradas del informe del Senado. Es un producto de muchos
años de luchas internas en diferentes organismos y facciones del gobierno sobre
qué tanta (o poca) tortura se deba revelar, cómo presentar dicha tortura y a
quiénes echarles la culpa. Encubre o pasa por alto el hecho de que, si en bien
no conocían todos los detalles, los máximos líderes de ambos partidos conocían y
aceptaban el panorama básico de esta tortura.
En su mayor parte, en esencia, de principio a fin, el informe describe la
tortura llevada a cabo por la CIA en el marco de si dicha tortura servía para
"salvar vidas estadounidenses", generar "inteligencia útil" sobre Al Qaeda y si,
en lo fundamental, dicha tortura servía a los "intereses nacionales de Estados
Unidos".
Eso es un marco INMORAL. Los intereses de los gobernantes de Estados
Unidos son los intereses de un imperio mundial de explotación y opresión. La
vida de los estadounidenses no es más importante que la vida de la gente de
otros países. Y no hay nada que justifica la tortura.
En 2009, en medio de las revelaciones iniciales de la tortura que se dio bajo
el gobierno de Bush, escribí en revcom.us: “Que quede claro: la tortura
es literalmente y en esencia un crimen de lesa humanidad. Al igual que
la violación, de manera sistemática se pretende degradar por medio de la
violencia a las personas y quitarles la propia humanidad” (Los memos sobre la tortura… y
la justicia que se necesita).
A Ali Shalal, arriba, lo torturaron los militares de
Estados Unidos y los interrogadores de la CIA en la Prisión Abu Ghraib, Bagdad,
Irak, 2003. Le decían que sus manos estaban atadas a cables electrificados y que
si él se moviera, se electrocutara. Foto: AP |
La escala de la tortura, la aleatoriedad con la que detenían a las víctimas y
el respaldo oficial a todo esto indican la motivación concreta y esencial que la
mueve: instaurar el terror en una amplia extensión del Oriente Medio y Asia
Central, y dar un mensaje al estilo mafioso de que nadie jode al imperio
estadounidense... o verán.
Los crímenes más depravados
El informe describe la extensa práctica del submarino, el que previamente se
presentaba como una forma menos sádica y letal de la tortura, como “una serie de
casos de casi matar por ahogo”. A un detenido, Khalid Shaikh Mohammed, lo
sometieron a este horrible tormento en 183 ocasiones. Además le
privaron del sueño durante siete días y medio, en los que lo obligaron la mayor
parte del tiempo a mantenerse de pie.
Los torturadores de la CIA se deleitaron de manera sádica y macabra al
infligir sexualmente degradantes torturas a los detenidos. A éstos los
desnudaron con frecuencia y los obligaron a orinar y defecarse sobre sí mismos.
El informe describe la "alimentación rectal", es decir, de insertar materiales a
la fuerza en los rectos de los detenidos, una forma de violación.
Sometieron a los detenidos a constantes, y cruelmente realistas, amenazas de
muerte. Los colocaron en tinas de hielo durante períodos prolongados. A un
detenido lo encadenaron parcialmente desnudo a un piso de concreto por lo que se
murió de hipotermia. Sometieron a los prisioneros a la privación del sueño por
hasta una semana, lo que provocaba "alucinaciones, paranoia, insomnio e intentos
de autolesionarse y automutilarse".
Obra de arte: Especial para
revcom.us/Revolución |
¡La vida de la gente de otros países importa!
A raíz del informe, las ondas radiales se han llenado de "debates". No tratan
qué tipo de sistema podría producir tales obscenidades; ni lo que hace falta
para alcanzar a un mundo en el que tales cosas nunca suceden. Al contrario,
entrenan a las personas de modo que piensen que si la tortura salvara la vida de
estadounidenses, pues eso estaría bien, y si no lo hiciera, que a lo mejor eso
no estaría bien. Como si cualquier crimen, por bárbaro que fuera, estuviera bien
si protegiera la vida de estadounidenses. Y que la vida de la gente de
otros países no importa.
Los criminales de guerra y torturadores reclaman la superioridad moral
Alan Goodman
¿Cómo es posible que un imperio inflija sistemáticamente la más bárbara
tortura y terror sobre los pueblos del mundo, y a la vez se presenta como el
paladín mundial de los derechos humanos?
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¿Escuchan un mensaje conocido, feo aquí? Más vale. El mismo sistema opresor,
genocida y asesino que refuerza un régimen de terror en las comunidades negras
de Ferguson a Staten Island, de Cleveland a Albuquerque, lleva a cabo una
opresión con aún mayor saña en el mundo. Y al igual que la vida de los
negros NO les importa a los que gobiernan este sistema, la vida de los pueblos
del mundo tampoco les importa.
Las personas que gobiernan a este imperio de botín que se llama Estados
Unidos de América miran a las comunidades pobres y humildes y a los barrios de
Estados Unidos y del mundo, a los trabajadores que recogen sus cosechas y cosen
su ropa, a la juventud enajenada y furiosa. En estas personas, ellos ven a unos
esclavos a los que tienen que mantener en su lugar. Ellos ven las amenazas y las
amenazas potenciales a su sistema entero. Y ven a enormes sectores de la
humanidad como "superfluos", o sea, como innecesarios y no deseados, a los que
tienen que encerrar y mantener abajo mediante la violencia, el terror y la
TORTURA.
Por lo que una y otra vez, cuando sus policías matan a personas negras, aun
cuando tal o cual político se retuerce las manos en angustia, una y otra vez los
policías salen impunes, con una palmadita de aprobación en la espalda. Por eso,
aunque los senadores discuten sobre la manera en que la CIA debería
aterrorizar a la gente del mundo, nunca dejarán de hacer lo que hacen siempre
que este sistema se mantenga en el poder.
El hecho de que unas fuerzas fundamentalistas islámicas reaccionarias
llevaron a cabo los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 no justifica
para nada lo que hizo la CIA. No hay nada que justifica la tortura. Y en efecto,
la CIA puso en operación a dichas fuerzas, entre ellas Osama bin Laden quien se
atribuyó los ataques del 11 de septiembre, con el propósito de librar una guerra
en Afganistán en la década del 1980 contra la Unión Soviética, que en ese
entonces encabezaba un bloque imperialista rival que se enfrentaba a Estados
Unidos en todo el mundo. Después del hundimiento de la Unión Soviética, estas
fuerzas tenían una "desavenencia" con sus antiguos amos de Estados Unidos. Y
después del 11 de septiembre, al igual que un cartel mafioso de pesos pesados,
cuando Estados Unidos cree que nadie pudiera tener la idea de que es vulnerable,
se desquita... con invasiones y con la tortura, a fin de darle un mensaje a
cualquiera que pudiera contemplar lo de entrometerse en su camino.
No "salvan vidas" pero sí refuerzan un mundo de horrores
El mito de la "bomba sucia" y la tortura de José Padilla
Durante años en Estados Unidos, el público fue bombardeado con historias de
horror acerca de una supuesta amenaza de bomba sucia contra la población civil
por un ciudadano estadounidense, José Padilla.
La CIA afirma que impidió que José Padilla llevara a cabo un ataque que iba a
soltar material radiactivo mortal en Estados Unidos, haciendo uso de
informaciones recabadas mediante la tortura de un detenido de la CIA llamado Abu
Zubaydah, tortura que incluyó el submarino. Se trata de un caso clásico, se
afirmó, en el que se justificaba la tortura porque salvó vidas
estadounidenses.
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Cabe repetir lo siguiente: aunque fuera cierto que la tortura "produjera
inteligencia útil" o "salvara la vida de estadounidenses", los objetivos de los
gobernantes del imperio de Estados Unidos no sirven a los intereses de la gente
en ningún lugar. Y en todo caso, la tortura es inmoral.
Pero a esa luz, es revelador que en líneas generales, el informe del Senado
pone de manifiesto que fue pura mentira el chorro de noticias para el consumo
del público en Estados Unidos para justificar la tortura. Los medios de
comunicación establecidos estadounidenses servilmente obedientes canalizaron las
"filtraciones" de la CIA a los artículos e historias con el propósito de
convencer a los estadounidenses de que todo lo que hacía la CIA daba
"resultados" en la llamada "guerra contra el terror". El informe documenta que
de “los ocho ejemplos más frecuentemente citados de la CIA, de complots
‘frustrados’", esas "representaciones de la CIA eran inexactas y no contaron con
bases en los archivos de la CIA" (vea las páginas 223 a 225 del informe).
Todo eso conduce a la conclusión, la que el informe ni por el diablo toca, de
que la tortura no se llevó a cabo para "recabar información" y mucho menos para
"salvar vidas", pero sí para infundir terror.
Que los macabros criminales rindan cuentas
El presidente George W. Bush, los funcionarios del gabinete y los líderes del
Congreso de ambos partidos estaban enterados desde el principio, y de
muchas maneras les dieron el visto bueno a todos estos crímenes, y tomaron la
medida excepcional de autorizarlos formalmente.
En febrero de 2002, George Bush firmó un decreto presidencial que estipula
que el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra [un acuerdo internacional que
Estados Unidos supuestamente suscribe], que prohíbe "las mutilaciones, los
tratos crueles, la tortura…", no se aplicaba a cualquier persona sindicada de
asociarse con Al Qaeda o el Talibán, la organización fundamentalista islámica
reaccionaria que gobernaba a Afganistán.
¿Mutilaciones? ¿Tortura? Si usted fuera un agente de la CIA, ¿cómo
"interpretaría" eso salvo como una luz verde flagrante para llevar a cabo
"mutilaciones" y "tortura"? La oficina de asesoría jurídica de la Casa Blanca
tuvo la encomienda de confeccionar argumentos jurídicos a favor de la tortura y
en repetidas ocasiones lo hizo durante y después de los hechos. A cualquiera en
esa oficina que objetara, aunque de manera leve, lo sacarían del camino.
La aceptación abierta de Bush para el ilegal asesinato y tortura indignó a
mucha gente en Estados Unidos y se convirtió en un escándalo internacional.
Obama se postuló para la presidencia con promesas de poner fin a la tortura. No
obstante, Obama insistió desde el principio que no iba a procesar a nadie que
cometiera esos crímenes. Un artículo del New York Times resumió la
forma en que Obama manejaba la tortura: "Seguían achivando los casos ante los
tribunales antes de que se pudiera presentar una sola palabra de argumentación;
con un entusiasmo desconcertante, han procesado a los funcionarios que hablaban
con la prensa sobre este y otros temas, como las escuchas telefónicas, junto con
los mismos periodistas".
Cualquier gobierno que no sólo tolere cosas así sino que, desde sus
puestos más altos, justifique y siga defendiendo estas cosas... cualquier
gobierno que no procese, una vez denunciadas estas cosas, a los autores pero que
por adelantado les proporcione inmunidad... se presenta a sí mismo como un
gobierno de un sistema que requiere tales crímenes, y tales criminales,
para su funcionamiento.
Y cualquier persona que no se oponga a tales crímenes, y no exija el
enjuiciamiento de los torturadores y, de más aún importancia, el enjuiciamiento
de los que formulan la política al más alto nivel, se presenta a sí misma como
cómplice de esos crímenes. Y al pasivamente permitir la denigración y ataques a
la humanidad de los demás, se pierde la suya.
Es preciso que nadie acepte un mundo como éste. Es preciso desafiar y
denunciar a los autores de la tortura y los que dieron las órdenes y es preciso
que se exija su enjuiciamiento por esas fechorías. Hacerlo tendrá mil vínculos
con el movimiento que se construye para una revolución concreta que pondría fin
a este sistema criminal, y lo fortalecerán.
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