Clínica de aborto incendiada en Año Nuevo — ¡A la
calle para defender el derecho al aborto con motivo del aniversario de Roe v
Wade!
Sunsara Taylor Del sitio de web Revolución 10
de enero de 2012
El 1º de enero, a la una de la madrugada, una clínica de aborto en Pensacola,
Florida, fue envuelta en llamas. Según todo lo que se sabe hasta la fecha, el
incendio fue provocado.
Pero lo más probable es que ustedes no hayan oído nada de esa noticia.
El hecho de que ningún político haya comentado ese asalto violento contra una
institución imprescindible para la libertad de la mujer y de que ningún medio de
comunicación nacional establecido lo haya reportado debe poner sobre aviso a
quienes se inquieten por los derechos de la mujer.
Nadie más defenderá el derecho de la mujer al aborto y al control de la
natalidad al no ser los millones que rechazamos la esclavitud de la mujer.
Tenemos que apoyarnos en nosotros mismos y no en los demócratas ni de la
política electoral. Tenemos que tomar las calles sin regresar a casa. Tenemos
que tomar de nuevo la instancia moral suprema y declarar: Aborto al pedido y sin
disculpas. ¡Aventémonos a la calle en Washington, D.C. el 22 y 23 de enero para
defender el derecho al aborto!
Ese incendio, si bien no lesionó a nadie, dificultará aún más a una comunidad
de proveedores de abortos que ya sufría para atender las necesidades urgentes de
servicios de aborto de mujeres en el oeste de Florida, Alabama y Misisipí. Eso
provocará enorme sufrimiento y obstáculos no necesarios para las mujeres que
quieren abortar. Causará grandes dificultades financieras para los que quieren
proveerles abortos. También —así como fue su intención— infundirá terror a las
personas valientes por todo el país que a diario se arriesgan la vida a
conciencia para proveerles a las mujeres por todo el país ese procedimiento
absolutamente esencial, completamente moral y extraordinariamente común y
seguro.
Que tengamos bien claro: Ésta NO ES la primera vez que una clínica de aborto,
su personal o sus pacientes hayan sido víctimas de la extrema violencia, ni será
la última vez.
En Pensacola solamente, se incendiaron varias clínicas con bombas
incendiarias en la Navidad de 1984, en lo que describieron los culpables como
"un regalo a Jesús en su cumpleaños". También en Pensacola ocurrió el primer
asesinato de un doctor de aborto, David Gunn, en frente de su clínica en 1993, y
en 1994 murieron balaceados el doctor John Britton y su escolta de seguridad
James Barrett. En Wichita, Kansas, apenas en 2009, el doctor proveedor de
abortos George Tiller fue asesinado en frente de su iglesia un domingo en la
mañana.
Sin perder tiempo, en los
foros de Internet ya se está defendiendo esa violencia y amenazando más: "Al
que provea, apoye o participe en el aborto debe recibir la pena de muerte. Y ya
que estamos en eso, aventemos una bomba atómica a Irán". "Esas clínicas, serán
el blanco de burla siempre que estén operativas. Esa clínica, no se le debe
reconstruir, y a cualquier otra clínica de aborto se le debe cerrar. El aborto
es legal en el Estado de Florida pero no es buena idea operar una clínica en una
ciudad que obviamente no la quiere". "Por lo menos se salvaron algunas vidas
pequeñas ya que la clínica está fuera de servicio".
Pero eso ni siquiera es lo peor.
Ya es hora de dejar de permitir que la corriente tradicional del movimiento
antiaborto y la corriente tradicional de la política estadounidense
(republicanos y además demócratas) se laven las manos ante estos actos
y este tipo de odio a la mujer.
La verdad es que restringir el derecho de la mujer al aborto, sea por medio
de cambios a la ley —como enmiendas que califican al feto de una "persona",
limitaciones al aborto tardío, financiar clínicas falsas, etcétera— o por medio
del terror fuera de la ley, todo representa violencia contra la mujer.
El de que toda la sociedad espera de una mujer que se subordine la vida, las
ambiciones, los sueños y la inteligencia a su capacidad biológica de engendrar
hijos —y que esa expectación se le imponga con el rigor de la ley del estado más
poderoso y represivo del mundo— es esclavitud. La diferencia entre imponérsele
"legalmente" o por medio del terror extrajudicial no importa para la vida
concreta de las mujeres y de generaciones futuras.
En realidad, estas dos tácticas —por la ley y fuera de la ley— van de la
mano, reconózcanlo o no las personas que las llevan a cabo. La violencia y el
terror contra los doctores y clínicas de aborto, los han desencadenado y los han
alimentado las fuerzas de la "corriente tradicional" que equiparan al feto con
un bebé y al aborto con el asesinato (como lo hacen de rutina los republicanos
así como los demócratas — acuérdense del apoyo reciente de los
demócratas a la enmienda en Misisipí que otorga casi todos los derechos de "ser
persona" ¡a todo óvulo fertilizado!). Ante incendios de clínicas o asesinatos de
médicos, quizás parezcan "razonables" y menos extremos los oponentes al aborto
que quedan en la corriente tradicional, pero las medidas que promuevan tendrán
un impacto más horrendo y más duradero sobre un número aún mayor de mujeres.
Los escombros carbonizado de la clínica en Pensacola, el cuerpo destrozado de
Emily
Lyons (la enfermera a la cual la hizo pedazos una bomba en una clínica en
Alabama), los asesinatos de los doctores Gunn, Britton, Slepian y Tiller y el
odio y las calumnias de que son blancos las mujeres que entran a estas clínicas
por todo el país no son fundamentalmente distintos a la violencia que
se cometerá y el terror opresivo que se está imponiendo con cada restricción
legal al aborto.
Ser obligada a tener un hijo contra tu voluntad es esclavitud de la mujer.
Morir desangrada del útero perforado porque no puedes tener acceso al aborto
seguro y legal es sólo un resultado de esa esclavitud. Ser arrestado y
encarcelado por proveer abortos a mujeres que lo necesiten —como ya ocurrió a varios
doctores por ley— es la imposición de esa esclavitud. Ser arrestada
por provocarse un aborto —como ya pasó a mujeres en varios estados, entre ellos
muy
recientemente ¡en Nueva York!— también impone esa esclavitud.
Todo eso es violencia oficial y hace tanto daño como lo ha hecho la violencia
extrajudicial contra las mujeres y las clínicas de la mujer. ¡La única
diferencia es que millones de personas la consideran "legítima" y que ocurre a
escala mucho mayor!
Que el incendio en Pensacola nos ponga sobre aviso a todos: junto con el
sinfín de otros incidentes de violencia y terror contra clínicas y proveedores,
esa es el verdadero rostro del movimiento antiaborto.
Que el silencio de los dos partidos políticos dominantes, los demócratas y
los republicanos, ante ese terror —junto con sus constantes esfuerzos de limitar
cada vez más este derecho tan fundamental— ¡nos ratifique la necesidad de
apoyarnos en nosotros mismos!
Sin el derecho de decidir por sí mismas si tener un hijo y cuándo tenerlo, la
mujer no es libre, y si la mujer no es libre, nadie lo es.
Somos millones. Ya es hora de ponernos de pie.
Acompáñenme a mí y a El Mundo no
Puede Esperar en Washington, D.C. el 22 de enero en Busboys & Poets para
un foro, discusión y cena con motivo del aniversario de Roe v Wade y
¡acompáñennos en las gradas de la Suprema Corte para Alzar la voz por el derecho
al aborto ante la supuesta "Marcha por la Vida" el 23 de enero!
Este artículo se publicó en inglés por primera vez en el diario digital
en Sunsara Taylor, sunsara.blogspot.com.
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