Informes del:
13 de septiembre: El momento para lanzar pitidos
contra el parar y registrar… la etiquetación racial, la brutalidad y asesinato
policial y el cauce hacia la encarcelación en masa
9 de noviembre de 2012 | Periódico Revolución
| revcom.us
Revolución recibió los siguientes informes sobre las acciones en el país
como parte del “13 de
septiembre: El momento para lanzar pitidos contra el parar y registrar… la
etiquetación racial, la brutalidad y asesinato policial y el cauce hacia la
encarcelación en masa”.
De la página web de la Red Parar la Encarcelación en Masa
Sonaron pitidos el 13 de septiembre en ciudades por toda la Ciudad de Nueva
York así como en Cleveland, Chicago, Los Ángeles, San Francisco y otras
ciudades, cuando miles hicieron sonar silbatos en contra del parar y registrar,
contra el sistema penitenciario que almacena a casi 2.4 millones de personas,
contra las condiciones parecidas a la tortura que tantas personas sufren en esas
prisiones y la discriminación que enfrentan los ex presos aun después de cumplir
su sentencia.
Estos silbatos fueron una declaración de que ya no seguiremos soportando en
silencio el abuso del sistema de “injusticia” criminal. Fueron una forma de
unirse a esta resistencia contra este abuso para aquellos que se llevan la peor
parte de esta injusticia. Una manera de dejar de culparse a sí mismos por este
abuso y, al contrario, protegerse y velarse los unos a los otros ante este
abuso. Y ponen otro clavo al ataúd del parar y registrar.
La Red Parar la Encarcelación en Masa avanza a partir de este día importante.
Llamamos a todos los que odian la forma en que la policía hostiga, menosprecia y
brutaliza; todos los que ven la forma en que la puerta giratoria de la prisión
le ha quitado a toda una generación la esperanza de un futuro; todos los que
simpatizan con los millones de personas forzadas a vivir enredadas en el sistema
de “injusticia” criminal, que se unan a nosotros para luchar para ¡PARAR LA
ENCARCELACIÓN EN MASA Y TODAS SUS CONSECUENCIAS!
Únase con nosotros en las calles el 22 de Octubre Día Nacional de Protesta
para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una
Generación.
Informes desde el campo
Lanzando pitidos en Harlem
Sonaron los silbatos en Harlem desde la media tarde hasta el anochecer. Cerca
de dos docenas de personas se juntaron en frente del edificio de gobierno
estatal en Harlem inmediatamente después de las 3 pm para declarar un nuevo día
de levantarse en contra del parar y registrar y cuidándose el uno al otro la
espalda frente al abuso de la policía. Casi durante cuatro horas, algunas de
esas personas se fueron y otras se les unieron. En general, al menos 1.000
silbatos y un gran número de volantes salieron a las manos de los que pasaban,
algunos de ellos pasaron un rato pitando con sus silbatos recién adquiridos.
Harlem
Las personas jóvenes estaban especialmente ansiosas de tener en sus manos
silbatos, con grupos de estudiantes de intermedia y secundaria tomando silbatos
no solo para sí mismos sino cogiendo manojos y en varios casos, bolsas de
silbatos para distribuir en la escuela al día siguiente. Los blogueros que han
escuchado sobre el 13 de septiembre en línea o recibieron silbatos antes en
Harlem o en otras partes de la Ciudad de Nueva York llegaron para conseguir
entrevistas y fotos para poner en línea. La TV alemana y un grupo de
Democracy Now! estaban entre los medios que llegaron a Harlem para
grabar a los organizadores y participantes. Varias personas en sillas de ruedas
llegaron y pasaron varias horas corriendo la voz sobre levantarse y resistir en
contra de la injusticia de la policía y repartiendo silbatos a las personas para
lanzar pitidos.
En Harlem, el grupo incluyó a Carl Dix, Jim Vrettos y Gbenga Akinnagbe,
quienes auspiciaron el día A Lanzar Pitidos contra el Parar y Registrar el 13 de
septiembre. La tía y el tío de Oscar Grant, presentes en Nueva York para la
audiencia en la corte en el caso del policía que asesinó a Ramarley Graham,
vinieron para conseguir unos silbatos. Estaban rumbo a una vigilia para Ramarley
e iban a hacer sonarlos ahí a la 6:00 p.m. Pam Africa de la organización MOVE y
Jazz Hayden también se unieron a la acción A Lanzar Pitidos contra el Parar y
Registrar en Harlem.
Al aproximarse las 6 p.m., el Club Revolución de Harlem guió a unas 20
personas en una marcha por la calle 125 hacia dos multifamiliares grandes en
Harlem. Juntos con los residentes del multifamiliar Grant Houses, hicimos sonar
los silbatos a las 6:00 p.m. al unísono de las personas a lo largo de la Ciudad
de Nueva York y por todo el país. Un grupo de cuatro o cinco jóvenes, de 12 años
de edad o menos, tomaron la delantera para distribuir silbatos por todo el
multifamiliar. Después, el grupo se desplazó hacia el multifamiliar
Manhattanville Houses y lo cruzaron marchando, mismo que desafió las divisiones
y choques históricos entre los dos multifamiliares a fin de llamar a sus vecinos
a unirse para lanzar pitidos en contra del parar y registrar. Unos jóvenes
mayores se unieron a la marcha con nosotros, con pancartas y lanzando
pitidos.
En varios momentos durante el día, Carl Dix dio una orientación de lo que
estábamos haciendo ese día: "Hoy, la gente de Harlem, junto con otras personas
por la ciudad de Nueva York y en ciudades por el país, se están levantando
juntas para oponerse a la injusticia de todo el sistema de justicia criminal que
se impone a las personas de este país. Llevaremos este espíritu de resistencia
para forjar una lucha que ponga fin al ‘Parar y Registrar’ y luchar contra la
encarcelación en masa y toda sus consecuencias".
Una historia personal de una acción en El Bronx del blog de Nancy
Van Ness:
En preparación, yo había escrito en mi brazo izquierdo el número de teléfono
del Gremio Nacional de Abogados. Podría ser que yo lo necesitara. Cuando llegué
al lugar para reunirnos, me di cuenta de que Noche, el joven activista valiente
que iba a conocer para esta acción, también lo había hecho.
Estuvimos en una parte del Bronx en que el Departamento de Policía de Nueva
York (NYPD) centró su política de parar y registrar, que produjo casi 700.000
incidentes en que la policía, sin órdenes de registro, paraban principalmente a
jóvenes varones de color y principalmente en barrios específicos, y los sujetaba
a registros personales humillantes. “El motivo” de esta práctica, según el
gobierno municipal y el NYPD [Departamento de Policía de Nueva York], es quitar
las armas de la calle.
He aquí lo que dice el Centro pro Derechos Constitucionales acerca de esta
política:
“En 2011 en la Ciudad de Nueva York, pararon a 685.724 personas, el 84% de
ellos residentes negros y latinos, aunque éstos sólo constituyen aproximadamente
un 23% y un 29% de la población de la ciudad, respectivamente. El 2011 es el año
récord de incidentes del parar y registrar. El número de incidentes así
representa [un aumento de] más de 600% desde que el alcalde Bloomberg asumió el
cargo. En 2011, un 88% de estos incidentes no resultaron en ningún arresto ni
citación. Encontraron contrabando en sólo 2% de los mismos. El NYPD afirma que
su política de parar y registrar quita armas de la calle, pero sólo encontró
armas en un 1% de los incidentes. Estas cifras contradicen esa afirmación
claramente”.
Dentro de poco unas otras personas se unieron con Noche y mí, entre ellas un
observador legal de The Bronx Defenders. La abogada joven Cara Suvall estuvo
allí para impedir que la policía nos privara del derecho de protestar y para
atestiguar a cualquier comportamiento ilegal de la policía. Siempre me gusta la
presencia de los observadores legales. Si algo malo pasara, al menos habría un
testigo calificado para testificar sobre lo que verdaderamente sucede.
Una patrulla se nos acercó, parando justo dónde estábamos, cuando pegábamos
con cinta adhesiva unos letreros en las verjas del multifamiliar y del parque y
distribuíamos volantes y silbatos a los paseantes, animándolos a lanzar pitidos
cada vez que vieran a la policía parar a los jóvenes del barrio. La policía nos
fotografió desde la patrulla y dentro de poco llegó una “camisa blanca”, el
teniente José Torres. Yo estaba al lado de la Sra. Suvall quien,
afortunadamente, demostró mucho tacto con él. Él estaba allí para “ayudarnos”.
La única ayuda que podría proporcionarnos hubiera sido abogar por el fin del
parar y registrar. Sin embargo, ya que no me buscaba problemas, no dije eso ni
nada.
Nos preguntó si la protesta iba a repetirse de modo regular. La Sra. Suvall
me dejó responder, y le dije al oficial que no sabía de ningún plan como eso. Lo
que no le expliqué era que pensábamos alentar a todo el barrio a oponer
resistencia a la política, todo el día, todos los días, para siempre o hasta que
se ponga fin a la política, lo que ocurra primero. Le pude dar a entender, con
sinceridad, que yo mismo no pensaba estar en esa esquina con ninguna
regularidad. Espero que la gente del barrio sí esté allí todos los días.
El teniente se retiró un poco y se reunió con otros policías en una
furgoneta, los que permanecieron cerca, aunque no al alcance del oído, durante
casi todo el tiempo que estábamos allí. Comparándolo con otros encuentros con la
policía en esta campaña ALTO al “Parar y Registrar”, esto no estuvo tan mal. La
campaña, lanzada el año pasado y encabezada por el profesor Cornel West y Carl
Dix, un vocero del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, sigue
avanzando. Una consigna es: “No nos detendremos hasta que PONGAMOS FIN al ‘Parar
y Registrar’”. Hasta ahora, no nos hemos detenido.
El objetivo de esta acción en particular fue apoyar a la gente del barrio y
capacitarla para dirigir la lucha contra esta política. Varias personas nos
hablaron, algunas ya con silbatos que fueron distribuidos antes. Muchas personas
consiguieron silbatos y volantes. Unas personas nos hablaron de la brutalidad
que habían presenciado o experimentado. Un hombre mayor con mucha dignidad se
acercó a la policía y sin más les sonó el silbato. Traté de hablar con las
abuelas y las madres porque quiero contribuir a forjar un mundo mejor para todos
nuestros hijos y yo sé que tenemos deseos en común. En especial me tocaron el
corazón los preciosos niños, todos los cuales llegarán a ser objetivos de esta
política a menos que la paremos.
Noche se entiende muy bien con los jóvenes. Conoce sus experiencias y puede
proporcionarles fuerza acerca de cómo oponer resistencia. Un periodista joven de
la Universidad de Columbia nos entrevistó, y lo conmovió especialmente lo que le
está pasando a Noche. Noche enfrenta una sentencia de varios años en la prisión
por defender a los oprimidos, pero aun así salió de nuevo en la calle. Un
periodista y una camarógrafa de NY1 News lo entrevistaron. Me divirtió el grupo
de personas del barrio, la mayoría jóvenes, que se agrupaban detrás de Noche
mientras respondía a las preguntas del periodista ante la cámara.
Unas personas de dos agencias de servicios sociales salieron de sus oficinas
al otro lado de la calle, atraídas en parte por los pitidos. “¿Cómo podemos
ayudar a un joven con su tarea cuando acaba de experimentar un intercambio con
un policía que le quebró el espíritu hacia las personas en las que confía?”,
dijo David R. Shuffler, el director de Youth Ministries for Peace and Justice
[Ministerios de la Juventud por la Paz y la Justicia]. “Eso es un fuerte reto en
nuestro barrio”. Expresó eso en una entrevista con NY1.
Y la verdad es que la escandalosa falta de efectividad de la política del
parar y registrar en comparación con lo que la alcaldía y la policía afirman que
sean sus objetivos hace que mucha gente se pregunte si su verdadero objetivo es
intimidar a la gente de color y criminalizarla. Las estadísticas acerca de las
prisiones también pueden avalar esa idea.
Cuando la actividad en este lugar disminuyó y nos dimos cuenta de que había
mucha actividad allá en Harlem, Noche y yo cargamos los letreros, silbatos y
volantes en una carretilla. Mientras viajábamos a la parte de Harlem al norte de
la Calle 125 entre la Amsterdam y Broadway, nos fogueamos en llevarla subiendo y
bajando las escaleras del metro. Marchamos por entre los multifamiliares y
muchas personas nos saludaron sonando sus silbatos en apoyo. Distribuimos
silbatos a los que no los tenían, junto con volantes que explicaban cómo usar
los silbatos para participar en ALTO al “Parar y Registrar”. No vi a ningún
policía y me pregunté la razón, pero me alegró. Parecía más como una celebración
en lugar de un sitio. La realidad, sin embargo, es que muchos jóvenes sufren por
el parar y registrar en esa zona también.
Rompiendo el silencio en Staten Island
Elaine Brower
Hoy fui a la Stuyvesant Place y Wall Street, en Staten Island, a unas
manzanas del trasbordador y la secundaria Curtis. Este vecindario está ubicado
en la costa norte de la Isla, es una comunidad pluri-racial y tiene una muy
amplia base política. Está detrás de la comisaría 120, la mayor en el
distrito.
Llevé silbatos, volantes y botones y el letrero “Nosotros estamos lanzado
pitidos contra el parar y registrar” y una pancarta chiquita casera con la
consigna sencilla: “ALTO al ‘Parar y Registrar’”. Al llegar a las 3 de la tarde,
al caminar por la calle, me topé con un grupo de jóvenes en su mayoría varones
negros. Vieron mi letrero y de inmediato agarraron la onda, me hablaron de sus
experiencias con múltiples incidentes del parar y registrar y me dijeron que
conocen muchos chamacos que la policía también ha hostigado. Era como abrirles
las compuertas de la vida y alguien estaba presente para escucharles. Después de
tomar los volantes y silbatos, fui al lugar donde otras personas iban a
reunirse. Nadie llegó, por lo tanto empecé a conversar con todos los jóvenes que
caminaban por la calle desde la secundaria Curtis. Casi todos se detuvieron
cerca de mí en la esquina y se interesaron en lo que decía sobre la campaña “A
lanzar pitidos”.
En uno que otro momento, unos 15 jóvenes se arremolinaban a mi alrededor,
hablándome acerca de las personas que conocían que la policía había parado y
estaban tan felices de que alguien hacía algo al respecto. Algunos creían que el
parar y registrar era “la ley” y que no podían hacer nada al respecto. Les
expliqué que constituye una política del Departamento de Policía de Nueva York
(NYPD) y es ilegal y viola sus derechos civiles, así como es una cauce hacia la
encarcelación en masas principalmente para los jóvenes negros y latinos varones.
Las jóvenas tenían hermanos, novios y amigos varones que habían estado sometidos
en múltiples ocasiones al parar y registrar. Todos querían un silbato, claro, y
¡la mayoría querían uno de color anaranjado! Pero les dije que tuvieran que
llevarse un volante y además escuchar lo que yo les decía sobre nuestra campaña
ALTO al “Parar y Registrar” y las maneras en que ellos podían participar, y
además acceder a la página web y leer sobre la misma. Yo no les daba los
silbatos sin que escucharan mi rollo. Se quedaron parados, escuchando
atentamente y moviéndose la cabeza a favor y en contra del hecho de que no
tienen que aceptar este trato. Además, les dije, sobre todo a los varones ahí,
que yo no aceptaría el mismo trato que ellos. Ellos lo captaron y lo apreciaron.
Les dije que yo estaba ahí para asegurarme de que ellos recibieran el mismo
trato que yo y que ganaríamos únicamente con la unión en pie de la comunidad
para poner alto a esta política racista.
¡Antes que me diera cuenta, todo el vecindario hacía sonar los silbatos!
Estuve solita y tres patrullas y un coche celular de la policía rondaban en la
esquina. Claro, dos oficiales de relaciones comunitarias se me acercaron para
preguntarme quién era yo, y si era yo una “organizadora”. Les dije que estuve
ahí para explicarles a los jóvenes acerca de sus derechos y que estuve ahí sola.
Me preguntaron si “nosotros” íbamos a marchar hacia el palacio municipal del
distrito. Yo les respondí que “si yo puedo organizar a estos chamacos, claro; si
no, me quedo aquí”.
Conocía a los mejores chamacos. Curiosos, inteligentes, deseosos de hacer
algo y además conocí a unos adultos que se detuvieron para hablar conmigo. Uno
era un agente de libertad caucional recién pensionado. Se entusiasmó al verme
ahí y quiere pasar un tiempo trabajando con nosotros. Le di mi número de
teléfono pero por tener las manos tan llenas, no pude conseguir sus datos.
Llevaba dos letreros, y me movía con los silbatos y volantes, todo a la vez. Él
me ayudó a repartir unos volantes y me contó unas historias de qué tan triste
que se sentía cuando él, como agente de libertad caucional, tuviera que ver a
los mismos jóvenes que el NYPD había arrestado bajo la política del parar y
registrar, acusados falsamente por el sistema de tener un carrujo de mota en el
bolsillo o andar sin identificación. Además, le causó desesperanza al ver la
cantidad de casos en su contra. Luego, hablé con un joven que trabaja en el
Consejo de la Juventud de la Alcaldía. Logré darle mis datos. Quiere trabajar
con nosotros y dijo que su grupo también. Odia esta política y dijo que el
consejo estaría muy intensado en participar en cualquier actividad que
planeemos. Conversé con tantos jóvenes negros varones que me contaron sus
historias. Uno en particular, muy serión, dijo que ayer lo pararon por nada.
Dijo que la patrulla de la policía se arrimó a su lado mientras caminaba por la
calle y lo zamparon sobre el cofre. Le pidieron su identificación y le
esculcaron los bolsillos. Estuvo tan encabronado y dijo que sabía que lo
hicieron porque es negro. No lo arrestaron pero él dijo que ya no lleva nada
encima, ni mochila, porque ellos lo van a revolverlo todo. Le di un volante, un
silbato y el número de teléfono del Gremio Nacional de Abogados (NLG) y le dije
que le llamara si algo así lo ocurriera de nuevo. Dijo que iba a ir a la página
web y quizá dar testimonio. Me agradeció por estar ahí y escucharle. Le dije que
iba a volver con amigos y más botones.
Total, pasé 40 minutos en la esquina de la Wall y Stuyvesant y repartí cien
silbatos y la mayoría de los volantes que tenía, junto con todos los botones,
los que salieron como pan caliente, e hice tarjetitas con el número del NLG para
que pudieran llamarles en caso de que la policía los parara y arrestara. Les
dije que tuvieran que ponerse los botones en mi presencia o si no, no pudieran
tenerlos; ¡de ahí ellos se los pusieron con mucho orgullo!
En el camino de regreso a mi coche, pasé por una tiendita de comestibles
donde conversaban unos señores mayores. Les mostré mi letrero y de inmediato me
dijeron: “Estamos contigo”. Les hablé, y ellos me contaron que la policía los
había parado tantas veces y que odiaban a la policía. Les di el volante, y ellos
se interesaron tanto en hablar conmigo. Un sujeto me dijo, al subirse a su
coche, que lo habían parado tanto pero que últimamente creía que la policía
había estado bajando el ritmo del parar y registrar. Opina que ya no lo hacen
tanto. Unos cuantos de los demás mencionaron lo mismo, pero además dijeron que
presenciaron en muchas ocasiones que los policías paran a los jóvenes negros
varones, pero que además, para a estos mismos señores. Ellos creían que era una
ley, pero les dije que no, que es una política del NYPD y que viola la ley. Les
expliqué la cosa a todos ellos, pues muchas personas no saben que esta política
es ilegal y es una violación de sus derechos.
¡Ni llevo la cuenta del número de muchachos y adultos con los que hablé y qué
tantos hablaron conmigo! Yo hacía malabarismos con los silbatos, volantes,
afiches y botones a la vez que procuraba escuchar todas sus historias. Este
lugar es fenomenal y estoy segura de que con una labor de divulgación, sería
posible organizar la comunidad.
Al comienzo, admito que me inquietaba estar sola y hablando sobre el parar y
registrar con los jóvenes que lo conocen muy bien en carne propia. Pero fue una
experiencia emocionante y me sentí tan bienvenida y apreciada. Lo único que
puedo decir es, ¡Formidable!
Enviados al periódico Revolución:
California
“Hoy se inicia aquí…”
En Anaheim, California: Los familiares y amigos de Manuel
Díaz, Joel Acevedo, Martín Hernández y Caesar Cruz, asesinados por la policía de
Anaheim, y Michael Nida, asesinado por la policía de Downey, juntos con
activistas, vecinos de la Anna Drive y barrios cercanos, y los muchachos de la
Anna Drive, se reunieron en la ofrenda para Manuel Díaz en la Anna Drive.
Genevieve Huízar, la madre de Manuel, dijo: “Estamos hartos de los asesinatos
policiales contra nuestras familias…. Vez tras vez, se dan por todo Estados
Unidos. De Montana a Texas, de Nueva York a California, ¡que todos lancen
pitidos! Todos tienen que estar presentes. ¡Que hagan sonar los silbatos!”
Reventaron el cielo de 30 a 40 silbatos al unísono después de que alguien leyó
el volante: “Ya no aguantaremos callados mientras privan de sus derechos a la
gente”. Los canales 52 y 4 cubrieron el evento. La gente volvió a sonar los
silbatos. Albert Castillo, de Chicanos Unidos, dijo: “Hoy se inicia aquí.
Seguiremos haciéndolo, ¡guárdense los silbatos consigo mismos!”
Universidad
del Estado de California-Northridge
En la Universidad del Estado de California-Northridge un
festivo mitin al mediodía organizado por la Red Parar la Encarcelación en Masa
llamó la atención de cientos de estudiantes, muchos de los cuales conocieron por
primera vez lo que este sistema de “injusticia” criminal le hace al pueblo y
además que existe una manera de romper el silencio sobre todo esto. Veintenas de
estudiantes hicieron sonar los silbatos, tomaron manojos de volantes para llevar
a sus clases, agarraron y donaron por silbatos adicionales para distribuir. Se
dieron presentaciones en cinco clases, en las que se pudo explicar con más
profundidad la necesidad de forjar una resistencia y lo mucho que está en juego
cuando miles de personas participen y distribuyan estos silbatos por todo el
país. Los comunistas revolucionarios hablaron acerca de la iniciativa Lo
BAsico en las Universidades como parte de todo este conjunto. Se
distribuyeron cientos de silbatos durante los tres días.
El 13 de septiembre en el barrio Crenshaw de Los Ángeles,
los alumnos de secundaria lanzaron pitidos en frente de la escuela, por la
Crenshaw la gente lanzó pitidos así como en el parque Leimert, un centro de vida
política y cultural del rumbo. En la secundaria se habían distribuido cien
silbatos durante la semana y los alumnos palparon la importancia de tomar
partido con las personas que luchaban contra el parar y registrar en Nueva York
y ser parte en una nueva cultura de resistencia. Una consigna que popularizaba
esa idea suscitó polémica y estableció un nuevo marco: “Cuando lleguen los
policías, ¿qué vas/vamos a hacer? ¡Luchar contra el poder y hacer sonar ese
silbato!” Unos alumnos respondieron a “¿Qué vas a hacer?” diciendo “¡A correr!”
Otros gritaron: “¡A hacer sonar el silbato!” y lanzaron pitidos.
Las mujeres acogieron los silbatos, hicieron donaciones y los hacían sonar en
el lugar cuando un policía por la Crenshaw orilló a alguien, y una mujer nos
dijo que la policía la había golpeado y disparado con una pistola Táser. Otra
dijo que no había tenido un encontronazo directo con los policías “pero tengo
hijos”. En el parque Leimert, una mujer cuyo hijo fue arrestado hace poco se
unió para sonar silbatos y otra mujer se unió porque vio un montón de volantes
en una tiendita cercana y que se había llevado el montón y los había repartido
todos. Algunas personas que manejaban por ahí en carro escucharon la agitación
sobre los 2.000 incidentes del parar y registrar del NYPD al día y silbaron
desde sus carros o se arrimaron para conseguir un silbato. En total, unas
docenas de personas hicieron sonar los silbatos, se recaudaron $35 y se
distribuyeron 300 silbatos.
El Área de la Bahía de San Francisco:
Las notas de los silbatos repicaban en el aire en el Área de la Bahía, de la
famosa plaza Sproul (donde nació el Movimiento de Libertad de Palabra en los
años 60) en la Universidad de California-Berkeley (UCB), a las secundarias, los
campos de muerte de East Oakland bajo ocupación policial y Vallejo,
California.
En la UCB, los estudiantes y activistas, con un vivo grupo de estudiantes de
escuela media, sostuvieron mantas, sonaron silbatos y pidieron a los transeúntes
a que pararan la encarcelación en masa, la brutalidad y asesinato policial y el
cauce hacia las prisiones, donde 2.4 millones de personas en Estados Unidos
están almacenadas. Después, fuimos a East Oakland, para unirnos con los
moradores del barrio en un mitin y marcha muy ruidosos y visibles desde un cruce
transitado hacia la subdelegación del OPD (Departamento de Policía de Oakland)
en Eastmont Mall. Vibraba una cacofonía de sonidos: silbatos, fuerte agitación
con altavoz y cláxones de cientos de carros en unidad con el mensaje. Se nos
unieron más vecinos y se hizo una entrevista radial en vivo en Vallejo. Un
muchacho tomó el altavoz para encabezar el coro: “Oye, Oye, OPD, ¿cuántos
muchachos ha matado hoy, maldito güey?” Hace poco, a solamente unas cuadras de
distancia, un puerco policía del OPD ejecutó a Alan Blueford, a unos días de su
graduación de la secundaria, mientras yacía no armado en el suelo.
Vallejo
En las secundarias, se distribuyeron e hicieron sonar más de 200 silbatos en
la secundaria Castlemont, una escuela de estudiantes en su mayoría negros y
latinos en East Oakland, una comunidad con una larga historia de violencia
policial contra el pueblo, incluyendo el reciente asesinato policial de Alan
Blueford y el asesinato de Raheim Brown Jr. por parte de la Policía Escolar de
Oakland fuera de la secundaria Skyline en 2010. Muchos alumnos tomaron con
entusiasmo los botones “ALTO al Parar y Registrar”, los calcomanías
“ENCARCELACIÓN EN MASA + SILENCIO = GENOCIDIO” y sonaron silbatos. En la
secundaria Oakland, tres partidarios de Parar la Encarcelación en Masa (maestros
recién jubilados) dieron una presentación PowerPoint en tres clases de Gobierno
de último año. Más de cien estudiantes de distintos orígenes (mexicanos,
salvadoreños, vietnamitas, camboyanos, chinos y negros) contaron historias de su
propia experiencia con la policía y las autoridades.
En Vallejo, a media hora al norte de Oakland, se celebró un mitin “A lanzar
pitidos” de 30 a 40 personas en frente del palacio municipal, organizado por la
familia y los amigos de Mario Romero, baleado por la policía de esta
municipalidad una semana antes, mientras estaba sentado con un amigo en un carro
estacionado en frente de su casa.
El acto atrajo la familia de Mario y sus amigos y también otros que han sido
víctimas del asesinato policial a manos de los policías asesinos de triste fama
de Vallejo. En Vallejo, una ciudad de solamente 90 mil habitantes, la policía ha
baleado a siete personas desde mayo de este año, causándoles la muerte en cinco
casos.
Cleveland
El 13 de septiembre, un pequeño grupo se juntó en el centro de Cleveland para
¡Lanzar pitidos contra el parar y registrar, la brutalidad y asesinato policial
y la encarcelación en masa! Participaron activistas del movimiento por los
inmigrantes, la organización comunitaria Black on Black, un estudiante
universitario negro, alguien que estuvo en la Gira del Autobús Lo
BAsico y unos vendedores del periódico Revolución. Hablamos con
veintenas de los jóvenes que se reúnen ahí, repartimos 50 silbatos entre los
jóvenes que quieren hacerlos sonar cuando ven abusos de parte de la policía. Una
alumna de secundaria dijo: “Quiero un silbato porque en mi escuela, los policías
salen en manada debido a una pelea, pero principalmente están presentes para
joder. Les voy a lanzar pitidos”. Tras repartir los silbatos y conversar con los
jóvenes, marchamos al Centro de [In]Justicia/Comisaría de la Policía con
pancartas y coros de “El cauce hacia la encarcelación en masa, ¡NOSOTROS
decimos: Basta Ya!”; “Los policías matan a nuestra juventud, ¡NOSOTROS decimos:
Basta Ya!”; etc.
Cleveland
Mientras lanzábamos pitidos, un abogado vino corriendo para decir que le
encantaba lo que hacíamos. Dijo que cuando trabajaba en la oficina del fiscal,
no podía soportar tener que defender lo que la policía le hacía a la gente.
Ahora defiende principalmente a los jóvenes afroamericanos y contó que la
policía le puso esposas a un estudiante del segundo año de primaria porque éste
no se puso de pie con suficiente rapidez. Le encabrona que la policía toma fotos
de los jóvenes en la calle que ni cometen delitos. Cuando se comete un delito,
los oficiales se presentan con las fotos y cuando alguien identifique a una
persona en dichas fotos, a ésta le acusan del “delito”. Dijo que la cárcel del
condado “es una fábrica y el producto son los afroamericanos encarcelados”. Al
terminar, las personas decían que el día fue el comienzo de los preparativos
para las acciones del 22 de octubre con un eje en torno a la encarcelación en
masa y la importancia de perseverar en atraer e integrar a los jóvenes en este
movimiento. Un activista negro dijo: “¿Por qué hacemos esto? Pues, si nosotros
no lo hacemos, no habrá ningún llamamiento a que nadie más lo haga”.
Houston
Los revolucionarios montaron un puesto en el camellón al borde de un
multifamiliar donde los inquilinos viven bajo condiciones parecidas al arresto
domiciliario. Si bien no hay una política oficial del parar y registrar
acá, tampoco falta tal trato, lo que se da a diario, a manos de los agentes de
la policía del condado. Hace un par de semanas, mientras los revolucionarios
empezaban a correr la voz sobre el 13 de septiembre, a adivinarse qué les pasó:
los pararon y registraron.
Una mujer del rumbo nos describió la situación hace poco: “Quisiera hablar
acerca del hostigamiento policial… Estoy harta y asqueada por la situación de
nuestra gente negra… por el mero hecho de subsistir con bajos ingresos…
necesitamos un lugar para albergarnos… eso no implica que todos hayamos hecho
algo malo. Estoy harta de que los agentes de la policía… de la Comisaría 6 o lo
que sea… hostiguen a nuestras hijas e hijos, a nuestros jóvenes. Vienen y
agarran a las personas que andan en bicicleta, nada más por ir por la calle en
grupos… de tres a cuatro. He visto… el día de ayer me asomé por la ventana de
atrás de mi casa y vi a los policías, venían por la calle a toda velocidad en
contrasentido y coleaban en contra de cuatros jóvenes negros, por el mero hecho
de que iban en bicicleta. Los registraron, les esculcaron, los mantuvieron ahí
casi una hora… nunca les encontraron nada y los soltaron a todos”. Por eso, los
inquilinos de los multifamiliares, sus vecinos y muchos conductores, muchos de
éstos de dos universidades vecinas, acogieron las pancartas y silbatos con
entusiasmo. Atestiguamos un buen de cláxones y señales de aprobación.
Algunos chamacos de escuela primaria en bicicleta se acercaron y querían
sonar los silbatos. Por tanto, les explicamos qué onda. Les llamaban la atención
en particular el afiche “Tres strikes y fuera”. Algunos adultos se acercaron y
hablaron con amargura sobre la manera en que la policía para a las personas y
les viola los derechos. Eso se conectó mucho con estos jóvenes, pues querían ser
parte de esto. Dos chicos fueron a casa para conseguir plata para adquirir
silbatos; volvieron, agarraron los volantes y ejemplares de Revolución
y los distribuyeron entre los carros, junto con unas muchachas que habían tomado
las pancartas y difundían los materiales y recolectaban dinero. Con un fuerte
desprecio hacia la policía, una chamaca de 8 años de edad explicó por qué estaba
ahí lanzando pitidos y participando: “Los policías, pues, vienen agarrando a las
personas y llevándolas al bote y pegándoles y también las vienen parando y
hostigando y pidiéndoles identificación”. Agregó que le gusta ayudar a las
personas y donar dinero.
Al irnos, las y los muchachos seguían en la esquina, sonando los silbatos.
Además, la gente quería saber cuándo íbamos a volver.
Chicago
en el barrio sur Chicago al norte
Chicago
Un camión de sonido recorría el barrio oeste y le explicaba a la gente de qué
se trataba el día. En una esquina, las personas empezaron a congregarse y la
cosa se pone muy ruidoso y fuerte y muchos hace sonar los silbatos. Al
aproximarse las 5 p.m., se inicia una cuenta regresiva por altavoz y crece la
emoción genuina acerca del carácter sincronizado nacional de lanzar los pitidos.
A las 5 p.m., ya es un ambiente de mucha bulla. Tal vez 30 personas estén
haciendo sonar los silbatos mientras más carros se detienen para conseguir
silbatos.
Una persona escribió: “Me llamaba la atención que el mensaje sencillo se
conectara de forma poderosa con el pueblo: la táctica de hacer sonar los
silbatos, de ver que otros hicieran lo mismo y de cambiar la dinámica de lo que
pasa de modo que la policía ya no pudiera seguir cometiendo sus crímenes contra
el pueblo en silencio. Eso captó la imaginación de las personas, les hizo
reflexionar y veían que esta campaña era algo que podían hacer suya por su
cuenta. Se manifestaba en el lenguaje corporal de las personas y la forma en que
rápidamente se pusieron mucho más serias y comprometidas al ir teniendo una idea
de lo que representaba la campaña, y querían conseguir silbatos y volantes”.
En el barrio sur, se repartieron los silbatos cerca de la estación del metro
al costado de una universidad de dos años en la comunidad. Los revolucionarios
montaron un sistema de sonido y transmitieron a todo volumen la charla filmada
de Bob Avakian, Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué
es y repartieron tarjetas de mano con las citas de Lo BAsico.
Colgaron una pancarta con las “Víctimas del sistema de injusticia”: Trayvon
Martin, Troy Davis, Sean Bell, Oscar Grant, junto con Corey Harris y Darius
Pirex, dos personas que la policía mató ahí mismo en esa zona. Anteriormente esa
semana, un grupo de mujeres que viven a dos manzanas de distancia de la
universidad de dos años se llevaron un paquete de silbatos y volantes,
comentaban que la policía siempre intenta obligarlas a salir de sus porches. En
otra calle, a una manzana de distancia de la universidad, pero en otra
dirección, se repartieron cien volantes en una hora y las personas respondieron
a un llamamiento a acercarse, y se llevaron más.
Al aproximarse a las 5 de la tarde, la hora de hacer sonar los silbatos a
nivel nacional, algunas personas se presentaron que habían prometido que iban a
volver, algunas personas se asomaron desde sus coches para conseguir silbatos y
unos estudiantes de ida y regreso de clases se detuvieron para dar testimonio
sobre lo que la policía les hace. Algunos de éstos esperaron la cuenta regresiva
de las 5. A las 5 en punto, los silbatos irrumpieron en ráfagas. Cuando las
patrullas de la policía se arrimaron, el volumen iba subiéndose de tono.
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