Los niños que cruzan la frontera... y los crímenes de Estados Unidos
19 de junio de 2014 | Periódico Revolución |
revcom.us
El gobierno estadounidense sigue deteniendo y manteniendo bajo custodia en el
sur de Texas a miles de desesperados jóvenes de Centroamérica. (Véase la primera
parte de esta serie, "Decenas
de miles de jóvenes inmigrantes brutalmente encarcelados — en Estados
Unidos”.) El sufrimiento que estos jóvenes están soportando es una tragedia
y una catástrofe. ¡Y es innecesario! En muchos sentidos, es un producto del
sistema capitalista imperialista. Y es una declaración contundente de la
necesidad de hacer una revolución, tan pronto como sea posible, y de poner fin
al sistema que perpetra tales abominaciones.
Un joven mexicano observa a la Patrulla Fronteriza al otro
lado de la línea en Nuevo México, diciembre 2013. Foto: AP
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A diario, el número de jóvenes que cruzan la frontera va en aumento. La
mayoría de estos jóvenes no vienen acompañados de adultos. El lunes 9 de junio,
el gobierno de Obama anunció que está solicitando otros 1.57 mil millones de
dólares para financiar sus esfuerzos para hacer frente a lo que es una crisis
cada vez más difícil y potencialmente perjudiciales para Estados Unidos. Para el
jueves 12 de junio, el procurador general de Texas pedía una suma adicional de
30 millones de dólares al gobierno federal para "llenar los vacíos en la
aplicación de la ley" en la frontera por medio de la policía estatal.
Posteriormente ese mismo día, Jeh Johnson, el secretario de Seguridad Interna de
Obama, anunció un "aumento de 90 días" de investigadores federales que van a
Texas y dijo que las personas detenidas en la frontera, incluidos los jóvenes,
son "prioridades para la exclusión", lo que implica que probablemente sean
deportados.
La mayoría de los adolescentes y jóvenes centroamericanos que tratan de
cruzar la línea a Estados Unidos los detienen la Patrulla Fronteriza y otras
autoridades estadounidenses en el sur de Texas. Han almacenado muchos de éstos
en centros de detención en el valle de río Bravo, el extremo sur de Texas. Pero
las autoridades ya no tienen cupo para los jóvenes en las celdas frías conocidas
por los inmigrantes como hieleras y otros centros de detención fuertemente
custodiados a lo largo de la frontera. En la semana del 8 al 14 de junio,
Estados Unidos ha establecido centros de detención improvisados para los jóvenes
en bases militares en Texas, Arizona, California y Oklahoma. Pero a diario,
cientos de jóvenes siguen tratando de cruzar por el río Bravo.
Dos jóvenes mujeres de la ciudad de San Salvador describieron para
Revolución los horrores espantosos que ellas y sus familiares
experimentaron cuando eran niños en aquella ciudad. "Puede que te maten en
cualquier momento, simplemente por estar ahí. Eso les pasó a dos primos míos. A
ambos simplemente los mataron a balazos en la calle. Uno estaba caminando por la
calle cuando algo ocurrió y le dispararon. Unas semanas después le pasó a otro
primo por una tarde. Mi madre quería sacarnos de ahí antes de que nos pasar a
nosotros".
Ambas mujeres describieron que habían visto cuerpos en la calle, habían
escuchado ráfagas de tiroteos de noche, mientras se acostaban en el suelo. "A
veces las pandillas hacen que los jóvenes hagan su propio trabajo", dijo una,
"inclusive los niños pequeños. Y todos son tan pobres, los jóvenes piensan que
son ricos si tienen un teléfono, quizá consigna un poco de dinero y al menos
puedan comer. Además tal vez resulten muertos si no aceptan. Así que muchas
veces los jóvenes comienzan a hacer pequeñas cosas para una pandilla y consiguen
amigos, pero también consiguen enemigos. Y muchas personas resultan atrapadas en
medio de todo eso".
Estos horrores plantean preguntas urgentes: ¿Qué está impulsando la violencia
en América Central? ¿Por qué está sucediendo ahora en una escala tan terrible? Y
además de eso, ¿qué es lo que impulsa a los niños de tan sólo cinco años de edad
a emprender un viaje increíblemente difícil y aterrador hacia "El Norte"?
Empecemos por la fuente de la violencia de las pandillas que atormenta a
Centroamérica.
Las pandillas de América Central y el padrino de El Norte
Los gobernantes estadounidenses y sus voceros mediáticos retratan la
afluencia de jóvenes de América Central como si trajeran alguna cultura ajena y
el peligro de la violencia de pandillas a Estados Unidos. En esencia, la
realidad es todo lo contrario: la terrible situación de las pandillas en América
Central es más que nada más un producto del funcionamiento del imperialismo
estadounidense.
¿Cómo? Los años 1980 fueron período de gran transición social y trastornos
globales. Un resultado fue un enorme crecimiento de la actividad de las
pandillas en todo Estados Unidos, pero sobre todo en Los Ángeles y el sur de
California. En un sentido muy concreto, esta situación se debe al funcionamiento
del propio sistema capitalista: los empleos dignos huyeron de las comunidades
pobres de las ciudades, pero las mismas comunidades se inundaron de cocaína,
algo del cual se utilizó para financiar a los terroristas pro-estadounidenses en
Nicaragua. Las guerras avaladas por Estados Unidos desplazaron a cientos de
miles de personas en América Central de sus hogares y sus países de origen a las
ciudades de Estados Unidos. Y cuando llegaron a Estados Unidos, los valores
pútridos y la moral de "sálvese quien pueda" del capitalismo se combinaron para
crear una situación desesperada para millones de personas.
La inmigración en masa desde México y América Central estaba transformando a
las ciudades en todo Estados Unidos, especialmente en el Suroeste. Además,
estaban en marcha grandes cambios económicos y sociales. Había pocos buenos
empleos, pues una gran parte de la base industrial de las ciudades se trasladó a
los suburbios y "exurbios" o de plano fuera de Estados Unidos. En gran parte, se
habían amainado los levantamientos revolucionarios y radicales de los años 1960
y principios de los años 1970 que habían influenciado y dado sentido a la vida
de tantos jóvenes negros y latinos. Una represión dura y brutal, bajo el
pretexto del "combate a las pandillas" y el "combate a la droga", se había
convertido en una realidad cotidiana en la vida de millones de jóvenes. Se
inició un programa de criminalización y encarcelación en masa de los jóvenes
negros y latinos.
La citada combinación de factores económicos, políticos y represivos
convergió y contribuyó mucho al crecimiento de las pandillas y la cultura de las
pandillas en los barrios pobres de Estados Unidos. En 1986, el "Acta de Reforma
y Control Migratorio" estipulaba la "deportación expedita" de los inmigrantes
condenados por delitos. A comienzos de los años 1990, Estados Unidos comenzó a
deportar a miles de jóvenes centroamericanos bajo el pretexto del "combate a las
pandillas".
Después de la rebelión que sacudió a Los Ángeles en 1992, se aceleraron estas
deportaciones, principalmente de jóvenes de los barrios pobres de Estados
Unidos, especialmente Los Ángeles, que habían crecido en Estados Unidos con todo
lo eso que implica, y no en América Central. Estos jóvenes habían pasado la vida
bajo el hostigamiento de la policía y las pandillas habían organizado a algunos
de éstos, pero ahora fueron deportados a unos países empobrecidos y devastados
de los que sabían poco o nada en absoluto. Estas deportaciones se aceleraron en
la primera década de este siglo: casi 130.000 "extranjeros criminales" fueron
deportados a América Central entre 2001 y 2010.
Estas deportaciones han tenido un enorme impacto en los países pequeños y
pobres de América Central. El Salvador es el país más densamente poblado de las
Américas, con una población de unos seis millones de personas. Alrededor de 300
"extranjeros criminales" son deportados al mes a este país. "La cultura
pandillera" que se inició en Estados Unidos se ha trasladado y ha echado raíces
en el paisaje empobrecido y económicamente estéril de las hacinadas barriadas de
América Central.
Más allá del empobrecimiento económico de América Central creado por el
imperialismo estadounidense, afectaron profundamente el terreno social y
económico de estos países las guerras contrarrevolucionarias devastadoras
emprendidas por los Estados Unidos y sus aliados y agentes armados locales a lo
largo de los años 1980.
Para fines de los años 1980, la resistencia a la dominación estadounidense
que habían surgido en toda América Central había estado ahogada en ríos de
sangre. Las personas resultaron traumatizadas, y muchas desmoralizadas por la
derrota de esos auges de lucha, los que si bien no eran auténticas revoluciones
para liberar a la gente en estos países, una vez representaron la fuente de
esperanza para muchas personas, especialmente los jóvenes. Se había dejado en
ruinas a una buena parte del campo. Los movimientos y organizaciones que habían
dirigido la resistencia y las guerras de guerrilla contra la dominación
estadounidense habían salido derrotados y/o integrados en el aparato gobernante
de la sociedad. Se habían arruinado las economías de esos países, en particular,
la capacidad de las personas básicas para ganarse la vida.
La horrorosa violencia relacionada con las pandillas, como las batallas entre
diferentes sectores de la policía y las fuerzas armadas aliadas con diferentes
pandillas y con su propia participación, es una plaga sobre el pueblo de
Guatemala, Honduras y El Salvador. Pero piense en lo siguiente por un minuto.
Las personas de América Central tuvieron que abandonar sus países de origen en
los años 1970 y los años 80 debido a que las guerras apoyadas por Estados Unidos
habían hecho la vida imposible en sus países de origen. Se fueron a Estados
Unidos donde tuvieron pésimos trabajos a baja paga. Tenían encima la constante
amenaza de las redadas de La Migra y la deportación. La policía hostigaba y
perseguía, a menudo con golpizas y la muerte a sus hijos, muchos de éstos que
nacieron en Estados Unidos, y a algunos de éstos los organizaron en las
pandillas. Decenas de miles de estos jóvenes fueron deportados y obligados a
comenzar la vida de nuevo en un lugar donde no había posibilidad de una
educación o de ganarse la vida.
Piense en ello, y pregúntese: ¿crearon estos "pandilleros" las condiciones de
la desesperación, la pobreza, la violencia y la represión en las que ellos y
otros se ven obligados a vivir? La violencia de la cual huyen los
centroamericanos hoy tiene su fuente fundamental en el sistema capitalista
imperialista, que se ha cebado de ellos durante un siglo. Es la mayor hipocresía
de los políticos y periodistas de Estados Unidos hablar de la violencia que
azota a estos países y a la vez fingir simpatía con sus jóvenes víctimas, sin
hablar de las raíces económicas, sociales y políticas de las condiciones que
atrapan a las personas.
Ahora, hablemos del panorama más amplio. Los jóvenes no sólo están huyendo de
la violencia de las pandillas.
Atrapados por el imperialismo en una casa en llamas
Los niños y otras personas que huyen de América Central ahora están atrapados
en condiciones que no les ofrecen ningún futuro, ninguna perspectiva de una vida
digna. Guatemala, Honduras y El Salvador están entre los países más pobres del
hemisferio occidental.
Los niños son brutalmente explotados en El Salvador, uno de los peores
lugares del mundo para ser un niño. Entre 8.000 y 9.000 niños en El Salvador
trabajan en los cañaverales y cafetales. Durante años, Coca-Cola ha sido un
importante comprador del azúcar de El Salvador, donde hasta un tercio de los
trabajadores de la caña son niños menores de 18 años. Un informe del
Departamento de Trabajo de Estados Unidos dice que "estos niños están expuestos
a los elementos, sustancias tóxicas, largas jornadas de trabajo y lesiones de
machetes y cuchillos largos. Estos niños cortan, plantan y recogen las cosechas
y llevan cargas pesadas".
Los niños de El Salvador también fabrican fuegos artificiales, trabajan en
los barcos de pesca y pepenan. Muchos más procuran ganarse la vida de alguna
manera en la economía informal en las calles de las ciudades y pueblos de El
Salvador. Desde una edad temprana, las pandillas obligan a muchos jóvenes a
trabajar en el narcotráfico. Muchos son víctimas del "tráfico interno e
internacional, algunos para fines de la explotación sexual comercial; las niñas
de las comunidades pobres de entre 12 y 18 años de edad corren el mayor
riesgo".
En Estados Unidos, muchos artículos de los medios de comunicación y algunos
políticos afirman que, tal como dijo el New York Times el 4 de junio,
muchos jóvenes inmigrantes van al norte "porque creen que Estados Unidos trata a
los niños migrantes que viajan solos y a las mujeres que viajan con sus hijos
con más indulgencia que los inmigrantes ilegales adultos sin hijos". Como si, si
es que tal política existiera en efecto, fuera una especie de acto de gracia de
buen corazón por parte de un sistema que ha hecho de la vida de estos niños un
infierno en vida.
Sin embargo, cualquier expectativa de que la política del gobierno
estadounidense hacia los niños no acompañados o hacia las mujeres con niños se
ha vuelto de alguna manera más indulgente bajo Obama es una ilusión
desgarradoramente cruel. Las deportaciones bajo Obama han superado con creces a
aquellas bajo George W. Bush y los demás presidentes anteriores de Estados
Unidos. Innumerables familias han sido destrozadas. Sólo en 2012, estados Unidos
deportó a casi 14.000 menores no acompañados a México.
Stacy Merkt era una activista religiosa valiente en el Valle del Río Bravo,
que en los años 1980 daba santuario a los salvadoreños que huían del baño de
sangre patrocinada por Estados Unidos en El Salvador, pero terminaron bajo la
persecución de La Migra al entrar en Estados Unidos. Describió la política de
Estados Unidos de ese entonces como si alguien hubiera prendido candela a una
casa en llamas y luego hubiera tiroteado a sobrevivientes que intentaban
huir.
Esa es una descripción acertada y verídica de lo que Estados Unidos está
haciendo hoy. Barack Obama quiere proyectar una imagen benévola y "humana" de
Estados Unidos al mundo. Las frías crueldades que este sistema está infligiendo
sobre los niños de América Central están minando la imagen de Estados Unidos
como un defensor supuestamente compasivo de los derechos humanos.
Una gran crisis, un gran reto
Cualquier persona con un corazón tiene que arder de angustia e indignación
por la gran crisis en curso en el Valle del Río Bravo en el sur de Texas. Pero
eso no es suficiente.
El abismo aparentemente sin fondo de los tormentos que este sistema del
capitalismo-imperialismo utiliza para explotar y oprimir a la gente de todo el
mundo se encuentra al desnudo en esta crisis. Un examen más profundo revela algo
del ardiente volcán de contradicciones en que se basa este sistema — y el
potencial de superarlas. Las tensiones creadas por la despiadada opresión y
dominación de personas en todo el mundo están presionando directamente a las
fronteras del imperio, y reverberan al interior del propio corazón del
imperialismo.
Pero la pregunta sigue pendiente: ¿qué se puede hacer al respecto?
Hay que tratar a todos los jóvenes y niños que logran entrar a Estados Unidos
con humanidad y compasión; siempre que sea posible, hay que reunirlos con
miembros de su familia tan pronto como sea posible. Hay que darles toda la
atención médica necesaria y hay que ponerlos en un ambiente de cuidado y amor.
Hay que proporcionarles una educación y nunca deportarlos.
Además, todos los que quieren ver el fin de un mundo el que someta a sádicos
tormentos a los niños, y a cualquiera, tienen que conectarse con el
movimiento para la revolución.
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