La Ley de Autorización de Defensa Nacional: Una
ley infame del Congreso y de Obama
Dennis Loo Del sitio de web Revolución 10
de enero de 2012
La víspera del Año Nuevo, Barack Obama firmó la Ley de
Autorización de Defensa Nacional (NDAA), que adjudica fondos para este año a las
Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Entre otras disposiciones, esta ley codifica
la detención militar indefinida de las personas, incluidos ciudadanos
estadounidenses, sin cargos, en nombre de la "guerra contra el terror". El
gobierno de Estados Unidos ya ha usado ese poder contra los encarcelados en
Guantánamo y otros lugares, pero ahora es ley oficial. Revolución
reimprime aquí, con su permiso, un artículo del profesor de sociología y
autor Dennis Loo sobre la naturaleza fascista de esta medida de Obama y el
Congreso. El artículo salió originalmente en www.DennisLoo.com, antes de que
Obama firmara la ley y antes de unas modificaciones finales. No obstante, la
naturaleza esencial de la ley no ha cambiado. En un principio Obama tuvo ciertos
desacuerdos con algunos aspectos de la ley, pero accedió a firmarla, de acuerdo
a un artículo de www.Huffingtonpost.com, "después de que el Congreso añadió unas
disposiciones para quitar la autoridad final de detener a los sospechosos de las
fuerzas armadas y dársela al presidente". Obama también añadió una "declaración
al firmar" que señalaba "sus reservas serias" respecto a algunas disposiciones,
en particular una que permitiría la detención indefinida de ciudadanos
estadounidenses, y declaró que su administración no autorizaría tal detención.
Pero este presidente ya ha superado por mucho lo hecho por su predecesor, George
W. Bush, en lo que se refiere a acciones fascistas, incluida la autorización
para asesinar sin ningún juicio a ciudadanos acusados de terrorismo. Y ahora que
es ley, cualquier presidente futuro tendrá el poder oficial de detener
indefinidamente a los sospechados de terrorismo, incluidos a ciudadanos
estadounidenses.
La Casa Blanca anunció el 15 de diciembre de 2011 que Obama no vetaría la Ley
de Autorización de Defensa Nacional de 2012. Esa ley faculta a las fuerzas
armadas a arrestar y detener por un tiempo indefinido a cualquier persona,
incluido un ciudadano estadounidense, en cualquier parte del mundo, inclusive
dentro del territorio estadounidense, a quien las autoridades acusan de ser
terrorista o a quien presumen que haya dado apoyo material a terroristas o a
organizaciones clasificadas como terroristas. Ahora es suficiente, de facto [en
la práctica] y de jure [según la ley], simplemente acusarle a una
persona para poder pronunciarle una condena en virtud de dicha acusación,
como si ahora estuviera al mando la Reina Roja de Lewis Carroll: "¡Primero la
condena, y después el juicio!"
Sólo que ahora ni siquiera se tomarán la molestia de hacerle un juicio, ni
antes ni después de la condena. Con su acción este presidente y este
Congreso merecen considerarse ahora y además pasar a la historia como
los más infames y los más cobardes de la historia del país.
Barack Hussein Obama, el candidato que hizo campaña sobre una plataforma de
reparar las ilegalidades y las grandes injusticias del régimen de Bush, de esta
manera ha declarado inequívocamente por quiénes toma partido en la historia: por
aquellos que Franz Kafka ridiculizaba notoria y vívidamente como las fuerzas que
adoptan poses, se vanaglorian y afirman con más fuerza que nadie, envolviéndose
en la bandera y la Biblia, que son los grandes defensores de la Libertad y del
Imperio de la Ley, y tan pronto que estas palabras les salgan de la boca y de
sus plumas envenenadas, se ponen cínicamente a llevar a cabo las prácticas más
ilegales y más detestables. Esas prácticas le niegan al Pueblo las protecciones
más mínimas del debido proceso y del imperio de la ley, precisamente las
protecciones en que se diferencian las tiranías de las sociedades justas.
Hay quienes esperaban que Obama vetara esta ley patentemente fascista. Pero
todos los indicios previos tenían mal augurio: todas las quejas de Obama antes
de su anuncio el 15 de diciembre se centraban en su opinión de que la NDAA
limitaba indebidamente la prerrogativa del presidente de hacer las cosas que la
NDAA le permitía a las fuerzas armadas — actuar bajo la pantalla de la "guerra
contra el terror" para arrestar sumariamente, detener indefinidamente… y en el
caso de Obama, asesinar — a los que el gobierno declare culpables.
Más al grano, como señaló con razón Glenn Greenwald, la NDAA solo extiende a
las fuerzas armadas las políticas que Bush y ahora Obama, que le ha superado a
Bush desde que asumió el cargo, habían puesto en práctica ya desde la Casa
Blanca. Para los que se acuerdan de la doctrina del "ejecutivo unitario"
que surgió de la Sociedad Federalista y a favor de la cual el Partido
Republicano ha abogado y sigue abogando hoy —la noción de que el poder ejecutivo
tiene una autoridad ilimitada, fuera de cualquier supervisión y rendición de
cuentas— pues, Obama merece que la Sociedad Federalista le agasajen por llevar
esa doctrina a extremos que ni siquiera Bush se hubiera osado a llevarla.
Se ha llegado a esto: eres culpable si alguna autoridad dice que
eres culpable, no porque hayas comparecido al tribunal, no porque hayas tenido
la oportunidad de enfrentar a tus acusadores, no porque te atrevas a pensar que
eres inocente hasta que se demuestre lo contrario. La prueba ya no es el
criterio. Ahora la aseveración de alguna autoridad es todo lo que se necesita
para encerrarte para siempre.
De esa manera esta llamada "guerra contra el terror" ha revelado ante el
mundo su verdadera naturaleza y lógica: es un tumor maligno en el cuerpo de la
sociedad, el cual le matará al paciente. "Para salvar la libertad, tuvimos que
aniquilarla". Cualquier persona que reconoce la magnitud de este momento no
puede guardar silencio. Los canallas bramarán su triunfo; los ignorantes, los
apáticos y los cobardes se encogerán de miedo; y los que ven claramente las
cosas asumirán la responsabilidad por el bien de la humanidad, y darán la cara
alzando la voz.
Dennis Loo es profesor de sociología, autor y miembro del comité
directivo de El Mundo no Puede Esperar.
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